La tenencia de animales exóticos provenientes del tráfico ilegal supone una amenaza para la salud pública, tal como sucedió con el coronavirus hace dos años atrás. La Mañana charló con la Dra. Natasha Eliopulos, encargada de la Policlínica de Fauna Silvestre y Mascotas no Tradicionales de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de la República, quien señaló la necesidad de educar y concientizar al respecto.
Días atrás vecinos del barrio Lezica se vieron sorprendidos por la presencia de un mono entre los árboles del vecindario. Se trata de una especie de fauna exótica que llegó a nuestro país a través del tráfico de animales, ya que no está permitida la comercialización de primates en Uruguay.
Al respecto, La Mañana consultó a la Dra. Natasha Eliopulos, encargada de la Policlínica de Fauna Silvestre y Mascotas no Tradicionales de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de la República (UdelaR), quien detalló que la especie avistada se trata de un Callithrix jacchus, también conocido como mono tití común. Este animal se encuentra distribuido en Brasil, Perú y Colombia, y si bien en este momento no se encuentra en peligro de extinción, por sus características, sí es vulnerable de estarlo, por lo que su comercialización y manejo se encuentra regulado dentro de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (apéndice II de la CITES, del cual Uruguay forma parte).
La presencia de este primate entre los árboles del barrio montevideano encierra distintas tragedias o amenazas por detrás. Por un lado, el hecho de que necesite de una vegetación y temperatura distinta a la de nuestro país. Por otro, el proceso de captura de este tipo de animales muchas veces requiere matar a sus padres y tomar las crías pequeñas, ya que es más dificultoso poder cazar un mono adulto para la comercialización sin que luego resulte agresivo para el humano. “Los individuos de esta especie son muy sociables dentro de su comunidad ya que tienen que aprender del otro, tienen parejas estables toda su vida, viven en familias numerosas y tienen determinadas características por las cuales necesitan vivir con otros de su especie. Sin embargo, en estos casos termina estando solo en una jaula pequeña. Es una situación muy triste”, manifestó la veterinaria.
Pero, más allá de esto, el tráfico es el principal riesgo para la conservación de cualquier especie, ya que por lo general de los ejemplares que se toman de su hábitat, no sobreviven todos. “Se retiran diez de la naturaleza y sobrevive uno o dos”, informó Eliopulos.
Un grave peligro para la salud pública
A esto se le debe sumar el riesgo potencial para la salud pública, debido a la cantidad de enfermedades comunes de los animales a los humanos o de los humanos a los animales.
Un ejemplo de esto fue el señalamiento de la Organización Mundial de la Salud que daba cuenta de que el coronavirus vino de un murciélago. En este caso, por tratarse de un mono, la situación podría ser peor ya que cuanto más cercano evolutivamente es el animal al hombre, dentro de los mamíferos, mayor es el número de agentes patógenos que se comparten. “Por ejemplo, en algunas zonas de Brasil, de donde es oriundo este mono, la fiebre amarilla es un problema importante, siendo el reservorio silvestre los primates y el vector un mosquito (transmisor)”, informó la doctora.
Por lo tanto, el ingreso del mono tití a nuestro país de forma clandestina y sin haber pasado ningún tipo de control sanitario también incluye una amenaza de enfermedades para el núcleo familiar, incluyendo enfermedades tan importantes como la rabia. “Es un riesgo potencial muy importante para nuestra salud, ya que podemos estar traficando también, e importando a nuestro país, enfermedades que pueden causar una problemática muy seria, además de las propias enfermedades que nosotros los humanos podemos transmitirles también a los animales”, remarcó. Asimismo, añadió que algunos agentes patógenos están más adaptados y son benignos en “sus huéspedes naturales” (animales) y sin embargó tienen una alta tasa de mortalidad en los humanos.
Leones y tigres amputados clandestinamente
Consultada al respecto de qué tipo de animales exóticos producto del tráfico llegan para ser atendidos en la policlínica de la cual es encargada, Eliopulos explicó que lo más frecuente son las aves, tales como loros amazónicos o guacamayos provenientes de la frontera terrestre. También lo son la clásica tortuga de tierra que se encuentra en peligro de extinción en Argentina, de donde son oriundas, y lagartos colorados con presencia en Bolivia, Argentina y Paraguay. Algunos de los animales que atienden llegan a tener más de 25 años con sus dueños. Cuando un ejemplar llega a la consulta se le brinda asistencia médica siempre independientemente de la forma de su ingreso al país, y se trabaja en educar a la persona sobre los peligros que conlleva la presencia de este ejemplar tanto para el humano como para el animal. En caso de que sea necesario, en ocasiones, toda la familia debe entrar en un tratamiento profiláctico y realizarse exámenes de laboratorio.
“A veces suceden en estos animales cuadros virales para los cuales ni siquiera tenemos las herramientas diagnósticas en el país. Uno ve la sintomatología y entiende que podría ser tal o cual agente, pero nunca se llega a diagnosticar porque se necesita tal o cual reactivo que no está, debido a que son enfermedades exóticas para Uruguay, por lo que nunca se llega a tener un diagnóstico certero”, explicó.
Como se trata de animales que fueron ingresados de forma ilegal, puede suceder que, en caso de que el espécimen necesite asistencia veterinaria, se merme la concurrencia a los ámbitos sanitarios formales. En este sentido, Eliopulos comentó, desde su experiencia, que ha sabido de casos de veterinarios que han amputado a leones y tigres de particulares en Uruguay, lo cual “considera lamentable”.
La necesidad de educar
Eliopulos subrayó la necesidad e importancia de visibilizar y educar respecto a la tenencia de animales provenientes de tráfico como medida para el combate. “Si todos denunciamos y nadie es partícipe, no va a haber tráfico. Si se compra, se fomenta”, dijo.
Si bien este ejemplar de tití se perdió entre los árboles y hasta el momento no se ha podido dar con su paradero, en caso de capturarlo, luego de un proceso de cuarentena sanitaria y de exámenes médicos, lo más probable es que se reubique en dependencias de bioparques del interior o del Sistema Departamental Zoológico de Montevideo.
En caso de ver algún animal exótico o silvestre que no esté en un ambiente que no corresponde su distribución, lo primero que se debe realizar es llamar a las autoridades de la Dirección Nacional de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos. La veterinaria exhortó a no acercarse ya que algunos pueden ser agresivos o transmitir enfermedades.
No se puede indicar que hay más tráfico, pero sí más denuncias
La Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) había señalado en 2019 un creciente tráfico de primates en nuestro país, así como también aves y reptiles ingresados desde Brasil y Argentina. Consultado al respecto, el director nacional de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Dinabise), Gerardo Evia Piccioli, dijo a La Mañana que no se puede afirmar si hay más tráfico de animales, pero sí una mayor comunicación de denuncias, hecho que resalta a través de las redes sociales.
“Más allá del individuo y las aberrantes condiciones en que es transportado (que hace que una altísima proporción de ellos muera), el tráfico ilegal es una de las mayores causas que llevan a una especie en extinción”, resaltó Evia. A la vez, al igual que la Dra. Eliopulos, destacó el peligro que conlleva la violación de las barreras sanitarias. “Junto con los animales puede introducirse nuevas enfermedades al país que afecten no solo a la salud de los ecosistemas, sino que puede ser un serio riesgo para la salud del potencial comprador”, indicó.
Asimismo, el director de Dinabise informó que se encuentran articulando con otras instituciones del Estado a los efectos de poder maximizar los recursos de un Ministerio nuevo. “El objetivo es aumentar el cuerpo inspectivo a la que se deberá agregar una campaña educativa”, aseveró.
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