Se define como una persona independiente y amante de la libertad. Rechaza cualquier tipo de imposición y en ese sentido ha desarrollado una brillante trayectoria profesional, tanto en la esfera privada como en la pública, sin descuidar a su familia –tres hijos y una cuarta nieta en camino- que es “su gran realización”. Vinculada desde siempre al Partido Nacional, la presidenta del BHU dialogó con La Mañana sobre la vivienda, la cuestión de los créditos, de su militancia por los derechos humanos y su faceta como periodista, entre otros asuntos.
Echevarría, es un apellido vasco, ¿lo escriben mucho con “e” confundiendo con Echeverría?
Si (risas), me molesta tremendamente, pero reconozco que es una pavada. Es como si a ti en lugar de Marcos te dijeran Mercos.
Contame sobre tu familia y tus padres…
La familia es gente que vino hace ya varias generaciones, muy arraigada acá. Mi padre era abogado, se dedicó toda la vida a ello y mi madre una mujer de la época que le hubiera gustado ser ingeniera pero en esa época decidían los padres y los maridos. En el fondo eso me marcó mucho a mí porque a pesar que ella fue abnegada y se dedicó mucho a la casa, tenía muy buenas destrezas en varias cosas.
Ya que estamos hablando de la vivienda y lo haremos también más adelante, ¿tenían casa propia o alquilaban?
Era casa propia, en el Cordón, en un edificio familiar donde vivían mis abuelos, mis tíos-abuelos y nosotros. Luego, cuando yo ya estaba casada, falleció una de mis tías-abuelas y se nos ofreció ir a vivir ahí. En el momento no me hizo mucha gracia, porque yo era muy independiente, pero la verdad es que fue una gran ayuda durante un periodo largo tener la familia cerca. ¡Había como quince primos de mis hijos viviendo en el mismo edificio! Siempre había alguien que daba una mano.
Estudiaste Derecho.
Así es, después trabajé unos años en el estudio de papá y después me largué sola a buscar mis propios destinos profesionales. Yo soy pro universidad pública y gratuita. Claro que gratis no hay nada, pero digo que el Estado con sus recursos obtenidos de los impuestos de la actividad privada pueda dar la oportunidad a la gente de estudiar. No es lo mismo que las becas en universidades privadas. Creo que la movilidad social se da en gran medida en la universidad pública.
Cuando salimos del gobierno de facto yo quise formar un grupo de universitarios que llamamos “Universitarios independientes”, en un momento de mucho fervor.
En la militancia universitaria andaban también Pablo Iturralde, Javier García, ¿estabas con ellos?
No, ellos comenzaron como estudiantes y eran más bien de Por la Patria. Nosotros ya egresados y yo era más bien de Lacalle.
Ellos el ala wilsonista y vos herrerista…
Yo más que herrerista era de Lacalle. Fui a hablar con él justamente y me dijo “hacelo”. Pedí una entrevista al Partido Colorado y también había un grupo con las mismas inquietudes así que conformamos un grupo lindísimo que funcionó durante varias elecciones, trabajamos en ocho facultades de la Udelar y nos fue bárbaro.
A raíz de eso conocí mucha gente y me ofrecieron ir a la Fundación Uruguaya de Ayuda y Asistencia a la Mujer (FUAAM), filial de Women’s World Banking.
¿Fuiste una pionera del feminismo?
No, de ninguna manera. Siempre quise lograr la libertad de la mujer. Si querés ser ama de casa, ingeniera, o abogada, podés serlo. Ahora, lo que no me gusta es la etiqueta de “feminismo” y no lo veo como una carrera contra los hombres ni contra nadie. Es simplemente buscar la libertad de las personas, mujeres y hombres.
¿Cómo ves el tema de las listas paritarias y la llamada discriminación positiva?
No estoy de acuerdo con eso. En primer lugar, no creo que haya la misma cantidad de mujeres que de hombres que quieran integrarse a la vida política. En segundo lugar, éste no es un país donde las mujeres no tengan acceso. Creo sí que tuvimos que ponerle más esfuerzo, sobre todo gente de mi generación. No hay que victimizarse, me gusta más la idea de luchar y ganarse los lugares. Tampoco estoy de acuerdo en los cupos para otras cosas, por temas étnicos o de orientación sexual, salvo para el caso de las discapacidades.
“Lo que no me gusta es la etiqueta de “feminismo” y no lo veo como una carrera contra los hombres ni contra nadie”
Lo que sí en mi vida tuve una inclinación fue a la protección de la mujer y el niño en su casa, porque hay familias que son violentas y para eso no hemos encontrado todavía la solución.
Estuviste un tiempo trabajando para el gobierno blanco de Lacalle Herrera.
Yo en ese momento trabajaba en OPP, comencé en el Fondo de Inversión Social de Emergencia (FISE). Había un grupo que trabajaba con los CAIF que dependían de Presidencia y también tema de microcréditos con ONGs, que no eran contratadas en aquel momento sino que trabajaban honorariamente en los barrios. A través de esa gente y de algunos curas hicimos muy lindas obras. Luego también fui representante de Unicef.
Después me llamaron de reforma del Estado, en ese momento de una comisión presidida por José Luis Puig y me ofreció ir como técnico donde había economistas, contadores, abogados. Trabajamos mucho en esa época y después la comisión se disolvió. Luego Javier de Haedo me propuso la subdirección de OPP y cuando terminó el gobierno blanco, el secretario colorado de la presidencia Elías Bluth me pidió que me quedara un tiempo más.
También fui representante varios años ante la Comisión Interamericana de Mujeres de la OEA. Siempre con el perfil que mencioné antes.
¿Y encontraste buena recepción para esos planteos o ya había una nueva ola de feminismo?
Siempre creo que en los organismos internacionales hay que tratar de imponerse. Yo iba y no me perdía una comisión, me metía en la redacción y eso hace que tu influyas. Si vas y te quedás de espectador no vas a influir. Yo iba con un mandato específico con aquel criterio. Eso fue importante porque se aprobó la Convención de Belén do Pará, donde fui co-redactora. También estuve en la IV Conferencia Mundial de la Mujer en Beijing que fue muy interesante.
Sobre estos temas has escrito en varios artículos en la prensa, en tu veta periodística. ¿Pensaste en algún momento dedicarte más a esa profesión?
Siempre me gustó. Quien era entonces mi marido encontró una publicidad de una convocatoria en radio Sarandí y me animó a presentarme. Yo pensaba que no iba a tener posibilidad. Él me esperó con una jarra de café y un cassette pronto y me dijo “grabá que te lo llevo mañana”. Así fue que me presenté con otros 700, en un concurso largo pero muy entretenido. Quedamos tres y pasé a trabajar en un espacio con Jorge Traverso en la tarde, que fue un placer por ser una persona sumamente agradable del que aprendí mucho.
Ejerciste además como profesional independiente una importante actividad, por ejemplo asesorando a la familia Eurnekián.
Así es, desde 2004 cuando se inició la concesión del aeropuerto de Carrasco. Yo igual venía en la actividad privada desde el año 1997. Con el grupo Eurnekián estuve dieciséis años, gran parte de mi vida y les tengo muchísimo aprecio.
¿Viste en Sartori algo de Eurnekián?
¿Vos querés que me maten los dos? (risas) No, son cosas distintas.
¿Cómo fue tu acercamiento al sartorismo?
Un día me invitó quien hoy es diputado, Pablo Viana, a dar unas charlas en el Instituto de Estudios Cívicos. Allá estaba Oscar Costa en el momento en que aparecieron las primeras publicidades sobre Juan Sartori. Como soy bastante curiosa les pregunté quién era y luego me lo presentaron, una persona muy agradable.
Como Sartori recién venía de afuera le consulté si quería que trajera técnicos y dijo que sí. Llevé gente de infraestructura, economía, impuestos, entre otros asuntos. Él ya tenía un grupo técnico anterior y me pidió que coordine ese trabajo. Yo no me pensaba ir del aeropuerto, pero bueno, es mi partido de toda la vida.
En el mes de febrero en un artículo para el diario El País escribiste “Una de las preocupaciones y dificultades mayores para cualquier habitante de nuestro país es llegar a gozar de una vivienda decorosa”. Analizando esta frase, ¿a qué haces referencia?
