Las repercusiones por una foto que circuló en redes sociales y medios tradicionales sobre caballos sueltos en el cantero de Avenida Italia despertaron la polémica sobre quién debe hacerse cargo de la situación. Sin embargo, hay quienes conviven diariamente con estos animales en sus calles y puertas de sus casas, y no parece tan alarmante cuando están “donde no se ve”.
Regresando de la cobertura de la reinauguración del aeropuerto de Salto, el 23 de febrero pasado, una vez arribados a Carrasco, La Mañana observó la presencia de caballos sobre Hipólito Yrigoyen entre Camino Carrasco y Avenida Italia. Unos días después, los medios uruguayos dieron cuenta de una disputa por parte de autoridades nacionales y departamentales de cara a un posteo en X realizado por el periodista Fernando Marguery, quien indicó que en el cruce de Avenida Italia e Hipólito Irigoyen había caballos sueltos, con lo peligrosa que era esa situación en una zona tan transitada.
La Intendencia de Montevideo respondió que mantiene su compromiso de cooperar con la tarea a través de la Unidad de Bienestar Animal y Tenencia Responsable, así como con el servicio de emergencia veterinaria para animales que funciona las veinticuatro horas. Notificó que, en el caso de existir un accidente en la vía pública, se deberá consultar con el Servicio de Convivencia Departamental al 1950 interno 5000.
Además, la comuna aclaró que “es competencia del Ministerio del Interior y de Ganadería, Agricultura y Pesca retener a los animales que se encuentren sueltos en la vía pública debido al posible riesgo que implica la circulación en calles, rutas y caminos”.
Los caballos sueltos en las calles de Montevideo no son una novedad ni sorpresa para quienes viven a pocas cuadras de la esquina de Avenida Italia e Hipólito Irigoyen, basta caminar dos o tres manzanas hacia el norte para toparse con decenas de caballos sueltos durante varias horas del día. Sin embargo, no es lo más común ver que alguien tome fotos y lo denuncie en redes y que, además, los medios hagan eco de la situación. Las razones de por qué se da esta diferencia entre la importancia de caballos que están en Avenida Italia y los de Mataojo, podrían ser varias, tal vez porque se evitan esas zonas y no circulan tantos vehículos; puede ser que haya menos personas ajenas al barrio o que la ciudadanía se haya acostumbrado a esa situación, entre otros motivos.
Al tomar la calle Hipólito Irigoyen hacia el norte, el paisaje no parece cambiar demasiado, al menos hasta llegar a Rambla Euskalerría, allí, a la derecha, el tiempo parece que se hubiera detenido, porque desde hace décadas los asentamientos están iguales, así como la carcaza de una moto que cuelga de una palmera. Pero a la izquierda, reluce el Parque de la Juventud, en un terreno en el que antes se asentaban familias.
Al tomar el parque hacia el oeste es posible transitar por una calle que divide la zona verde de los edificios de Euskalerría, el Instituto Pasteur y la Facultad de Ciencias. El paisaje suele estar más limpio que hace unos cinco años, cuando el pasto blanqueaba de bolsas de nylon y deshechos varios que volaban del costado de los contenedores. Lo que no ha cambiado tanto, es que allí es posible toparse con grupos de caballos alimentándose.
A veces están solos, otras alguien los mira de lejos como inspeccionando que no se vayan de la zona. La mayoría de las veces se mueven libremente, van hasta la calle Mataojo y allí cruzan a otro campo, a seguir comiendo o simplemente echarse. En ese recorrido pueden trancar el tránsito, generar que los conductores frenen de golpe, además de hacer sus necesidades sobre las veredas o la calle asfaltada. Esta situación no solo puede ser molesta para quienes manejan, sino para quienes caminan y deben abrirse paso para no correr peligro y que un caballo se altere al pasar por su lado. A esto se suma la suciedad de la vereda por la bosta y que algunos de los animales rompen bolsas de basura de dentro y fuera de los contenedores. Para los vecinos de la zona de Mataojo e Iguá ya es moneda corriente vivir con caballos alrededor y, si bien alguna vez han denunciado, ya dieron por hecho que, al menos por el momento, la situación no cambiará.
Melina es vecina del lugar, hace un par de años trató de hablar con las personas que dejan a los animales sueltos, pero la respuesta no fue la que esperaba, y entendió que la medida no era el diálogo directo, por lo que denunció ante la Intendencia. “No lo hice porque a mí me incomoden, no puedo decir que me han hecho algo o que perjudiquen mi vida, pero sí veo cómo a veces los automóviles deben frenar de imprevisto y eso puede generar un accidente de tránsito. También lo miro por la vida de los caballos que, si los atropellan, tal vez, tengan que ser sacrificados”, aseguró a La Mañana.
Al no ver cambios luego de su denuncia, Melina dijo que cuando nota que hay peligro llama a la Policía, y que los funcionarios, como pueden, arrean a los caballos para el campo nuevamente, de manera de disminuir las posibilidades de accidentes. “Pero ese no es el trabajo de ellos, no pueden estar toda la tarde cuidando a los animales para que no crucen las calles”, opinó.
Al ser consultada sobre el uso que se les da a los animales, comentó que algunos cinchan algún carrito de recicladores, pero hay otros que no sabe qué función cumplen. “A veces comentan que los venden, pero desconozco quién los compra y para qué los quieren”, señaló.
Cuando se continúa la ruta por Mataojo es posible tomar la calle Mallorca y, luego, Roberto Berro hasta Camino Carrasco, por donde se emprende el camino hacia La Cruz de Carrasco, otra de las zonas que es nombrada en los medios de comunicación constantemente, y no por buenas noticias, sino por sucesos vinculados a la crónica policial.
“Pero la Cruz es más que un barrio donde hay delincuencia, acá hay familias que laburan todos los días, hay fábricas, hay una iglesia enorme, una policlínica, escuelitas. Es verdad que en los últimos años pasó de todo, pero existen cosas que no se ven ni se cuentan, pasan rapidito por la zona llena de policías para cuidarnos, y con eso piensan que ya cumplieron”, dijo Jorge, un vecino que vende ropa en las inmediaciones de la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y San Óscar Romero.
Más allá de las noticias en medios, Jorge fue consultado sobre el asunto de los caballos sueltos, aseguró a La Mañana que por Camino Carrasco y Agazzi u Oncativo, por lo general, no se ven, pero si se accede a las calles laterales “lo extraño sería no ver caballos”, expresó. “Pero acá no se escandalizan tanto, para todos es normal que en un barrio humilde se vean animales sueltos, no solo caballos, hay gallinas, chanchos, y si vas para la zona de Felipe Cardoso hay más animales que personas sobre el borde de la calle”, indicó.
“¿Te pensás que van a denunciar si los ven? No, porque esa zona a nadie la importa y saben que hay gente que come todos los días gracias a los animales. No sé si está bien o si está mal, yo preferiría que los animales estén en el campo y no en la calle, pero no voy a juzgar a nadie”, puntualizó.
TE PUEDE INTERESAR: