En marzo de 2003, un alto funcionario de la ONU de nacionalidad vietnamita, concurrió a nuestro país a anunciar que el 16 de diciembre de 2002 la Asamblea General de las Naciones Unidas, a instancias de FAO, había declarado al 2004 como “Año internacional del arroz”.
En ese entonces un cultivo tan seguro del punto de vista agronómico sufría en nuestro país una de sus peores crisis. Al tsunami financiero proveniente de la otra orilla se le sumaba una caída vertiginosa de los precios del grano en Tailandia y Vietnam – los 2 mayores exportadores de aquel entonces – que actuaban como referentes del precio local.
Cuando la Asociación de Cultivadores Arroz, recibió la solicitud de ser sede del Congreso Mundial de Arroz de Clima Templado, no vaciló en aceptar el desafío de operar de anfitriones de tan relevante evento.
Primero en Australia, luego en Estados Unidos y ahora Uruguay. Era un reconocimiento invalorable de nivel internacional. Éramos el 7o. exportador de ese cereal.
Exhibíamos variedades de alta calidad y después de Egipto, ya poseíamos la mayor productividad por hectárea.
¡Qué se enterara el mundo de la injusticia que estábamos sufriendo!
El Comité Organizador Local estuvo constituido por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, la Asociación Cultivadores de Arroz, la Gremial de Molinos Arroceros y el Fondo Latinoamericano de Arroz de Riego.
Que fuera nuestro país quien organizara esta 3er. Conferencia Internacional de Arroz en Punta del Este, del 10 al 13 de marzo de 2003, configuraba un hecho histórico de enorme trascendencia que conformaba un foro científico mundial, en el cual se actualizaban los conocimientos referidos a la producción de este cereal.
La primera de estas Conferencias se realizó en Australia en 1994 y la segunda en California en 1999. Ambas regiones son símbolo mundial de máximos rendimientos y desarrollo tecnológico, lo cual destaca la importancia que tiene para Uruguay, haber sido la sede de esta tercera edición. Participaron más de 400 personas de 25 países diferentes, las cuales pudieron presenciar 26 conferencias de especialistas invitados, más de 200 trabajos científicos libres y conocer algo del sector arrocero uruguayo en una gira de campo por la zona Este del país.
“El Año Internacional del Arroz promueve el aumento de la producción y un mayor acceso a este cultivo, que es el principal alimento de más de la mitad de la población mundial”
“El Uruguay puede llegar a ser líder mundial en sistemas arroceros sostenibles y amigables con el ambiente con mucho menor costo que otros países”, expresó el Ing. Gonzalo Zorrilla de San Martín, director de INIA para el área arrocera, y uno de los organizadores del evento. “Con ello no sólo aseguramos los recursos naturales para las futuras generaciones, sino que damos una característica que cada vez es más codiciada en el mercado y sobre la cual existen sobradas razones para creer que se seguirá valorizando en el futuro.”
La conferencia inaugural del Dr. Yuan Longping considerado el pionero de la tecnología en variedades de una nueva variedad, nacida en China, fue muy ilustrativa. El país que produce y consume un tercio de la producción mundial de arroz ha logrado avances notables en la productividad gracias a los híbridos y están hoy embarcados en el desarrollo de “súper-híbridos” con potenciales de rendimiento superiores a 15 tt por ha. La fuerte inversión tanto pública como privada que existe en este tema en diversos países, permite augurar que su adaptación a condiciones de cultivo y ambientes distintos va a ser una realidad en el corto plazo.
La consagración de un Año Internacional a un único cultivo no tiene precedentes en la historia de las Naciones Unidas y constituye una oportunidad para aumentar el apoyo al desarrollo sostenible de los sistemas de producción basados en el arroz, a fin de lograr la seguridad alimentaria y la mitigación de la pobreza.
“El arroz es vida y es el eje de muchas culturas; se utiliza en fiestas, pinturas, canciones y ceremonias religiosas como símbolo de vida, fertilidad y abundancia. Existen algunos países que incluso atribuyen el desarrollo de su civilización al cultivo del arroz. Las terrazas de arroz, una hermosa originalidad de muchos paisajes, forman parte de nuestro patrimonio ecológico.
El arroz se cultiva en todos los continentes del mundo, salvo en la Antártida. Los sistemas de producción basados en el arroz son un foco de biodiversidad, entre la que se encuentran peces, fauna, ganado, plantas y microorganismos. Prácticamente mil millones de hogares de Asia, África y el continente americano dependen de los sistemas de arroz como su principal fuente de nutrición, empleo e ingresos…” Así comienza este contundente espaldarazo que desde las Naciones Unidas se lanza para apuntalar a un cultivo milenario, asociado a la reproducción humana y a la vida. Está profundamente integrado en el patrimonio cultural de muchas sociedades.
Más de la mitad de la población del mundo depende del arroz para su sustento básico, en particular en los países en desarrollo. El cultivo del arroz y las actividades post cosecha proporcionan empleo a varios cientos de millones de personas en los países de bajos ingresos. Los sistemas de producción de arroz mantienen el agua, ayudan a la recuperación de tierras, proporcionan un hábitat para los peces, el ganado, los insectos beneficiosos y otra fauna silvestre y ayudan a reducir la erosión del suelo y a la fijación del carbono y su belleza natural puede aprovecharse para iniciativas económicas relacionadas con el ecoturismo y actividades de concientización cultural.
La declaración de la 28ª Conferencia Regional de la FAO culmina, destacando no solo la sustentabilidad del cultivo en la preservación del medio ambiente, sino también destacando la importancia como seguridad alimentaria y social de la humanidad.
“El Año Internacional del Arroz promueve el aumento de la producción y un mayor acceso a este cultivo, que es el principal alimento de más de la mitad de la población mundial a la vez que la fuente de ingresos de millones de productores, procesadores y comerciantes arroceros. El desarrollo sostenible de los sistemas basados en el arroz reducirá el hambre y la pobreza y contribuirá a la conservación medioambiental y a la obtención de una vida mejor para las generaciones presentes y futuras para las que el Arroz es Vida.”
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