Tenía decidido ser ingeniero y llegó a cursar cuatro años de facultad, pero las vueltas del destino y su gusto por la radio desde muy temprana edad hicieron que se terminara volcando al periodismo. El haber crecido en una casa donde se fomentaba la cultura también lo impulsó a dedicarse a esa profesión, de la cual se terminaría convirtiendo en un notorio referente. El reconocido conductor celebra los 35 años de En Perspectiva, programa que supo renovarse y traspasar la radio para transformarse en un proyecto multimedia.
Con solo 18 años empezó en la radio, en un programa musical, y a los 25 se volcó al rubro informativo. ¿Qué lo llevó a comenzar ese camino?
En el liceo era de escuchar mucha radio y me imaginaba cómo sería trabajar ahí. En preparatorios se me ocurrió hacer un programa como hobby. Presenté dos o tres pilotos en radios y finalmente me aceptaron uno en CX 26 (Sodre), en el 76. El primer año hice un programa de música popular de todo el mundo y al segundo año pasé a hacer uno de música uruguaya. Después ese programa se cortó.
Mientras tanto estudiaba ingeniería, que fue mi vocación más fuerte. A fines del 82 se produjo la famosa rotura de la tablita cambiaria y yo, que trabajaba como ayudante de ingeniero en una empresa constructora, me quedé sin trabajo y se me cerraron todas las puertas porque fue un momento muy complicado del país. Tuve que empezar a buscar otras alternativas laborales y probé cosas, una fue vender libros puerta por puerta.
¿Cómo volvió a la radio después de la venta de libros?
Con la venta de libros me fue correcto, pero era muy desgastante. Entonces, teniendo presente que había hecho un programa de forma amateur y que me gustaba la radio, se me ocurrió plantear en CX 30, a Germán Araújo, que era el director –a quien yo había conocido por temas de la facultad- si no necesitaban a alguien en los informativos. Me dijo que sí, pero que no tenían plata para pagar el sueldo, que, si yo conseguía anunciantes, hasta cierta cifra de facturación, lo cobraba como mi sueldo. Como estaba muy cansado de la venta de libros puerta por puerta, pensé que sería más fácil conseguir un par de anunciantes que seguir vendiendo libros. Hice esa prueba y efectivamente los conseguí y empecé a trabajar allí, en el departamento de prensa.
¿Por qué dejó la facultad?
Porque yo tenía en mi matriz también el periodismo, porque mi padre (Ruben Cotelo) fue periodista toda la vida y en casa los asuntos de la actualidad, la información, eran temas de conversación permanente. Además, cómo se trabajaba en periodismo era algo que yo conocía, que me era muy familiar. Por eso hice ese planteo en la radio.
Me gustaba el periodismo y también la ingeniería, pero una vez que me metí en el periodismo –y lo hice en un momento muy fermental, porque era el final de la dictadura-, me atrapó más. Yo seguía estudiando, casi terminé cuarto de facultad, pero sentía que estaba haciendo la crónica de la historia, estábamos metidos en hechos políticos fuertes y apasionantes.
Entonces, hubo también una influencia de su padre en esa elección.
Sí, claramente la hubo, porque todos esos temas me eran muy cercanos. Mi padre había hecho prensa y yo tenía ese gusto por la radio, entonces junté las dos cosas.
¿Cómo surgió En Perspectiva?
Eso fue después. Yo me fui de CX 30 a principios del 85, cuando volvió la democracia, porque se produjeron unos cambios en la radio que no me dejaron cómodo. Fue el momento en que Germán Araujo, con quien yo tenía buena relación, pasó a ser senador y dejó la dirección de la radio. Ahí pasé a trabajar en el semanario Jaque, que dirigía Manuel Flores Silva, a quien conocía del trabajo periodístico, y donde estaba Carlos Maggi, a quien conocía de antes porque era amigo de mi familia.
