Maragato de raza y blanco como hueso de bagual, construyó su carrera política desde muy joven casi en solitario desde su San José natal. Con Jorge Larrañaga fundaron más tarde Alianza Nacional y forjaron una fuerte amistad basada en una gran confianza política. En entrevista con La Mañana, el senador Carlos Camy hizo un recorrido por su trayectoria, reflexionó sobre la importancia del desarrollo del interior del país, las estrategias para el combate a la delincuencia, y de su rol desde el Parlamento y como nuevo líder del wilsonismo en el Partido Nacional.
Proviene de una familia muy arraigada al departamento de San José…
Sí, por los dos costados. La familia Camy, de Malabrigo, vinculados al campo, a los locales de feria desde 1908 ininterrumpidamente y a la cabaña de ganado Normando, y Antognazza vinculados a los tambos, remitente por tres generaciones a Conaprole. Por tanto, de San José y fuertemente ligados al medio rural.
Por tradición blanca seguramente la política estaba muy presente en el hogar…
Soy tataranieto, bisnieto, nieto, hijo y orgullosamente padre también de blancos. Sin embargo, en lo de mi abuelo se recibía todos los días el diario La Mañana, porque más allá de su filosofía colorada y riverista, tenía un gran destaque lo agropecuario.
Mi bisabuelo fue intendente de San José electo en 1929 y mi tío abuelo fue integrante del Consejo Departamental de Administración y también jefe de Policía, en tanto mi padre fue edil departamental. Siempre la política y los temas del país estuvieron presentes en la vida cotidiana de la familia. Eso seguramente haya influido en haber sentido desde temprana edad la vocación por la actividad política, primero en el gremialismo estudiantil en épocas liceales.
El año pasado, en ocasión del 36 aniversario del regreso de Wilson Ferreira Aldunate, usted mencionó en el Senado que siendo un adolescente quedó impactado con aquel líder. ¿Cuánto marcó a su generación?
Cuando liberaron a Wilson yo tenía 14 años y obviamente mi familia lo vivió con un particular sentimiento y en San José, un departamento tradicionalmente blanco, había una expectativa muy grande por su regreso. Yo, sin entender mucho, viví con gran intensidad lo que fue esa expresión popular con el retorno y fundamentalmente en el día que lo liberan de la prisión en Trinidad. Eso fue un mar humano que acompañó a la vera de toda la ruta 3 y la ruta 1 que pasó por San José. Allí fuimos con mi padre y cientos de maragatos. Lo vi por primera vez y fue conmovedor. Era una figura impactante, caudillesca, de un enorme carisma, rutilante.
¿Quiénes fueron sus primeros referentes en su actividad política en el ámbito departamental?
Me inicié en el gremio de la Asociación Maragata de Estudiantes Liceales (Ameli) y fui electo presidente en 1988. También ese año integré el comité ejecutivo de la Federación de Estudiantes del Interior (FEI). Militábamos en un garaje de la secretaría de Asuntos Sociales del Partido Nacional. Allí comencé con el comité de Por la Patria del Dr. Pedro Sfeir, que había sido candidato a diputado.
Recuerdo el campamento de la juventud de Por la Patria de enero de 1987 con mil jóvenes en Kiyú, donde Wilson Ferreira hizo un excepcional discurso que nos convenció a todos. Fue un discurso muy particular porque en diciembre del 86 se había votado la Ley de Caducidad. Ahí se inicia mi militancia política en ese movimiento que a su vez era en San José minoritario, donde estaba arraigado el herrerismo y también el Movimiento Nacional de Rocha.
Durante muchos años fue edil en San José, ¿qué le dejó esa experiencia?
Saqué una lista ediles solo, la lista 2 de la agrupación Aparicio Saravia, y logramos 2.311 votos que me convirtieron en el edil más joven de San José con 23 años. Entendí que primero había que conocer el departamento, ya que para poder operar sobre la realidad había que conocerla. Mi propuesta era que iba a conocer las 117 escuelas públicas del departamento y las 57 comisiones de fomento barriales que había en ese momento. Recorrí y lo hago hasta el día de hoy, todos los años, una vez por mes, cada una de las escuelas. Hoy son 123. Y también reivindiqué la labor del edil, no como un mero homologador de las iniciativas del Poder Ejecutivo, sino como iniciativas de la Junta Departamental y propuse muchas.
