El hogar Blanca Castro de Argencio tiene más de 60 años atendiendo a adultos mayores que no tienen recursos o familiares referentes, y también han acogido a personas de hogares de ancianos denunciados por irregularidades en el departamento de Cerro Largo, a pesar de las dificultades para financiar la obra social.
El residencial se encuentra en la pequeña ciudad del departamento
de Cerro Largo, con poco más de tres mil habitantes, y debe su nombre a Blanca
Castro de Argencio, una vecina de la localidad impulsora del hogar. Así lo
contó la hermana Shirley Amaral en diálogo con La Mañana,
“fue una bienhechora, una mujer muy comprometida con toda esta realidad de
Fraile Muerto, que puso toda su energía, esfuerzo, y compromiso buscando
recursos de otros lados para que este hogar saliera adelante”.
El hogar sin fines de lucro tiene más de 60 años atendiendo las necesidades de atención y cuidado de los adultos mayores de las zonas rurales que quedan, en ocasiones, muy desprotegidos. “La finalidad del hogar es precisamente recibir a aquellas personas que no tienen recursos, que no tienen familiares referentes, y que están solos. Por lo tanto, es un lugar que recibe sobre todo a adultos mayores rurales que tienen una jubilación o una pensión mínima, que no los reciben en otro lado porque los costos de un hogar son altísimos y no encuentran uno que los reciba, y nosotros lo hacemos. Por eso siempre estamos buscando recursos para poder mantenerlo. Es una actividad totalmente de servicio porque los jubilados o pensionistas rurales tienen entradas mínimas”, aseguró.
Una tarea que exige responsabilidad
Las hermanas se encargan de la administración del hogar, aunque reconocen la dificultad para atender todas las exigencias. “Es una actividad de servicio y es una actividad que demanda mucha energía y mucho costo, porque, por ejemplo, las exigencias que tiene el Ministerio de salud pública y el Estado, que considero correctas, con los residenciales son cada vez mayores. Y está bien. Pero por otro lado, no hay una subvención, no hay un apoyo para los ancianos. Todo tiene que ser hecho a pulmón por quien lleva adelante el hogar”.
Hay voluntarios que brindan su servicio en el residencial, pero también deben contar con personal técnico, cuentan. “Se nos exige una enfermera, un médico, personal capacitado, y es necesario que sea así. Lamentablemente, esto lleva a que haya algunos hogares clandestinos, porque no pueden cumplir con todas esas exigencias, y lleva también a que en esos hogares clandestinos se trate muy mal a los ancianos”.
En una intervención de las voluntarias del Servicio de Ayuda Rural de Uruguay (SARU) -que apoya al hogar de ancianos- en la Cámara de Diputados, contaron sobre casos de irregularidades en otros hogares del departamento, a raíz de los cuales algunos ancianos fueron trasladados a Fraile Muerto. La hermana Shirley contó, “nosotros recibimos algunos ancianos de Río Branco, un hogar que se cerró, donde los habían sacado del hogar y los habían puesto en un galpón en una zona rural para que no hicieran inspección. De ahí nos trajeron algunos, que les habían sacado préstamos, a personas que estaban cobrando cuatro mil pesos. Vino otra señora de un hogar que cerraron en Melo también por prácticas que no son las convenientes. Estas cosas suceden, lamentablemente”.
Cuidando desde el amor
En el hogar se han creado vínculos muy importantes, y destacan la labor en el acompañamiento de todos los residentes. “Nosotros trabajamos mucho con ellos. Los que están acá se sienten muy queridos, eso es lo más importante. Hacemos muchas actividades con ellos. Tenemos un personal que está capacitado, que han hecho cursos para eso. Los acompañan muy bien, y como casi ninguno de ellos tiene familia referente, no sienten mucho el alejamiento de cuando sí tienen familiares y estos no pueden venir a verlos, más en este tiempo. Ellos hacen acá, en este núcleo, su familia, y se sienten unidos y acompañados entre ellos. Y eso es lo importante”.
Amaral reflexionó sobre la necesidad de pensar en políticas de apoyo al sector de cuidados para adultos mayores: “En este país hay muchos recursos para la primera infancia, y encuentro que está bien. Es posible conseguir recursos para trabajar con adolescentes, con mujeres. Pero cuando se trata del adulto mayor parece que nunca se encuentran recursos. Como que esa etapa de la vida no interesa mucho, aun siendo un país tan envejecido, entonces los que tenemos residenciales tenemos que luchar día a día, porque los costos de un residencial son altos, por los medicamentos y por todo lo que necesitan. Y muchas veces tenemos que pelearla bastante solos”.
“De todos modos, eso no impide que hagamos hincapié en el cariño, que se sientan queridos, que vivan esa experiencia que tal vez hace mucho que no la viven porque se sentían solos. Fundamentalmente, nosotros procuramos que el personal que viene a trabajar en nuestro residencial no venga porque necesita trabajo, sino que venga vocacionalmente. Que le guste trabajar con la gente mayor, que lo haga sentir querido y respetado. Para nosotros eso es lo más importante, además de brindarle el alimento que necesita, la vestimenta, que se sientan realmente amados, además del acompañamiento fundamental en la fe”, cerró.
Por colaboraciones o donaciones para el Hogar de ancianos de Fraile Muerto, contactarse al teléfono 4688 9032.
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