Al poco tiempo, el secretario de redacción de Jaque, Enrique Alonso Fernández, junto con Claudio Paolillo y Carlos Núñez, fueron invitados a hacer un programa en Emisora del Palacio. En junio de 1985 arrancaron con En Perspectiva. Como todos ellos venían de la prensa, a los pocos días entendieron que necesitaban a alguien que supiera más de radio. Como yo trabajaba con Enrique en la redacción, me hizo la invitación y me sumé en el mismo mes de junio. Desde entonces aquí estoy.
¿Qué reflexión le merece el haber estado al frente de un programa de radio por tantos años, algo poco común?
Es una satisfacción, porque si el programa tiene esta edad, esta historia atrás, es porque genera confianza, porque hay un público que lo valora, que lo considera útil, y eso es importante para cualquiera que trabaja en comunicación y en periodismo. También significa que el programa fue capaz de renovarse y que yo mismo fui capaz de renovarme. Difícilmente el programa tal cual era en 1985 habría llegado hasta hoy.
“Yo me siento útil a la sociedad haciendo periodismo”
¿En qué aspectos se tuvo que renovar?
En muchísimos. Tengo claro que el programa era más aburrido, éramos todos mucho más acartonados que lo que somos hoy, y eso que a mí hay gente que me dice que soy acartonado o formal. Éramos más lentos, tocábamos una variedad de temas menor, estábamos demasiado enfocados en lo político uruguayo.
El programa se renovó en formatos, en los contenidos. Un ejemplo clarísimo es la tertulia, que la iniciamos en el año 2001, en la época de El Espectador, con el entonces director Javier Massa.
Los móviles de Rosario Castellanos en su momento fueron una innovación, en el sentido de que aprovechamos que apareció el teléfono celular para que una periodista recorriera la ciudad o el interior y contara lo que veía.
También fue innovador el análisis económico en el programa; tener un equipo de economistas que iban tomando los temas económicos y los examinaban sin opinar, tratando de que se entendieran.
A su vez, incorporamos encuestas de opinión pública en radio, con Factum, en el año 92. Hasta ese momento no había programas radiales periodísticos que tuvieran encuestas.
En la relación con la audiencia hubo cambios fenomenales. Al inicio el vínculo con los oyentes durante el programa era mínimo. En un momento apareció el SkyTel, con lo cual la gente podía llamar a una centralita que tipeaba el mensaje y nos lo mandaba. Después llegó el celular, y cuando aparecieron los SMS iban cayendo comentarios mientras hacíamos el programa. Con eso empezamos a tener mensajes que venían incluso desde arriba de un tractor. El escalón siguiente fue el correo electrónico y luego el WhatsApp, donde estamos todo el tiempo interactuando.
Asimismo, tecnología mediante, fuimos incrementando la vinculación con el mundo, teniendo contactos internacionales vía Skype y plataformas de videollamada, que han sido una ventana notable de apertura.
El programa también debió atravesar distintas etapas en radios diferentes.
Es cierto que nos movimos varias veces. Empezamos en Emisora del Palacio, fuimos a El Espectador –donde estuvimos un largo rato-, después a Radio Oriental y Del Sol y ahora estamos en Radiomundo. Parecen muchos movimientos, pero son 35 años.
Fueron momentos distintos. En Emisora del Palacio teníamos mucha libertad para trabajar; económicamente no nos fue muy bien, tuvimos que convertirnos en productores comerciales de nuestro propio espacio. Fue una etapa linda pero complicada desde ese punto de vista.
Cuando pasamos para El Espectador empezamos siendo una coproducción, pero al poco tiempo la radio asumió el personal y yo mismo pasé a tener un contrato individual, con lo cual trabajaba en condiciones más cómodas y pude desentenderme de una parte de lo empresarial. De todos modos, me involucré mucho en la empresa, participaba en las decisiones; era una especie de gerente periodístico. En una época fui gerente de programación.