Lo que establece la Constitución de la República es una norma programática. No quiere decir que uno puede tocar timbre y pedir una vivienda sin más. En todo en la vida hay una contrapartida. Yo soy una persona liberal, en cuanto creo que cada cual debe buscar su destino y bienestar a partir de su esfuerzo. Lógicamente no todos venimos del mismo lugar ni tenemos las mismas oportunidades y por eso el liberalismo tiene que tener un aspecto muy importante que es el de la consideración hacia todos los habitantes. Todos queremos tener un techo propio. Y por decorosa entiendo simplemente que esté en un lugar que no se inunde, que tenga aberturas cerradas, acceso a agua potable y desagües.
Asumiste como presidenta del Banco Hipotecario del Uruguay (BHU). ¿Qué se puede hacer desde allí?
El Estado tiene varios programas a través del ministerio de Vivienda, la ANV más otros planes que conocemos. En cuanto al Banco Hipotecario, desde 2008 lo que hace es dar crédito a la gente que pueda repagarlo. Se trata de mantener el patrimonio para poder prestarle a otros. Naturalmente que en periodos largos como son los de vivienda, de entre 20 y 25 años, cualquier moneda que tú tomes evoluciona para arriba y para abajo. Entonces no se pueden comparar la unidad reajustable (UR) con la unidad indexada (UI) o con el dólar en un periodo corto dado, sino hay que ver la evolución.
El BHU tiene gente muy entrenada en el área recupero que permanentemente está comunicándose con la gente que tiene cierto atraso para que no sea tan grande y después la única solución no sea el remate.
“El liberalismo tiene que tener un aspecto muy importante que es el de la consideración hacia todos los habitantes”
Uno de los aspectos más importantes del costo de la vivienda son los impuestos. Para promover la vivienda hay que bajar los impuestos. Si uno compra un apartamento, mejora y lo quiere vender, tiene que pagar IRPF, IT de ambos lados, lo que confluye en bajar el precio. Hay que bajar los impuestos a las transmisiones en las viviendas existentes y, en algo que sí se ha mejorado, bajar los impuestos en las viviendas que se están construyendo como se hace con promociones en zonas donde existen servicios.
¿Cuál es tu visión acerca de las normas sobre alquileres sin garantías que establece la ley de urgente consideración ya promulgada?
Estoy totalmente de acuerdo con las disposiciones que estableció respecto al desalojo rápido con los alquileres sin garantía. Hay muchísima gente que no tiene garantía. Muchas veces se piden 3 o 5 meses de alquileres, es mucha plata para alguien que vive de un sueldo. Y también es pesado para el dueño cuando no puede sacar a la gente que no le está pagando, porque sigue abonando contribución inmobiliaria, patrimonio, etc.
¿Puede tener algún impacto para el BHU que se quiten las garantías?
Sí, nosotros tenemos un área de garantías y quizás tengamos una disminución allí. Con respecto a la compra no creo. Lo que sí hay programas nuevos, de gente que está haciendo leasing las viviendas y es algo que está bueno seguir explorando.
Desde que se abrió la competencia para el BHU en 1996, ¿cuál es el balance?
Ha ido subiendo y bajando, según los momentos. Pero tenemos una porción importante del mercado. Lo que nos falta un poco es publicidad. Hoy todo el mundo tiene una cuenta de banco y uno tiene una cierta fidelidad con aquel. En cambio al BHU hay que ir exclusivamente para eso. Tendríamos que ser un poco más agresivos en la manera de llegar a la gente. Pero es cuesta plata y estamos en un momento restrictivo.
¿Hay algún aprendizaje de las malas experiencias del pasado, del vaciamiento del banco?
Una de las cosas que veo que ocurrió era que se financiaba a los constructores promotores. Eso es muy malo porque después te quedás con una responsabilidad en relación a la construcción que no tiene sentido. Nosotros hacemos al revés ahora. A los promotores los recibimos y permitimos que pongan un cartel del BHU para que la gente se acerque, pero nosotros financiamos al particular y el riesgo del vínculo entre el promotor y el particular es entre ellos. Nosotros tenemos juicios muy importantes con respecto a épocas antiguas en que el banco financiaba al constructor.
