Su tradición familiar lo liga muy fuerte a la ciudad de San Carlos y a sus primeros pobladores hace casi tres siglos. Allí se despertó su interés por la historia que lo llevaría décadas después a convertirse en uno de los referentes sobre el artiguismo en la región. En entrevista con La Mañana, el director del Archivo General de la Nación, Alberto Umpiérrez, reflexionó sobre la reivindicación de la figura de Artigas y resumió algunos de los ejes de trabajo que lleva adelante al frente de la institución, comprometida en varias obras edilicias y de investigación documental.
Naciste en San Carlos, ¿qué vínculo mantuviste con esa ciudad?
Sí, nací en San Carlos y me crié en esa ciudad hasta los 9 años. Cuando falleció mi abuelo en 1988 me puse a hacer la investigación genealógica y también la enganché con la de los fundadores de la ciudad para adelante y tengo varias líneas que llegan hasta ellos por línea materna y paterna. No he ido más atrás porque muchos de los fundadores vinieron de Río Grande del Sur o de las islas Azores. En el pueblo hay varias familias emparentadas que nos conocemos todos. Mi familia tenía campos en la zona en Carapé y mi vida era semirural, todas las vacaciones me iba para la casa de los tíos en las sierras.
¿Cuál es la importancia histórica de una ciudad tan antigua como San Carlos?
San Carlos es la cuarta ciudad en orden de fundación en 1763 o la quinta si tomamos Santo Domingo Soriano aunque era una misión, no una ciudad propiamente. Antes fueron Colonia del Sacramento, Montevideo y Maldonado. Pero además San Carlos tiene el diferencial de haber tenido una corriente migratoria distinta, entonces le aportó a Uruguay una cantidad de líneas genealógicas, fundamentalmente portuguesa.
En las invasiones inglesas de 1806 se dio en la ciudad un combate de una fuerza que venía de Montevideo y quedó sitiando Maldonado para evitar que los ingleses fueran a arriar ganado para abastecerse. Quedó un núcleo de resistencia frente a la invasión. Pero además había una resistencia religiosa porque los curas en general tanto de Maldonado como de San Carlos eran muy resistentes al protestantismo que traían los anglos. Fue una guerra complicada en ese aspecto.
Además, en San Carlos hay un monumento en la plaza central que es una réplica de una de las torres de la fortaleza de Santa Teresa porque Leonardo Olivera Texeyra fue el comandante con una milicia carolina que tomó la fortaleza durante la cruzada Libertadora que fue de 1825 a 1827. En una de las paredes de esa réplica está la lista completa de los carolinos que participaron allí.
¿Cómo se fue despertando tu interés por la historia?
Viniendo de un pueblo que tiene tanta tradición, una de las pocas ciudades que tiene una trayectoria de casi 300 años, se fue dando a través de las conversaciones con mis abuelos. Mi abuelo trabajaba en vialidad y me contaba cómo fueron construyendo carreteras y puentes donde no había nada, que había trabajado con los ingleses haciendo la vialidad para los ferrocarriles, es una historia muy interesante de cómo se fue construyendo el país de la nada.
Por otro lado, a través de las seriales de televisión de Estados Unidos como Bat Masterson o el Sargento Saunders que planteaban situaciones históricas que me daban curiosidad. Además, mi padre que era abogado era compulsivo comprador de libros y tenía una biblioteca. Como viajaba mucho mi forma de comunicarme con él era a través de los libros, así fue durante mi infancia y adolescencia y me desafiaba si sabía o no tal o cual cosa, algo común en esa época, la esgrima intelectual. Cuando nos mudamos a Montevideo fue cerca de la Biblioteca Nacional y eso me motivó a ir mucho.
¿Y en qué momento profundizas en la historia del artiguismo?
La biblioteca de mi padre era jurídica básicamente y tenía toda la colección del registro nacional de leyes y decretos más una compilación de leyes que va de 1825. Y en el período previo estaba el Archivo Artigas, que también lo tenía en casa. Entonces yo iba leyendo y me apasionaba ver cómo evolucionaban los temas, sobre todo con el seguimiento del índice temático, donde podías ver por ejemplo temas como la seguridad social, la aduana, la moneda, etc. Y de ahí ver lo que decían los autores sobre eso. Siempre fui muy partidario de mirar los documentos antes que ir a los libros de los historiadores.
En la formación del Estado uruguayo, ¿qué quedó del artiguismo? ¿O fue posterior la reivindicación?
La reivindicación fue posterior pero obviamente que quedaron cosas porque el poder nunca es absoluto y siempre tenés una tradición que se resiste. Artigas no salió de un repollo, fue hijo de una situación histórica, y el gobierno que vino también surgió de una realidad que condiciona. Lo que persiste es lo que la realidad da lugar. Lo interesante que enseña la historia es que por más que exista un voluntarismo político orientado hacia determinado lugar, siempre la realidad te condiciona, a pesar de que se puede tener la voluntad de confrontar o incluso de exterminar -que se ha dado en algunos países pero no acá por suerte- un sector de la sociedad para cambiar la realidad.