Cuando terminó mi etapa allí y comenzamos una nueva en 2015, fue un cambio muy grande, porque ahí lo que hicimos con algunos amigos fue crear una empresa productora y largarnos a correr el riesgo.
Ahí nació En Perspectiva Producciones y al mismo tiempo lanzaron el sitio web de noticias.
Claro. Es una productora en la que básicamente estoy yo al frente, pero tiene la desventaja de que no hay una gran empresa atrás. Es un proceso en el que vamos creciendo de a poco y cada tanto tenemos algún tropezón.
Cuando dimos ese paso, ya arrancamos construyendo un portal en base a la marca En Perspectiva. El programa era la locomotora de una productora de contenidos de calidad para la era digital. Ese proyecto tenía también una emisión en video en vivo. Esa fue otra innovación; lo que empezó siendo un programa de radio, se convirtió en un programa multimedia, que además tiene podcasts de audio y de video.
“Periodismos hay muchos y el periodismo de opinión es válido; nosotros nos colocamos en otro lugar”
¿Cómo fue eso recibido por la gente?
Cuando dimos el paso en 2015, buscábamos que la entrevista central, la tertulia, etcétera, tuvieran presencia en otros medios, concretamente, en televisión. Eso nos llevó tiempo, pero hoy es realidad; tenemos un programa en Nuevo Siglo al mediodía donde se pone lo principal de la mañana, y la transmisión en vivo por Cardinal TV para cables del interior.
En el medio pasó que la emisión en vivo prendió muy bien. No era obvio, porque la radio justamente tiene como gracia el misterio, y que la gente escucha mientras está haciendo otras cosas. Resultó que había una parte del público que tenía la curiosidad por la imagen, y había gente que tenía tiempo para mirar eso o que seguía el programa en video mientras estaba trabajando. Para alguna gente, En Perspectiva es un programa de televisión. Entonces, no es de audiencia masiva, pero está claro que eso funcionó.
Pero no se busca que sea masivo, ¿o sí?
A mí me gustaría que hubiera un porcentaje más alto de interesados en seguir los temas como los planteamos nosotros, pero no quiero ser tan soberbio.
Cada vez hay más competencia.
Exacto. Lo que caracteriza a estos tiempos es la enorme segmentación, una proliferación de medios y de canales, y la gente elige. Pero con esta etapa nueva hemos descubierto que el público es mucho más amplio de lo que pensábamos, en el nivel socioeconómico y en distribución geográfica. Funcionó mucho mejor de lo que esperábamos y hay cada vez más receptividad.
En la radio tiene un espacio importante como para profundizar con un entrevistado, algo que no suele suceder, por ejemplo, en televisión. ¿Cómo prepara las entrevistas?
Efectivamente, en el programa hay una entrevista profunda. De algún modo es una seña de identidad del programa y de Emiliano Cotelo, que debe tener unos 30 años. Es un tipo de entrevista muy pensada, muy trabajada, cargada de investigación, hay bastante trabajo de archivo, pero sobre todo se prepara con antecedentes, buscando dónde están los puntos que nos interesa más explotar del invitado y tratando de dominar al máximo posible los temas.
¿Hasta dónde el periodista puede opinar?
Periodismos hay muchos y el periodismo de opinión es válido, yo no tengo nada en su contra. Hay periodistas que cuando entrevistan están polemizando, expresando su opinión contra la del entrevistado, y está bien, es muy entretenido seguramente. Nosotros nos colocamos en otro lugar en el cual tratamos de que la opinión aparezca lo más acorralada y acotada posible, básicamente, en espacios editoriales. Este no ha sido nunca un programa alineado políticamente.
¿Qué piensa de los periodistas que deciden dedicarse a la actividad política o asumir un cargo de gobierno?
