Impulsada por lo valores cristianos la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE) trabaja en la rehabilitación de las personas privadas de liberta, generando las condiciones que les permitan reinsertarse en la sociedad.
¿Cuál es la actividad que desarrolla la ACDE?
Tenemos más de 70 años de historia. Con ello algunos hitos como haber sido los impulsores de los Grupos CREA, que se independizaron en la década de 1960. Hoy forman parte de una tradición cultural y empresarial colaborativa en el todo el Uruguay de la que nos podemos sentir orgullosos. También la Asociación impulsó en la década del 60 Isede, la primera escuela de negocios del país. De alguna manera fue la precursora de todos los programas que hoy existen en las escuelas de negocios y que ha significado una mejora sustancial de los empresarios como generadores de bienestar y de riqueza.
¿Cuántas empresas la componen?
Somos 320 socios entre personas e instituciones. Además, hay patrocinantes que son aquellos que pueden hacer un esfuerzo un poco mayor para apoyar las actividades que desarrollamos.
¿Qué evaluación hacen del trabajo que llevan adelante con las personas privadas de libertad?
Es muy positivo, además de un enorme aprendizaje. Nosotros no somos especialistas en la temática. Lo que sí tenemos, como uruguayos, es la sensibilidad de entender que el problema ya no se soluciona solamente con represión, sino que necesita rehabilitación. De lo contrario claramente no tendríamos 70% de reincidencia. Estamos, de alguna manera, carentes de recursos, carentes de vocación para generar una rehabilitación mucho más potente de la que hoy estamos pudiendo conseguir como sociedad. El problema radica en que los ciudadanos pedimos más cárceles. La mayoría de quienes salen del sistema reinciden al cabo de tres años, aunque en la inmensa mayoría se da en los primeros seis meses. No olvidemos que Uruguay ocupa un indecoroso lugar en el ranking de los 10 países con más presos por habitante del mundo.
¿Qué lectura puede hacer de esta realidad?
Eso puede tener dos lecturas. Por un lado, que la Policía está haciendo bien su trabajo y eso es bueno. Pero al mismo tiempo la incapacidad en rehabilitar a esas personas privadas de libertar está conduciendo a un número tan grande por habitante como tiene Cuba, El Salvador y Estados Unidos. Eso no es propio de un país que se precie de tener índices tan avanzados de democracia, transparencia, desarrollo en términos de PBI por habitante e institucionalidad.
¿En qué consiste la tarea que llevan adelante?
Nuestro único gran trabajo es contactar y articular entre la Dirección Nacional del Liberado, que desde hace tres años funciona en la órbita del Mides, procurar los currículums de los liberados y generar conciencia en los empresarios, sean de instituciones públicas o privadas, respecto de la importancia de lograr el corte de esa puerta giratoria a través de la dignificación y la posibilidad de devolverle un poco de ciudadanía a través del trabajo. El trabajo es una especie de atajo por todos los efectos que tiene para intentar rescatar a la mayoría de los nueve mil liberados que salen de las cárceles todos los años. Eso implica que, si no hacemos algo, cerca de 6200 de ellos van a volver a delinquir.
¿Cuáles son los mecanismos para hacer efectiva la tarea?
Tenemos una comisión que sensibiliza a las empresas. Directamente pedimos la posibilidad de incorporar no a uno por una única vez, sino a todos los que se pueda. Tenemos que escalar este programa. Ya no a cientos, sino a miles si queremos generar un impacto. Nuestra ilusión es poder impactar a más de mil liberados en un plazo de 24 meses.
¿Qué tipo de formación se les suministra?
Tenemos una oficina de ACDE adentro del Comcar que alberga a cerca de 5000 presos de los 15.000 que tenemos en nuestro país. Manpower, con el apoyo de la Dinale, ha hecho un programa piloto para preparar a todos los que estén en una situación de pre-egreso de aquí a 120 días en habilidades blandas, que tienen que ver con todo lo que el liberado va a necesitar a la hora de trabajar. Son talleres que se desarrollan con 300 personas privadas de libertad en el polo industrial que existe en Comcar. La supervivencia en la cárcel es desde el egoísmo. La supervivencia dentro de la empresa y dentro de la comunidad es en clave de cooperación. Desde allí vamos perfilando los currículums de aquellos que eventualmente puedan conseguir algún tipo de trabajo. No olvidemos que algo mas del 45% de los presos en el Uruguay son analfabetos y eso también representa una dificultad adicional a la hora de otorgar una nueva oportunidad al liberado.
¿Cómo se entusiasma a las empresas?
Estamos reformulando una ley que fue votada en la Rendición de Cuentas hace tres años a instancias de la senadora Sanguinetti, que utilizó una estructura existente de ley de empleo juvenil para que se pueda aplicar con un subsidio de hasta el 60% en el caso de los varones y del 80% en el caso de las mujeres a todos los liberados del sistema carcelario. Hoy esa ley existe, pero excluye a las personas entre 26 y 44 años. Queremos que esta ley represente un atractivo adicional para los empresarios de modo tal que tengan más elementos a la hora de jugarse en la incorporación de un liberado del sistema carcelario.
¿Cuál es la respuesta de las personas privadas de libertad ante la nueva oportunidad que se les otorga?
El programa es voluntario. Todos los que se acercan ya tiene una predisposición a reinsertarse. Pero está el hecho de la existencia de adicciones. No es que salen de la cárcel sin ningún tipo de contingencias. Muchas veces, estas situaciones contrarrestan las posibilidades del candidato a la hora del sostenimiento del trabajo, no de conseguirlo, pero sí de sostenerlo. Estamos muy atentos con un programa de voluntariado que trabaja con el mentor interno, con el liberado y con la familia o la estructura más cercana.
¿En cuantos centros penitenciarios trabajan actualmente?
Nos hemos concentrado en el Comcar y en la zona metropolitana. En general las cárceles del interior tienen una cercanía con la comunidad en la cual este tipo de oportunidades suelen ser más espontáneas y frecuentes.
ACDE tiene entre sus prioridades crear nuevos liderazgos. ¿A que se refiere con esto?
Para ACDE es importante fijarnos en los valores judeocristianos que nos identifican, en los que la persona es el centro. No nos salvamos solos, sino que nos salvamos con los demás. Y en el coraje como un atributo muy importante que los empresarios debemos tener a la hora de tomar decisiones riesgosas.
¿Y cómo se puede llevar a la práctica?
Con hechos, no palabras. A veces los empresarios de mayor dilución mediática son aquellos que se equivocan en situaciones tributarias, en situaciones fraudulentas y esos no representan a la inmensa mayoría de los empresarios en el Uruguay. Lo valores no son buenos solamente per se, sino que además son rentables. Hoy en día más que nunca los empresarios y las personas queremos tomar atajos para conseguir cosas de forma rápida y efectiva. Esos éxitos o rentabilidades que se pueden obtener rápidamente se extinguen y caen. El empresario no es un jefe, es un gran influyente al mostrar el trabajo como algo digno y que mejora al resto de la comunidad.
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