El artiguismo nació en una situación de transición que ya había empezado dentro del régimen español. Es entre unos cabildos que tienen la más absoluta autonomía previa a la creación del Virreinato del Río de la Plata y después la creación del Virreinato que va generando otra realidad y muchas resistencias en el interior. Porque el Virreinato una de las funciones que tiene, además en el contexto de la corona borbónica, fue crear las intendencias que eran básicamente recaudadoras de impuestos, generando una resistencia anti-centralista. Fue el caldo de cultivo de las dos tendencias, los unitarios que querían seguir en la lógica centralista y fiscalista para nutrir a Buenos Aires, y los del interior que querían una relación más igualitaria y una institucionalidad que reflejara la situación anterior.
¿En qué hitos diría que se encuentra la esencia del artiguismo?
Una vez me lo preguntaron y dije que fueron las Instrucciones del año XIII. Mirando todo el resto de la documentación ahí está contenido buena parte del programa político. Y tiene otro valor agregado de que hay varios artículos que tienen un carácter constitutivo de la Provincia Oriental. Sanguinetti planteó que esa fecha incluso podría ser el día de la nacionalidad oriental. Esa es la piedra fundacional, más allá que se podría hilvanar desde 1811, porque es cierto que las cosas no surgen de un día para el otro.
¿Qué balance hacés de la celebración del Bicentenario que se hizo en Uruguay y Argentina?
Yo eso lo contextualizo en el hito de lo que fue el juicio de la Haya por el tema de las pasteras. Casualmente el juicio se procesa durante la presidencia de Tabaré Vázquez y cuando llega al final asume Mujica y aparece el fallo, que obligaba a poner paños fríos a esa rispidez enorme con el gobierno argentino. Pero ya mucho antes Argentina empezó con el proceso del Bicentenario desde las invasiones inglesas, acá también se hizo algo puntual en 2006, por ejemplo cuando se inauguró en la entrada de San Carlos un arco que señala el lugar donde fue el combate. En Uruguay hubo una discusión si empezaba en 2010 por la revolución de Mayo o en 2011 por el Grito de Asencio, que se zanjó con una ley de 2011 que determinó que empezaba el año anterior pero no se festejaba porque ya había pasado (risas). La ley determinó el periodo hasta 2015 y se creó la comisión del Bicentenario.
En el interín ya desde 2006 empecé a hacer un seguimiento de todo lo que estaba pasando sobre todo en Argentina con las reivindicaciones. Yo había ido mucho allá con Methol Ferré y Reyes Abadie y sabía que había una reivindicación de Artigas en varias provincias, quería saber entonces si eso renacía y efectivamente renació. En Concordia se empezó a celebrar el aniversario del Éxodo, en Santa Fe declararon el 2011 como el año de la emancipación oriental y se envió una nota al Parlamento uruguayo que en respuesta donó el Archivo Artigas. Empezó toda una vinculación donde el Archivo Artigas era el principal obsequio a las provincias argentinas, porque luego siguió con Santiago del Estero, Córdoba y el Chaco. Yo mismo llevé esos obsequios. Hoy existen varios Institutos Artiguistas en distintas provincias argentinas.
Años después y ahora como director del Archivo General de la Nación te toca custodiar el Archivo Artigas. ¿Cómo surgió y qué importancia tiene?
La documentación que fue surgiendo sobre el periodo artiguista fue muy parcial y arranca fundamentalmente cuando el ejército argentino se trae de Asunción los archivos de Paraguay por 1870. Ahí hacen una especie de remate y es cuando se encuentran las Instrucciones del año XIII. Una copia le llega a Carlos María Ramírez y surge la reivindicación que se empieza a hacer acá. En Argentina se intentó también hacer una reinvindicación porque encontrarse con las Instrucciones firmadas por un personaje que Mitre calificaba de bárbaro o rebelde sin causa… bueno, allí apareció la causa. Pero ese revisionismo sobre Artigas prosperó en Uruguay, no en Argentina.
En 1944 por ley se resuelve poner fondos y seriedad a la investigación y se crea la comisión del Archivo Artigas sobre su vida y actividad política, conformada con los mejores investigadores encabezados por Pivel Devoto. Al día de hoy se publicaron 38 tomos. Hay más documentos encarpetados para hacer otro tomo.
La ley establece como objetivo ir hacia un Sistema Nacional de Archivos. ¿Qué implicaría?
Es un proyecto muy ambicioso que sería muy útil. Significa que todos los archivos de Uruguay tengan ciertas pautas similares de organización, tanto archivos públicos como privados que se adhieran. Todavía eso está en pañales, lo que funciona pero sin la posibilidad de una actividad más proactiva que sería lo ideal es la Comisión de Evaluación Documental de la Nación. También se hizo una norma uruguaya de descripción archivística que tiene una adhesión no muy homogénea, pero la normalización bajo una misma norma es bastante importante.
