La doctora en Educación Lidia Barboza Norbis es integrante del equipo asesor en materia educativa de Cabildo Abierto. En diálogo con La Mañana, la especialista consideró que, en vez de dar un bono para terminar educación media, ese dinero se debería destinar a la alimentación de los alumnos de centros de contexto crítico.
¿Qué opinión le merece el proyecto del Partido Nacional de dar un bono económico a estudiantes que terminen educación media?
No lo comparto por varias razones. Una es la cuestionable viabilidad económica de esta iniciativa. Asignar 30 a 35 millones de dólares al año para esta medida podría desviar recursos de áreas como la infraestructura educativa, capacitación de docentes o programas de apoyo directo a estudiantes en situación de vulnerabilidad. Después, la equidad de este enfoque está en debate. La iniciativa otorga la misma cantidad de dinero a todos los estudiantes dentro de los quintiles más bajos, sin considerar que algunos podrían tener necesidades económicas más urgentes durante el año escolar. Esto podría aumentar las desigualdades, en lugar de mitigarlas. Es decir, dos estudiantes del mismo quintil no tienen necesariamente las mismas necesidades. Por ejemplo, un chico que está en adicción no es igual que otro que no lo está y se requiere en ese caso una política educativa que trabaje a nivel de prevención.
¿Efectuar este tipo de pagos puede lograr que los jóvenes sigan estudiando?
La efectividad del incentivo económico es dudosa. Algunos políticos han señalado que medidas similares en el pasado no han demostrado ser efectivas para aumentar los egresos o mejorar el rendimiento académico. Además, el exconsejero Héctor Florit advierte que la iniciativa no contempla las necesidades inmediatas de los estudiantes en situación de extrema vulnerabilidad, quienes podrían no poder esperar un año entero para recibir el dinero. Desde una perspectiva más integral, el enfoque del premio parece estar basado en una teoría de capital humano que valora la educación principalmente por su retorno económico. El director nacional de Educación, economista Gonzalo Baroni, hace referencia a un programa piloto del pago de bonos que se lleva adelante en Paysandú, pero no como para validar una iniciativa de esta magnitud. Creo que esta medida es de alto riesgo. En países donde se ha implementado no ha demostrado ser efectiva para aumentar los egresos y mejorar el rendimiento académico, que es lo fundamental. Es una iniciativa que, además, contempla dar el dinero hacia el final del proceso educativo y no específicamente durante el tiempo de estudio.
¿Cuál sería el camino ideal, entonces?
Sería más humanitario y efectivo adoptar una política inclusiva basada en una teoría de desarrollo humano integral. Esta perspectiva valoraría la educación no solo como un medio para obtener beneficios económicos, sino como un proceso esencial para el crecimiento personal y social, proporcionando un apoyo más holístico y adaptado a las verdaderas necesidades de los estudiantes. Es crucial considerar que esta propuesta realmente no aborda las causas subyacentes del abandono escolar y que existen formas más efectivas de apoyar a los jóvenes en su educación.
¿Estima que la calidad educativa actual es buena?
Me parece que la creencia de que en el sistema educativo hoy está todo bien, es un problema. En realidad, el egreso de los estudiantes es una variable de resultados multifactorial. El sistema educativo, para comprender lo que está ocurriendo en los procesos de aprendizaje, requiere ver qué estamos ofreciendo a los estudiantes. La idea de que con dinero los estudiantes van a egresar es creer que con dinero vamos a lograr que se motiven y valoren la educación. En realidad, no estamos prestando atención a las condiciones que tenemos en el sistema educativo, fundamentalmente a lo que hace la variable de docencia. A ese punto no le estamos dando una mirada en profundidad desde hace muchísimos años. Existe la idea de que tenemos el 100% de profesores, pero en realidad tres de cada cuatro, no son docentes. Son personas que están ejerciendo como docentes. Hay muchísima bibliografía que muestra que el techo de los sistemas educativos son los docentes. Tenemos docentes de alta calificación en Uruguay, pero no tenemos el 100% de docentes titulados.
¿La ausencia de docentes titulados es un factor fundamental en la calidad educativa y forma parte del problema?
No es un factor menor. No se ha realizado hasta ahora una política de formación dirigida, en primer lugar, a los cuatro de cada 10 docentes que no tienen titulación en educación secundaria, y los seis de cada 10 de la UTU. No es lo mismo ir a un liceo de Montevideo que a uno del interior rural de tiempo completo. Esto lleva que los estudiantes de educación media de Uruguay no estén teniendo una educación de calidad. Se requiere que el 100% de los profesionales esté preparado para nuevas generaciones que tienen complejidades nuevas, como el consumo de drogas. Estamos quedando bastante desacoplados con las necesidades de las nuevas generaciones y hay un rezago muy importante en materia de avance en la docencia que se requiere para el siglo XXI.
