La Asociación Latinoamericana de Centros de Operaciones de Paz (ALCOPAZ), creada en 2008, tiene actualmente su sede rotativa en Montevideo. Recientemente se presentó el Plan de Acción de la asociación que pretende una mayor interoperabilidad y cooperación entre las fuerzas armadas de la región, haciendo énfasis en el plano académico.
¿Qué es ALCOPAZ?
Esta organización de carácter regional, sería comparando con el fútbol, como una “Conmebol” dentro de la “FIFA”. En la otra, que se llama International Association of Peacekeeping Training Centres (IAPTC), oficio la misma función de asesor desde hace ya 5 años y la presidencia actual está en Perú, luego pasará a Bangladesh y va rotando continentalmente. Hay cuatro regiones del mundo que agrupan asociaciones: Europa, Asia-Pacífico, África y Alcopaz.
En nuestro caso la denominación de latinoamericano se mantiene como tradición, pero crecimos. Más allá de tener once miembros plenos que son latinoamericanos hay también observadores de distintos orígenes como Francia, Alemania, EEUU, Canadá e Indonesia.
¿Cuándo y dónde surgió la asociación?
En el año 2007 en una reunión de la IAPTC en Estocolmo, Suecia, habíamos varios delegados de países latinoamericanos trabajando allí en forma individual. Mientras tanto pasaban por delante de nosotros las asociaciones de las regiones con su fuerza e impulso.
Entre nosotros estaba un oficial superior argentino que tenía en ese momento una función directa de contacto con el poder político en el Ministerio de Defensa. Él nos dijo “si se animan, yo me tiro”. Lo hizo tan bien que en diciembre del mismo año se hace la primera reunión preparatoria para redactar el estatuto y explorar la conformación formal de la institución que se hace en la primera Asamblea General el 4 de agosto de 2008 con la firma de siete países.
Se reunieron para tener una voz común, pero ¿cuál era el mensaje o las inquietudes que motivaron la asociación?
El contexto coincidió con la situación de nuestra participación conjunta en Haití, que se creó como misión en 2004. En 2007 estábamos en plenitud de funciones allí, juntos, pero en sillas diferentes en la parte académica en la IAPTC. Luego sobrevino la desgracia de Haití con el terremoto y más países se asociaron.
Uno de los grandes desafíos en las operaciones de paz es lograr la interoperabilidad. Alcopaz ha contribuido a minimizar las diferencias y a compartir las experiencias. Esto es guiado y acompañado desde el departamento de operaciones de paz en el cuartel general de Naciones Unidas que hoy lo comanda un general uruguayo, el Gral. Loitey.
En una reseña institucional difundida recientemente por la organización menciona que es una “prueba fehaciente de cooperación e integración latinoamericana”. ¿Cómo se produce este intercambio?
Históricamente los países que integran esta asociación están comprometidos con las operaciones de paz, pero en grados muy diferentes. Aparecen aquellos donde lidera Uruguay, que han aportado y están aportado grandes números de personal y hay otros que por razones de su propia legislación tienen la limitación que no pueden sacar tropas al extranjero, por ejemplo, México y Colombia. Estos últimos países los llamamos “emergentes”.
“Uno de los grandes desafíos en las operaciones de paz es lograr la interoperabilidad. Alcopaz ha contribuido a minimizar las diferencias y a compartir las experiencias”.
La idea es que los emergentes sigan el camino de los primeros…
Sí y lo están logrando. El 8 de enero de este año en México el presidente de ese país inauguró las instalaciones de un impresionante centro para operaciones de paz donde se instruyen militares y civiles. También está el caso de Chile, que tiene su centro en una zona crítica con el océano y la cadena andina, con los terremotos y en el tema ayuda humanitaria tienen un capítulo especial que ponen dentro de las operaciones de paz. Se busca la complementariedad del apoyo.
