“La citricultura puede generar 6 o 7 veces más empleo que la forestación y 40 o 50 % más en el ingreso de divisas”, pero eso sucederá “si se hacen las cosas como se tienen que hacer”, dijo Regino López de Sanducitrus.
De concretarse la liquidación de Citrícola Salteña que se informara la semana pasada, Uruguay se enfrentaría a dificultades de diversa índole y dimensión. Lo inmediato es la pérdida de una fuente laboral de amplia llegada en forma directa e indirecta, además también se afectaría la ya pequeña participación que nuestro país tiene en el mercado citrícola internacional. Lo importante es que a diferencia de otros rubros, la citricultura tiene una capacidad de recuperación inmediata si logra reconvertir su producción para lo cual necesita acceder al financiamiento bancario con un plazo no mayor a cinco o seis años.
Regino López es empresario, productor y titular de Sanducitrus, consultado si Uruguay podría mantener su potencial exportador si cerrara Citrícola Salteña, dijo que “de ninguna manera”, y si eso pasara “sería un caos”, lo que lamentó porque es “una empresa rentable”.
El empresario destacó el potencial de esa actividad como generadora de divisas genuinas por la exportación y generadora de fuentes de trabajo directo e indirecto. “Las opciones son la quiebra con la pérdida de fuentes de trabajo y de las exportaciones, o que el banco haga un análisis profundo de la realidad internacional del mercado citrícola para aplicar una financiación que permita la reconversión productiva pasando de las naranjas a las mandarinas de alto precio”, un rubro que “en pocos años se paga solo”, expresó.
Para desarrollar todo el potencial del sector es necesario que se faciliten préstamos para plantar mandarinas Tango y Orri, que en pocos años la financiación queda pagada
Consultado sobre la situación del rubro citrícola, López dijo a La Mañana que para tomar como referencia un sector del que se habla mucho y que ha crecido de forma importante, “la citricultura puede generar 6 o 7 veces más empleo que la forestación y 40 o 50 % más en el ingresos de divisas”, pero eso sucederá “si se hacen las cosas como se tienen que hacer”.
Nuestra citricultura tiene un potencial de desarrollo fenomenal, lo que pasa es que “nos hemos quedado muy atrás en relación al resto de los países de América Latina”.
Tenemos una “situación muy compleja porque la matriz de plantación de Uruguay” tiene “más de 30 o 40 años y está enfocada a cuando la gente comía mucha naranja, algo que ha cambiado”, ahora “prefiere una mandarina, y si es sin semilla mejor. La matriz que tiene Uruguay no ha sabido adecuarse en tiempo y forma y nos ha hecho perder espacios” en el mercado internacional, comentó.
Un ejemplo es cómo estamos frente a Perú. En 2004 ese país “exportó 10 millones de dólares en citrus, Uruguay 12 millones. En 2019 Uruguay ganó mucho terreno y llegó a exportar 68 millones de dólares, pero Perú superó los 200 millones, tres veces más. Esto significa que Perú supo ver con antelación lo que se venía”.
“Hace más de 20 años Perú cortó sus naranjas y adecuó su producción a las mandarinas”, pero en Uruguay recién nos dimos cuenta cuando se dio el acuerdo con Estados Unidos, “quisimos venderles nuestras naranjas y mandarinas como la Satsuma que ya no tienen mercado internacional y nos dijeron que no querían eso, querían del tipo Tango que era algo que no producíamos y recién entonces empezamos a reconvertirnos” contó.
Las preferencias del mercado ha cambiado y eso ha tenido una incidencia importante en los valores de los productos. Hoy “las naranjas dejan pérdidas. El costo de mantener una quinta de naranja es de cerca 600 dólares por tonelada para venderlas a un promedio de 700 dólares FOB”. Quiere decir que ante una contingencia como el granizo o la falta de agua que genere una pérdida del 20 o 30 % de la producción ya estamos en pérdida. Eso “no ocurre con las mandarinas Tango u Orri que tienen un costo de 620 dólares la tonelada, pero están a 1.400 y 1.600 dólares respectivamente por tonelada”.