Me parece que es una decisión legítima; me sorprende, porque si te dedicás al periodismo político te das cuenta de que la política es complicada, es dura, está llena de códigos, de jugadas, de vínculos, de enfrentamientos. A mí me pasa que, conociendo bastante por dentro el mundo de la política, lo que menos querría hacer en mi vida sería meterme en política. Por eso, me impresiona que haya otros que lo hagan conociendo todo eso.
Pero también reconozco que el periodismo en sí mismo puede ser duro; a mí me cansa, me lleva mucho trabajo, aunque me guste. No tengo nada contra el mundo político, claramente yo no soy un antipolítico, no estoy en ese discurso fácil de criticar a los políticos. La política es necesaria, pero realmente hay que tener mucho entusiasmo para meterse en eso.
¿Alguna vez le hicieron un ofrecimiento?
Hubo tanteos para ocupar algún cargo vinculado con lo que yo hago. Curiosamente hubo más de uno, de signos distintos, pero no para hacer carrera política ni ser candidato a algo. Agradecí mucho, pero no es lo que a mí me entusiasma. Primero, yo me siento útil a la sociedad haciendo periodismo. Segundo, como conozco bastante el funcionamiento de la política y de los gobiernos, meterse a dirigir determinados organismos u oficinas públicas, requiere mucho coraje, valentía, casi que estar preparado para el fracaso, lidiar con la burocracia, tener problemas de presupuesto, tener serruchadas de pata, denuncias; es difícil.
¿Cómo ve la situación actual de las radios? ¿Le preocupa la realidad de algunas empresas a las que no les dan los números, que deciden bajar la programación, como el reciente caso de Océano FM?
Estamos en un momento triplemente complicado. Primero porque las tecnologías de la comunicación siguen en su revolución, han generado cambios de comportamiento en el público y han hecho que aparecieran nuevos medios. En Uruguay siempre tuvimos demasiados medios de comunicación. Es una locura la cantidad de radios que hay. En Montevideo tenemos más de 50 entre AM y FM, para un millón y medio de habitantes. Además, aparecieron los portales, los podcasts.
“En Uruguay siempre tuvimos demasiados medios de comunicación. Es una locura la cantidad de radios que hay”
Por otro lado, tenemos una economía que hace años que está frenada. Casualmente, desde que nosotros empezamos este proyecto, en 2015, se cortó la época más o menos dinámica de la economía. Eso llevó a que el mercado publicitario se congelara o directamente se achicara.
Y por último, la emergencia sanitaria fue un golpazo gigante desde el punto de vista económico, y en especial pegó en las inversiones en publicidad. De las primeras cosas que resolvieron muchas empresas fue cortar su rubro de publicidad, así que estamos en ese brete.
Entre la música y los libros
Emiliano creció en Villa Colón, un barrio “tranquilo” que le permitía estar en contacto con la naturaleza. Era una época de mucha integración, en la que él y sus tres hermanos iban a la escuela pública junto a niños de distintas posiciones socioeconómicas, y jugaban al fútbol con los amigos de la cuadra.
En su hogar tenían muchos incentivos por el lado cultural. “Mi casa era una gran biblioteca”, recuerda en una extensa charla con La Mañana. Su padre hizo periodismo cultural, crítica literaria, de cine y de teatro, y finalmente se dedicó al periodismo de información. Su madre era profesora de piano y trabajaba en la Facultad de Agronomía. “Los dos nos crearon un ambiente donde la música, los libros, la prensa, eran lo cotidiano”, agrega. Está casado con Alexandra hace 30 años, con quien tuvo tres hijos: Diego (29), Felipe (27) y Catalina (25).
En los ratos libres que le deja el periodismo le gusta leer, sobre todo, literatura, aunque admite que querría leer mucho más. También disfruta de la música, el cine y el teatro. En materia deportiva, hace unos años incursionó en el tenis, un juego que le divierte y del que sigue tomando clases. Además, sale a correr y va al club. Por último, le encanta viajar con su esposa, pero debieron hacer un parate a raíz de la pandemia.
TE PUEDE INTERESAR