Pero cabe señalar que también en la práctica hemos estado juntos y Haití fue el laboratorio de eso. Allí Chile y Ecuador tuvieron conjuntamente una compañía de ingenieros. Chile con El Salvador también tenían un acercamiento. Y Brasil en su batallón grande tuvo pelotones de Canadá y de Paraguay, más allá de las contribuciones individuales.
Pero el ejemplo más positivo fue el de Uruguay con Perú. Cuando llegó el momento de achicar la misión en Haití había que dar de baja o invitar a que se unieran los países para lograr la permanencia de la bandera en forma conjunta. Estos dos países cerraron sus misiones como UruPerBat, el batallón de ambos. Ninguno se entrenó para juntarse, ya estaban ahí. Pero teníamos el antecedente de ya estar operando en la parte académica con nuestros instructores.
Uruguay preside desde 2019 Alcopaz y se presentó recientemente el Plan de Acción 2020, ¿cuáles son los puntos principales?
Cada ciclo de Alcopaz tiene dos mojones: la reunión preparatoria que hicimos ahora con atraso por el coronavirus y el evento principal que es la Asamblea General. Para el plan de acción comenzamos a soñar despiertos con un singular desafío que es organizar un seminario de alto nivel denominado “Conformación y sostén de las operaciones de paz-Compromiso de las Naciones”.
En el año 2018 el secretario general de ONU, Antonio Guterres, lanzó la iniciativa “Action for Peacekeeping” (A4P) en virtud de la necesidad de tropas y apoyo para las operaciones de paz. Entonces 152 países y 4 organizaciones regionales firmaron el acuerdo, con más de veinte países de América Latina. ¿Pero con qué momento histórico coincidió eso? Con el cambio en la misión en Haití en 2017.
En el año 2014 tomé el parte de fuerza de Haití y vi que había 20 países en la misión de los cuales 13 eran de América Latina, o sea que éramos el 65%, había 5814 personas de las cuales 4337 eran latinoamericanos, el 75%. Pero el túnel del tiempo nos trae al presente y hoy a mayo de 2020, en todo el mundo de los 35 países más Cuba, menos de la mitad está aportando a operaciones de paz. Del total en el mundo que son 120, somos el 13%, lo cual no es tan despreciable, pero si lo transformamos a personal ahí sí nos descalificamos: de los 82.500 operadores de paz solo 2.573 latinoamericanos, el 3%. ¿Por qué se da esto? En la condición de líder que tiene Uruguay y siendo sede está la propuesta de hacer el seminario, donde participen tomadores de decisión de la región.
¿Usted cree que puede haber un mayor intercambio entre las fuerzas armadas de la región en la cooperación frente a desastres naturales?
Existen acuerdos bilaterales y apoyos mutuos entre las naciones cuando ello no implique intervención de fuerza armada. Por ejemplo, Uruguay está en Colombia y muchos otros países de América Latina también, son especialistas, técnicos que no llevan armas consigo. Hace un tiempo cuando sucedió un incendio gigantesco en Chile fueron bomberos uruguayos allá.
Otra situación que se da es en fronteras, como en Roraima en Brasil junto a Venezuela ante la masiva inmigración venezolana se tiene desplegada una operación llamada “Acogida” que es lo más parecido a los campos de desplazados o refugiados de otras partes del mundo. Allí se utiliza lo aprendido en las operaciones de paz.
¿Existe un apoyo estatal a estas iniciativas?
Todo esto no lo podemos hacer solos los centros de instrucción de cada país, algún estamento de la administración pública nos tiene que apoyar. En casi todos los casos han sido los ministerios de seguridad, defensa y/o cancillería. Para este ciclo se le ha pedido apoyo desde la presidencia de Alcopaz al Ministerio de Defensa de Uruguay.
También queremos agregar de nuestro propio país alguna institución civil. Queremos que nos dé la oportunidad el Instituto Artigas del Servicio Exterior (IASE), el CALEN, la UdelaR a través de las relaciones internacionales y la Universidad Católica. Sería bueno contar con la presencia de ellos en nuestro seminario.