Algo que va de la mano con esto es la digitalización de archivos, ¿cuál es la situación?
La digitalización para un archivo es distinta que en una biblioteca. El libro tiene en sí mismo su propia presentación, con un prólogo, datos del autor, año de publicación. El documento muchas veces no tiene esos datos, por ejemplo una nota sobre movimiento de tropas por sí sola no tiene sentido, pero si agarrás la carpetas de la batalla de Las Piedras sí lo tiene. Entonces hay que tener todo un aparato para poder describir el archivo y ubicarlo en el tiempo, y eso precisa una calificación especial.
Con la digitalización se permite un mejor acceso, ¿pero sirve como preservación documental?
Hay que preguntarse cuánto tiempo se puede preservar un papel como garantía. En Uruguay el documento más antiguo tiene casi 300 años y se puede leer perfectamente. Y quizás dure otros 300 o 1000 años más, como existe en el mundo. Una de las primeras situaciones que se dio cuando asumí fue que recibí un oficio de la Dirección Nacional de Aduanas porque no podían ver unas cintas que tenían digitalizadas que eran de la década del ’90, entonces pedían permiso para tirar todo porque ocupaba mucho espacio, que es el principal argumento para digitalizar. Cualquiera que haya vivido la época de los diskettes, cd’s, pendrive, se da cuenta que pasan una cantidad de soportes y si no migrás la información la perdiste.
Desde el punto de vista de las infraestructuras edilicias del Archivo General de la Nación, ¿a qué se apuntó en la gestión?
Todo lo que tenga que ver con la infraestructura es muy importante. Por suerte al día de hoy ya superamos el principal problema que tuvimos al momento de asumir que era que se llovía el Archivo Judicial. Hoy en día ya está el techo cambiado, nos entregaron la obra terminada a fines del año pasado y ahora tenemos para hacer la instalación eléctrica nueva y la compra de estanterías para el piso superior.
Además, se cumple este año el centenario del edificio sede de la calle Convención y tenemos pensada alguna celebración para el 6 de setiembre. Tal vez todas las cosas que queríamos hacer no estarán prontas para esa fecha pero con lo que tengamos haremos algún evento y el resto quedará para el Día del Patrimonio donde sí mostreremos las obras.
¿Cuáles son las líneas de publicaciones que tiene el Archivo?
Tiene varias. Una es la del Archivo Artigas que ya hablamos que tiene 80 años. También los clásicos uruguayos que se crearon en 1950 en ocasión del centenario del fallecimiento de Artigas. Y la tercera línea es propia del AGN con varias investigaciones, por ejemplo con la legislación archivística que está vigente. También estamos haciendo la publicación de los apuntes de clases de Rodó, los transcriptos y corregidos que van a ir junto con los originales manuscritos. Se trata de los apuntes de Hipólito Barbagelata que fue alumno de Rodó cuando secundaria todavía formaba parte de la Udelar y era catedrático de literatura. Es muy interesante porque en el programa del curso y el curso en sí mismo también están sus inquietudes intelectuales. Y de Pivel Devoto vamos a publicar los prólogos y advertencias que escribió en toda su trayectoria. Vamos bien y hemos tenido mucho apoyo de la subsecretaria Ana Ribeiro y cada vez que he tenido algún planteo hay comprensión de parte de las autoridades del Ministerio de Educación y Cultura.
El AGN también está vinculado con archivos de la región y el mundo. ¿Cómo funciona esa cooperación internacional?
Sí, hay dos o tres afiliaciones importantes, que están vinculadas. Hay una macro que es el International Council on Archives que es la organización que depende de la Unesco y el sistema de las Naciones Unidas. También está Iberarchivos que funciona en el marco de la Secretaría General Iberoamericana y que tiene una parte de administración de los fondos a través de la Organización de Estados Iberoamericanos y que propicia proyectos en todo el espacio iberoamericano. Uruguay todos los años saca dos o tres proyectos, o séa que desde el punto de vista de la rentabilidad de la inversión salimos ganando. El balance general es netamente positivo, donde se han beneficiado archivos públicos y privados. Y está la Asociación Latinoamericana de Archivos que es más de intercambio para capacitación, según las fortalezas de los archivos que comparten sus conocimientos.
Hay muchos tesoros esperando en los archivos…
Es apasionante, lleva mucho tiempo porque tenemos poca gente lamentablemente. La gestión siempre es con recursos escasos y son escasos porque hay mucho para hacer. A veces hacer significa remendar lo que se va rompiendo y otras es hacer iniciativas nuevas. Y tenemos los libros que hacemos porque van apareciendo joyitas. Vamos publicando en nuestras redes sociales cosas que van surgiendo o por efemérides así como también la convocatoria para Iberarchivos de este año que está abierta, así que bienvenidos.
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