Luego de dos años sin poder realizar el viaje de instrucción debido a la pandemia, el buque escuela Capitán Miranda se encuentra en la travesía desde el 7 de febrero, en una recorrida que le llevará 210 días. Pablo González, capitán de navío y comandante del buque analizó la importancia de este trayecto que pasará por 12 países y 16 puertos.
“Uruguay es un pequeño país dentro del mundo, que no tiene un peso específico propio en el globo, sin embargo, ha aprendido que, ‘para ser, primero tiene que estar’. Es decir, la representación de Uruguay en el mundo es la que da cuenta de su existencia, y eso forma parte de la diplomacia nacional”, dijo Guillermo Valles Galmés, embajador uruguayo en Brasil.
Estas palabras se deben al pasaje del buque escuela Capitán Miranda por el puerto de Río de Janeiro el pasado 13 de febrero, de cara a la realización del tradicional viaje de instrucción a través del que se reciben los guardiamarinas uruguayos. “Se trata de un buque que representa en todo sentido: es pequeño, pero tiene un atractivo muy grande que genera que en cada visita a puerto suela ser el velero más visitado, tiene el llamativo del pequeño país”, comparó Valles.
El embajador agregó que es un buque con un valor muy importante, es una representación de lo que somos. “Sus diferentes tripulaciones se compenetran en la tarea y hacen que sea un embajador prestigioso de la República”.
La Mañana no solo dialogó con el embajador uruguayo en Brasil, también lo hizo con Pablo González, capitán de navío y comandante del velero escuela que se encuentra realizando su 32° viaje de instrucción desde el 7 de febrero, luego de dos años de no poder hacerlo debido a la pandemia.
González expresó que el viaje de instrucción es de los hechos más destacados que tiene la Armada Nacional y que este año presenta características diferentes a las tradicionales travesías antes del covid-19. En primer lugar, porque es un evento en conjunto con Velas Latinoamérica 2022, que se realiza cada cuatro años. El Capitán Miranda participará de todo el itinerario del viaje hasta Veracruz.
Esto genera que sea un viaje donde los uruguayos a bordo interactúan con las otras Armadas en cada puerto a los que se llega, donde hay recepciones e intercambio de tripulaciones, algo que el entrevistado entiende que “lo hace más interesante y provechoso”.
El velero de instrucción tocará un total de 12 países a través de 16 puertos. En total son 140 días de navegación y 71 días de puerto. Se salió de Montevideo el 7 de febrero, el 13 se llegó a Río de Janeiro que fue donde se dio inicio a Velas Latinoamérica. Posteriormente zarpó a Punta del Este, luego a Montevideo y de allí a Mar del Plata.
Los siguientes destinos son: Puntarenas; Valparaíso; se cruza el Pacífico hacia Callao; Guayaquil; Balboa. Cruzan el canal de Panamá y realizan un recambio de guardiamarinas debido a que este año se viaja con tres promociones (2019, 2020 y 2021) ya que la pandemia no permitió el viaje de instrucción durante dos años consecutivos.
De Panamá se sigue a Cartagena de Indias; Santo Domingo; Curazao; Veracruz, donde finaliza el evento Velas. Se continúa hacia Costa Rica; Mayport, Jacksonville; Puerto Rico; Fortaleza y Victoria. A Montevideo se llegará nuevamente el 5 de setiembre.
Incertidumbre a raíz del covid-19 pero sin perder la motivación
González explicó que la salida el pasado 7 de febrero se vivió con mucha incertidumbre acerca de si se podría bajar en puerto o no. “Por ahora solo tocamos el puerto de Río de Janeiro, pero es posible que se nos solicite test de antígenos o PCR en cada destino, y en base a eso sabremos si será posible descender o no. Eso lo hace diferente al viaje, porque no tenemos la certeza de que bajaremos a todos los puertos, ni si habrá excepciones para nosotros”.
