Detrás del profesional de los medios, que incursionó en la prensa escrita, la radio y la televisión, hay una persona que ha logrado cultivar el arte de las entrevistas, no como mera herramienta informativa sino como un intenso proceso de vinculación humana. En diálogo con La Mañana, compartió algunas de sus experiencias y aprendizajes, en un viaje que lo llevó a recorrer personajes y lugares insólitos.
¿Cómo surgió “Historias Propias”*, el programa que conducís en Televisión Nacional?
Fue el año pasado, el canal quería tener un programa de cierre de jornada. Yo llevaba muchos años trabajando de mañana, levantándome muy temprano porque además me fui a vivir a Neptunia y tengo una nena chiquita. Era muy matador incluso para tener la lucidez necesaria para salir al aire.
El director había hablado con otras personas que no habían podido como Mauricio Rosencof y Fernando Butazzoni, me sugirió armar una propuesta, accedí y por suerte le gustó.
¿Qué perfil de entrevistas se busca?
Pensamos en personas cuya cara no sea super conocida. Puede haber gente no muy conocida y excelente en lo suyo, como Martín Lavecchia, chef uruguayo que trabajó en Barcelona, con tres estrellas Michelin, un animal en lo suyo, pero si va por la calle no lo conocen.
Pero también la historia de un carnicero del barrio donde viven mis padres, un tipo que cuando le llega la media res la cuelga y cronometra el tiempo que demora en despiezar, compitiendo contra sí mismo. O una madre con un gurí que tiene una enfermedad rara, que son menos de 400 en todo el mundo.
¿Y cómo se encuentran esas historias?
Estoy algo grande ya y llevo más de veinte años laburando entonces hay mucha gente que conozco y me parece muy interesante lo que hace y sus historias de vida. La productora María Noel Cachenaud aportó un montón también. Y pasa que los entrevistados te van recomendando otras personas, vas leyendo publicaciones en diarios e Internet.
¿Cómo es el tema de hacer entrevistas para la noche en televisión pero que pueden verse en cualquier momento del día por la web?
El programa en algún punto tiene componentes audiovisuales, pero poco. Es una charla entre dos personas. Hasta si estás haciendo otra cosa podés dejarla de fondo como si fuera una radio. Claro, según lo que estás haciendo la atención que le podés prestar o no.
Yo intento, aunque pueda fracasar muchas veces, darle un hilo narrativo a la entrevista. A veces me parece que está bien hacer un orden cronológico, porque se me ocurre que llegaste a ser astronauta porque en tu familia cuando eras chico te regalaron un telescopio. Otras veces arranco al revés porque hay un mojón en el medio que no tiene que ver con nada.
Hay dos trabajos que hacemos en el programa, uno de María Noel que es el acercamiento con una primera entrevista telefónica a quien va a ir y eso me genera una cantidad de insumos. Por otro lo que me toca a mí que es averiguar cosas a su alrededor, por ejemplo, si vos hacés agendas yo trato de investigar cómo se hace una agenda.
Siempre trato de tener dos o tres línea de charla y digo líneas porque no me interesan las preguntas que tengo pensadas. A veces nos enamoramos de las preguntas que vamos a hacer y resulta que te pueden estar diciendo algo mucho más rico y no escuchás lo que te dicen. La entrevista se arma juntos, el que habla es el entrevistado.
En esto del arte de entrevistar llevas muchos años en televisión, radio y prensa escrita. ¿Cómo preparas el ambiente de cada entrevista?
Cambia mucho según el medio. Cuando hacía prensa escrita tenía un grabador mp3 que a la vista parecía un encendedor. Era buenísimo porque lo ponías encima de la mesa y en treinta segundos había desaparecido de la vista del entrevistado. Se camuflaba. Ahora se usan teléfonos también y todos tenemos teléfonos, tampoco se “ve” digamos. Eso es importante para que el otro se despoje de lo que sea.
Ahora, en el programa depende mucho del entrevistado y lo que yo quiera lograr. Cuando una persona es la primera vez que va a una entrevista en televisión yo no voy a empezar yendo al hueso, me voy a dedicar los primeros minutos de la entrevista, aunque no vayan a ser los más ricos, a lo que me importa que es que la persona esté cómoda y se sienta escuchada. Es lo que me va a abrir la puerta para preguntarle sobre lo otro.