Desde ese momento seguí con la agrupación departamental sin tener una referencia nacional hasta que conocí a Jorge Larrañaga y a partir del año 1998 fue el único camino que hicimos juntos, habiendo fundado Alianza Nacional.
¿Cómo fue ese primer contacto con Larrañaga, siendo él de Paysandú y usted de San José?
Lo conocí en un local que se llamaba Don Pepe, una parrillada en las afueras de San José en la ruta 3. Ingresé y lo vi al intendente de Paysandú, Larrañaga, que estaba almorzando con el entonces presidente de la Junta Departamental de San José, Carlos Balparda a quien sí conocía. Me acerqué a saludarlo y Larrañaga me preguntó: “¿Qué sos de ‘Chucho’ Camy?”. Mi padre había sido presidente del Jockey Club de San José y el padre de Jorge era presidente del Jockey Club de Paysandú y junto a Mario Carminatti de Río Negro habían fundado la ETI, Entidades Turfísticas del Interior. Conversamos, le hice algunos planteos y al otro día me llamó por teléfono. Al tiempo me dijo que quería hacer un proyecto político desde el interior del país, una propuesta de equilibrar el desarrollo nacional para todo el territorio, desarrollo nacional integral era como lo definía. Desde ahí salimos juntos y nunca más nos separamos.
Él le confió una importante responsabilidad como vicepresidente del Instituto Nacional de Colonización en el año 2001, en una época muy difícil del país, ¿con qué grandes problemas se enfrentó en ese lugar?
Ingresé el 16 de mayo del 2001, con una crisis casi que existencial del Uruguay. El Instituto tenía dos grandes problemas: una altísima morosidad del 80% y un funcionamiento deficitario crónico que venía desde la década del ’90 solventándose con partidas de asistencia de rentas generales. Ahí empezamos un trabajo que terminó en el 2004 con la situación revertida, donde más del 80% de los colonos bajó sustancialmente la morosidad y donde también se equilibró el presupuesto. Sabíamos que los colonos no pagaban, no porque no quisieran, sino porque no podían. Es verdad que ahí ayudó la variación cambiaria, fue determinante, pero fundamentalmente una política de muchísima austeridad, rematamos los autos oficiales, no cobrábamos viáticos, etc.
Conocí las 193 colonias que había en ese momento y le di la mano a más de 4.000 colonos. Una experiencia que no vacilaría en señalar que fue el lugar que más me gustó de las responsabilidades políticas que he tenido.
Esta visión sobre el desarrollo en el interior también la llevó al Parlamento…
Soy un defensor acérrimo de la ley 11.029, creo que permitió que Uruguay procesara la reforma agraria sin estridencia, como ningún otro país en la región. Y creo en la colonización como un proceso económico, productivo y social de afincamiento de la familia en la tierra y de equilibrio demográfico, en una visión artiguista del país, que tiene en este instrumento plena vigencia.
En el período del 2005-2010 fui suplente del senador Sergio Abreu –que fue muy generoso en dejarme participar– y presenté un proyecto de ley con mi firma y la de Jorge Larrañaga sobre repoblamiento de la campaña, que fue votado por unanimidad. Fue la piedra angular para la recapitalización que tiene hasta el día de hoy el Instituto Nacional de Colonización. Pero creo que hay que modificarle algunas cosas. Considero que la situación ideal de tenencia de la tierra es la propiedad, no el arrendamiento. Por lo tanto, creo que hay que ir a sustituir a un Estado arrendador por uno que propicie la tenencia de la tierra, el perfil del colono, pero en régimen de propiedad, que la propia ley ya lo prevé dando hasta 45 años de plazo para financiar la adquisición de la tierra.
¿Cómo fue la actividad parlamentaria en aquellos años de gobierno del Frente Amplio y cómo es hoy?