Para la conversión de naranjas a mandarinas, en 2017 los citrícolas “pedimos financiación al BROU, pero el banco no ha dado esa financiación” por razones que “no sé”, dijo López. Pedimos que se incentive la producción porque “los citrus pueden ser el gran futuro de Uruguay”, porque si con todas las dificultades que tenemos hemos ganado mercados ¿cuál sería el techo si esas dificultades se corrigen?, se preguntó.
Qué pasará con los productores que venden su fruta a Caputto, entre los que me incluyo, y que somos muchos, dijo López
“En los últimos 15 años pasamos de 12 millones de exportación a 68, lo que es bueno. El mercado internacional está creciendo. En el año 2000 eran 15 millones de toneladas de mandarinas las que se consumían a nivel internacional, hoy están en más de 30 millones y siguen creciendo, el problema es que Uruguay ni figura en la división de la torta. Si nuestros competidores están en el 2 o 3 %, ¿por qué nosotros no podemos llegar a esos porcentajes ya que tenemos mejor condición climática y mejor producto final en color, brillo, dulzura, acidez?”. Todo pasa por convertir la producción, pero eso lleva tiempo y necesita financiación, insistió López.
Explicó que una hectárea de mandarina Tango necesita 7 años para generar “una productividad de 15.000 dólares, pero al cabo del quinto año la producción pasa a 30.000 dólares, eso se puede demostrar por los precios internacionales, pero ¿qué es lo que está pasando que las autoridades no lo entienden? Es imposible convertirse sin políticas de Estado para invertir”, consideró.
Para desarrollar todo el potencial del sector es necesario que se faciliten préstamos para plantar mandarinas Tango y Orri, que en pocos años la financiación queda pagada.
“Si hacemos un perfilamiento de la matriz productiva, los citrícolas vamos a poder plantar 10.000 Has. Plantemos eso y en siete años las exportaciones de Uruguay pasarían de 68 millones a 550 millones de dólares”, y como el sector apuesta a seguir creciendo en diez años podría llegar 100.000 Has. de mandarinas “que es un disparate, pero también el consumo mundial sigue aumentando, y Uruguay recibiría por esas 100.000 Has. la suma de 5.000 millones de dólares, casi el doble que la forestación”, enfatizó.
¿Qué pasaría si cerrara Citrícola Salteña?
La posibilidad de que Citrícola Salteña cerrara sus puertas fue definida por Regino López como “un caos” en varios sentidos.
Lo primero a considerar es que genera muchos puestos de trabajo, los que se perderían. “Hay que preguntar al intendente cuáles son los ingresos de la Intendencia gracias a la citricultura”, porque “no es solo recoger las naranjas y exportarlas. No. La industria Citrícola Salteña hace funcionar aserraderos, las carpinterías que fabrican los pallets, equipos, tractores, zorras, una infinidad de empleos directos e indirectos con choferes, camiones, combustibles, una inmensidad de dinero que se mueve y que quedaría quieto”, dijo.
Pero hay otros factores que se deben considerar: el cuidado sanitario de los árboles “es un trabajo inmenso que implica que haya trabajadores que ya no estarán”, pero la sanidad es un problema en sí mismo porque las normas para exportar son muy estrictas, y si la empresa cierra “¿qué pasará con todos esos árboles, con la fruta que se va a pudrir, criar moscas e inundar todo alrededor?”
A eso se suma la interrogante sobre “qué pasará con los productores que venden su fruta a Caputto, entre los que me incluyo, y que somos muchos”, dijo López, “qué haremos con la fruta, a quién la venderemos y cómo vamos a cumplir con nuestras obligaciones”, son otros temas que surgen en caso de que se concrete el cierre de una empresa que “es rentable, pero si cierra será irrecuperable”.
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