O al revés, si es alguien que está más o menos curtido ahí sí voy al hueso e intento sorprenderlo, sin ser trillado. Eso lo aprendí de Laura Canoura. Una vez me dijo que le iban con una listita de preguntas y cuando le preguntaban supongamos “¿cómo está el día?”, ella decía “precioso, pero más precioso va a estar mañana en mi concierto, etc.”, llevando la entrevista para donde quería y cerrando la nota. Eso me hizo notar que a nosotros el entrevistado nos ve, que existimos para el entrevistado. Y más cuando es alguien que no está habituado a medios.
Si fuera un político al que están acusando de hacer algo feo no me interesa caerle simpático y capaz que armo más un debate que una entrevista, saliendo del lugar que correspondería. Pero no es el caso de las entrevistas de Historias Propias.
También se trata de armar una narrativa semanal. Si esta semana van tres hombres, en las otras tres mujeres y viceversa, o si el lunes es una persona vinculada a la cultura el resto de la semana trato que no sea nadie vinculado a ese ámbito. También hay una tangencial con los temas de actualidad.
Sobre tu trayectoria en los medios. Fuiste cooperante en Haití, en Congo, en Bosnia y en Francia. ¿Cómo fue esa experiencia?
En Haití fuimos a hacer unos talleres de ayuda humanitaria a pedido de los cascos azules uruguayos, dado que el comandante quería realizar acciones de impacto positivo en la población local. Acompañé a Heber Vera que daba un taller de peluquería a peluqueras locales para que cortaran el pelo lacio de funcionarios de ONGs que cobraban salarios internacionales y de esa manera tuvieran un mejor ingreso.
Al Congo fui por el canal en 2011 y vi una realidad que me resultó muy impactante. Conocí un periodista español que viene cubriendo conflictos desde Nicaragua en adelante que se llama Julio Alonso, que trabajó mucho con los cascos azules uruguayos, y me enseñó a conocer una parte del periodismo que yo no conocía, sobre investigación en esos contextos.
Nos pusimos a investigar en 2012 a un criminal de guerra congolés llamado Sheka que se dedicaba a esclavizar gente para sacar el mineral coltán que es el que sirve para que funcionen nuestros teléfonos celulares. Empezamos a conseguir información y armar una causa, lo presentamos en la Corte Penal Internacional que fue sumado a la causa Congo y se terminaron formalizando acciones contra Sheka, que en julio de 2017 se entregó a las autoridades locales. En buena medida la investigación nuestra colaboró porque cuando hicimos circular la información entre colegas congoleses su grupo se partió y el número dos se llevó mucha gente con armas.
¿De qué manera enfrentaste los riesgos incluso a la propia vida?
No pensás en esa parte. Tomás todos los recaudos posibles, no vas regalado de cuerpo gentil, pero sabés dónde te estás metiendo, vas consiguiendo apoyos y avanzando.
Luego estuviste en Bosnia….
Allí estuvimos en 2014 con Alonso haciendo un trabajo con Damir Babic, cuyo padre había sido encargado de organizar la parte económica de la resistencia de Bosnia, de Sarajevo. Fue el que estructuró todo el plan para que hubiera libre distribución de pan a la gente que estaba en búnkers y que también a través de visados culturales evacuó una cantidad de gente a Cataluña.
Grabamos su testimonio y fue una experiencia apasionante que me permitió conocer a través de su relato lo que es vivir una guerra y ver una realidad del mundo musulmán que para nosotros es inimaginable. No todos son la versión más extrema de la religión y pude ver que los medios aumentamos la realidad que llega a determinadas zonas.
¿Estas vivencias te hicieron cambiar tu forma de abordar la realidad como periodista?
Me cambiaron la forma de vivir. Yo ahora soy muy consciente que, si un día estoy en mi casa, agarro el teléfono, apreto unos botones y a la media hora me llega una pizza calentita, soy parte de una élite de la humanidad que tiene el privilegio de poder hacer eso. Entonces, pavadas como esa las valoro muchísimo más. Mis placeres, más que sofisticarse por el contrario se simplificaron enormemente.
¿Cuál es ese impulso que te ha movido toda la vida y lo hace día a día?
La curiosidad me mueve muchísimo, también la posibilidad de hacer algo por alguien aunque en su perra vida se entere, no importa. Hay un punto en que uno tiene el orgullo de poder colaborar y eso es motivante.
(*) “Historias Propias”. Lunes a viernes 23:30 por Televisión Nacional.
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