Creo que son dos periodos totalmente distintos. El periodo que gobernó el Frente Amplio –y lo hizo con mayoría propia, legítimamente obtenida–, la actividad parlamentaria fue de alguna manera sustituida en su naturaleza por una casi que homologación de lo que venía del Poder Ejecutivo, con muy pocas oportunidades y donde se vio amenazada esa mayoría.
Cambió la realidad a partir de este gobierno, donde si bien hay una coalición especialmente legitimada en las urnas, construida con cinco partidos, pero aparte con un compromiso que definió el rumbo; esa mayoría parlamentaria, por su composición de partidos distintos, tiene un carácter no digo más democrático, pero sí más flexible, que creo que enriquece al sistema parlamentario y enriquece a la política. Nos obliga a dialogar y en eso se gana nivel y calidad parlamentaria, y para mí también es más república.
Durante los años de gobierno del Frente Amplio se intentaron algunos acuerdos multipartidarios, por ejemplo con la educación, la seguridad, las relaciones internacionales y la energía. Fracasaron, aunque el de la energía duró un tiempo más. Usted fue director de Ancap por la oposición. ¿Cómo se intentaron procesar políticamente esos acuerdos?
De los acuerdos programáticos que se trabajaron en el año 2010, la excepción fue el de energía donde se avanzó en el cumplimiento de buena parte de los acuerdos. Las otras áreas fracasaron. No soy partícipe de las culpas absolutas en estas instancias de coparticipación. Creo que en todo caso tenemos que evaluarlo como un fracaso del sistema político, que no supo entenderse, en tres o cuatro temas que tienen que tener a mi juicio definición de política de estado o de largo plazo.
Sí pongo el ejemplo de uno que especialmente me dolió que fue el acuerdo educativo que impulsó Jorge Larrañaga. Lo planteó y lo logró, pero terminó fracasando porque al presidente Mujica le ganó la pulseada el sindicalismo, el aparato gremial.
En 2016 hubo nuevos intentos de acuerdos multipartidarios y en el tema seguridad se llegó a la aprobación del Nuevo Código del Proceso Penal, tanto por el partido de gobierno como por los de oposición. ¿Qué balance hace hoy de este régimen y cuánto contribuyó desde su punto de vista en la lucha contra el delito?
Hoy las estadísticas o los números desde la aplicación de NCPP hablan de cumplimiento de los objetivos que se planteó con esa reforma, tanto en el número de procesamientos, como algunas definiciones que tienen que ver con la mejora del sistema. Reconozco que los objetivos planteados antes de la reforma, hoy se confirman en muchos resultados. Seguramente hay que seguir trabajando y evaluando en la marcha si hay cosas que corregir.
Me parece importante también el avance en la descentralización que se ha realizado en la Fiscalía, se ha fortalecido mucho la Fiscalía General de la Nación. Obviamente algunos temas faltan profundizar, fundamentalmente lo que tiene que ver con esa política de descentralización. He estado en los últimos meses mirando el sistema de Chile, por ejemplo, y hay cosas que se pueden plantear, lo mismo que un vínculo mayor con el Poder Legislativo, donde a veces pienso en una figura similar al Comisionado Parlamentario de Cárceles que podría implementarse para el seguimiento de la función de la persecución penal en Fiscalía.
El ministro Jorge Larrañaga era uno de los mejor valorados en esta gestión. ¿Cuál fue la clave?
A Jorge Larrañaga lo conozco muy bien. Y fue una persona que vivió muy intensamente su vida, sin duda que impulsado por una enorme capacidad de trabajo y un compromiso responsable con la función pública que le tocó desempeñar. Pero eso era basado en un sentido del deber muy arraigado. En este mismo despacho donde estoy, que era de él, me llamó dos días después del balotaje y me dijo: “Dame una sola razón por la cual pueda decir que no a la solicitud del presidente de asumir el Ministerio del Interior”. Lo miré y le dije: “Tu familia. Tenés un hijo menor de edad”; por el riesgo que supone no solo la función sino cómo la iba a asumir él. Me miró y me dijo: “No es posible. Nos comprometimos con la ciudadanía, levantamos casi 500 mil firmas para reformar la Constitución, para plantear más y mejor seguridad. Nos acompañaron más de 1.100.000 personas con la confianza. Tenemos que asumir la responsabilidad”. Y desde ese día hasta que murió ocupó el 100% de sus preocupaciones y desvelos en la seguridad.
