Una de las voces representativas de los vecinos del Capurro es el alcalde, quien diariamente y desde hace más de dos años recibe las quejas y los reclamos de quienes llegan cansados por las consecuencias de las obras del Ferrocarril Central. En diálogo con La Mañana, dibujó el panorama actual del barrio y planteó las principales dificultades que se tiene como gobierno de cercanía.
La obra del Ferrocarril Central depende del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP), y desde el Municipio C de Montevideo –que es la zona más afectada de la capital por el proyecto– se trata de gestionar acciones que minimicen el impacto que provoca. Cuando comenzó el proceso en el barrio Capurro, se estimaba que la demora sería de unos 10 meses, sin embargo, hubo un desfasaje entre la construcción de los caminos para ferrocarril y la planta de UPM instalada en Paso de los Toros, y se transformaron en más de 18 meses por ahora.
Esas demoras perjudican al territorio más de lo esperado. En Tacuarembó, la planta de celulosa requiere un abastecimiento de materiales que, en un escenario perfecto, serían trasladados en el tren. Pero, al no estar finalizada la obra, se envían desde el Puerto de Montevideo en camiones. “Cada 12 minutos camiones cisternas de 30 000 kilos recorren las calles del barrio”, dijo Jorge Cabrera.
Al mismo tiempo, la empresa despacha camiones desde Paso de los Toros hacia Montevideo las 24 horas, y esto será así hasta que se regularice el pasaje del tren. “Es algo complejo que, puntualmente en Capurro, dividió el barrio en dos. Los vecinos más afectados son los que están entre Uruguayana y la ruta de accesos porque quedaron aislados, al punto que en vez de tener que caminar una o dos cuadras para tomarse un ómnibus, ahora son hasta 10 y con una gran inseguridad”, relató el alcalde.
En cuanto a la seguridad, Cabrera comentó que debido a las diversas actividades que tiene la propia obra y las chapas provisorias que se colocan, genera escondites al que se van los delincuentes y, a veces, la policía no puede entrar por estar en vehículos. Además de esto, apuntó que las personas quedaron más alejadas de los servicios, incluso de emergencia, tanto para salir en vehículo como el acceso de las emergencias móviles.
Otra preocupación de los vecinos es el desvío de los camiones de gran porte que, muchas veces, no pasan por la altura de los puentes, entonces toman la rambla, la calle 12 de Diciembre e ingresan por Uruguayana y pasan por arriba del viaducto o bajan en otros lugares. Esto hace que las calles interiores del barrio se partan porque no están pensadas para soportar un tránsito tan pesado durante tanto tiempo. No solo se rompen las calles, sino que al vibrar afectan los cimientos y las paredes de las propiedades.
En busca de un retorno para compensar
Con respecto a las empresas, tanto la que está construyendo la vía como la que está con UPM, “a la hora de los intereses, el negocio está antes que las poblaciones”, aseguró Cabrera y agregó: “Para ellos se les metió una ciudad en el medio de su proyecto económico y comercial, pero para nosotros fue la obra la que nos afectó. Es muy difícil cambiar esas miradas y, sobre todo, cuando el organismo que debe controlar, exigir y multar no se hace presente ni cargo, en este caso el MTOP”, lamentó.
El alcalde entiende que el daño ya está hecho y que no hay forma recuperar lo que está dañado ni frenar lo que queda por dañar. Pero considera que las propias empresas deberán hacerse cargo, y la población debe cobrárselo con reparación de las calles, casas, el saneamiento. “Para esto es necesario que se presenten a inspeccionar los organismos correspondientes para un proceso transparente”, señaló.
En la calle 12 de Diciembre se levantó un gran muro que afecta al asentamiento Cívicos, y la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, maneja la posibilidad de generar un realojo rápido para sacar a las familias de allí. “Recalco que debemos exigirles a las empresas, porque el daño empezó, pero no termina cuando terminen las obras, continuará”, aseguró el entrevistado.
El alcalde señaló que “debe haber un retorno para compensar algunas cosas en materia de pavimentación al menos”. Hay pérdidas que considera que no se miden a nivel monetario. Muchas personas que vieron expropiadas sus casas y terrenos, y si bien se las pagaron, el desarraigo para los más mayores fue difícil. También hay quienes tenían paredes interiores que ahora son exteriores y eso no se lo están pagando. “Las casas se desvalorizaron, algunas no llegan ni al 50% de lo que valían antes”, agregó.
Cabrera expuso que las empresas que están trabajando con el transporte, vaciado, movimiento de tierra y materiales, tapan diversos desagües y esto ocasiona la inundación de algunos lugares. “Ahora en invierno los vecinos no pueden pasar por ciertas calles o se mojan hasta las rodillas. El compromiso de mantener los desagües limpios no se está cumpliendo. Es un reclamo constante, a veces se siente como estar todos los días en pie de guerra”, aseguró.
Concatenación de daños
La obra inició en 2021 con demoliciones y en la actualidad no se sabe exactamente cuándo terminará, porque además hubo modificaciones en el proyecto. Además, la empresa que está trabajando para la Administración de Ferrocarriles del Estado está atrasada y la pastera comenzó a trabajar los primeros días de mayo.
En la parte de las calles Zufriategui y Agraciada, para no afectar el tránsito y disminuir la demora, se prevé una obra que implicaría un ensanche en la calle del costado del viaducto para el lado norte. Con esta construcción se afectará el parque del lugar. “Tenemos que ver cómo devolver a la población ese espacio público”, instó el alcalde.
El sistema de transporte es otra de las preocupaciones de los vecinos de Capurro, ya que por la obra las empresas han eliminado algunos servicios que eran internos. “Entiendo que la empresa de transporte si no tiene venta de boletos no le sirve estar, pero, por otra parte, eso está perjudicando a la población”, expuso el entrevistado.
Algunas de las calles más afectadas en este momento son Uruguayana y 12 de Diciembre, a medida que transcurre la obra se habilitan unas calles cerradas y se cortan otras, esto implica que además del desvío de tránsito pesado se tenga el desvío de los ómnibus de transporte colectivo, y estos también rompen calles que no se tenía previsto dañar, pero no soportan esa cantidad de kilos durante toda la jornada.
“En la calle Husares, hace un tiempo, empezamos a ver una pérdida de agua, se lo reclamamos a la empresa y se hicieron unas gestiones al respecto. La firma reparó una parte del pavimento, luego, a poco más de un mes se vio otra pérdida de agua con hundimiento del pavimento, producto de lo mismo”, ejemplificó Cabrera. “Se repara un paño de calle, pero el otro que está al lado no se lo ayuda porque tampoco está preparado para resistir el peso”, explicó.
Se vienen rompiendo uno y otro constantemente, y por debajo pasa el saneamiento y OSE, por lo que no solo generan perdida e incomodidad para los vecinos, sino que es una pérdida de agua con riesgo de hundimiento en el pavimento.
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