Aseguró, además, que la pandemia es muy dinámica y todo va cambiando, por lo que suponen que a medida que el tiempo transcurra, las exigencias podrían ser menos. “Pero eso hace que la motivación para hacer el viaje no sea fácil. Primero estaba la desconfianza de si se salía o no, y ahora que ya zarpamos tenemos que ver qué pasará en los puertos a los que lleguemos”, explicó el capitán de navío.
En ese sentido, vinculado a la motivación, el entrevistado destacó que el asunto del liderazgo es un factor de la idiosincrasia de la Armada Nacional, por lo que no significa un problema. “El barco está organizado con un comandante, un segundo comandante, y después todos los departamentos que cada oficial intenta, y tiene como obligación, motivar a la gente”, dijo.
Indicó que hoy, a pesar de la incertidumbre, las personas están motivadas. El no haber salido los últimos dos años era un elemento de desmotivación, “pero que al final se haya llevado a cabo es un motor muy bueno”.
Los dos objetivos insoslayables
El Capitán Miranda tiene dos objetivos principales, el primero es la instrucción del guardiamarina que sale de la Escuela Naval con sus conocimientos fundamentalmente teóricos y poco prácticos. Si bien cuentan con algo de práctica por los embarcos, en el viaje de instrucción aplican todos los saberes teóricos adquiridos, y poseen un libro de Registro de Competencias que deben completar con actividades controladas por cada Oficial.
El buque escuela cuenta con 12 oficiales y todos ellos son instructores del barco; es una pequeña escuela. “Lo principal es corroborar que cada alumno sea competente en la preparación del cargo que ocupará. Por ejemplo, quienes pueden ser comandantes de un buque tienen que ser competentes en ser oficiales de guardia en puente, y esto no solo significa estar en el puente haciendo guardia sino saber de navegación. Tienen un montón de cosas en conjunto que deben aprender”, explicó González.
Lo mismo sucede con el oficial de guardia de máquina, o el de administración, por más que a veces no se embarque debe saber cómo funciona un buque.
La segunda pata es la misión diplomática, el hecho de representar al país. En este caso de Velas Latinoamérica, de confraternizar, hacer lazos de amistad con las otras Armadas. “Es importante conservar los lazos para el futuro y obtener beneficios mutuos de eso”, señaló el entrevistado.
A su vez, dijo que se representa al país en la recepción de los uruguayos que viven en el exterior, y al recibir a extranjeros y mostrarles cómo es Uruguay. “Así como el apoyo al Ministerio de Relaciones Exteriores, a las embajadas, a los consulados; todo eso forma parte de la instrucción también”, expresó González.
“Aprender a valorar lo cotidiano”
Uno de los guardiamarinas que se encuentra hoy en el Capitán Miranda es Lucio Pérez, quien forma parte de la promoción del 2020. De su generación actualmente viajan la mitad, ya que la otra parte comienza su recorrido en Panamá. Comentó que son 29 guardiamarinas en este momento, y que la vida a bordo es bastante rutinaria. Señaló que el diferencial del buque es que cuenta con vela y con motor, por lo que se cumplen dos guardias diarias.
Pérez expuso que lo que más está aprendiendo de la experiencia es a valorar lo cotidiano: “No siempre uno va a estar en un lugar cómodo, bien descansado, con la comida en la mesa, entonces cuando se vuelve a la comodidad del hogar nos damos cuenta del valor que tienen esas cosas”.
Lo que espera, luego del viaje, es retornar a la unidad de Oficial de Prefectura en donde presta servicios y continuar su carrera desde ese lugar.
Por su parte, González resaltó el trabajo sobre el liderazgo que se realiza en estas instancias, así como en asuntos de la personalidad y el autocontrol. ”A medida que va pasando el tiempo se van haciendo cargo de acuerdo a las competencias de cada uno, y de acuerdo a cómo van en el avance del plan, que es corto (tres meses y medio, pero lo común son seis)”.
El entrevistado indicó la importancia de hacerlos mejor persona, de tener valores, y un sinfín de elementos. Al mismo tiempo indicó que al ser un buque velero es mucho mejor, porque pueden navegar a vela, a motor, o combinadamente, lo que es más difícil porque se exponen a las fuerzas externas, pero obtienen más experiencia.
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