Creo que la principal marca que definió la gestión de Jorge fue ese enorme compromiso. Las definiciones que pautaron su trabajo eran el respaldo al instituto policial, a cada policía y una mayor cercanía con la gente y la presencia en el territorio. Estaba obsesionado con ganarle al narcotráfico, con bajar los delitos y con darle al país seguridad ciudadana y mejor convivencia. Fue 7×24, como dicen en la jerga policial. Se jugó entero. Se fue cumpliendo con el deber.
Recientemente el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, ha vuelto a plantear el tema de los allanamientos nocturnos, retomando algo que usted ya había propuesto el año pasado desde el Parlamento. ¿De qué manera considera que se planteará ahora la iniciativa y el debate?
El año pasado comencé una ronda en el Senado con los partidos de la coalición y también con el Frente Amplio para procurar una ley constitucional que permita habilitar los allanamientos nocturnos. Tengo redactado ese proyecto de ley. En ese momento la vía que planteábamos era por el literal D del artículo 331 de la Constitución que determina que la propia ley establece la fecha concreta para el plebiscito, pero esa vía requiere de 2/3 en cada Cámara. Por lo tanto, ante el rechazo del Frente Amplio esa opción naufragaba.
Estoy evaluando ahora y lo hablé esta semana con el ministro Heber, de transitar el camino del literal B que es una ley constitucional que requiere 2/5 de la Asamblea General, por lo tanto, están los votos de la coalición para sancionarla. El inconveniente que tiene es que ahí no se fija la fecha del plebiscito, sino que es en la próxima elección nacional. De esa forma este gobierno se queda sin el instrumento, pero sí se garantizaría que la población sea consultada en la elección de 2024 y me parece que puede ser un camino a recorrer, porque esta es una política de Estado.
Asumió la presidencia de Alianza Nacional, ¿qué desafíos tiene el sector por delante?
El sábado pasado nos reunimos en Paso de los Toros la agrupación nacional de gobierno de Alianza Nacional. Allí nos tocó la responsabilidad de ser presidente del Comité Ejecutivo. Pero fundamentalmente dos definiciones importantes son que en primavera vamos a convocar un gran congreso nacional y también definimos las personas que participarán en la reunión que concretamos hace algunas horas con el presidente de la República. Le dijimos que Alianza Nacional está de pie, que la bandera no quedó en el piso. Le fuimos a trasladar el respaldo al gobierno y analizamos la situación del significado importante de la muerte de Jorge Larrañaga naturalmente que para nuestro sector, para el propio Partido Nacional, pero también para el gobierno. El país pierde a un referente de diálogo, un hombre con espalda política ancha, para mí la expresión más genuina del wilsonismo en el siglo XXI.
Hablamos con el presidente también sobre los desafíos del gobierno y la situación del país y del aporte que Alianza Nacional va a darle a través de su pensamiento político, su razón de ser y su proyecto de país. Hace 23 años la fundamos con una concepción de desarrollo nacional, como la suma de todos los desarrollos locales y regionales; con banderas que son marca registrada, como la descentralización, la defensa y promoción de la educación, la participación de los jóvenes, el concepto federal que es la esencia de nuestro movimiento político y una visión que entendemos desde el regionalismo abierto. Esa propuesta y esos sueños siguen vigentes.
La familia, entre la docencia y el derecho
Casado, con dos hijos. Su esposa es maestra y directora de un colegio bilingue en San José. Se casaron en 1995 en el Juzgado de Paz de Rodríguez y la ceremonia religiosa fue con el obispo Pablo Galimberti. Aparicio es el hijo mayor con 24 años y es abogado y María Pía de 19 años estudia licenciatura en Educación. En su tiempo libre, Carlos opta por escuchar folclore y lee historia y biografías.
TE PUEDE INTERESAR