El arroz uruguayo se destaca por su calidad, uniformidad e inocuidad. Se exporta casi en su totalidad a más de 60 destinos logrando precios por encima de otros exportadores. Uruguay es el 8° exportador de arroz en el mundo. La producción de arroz en Uruguay es hoy un ejemplo en el país e internacionalmente por los logros alzados en calidad, rendimiento, sustentabilidad del medio ambiente, institucionalidad e incorporación tecnológica.
Un mito que se está derribando es la contraposición existente entre medio ambiente y producción. Si bien es cierto que toda actividad humana genera efectos, es una realidad que es necesaria la producción de alimentos y diversas actividades para que la humanidad se siga desarrollando. En este sentido, se puede destacar que cada vez más se ha tomado conciencia de la relevancia del cuidado del medio ambiente y que esto va más allá de las campañas de sensibilización, sino que existen cada vez más esfuerzos en términos de regulación y de parte de los propios privados.
Cada vez los mercados y consumidores tienden a sumar exigencias en lo que refiere a calidad de los productos, a la amigabilidad con el medio ambiente lo que se refleja a nivel de precios. De esta forma surgen una cantidad de sistemas de certificación, trazabilidad, sellos de calidad, entre otros instrumentos que aportan los mercados a la hora de contribuir a la generación de incentivos que abarcan diversas dimensiones como puede ser la sostenibilidad y la rentabilidad a la vez.
El arroz ha sido el eje central de muchas culturas y distintas economías a lo largo de todo el planeta, incluso muchos de ellos contribuyen el desarrollo de su civilización al propio cultivo de arroz. El arroz se cultiva en 26 países de la región de América Latina y el Caribe. Esos países producen anualmente más de 22 millones de toneladas. Aunque en la región se han hecho mejoras importantes en la producción de arroz, la demanda sigue superando la producción, la región tiene un déficit neto de casi un millón de toneladas anuales de arroz elaborado, que implican un consumo de unos 30 kg/cápita por parte de los más de 500 millones de habitantes de la región. La urbanización, la disminución de los rrhh, el cambio climático y la incertidumbre respecto a la comercialización de alimentos en general representan no solo desafíos para el sector arrocero mundial sino para todos los productores de alimentos.
Áreas arroceras: reservas de agrobiodiversidad
¿Cómo podría responder el arroz a estos desafíos? A nivel productivo incrementando la eficiencia en la cosecha y por unidad de superficie a fin de incrementar la producción y dar competitividad económica al a producción de este cereal. A nivel ambiental, la eficacia en la producción de arroz puede elevarse a una gestión mejorada de los recursos. En este sentido, la FAO indica que todas las variedades de arroz son capaces de producir más de 10 toneladas por ha, sin embargo es de destacar que los productores también podrían incrementar sus beneficios haciendo uso eficiente de insumos y recursos como ser agua y radiación, reduciendo mediante el uso eficiente de agua y radiación (EUA, EUR) los daños ambientales al sistema.
Los sistemas basados en el arroz apoyan enormes reservas de agrobiodiversidad, que sirven para salvaguardar el medio ambiente, aumentar los medios de subsistencia y enriquecer la alimentación de la población. La población local introduce con frecuencia plantas cultivadas, animales domesticados y acuicultura en los sistemas basados en el arroz, los sistemas basados en el arroz sustentan diversos tipos de animales. Los patos se alimentan de peces, otros organismos acuáticos y malas hierbas de los arrozales, mientras que bovinos y ovinos se alimentan de la paja del arroz, fuente principal de forraje en las zonas arroceras.
El salvado de arroz, subproducto de su elaboración, los granos de arroz de baja calidad y sobrantes proporcionan un suplemento alimentario al ganado. Éste ayuda a los agricultores en el transporte y en la preparación del suelo y, a su vez, los desechos del ganado pueden reciclarse como fertilizante orgánico. Los arrozales albergan también una amplia variedad de enemigos naturales o depredadores, que constituyen un mecanismo para luchar contra los insectos dañinos y las plagas, disminuyendo la necesidad de plaguicidas.
Además, es de destacar que estudios de la FAO aseguran que la ordenación de aguas es esencial para crear sistemas de producción sostenibles basados en el arroz, especialmente porque el arroz es el único cereal principal que soporta estar sumergido. La relación entre el arroz y el agua es compleja. Por ejemplo, los sistemas de arroz acuático permiten que la materia orgánica se acumule en el suelo, creando un depósito de nutrientes para plantas y animales. Esos sistemas actúan también como una “esponja” que fija el carbono de la atmósfera.
Innocuidad, bioeconomía y guía de buenas practicas
Nuestro arroz tiene nichos de mercados asociados a ser un arroz de alta calidad y cumpliendo varios estándares a nivel de inocuidad.
En Uruguay ya existen hace tiempo algunos programas como la intensificación sostenible (forma de producción donde se aumenta el rendimiento sin generar impactos ambientales adversos y sin aumentar la superficie cultivada) que se incorporan el enfoque de la Bioeconomía, fundamental en el encare de la producción actual.
Pero si pensamos en el sector arrocero puede verse que es uno de los que más incorpora tanto a nivel de su estrategia país, así como en sus programas de Investigación, Desarrollo e Innovación (I&D&i) los conceptos y principios que la Bioeconomía plantea.
El sector Arrocero fue el primero en disponer de una Guía de Buenas Prácticas Agrícolas, en un trabajo que lleva adelante Asociación Cultivadores de Arroz (ACA) junto a INIA, MGAP, LATU y Gremial de Molinos Arroceros. Esta publicación reúne una serie de principios y recomendaciones técnicas aplicables a la producción, procesamiento y transporte de arroz, con el objeto de alcanzar los más altos niveles productivos y sumar valor agregado al producto final.
Está orientada a garantizar la calidad e inocuidad del producto respaldado por uso eficiente de los recursos naturales (suelo, agua y biodiversidad) y ofrecer garantías para la salud y seguridad para las personas involucradas en el mismo. A la vez, los molinos industrializadores confían en la Guía de Buenas Prácticas como una carta de presentación del arroz uruguayo.
Durante el año 2017 se realizó un trabajo interinstitucional en el marco del proyecto ACA-ANII “Sustentabilidad ambiental del arroz determinada por el monitoreo de residuos de agroquímicos en suelo, agua y grano y por la aplicación de la Guía de Buenas Prácticas Agrícolas” con el fin de revisar sus contenidos, incorporar información, nuevas normas o variantes del marco regulatorio, apostando a la actualización constante de la Guía de las Buenas Prácticas Arroceras.
Lo más importante a destacar es como se puede compatibilizar los objetivos ambientales y de rendimiento, dupla indispensable de cualquier enfoque productivo en el mundo actual. Hoy en día este tipo de estrategias son parte fundamental de muchos de los sectores, los desafíos están en aunar esfuerzos y lograr generalizarlo al conjunto de las actividades y entender como Uruguay desde el sector privado lleva un paso adelante porque además ha sido parte de la generación de valor y de la conciencia colectiva de que el medio ambiente es el recurso fundamental para la vida tanto por los cuidados del ecosistema como por la preservación de las capacidades para producir alimentos para Uruguay y para el mundo.
*Gerente general Asociación Cultivadores de Arroz
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