¿Cuál es la diferencia en materia de titulación de profesores entre Uruguay y otros países?
Por ejemplo, en Finlandia la exigencia mínima para ejercer como docente es maestría en Educación. No es solo el título por sí mismo. Es el aseguramiento de la calidad de los seres humanos que están puestos en aulas. Es como la salud: si me voy a operar quiero que lo haga un cirujano y no un enfermero suplente. No hablo de los docentes, sino de quienes no son docentes, que no hicieron su carrera en el IPA y están dando clases. El docente que se formó y se siguió actualizando es la base que sustenta el sistema educativo nacional. Y esa diferencia entre docentes y no docentes se observa en la diferencia en los resultados de los centros educativos, la cual es muy grande.
Otro punto es el costo por estudiante, ¿piensa que esos fondos están bien distribuidos?
Ese es otro tema del cual se habla poco. Por ejemplo, Primaria tiene 22 tipos de centros educativos diferentes. Pensamos que hay escuelas rurales y escuelas urbanas, pero no es así: hay 22 tipos. En la educación media también existen diferentes tipos de centros y el costo por estudiante tiene diferencias enormes. No es lo mismo ir a un liceo que tiene, por ejemplo, comedor que a uno que no lo tiene. Hay brechas entre unos y otros y parecería que todos los estudiantes están expuestos a las mismas experiencias y actividades paliativas. Siempre hablo de condiciones para aprender y una de ellas en los quintiles uno y dos, necesariamente, es pensar en una política de alimentación. ¿Se piensa en esto? Una persona que está malnutrida no está en buenas condiciones para aprender. Ahí hay una medida que no es necesariamente pedagógica ni didáctica, sino que tiene que ver con una variable que afecta los procesos de aprendizaje.
Se deduce que, en su pensamiento, los 30 o 35 millones de dólares de los bonos deberían tener otro destino.
Generar planes y programas externos a la propia ANEP no tiene mucho sentido. Si ese dinero, por ejemplo, fuera invertido en un servicio de alimentación prioritaria para esas poblaciones sería otra cosa. Por lo tanto, el bono como está planteado, desde mi punto de vista, no alienta un segundo piso de transformaciones en educación. Me parece una mirada sumamente restringida, economicista y tecnocrática, sin un sentido humanitario y de política inclusiva. Algunos economistas como Baroni están con esa visión economicista y tecnocrática y no con la teoría del desarrollo humano integral.
¿Cómo observa el funcionamiento de los liceos y UTU que atienden a la población de los quintiles más bajos?
El informe Aristas 2022 del Instituto Nacional de Evaluación Educativa muestra que no se rinde igual en unos lugares que en otros. No solo por los quintiles uno y el dos, sino por las condiciones que tienen los propios centros educativos. Por ejemplo, las escuelas técnicas son las que tienen más bajo rendimiento, más alta repetición y abandono.
¿En qué consiste la propuesta de Cabildo Abierto para educación media?
En la Comisión de Educación de Cabildo Abierto hemos estado viendo la complejidad del sistema educativo, que tiene que ser uno de los pilares y motor del desarrollo del país. Los centros María Espínola hay que evaluarlos y extender el modelo de tiempo completo. A su vez hay que sustituir el modelo de tiempo extendido. Es fundamental ofrecer a los jóvenes buenas condiciones para el aprendizaje, empezando por los quintiles uno y dos, que tienen otros requerimientos. Para una familia que no ha podido resolver sus propios problemas de alimentación en lugar de darle los 6000 dólares cuando culminan los estudios, sería fundamental que ese dinero sea usado de otra manera. En los seis últimos años recorrí más de 100 centros educativos, desde educación inicial hasta este la media superior. Conozco muy bien el país por mis propios pies. Para hablar de procesos y resultados de aprendizaje, debemos tener en primer lugar una docencia de alta formación y hoy no está preparada enfrentar a las nuevas generaciones. Hay distintos tipos de familia con distintas problemáticas. Tenemos reportes (Aristas 2022) de un 84% de consumo de drogas con un promedio de edades de 15 años. Estamos entrando aceleradamente en una situación muy compleja y por eso Cabildo tiene la propuesta de trabajar la emergencia educativa, pensando que hay una emergencia más profunda, societal, por la cual el narco crimen se está consolidando de una forma rápida. Es como un abrir y cerrar de ojos y pensar cómo llegamos a esta situación. Más que buscar responsables, lo que me interesa es que reflexionemos en que requerimos unos docentes muy distintos, con una formación universitaria realmente sólida. No es cambiar solo los planes de estudio y después que cada centro los implementes como crea que es la mejor manera. Hay que pensar en una universidad pedagógica nacional y esta es un poco la propuesta de fondo de Cabildo Abierto, para que haya una real transformación de la educación, ya que se necesita profesionalización.
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