Recientemente un fallo judicial fue favorable al BHU, en un litigio por 1.040 millones del grupo Barboni referido al predio de la Estación Central General Artigas. ¿Cómo lo recibieron?
Con alegría, sí. Y tenemos otros también. Todos de mucha plata.
Respecto al tema de la morosidad, has mencionado en una entrevista que ronda aproximadamente el 2% y que existe un importante lobby detrás que ejerce presión. ¿A qué te referís?
Hay un lobby impresionante que tienen, especialmente en el Parlamento, a través de un estudio muy importante del medio que no voy a nombrar que mueve sus vínculos.
Pero este no es un tema de lobby, sino de justicia y equidad. Ellos no reclaman que se les cambie de UR a UI de aquí y para el futuro. Lo que quieren es que se anulen los colgamentos, que son consecuencia de atrasos de los deudores que se permiten llevar al final, colaborando para que no perdieran sus casas. Si a través de un proyecto de ley se busca anular, quiere decir que la norma anterior no existió y por lo tanto qué pasa con todos los que ya terminaron de pagar sus créditos con sus colgamentos. Es de locos, realmente de locos. Lo que sí el banco hace es que si hay alguna persona con dificultades, se le atiende. Pero no se puede anular algo que desde hace años está ocurriendo, con mucha gente que ha cumplido.
¿Te llamó la atención la declaración de la Institución Nacional de Derechos Humanos (INDDHH) que denunció que la situación de esos morosos era una “irritante injusticia”?
Yo considero que esa institución no debería existir. Como otras comisiones que se han creado estos últimos años. Y explico por qué. La base de la república en términos conceptuales políticos es la división de poderes. El tema de la protección de los derechos es una competencia del Poder Judicial. Todos los derechos los debe proteger éste, por eso estoy en desacuerdo con que exista una institución que no tiene raigambre constitucional y es creada de la nada, en base, otra vez, a un lobby muy fuerte de gente que quiere ver protegidos más que sus derechos sus aspiraciones.
Si considero esto, mucho más que no deberían inmiscuirse en temas de crédito. No es de su competencia.
¿Tienen proyectos comunes con el Ministerio de Vivienda?
Hay dos temas que son muy importantes. En términos generales damos el 80% del monto que vale la vivienda. A veces el ministerio tiene un fondo de garantía que puede garantizarle al BHU un 10% más por encima de la hipoteca y eso hace que la persona que va a comprar la casa tenga hasta el 90% financiado.
También tenemos con la Agencia Nacional de Vivienda (ANV) varios aspectos que son de los anteriores a 2008 y fuimos a hablar para coadyuvar, porque si bien jurídicamente nos separaron, los problemas vienen desde que estábamos juntos y hay que actuar por eso coordinadamente.
“La economía no se puede romper a pedazos”
En el marco de la pandemia el BHU ha tomado medidas de facilidades de pago. ¿Cúal ha sido la respuesta?
Fue muy buena. La primera medida se bajó el 50% de la cuota y se difirió sin intereses pero con ajuste hacia el final de cada crédito. Cuando yo entré hicimos lo mismo con el 25% de la cuota. Todos los bancos tomaron alguna medida, quizás no general como el BHU, por una razón muy simple y es que en estos momentos de crisis tan severa y abrupta la economía no se puede romper a pedazos. Si tu dejás que se caigan todos y se quiebra la cadena de pagos, no gana nadie.
La otra vez me dijeron en forma crítica “qué generosa que sos” y bastante me fastidió. Respondí que a mí no me van a enseñar sobre el uso de los dineros públicos porque cuando intervine fue justamente para cuidar esos dineros y tratar de que el costo del Estado impacte menos en los impuestos de todos. Y segundo que la alternativa de una morosidad enorme es mucho más gravosa porque no gana nadie y el banco tampoco recibe el ganado. Cuando alguien se ve asfixiado y ve que no puede pagar, no paga. En cambio con financiamiento hace el esfuerzo.
No es que a uno no le interesen los dineros públicos, al revés. Además se trata de apoyar las directivas generales del gobierno, que comparto, pero también es evitar el mal mayor.
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