Nació y creció entre la Ciudad Vieja y el Centro, y hoy se encarga de realizar el trabajo de seguimiento y monitoreo de distintas cepas de covid-19 en Washington D.C. junto con otras dos mujeres latinoamericanas. En entrevista con La Mañana, la laboratorista Mónica Rodríguez Mann habló sobre la importancia de la vacunación y el futuro respecto de las mutaciones del virus.
Mientras estudiaba, nunca pensó que ocuparía un puesto de tal responsabilidad como el actual. Ni siquiera cuando el coronavirus se extendió por el mundo, llegó a Estados Unidos y la reclutaron para formar parte del equipo de emergencia de científicos que trabajan en detectar el virus y controlarlo en la población.
En un inicio la contrató un laboratorio gubernamental de Washington D.C. por un plazo de noventa días –todos pensaban que luego de tres meses las cosas volverían a la normalidad–. “Ya hace 15 meses estamos lidiando con este virus tan terrible, que se las ha ingeniado para hacer destrozos mundialmente”, observa Mónica Rodríguez Mann, laboratorista uruguaya que vive desde hace varios años en Estados Unidos.
Vestida con bata, cofia, guantes y tapabocas, habla de forma clara y elocuente. Apenas se percibe un cambio en la tonalidad uruguaya. La rodean los objetos de laboratorio. En tiempos de trabajo intenso, con horarios extensos, ha hecho una pausa en su labor para conversar con La Mañana sobre un virus al que define como “increíble desde el punto de vista científico por su inteligencia, pero que ha traído demasiado sufrimiento y muerte al mundo”.
“Nuestro trabajo de prevención consiste en un monitoreo de la cepa a fin de que no simbolice más riesgos para la comunidad”, detalló respecto a un virus que definió como “muy inteligente” y sobre el cual aún no se determina su comportamiento.
Al momento, el mayor trabajo está dirigido hacia el estudio de la secuencia dominante en la zona, conocida como B117 y detectada por primera vez en el Reino Unido. La cepa P1, dominante en Uruguay y de origen brasileño, se considera de importancia en Washington D.C., aunque aún no ha logrado expandirse.
Al ser consultada sobre la conducta del virus, indicó que el SARS-CoV-2 sufre una mutación cuando encuentra a un individuo susceptible con un sistema inmunológico débil. Ante ello, la vacunación es fundamental, consideró. “La idea es vacunar a la mayor parte de la población mundial para que el virus no tenga la oportunidad de seguir infectando a individuos. Se va a dispersar, pero lo más probable es que eventualmente sea una gripe, es decir, quede como influenza”, dijo.
La científica advierte que el covid “vino acá para quedarse”, pero que en un futuro no será tan fuerte ni tendrá tanto nivel de contagio. “El gran apuro que tienen todos los países en la vacunación es para lograr que nos volvamos inmunes y el virus siga mutando”.
Desde el inicio de la pandemia, Washington D.C. ha registrado más de 1.132 muertes, sin embargo, la curva de contagios ha comenzado a bajar. “Ya se levantaron muchas restricciones porque la comunidad ha respondido muy bien, quedándose en sus casas cuando lo debían hacer y usando tapabocas todos los días. Hasta el momento la vacunación ha alcanzado a más de un 45% de la población”, informó la científica.
La oportunidad y el desafío en Washington DC
Rodríguez Mann asistió al Liceo N° 1 José Enrique Rodó y posteriormente realizó sus estudios en el Instituto Alfredo Vázquez Acevedo. Más adelante ingresó a la Facultad de Economía de la Universidad de la República, pero no culminó estos estudios. Fue entonces cuando surgió la oportunidad de viajar a Estados Unidos. Tramitó una beca de estudio y se desarrolló como asistente dental. Podría decirse que fue allí donde surgió su vocación. El hecho de cómo los virus y bacterias podrían ingresar al cuerpo humano a través de la boca le llamó particularmente la atención y comenzó a profesionalizarse sobre ello. Actualmente es Científica en Laboratorios Médicos por George Washington University.
Luego de haber realizado sus estudios primarios y secundarios en Uruguay, no tuvo mayores obstáculos a la hora de realizar una carrera universitaria en Estados Unidos. Lo que sí encontró fue una diferencia al momento de la inscripción. Mientras que en nuestro país se debe solicitar un pase, allí se debe pagar por una solicitud de inscripción, sobre la cual más adelante habrá una respuesta positiva o negativa. En el primer caso, las cifras a pagar anualmente por el estudio de una carrera son cercanas a los US$ 15.000 en caso de ingresar a un instituto público, o de US$ 40.000 si es privado. Gracias a un sistema de préstamos, Rodríguez Mann logró finalizar los estudios.
“Aquí hay una demanda muy grande de laboratoristas y los estudiantes que eligen la carrera son pocos. Dentro de ello se abre una oportunidad muy buena para las chicas, para quienes antes les era imposible entrar”, contó la entrevistada.
La científica trabajó en el área de laboratorio de un hospital local, hasta que en marzo de 2020 la reclutaron para formar parte del Coronavirus Emergency Response Team. “El virus había llegado a la ciudad. Habían cerrado las escuelas y la actividad se había parado. Necesitaban un equipo de laboratoristas para comenzar la campaña en contra del virus y desde entonces estamos trabajando en eso”, explicó. De un momento al otro, todo cambió. Pasó de desarrollar una tarea a puertas cerradas a una abierta y dirigida a la comunidad. La presión y las responsabilidades se incrementaron.
Cuando sucedió tuvo sentimientos encontrados. Por un lado, sintió un “honor increíble” de lo que significaba su nuevo rol. Por otro, la tristeza de todo lo que causaba este virus. “Cuando me llamaron para conformar el equipo de rescate fue profesionalmente muy redituable, pero también un gran riesgo para mi familia”, señaló.
Es que su tarea implica estar permanentemente en contacto con el virus, desglosándolo, analizándolo, tratando de encontrar la respuesta a la pregunta que un mundo entero se hace desde hace más de un año. Además de realizar los test del virus, trabaja en su secuencia para determinar la existencia de nuevas variantes y mutaciones en la comunidad.
Estudio y superación
Su equipo de trabajo más cercano está conformado por otras dos mujeres latinoamericanas: una de México y la otra de Puerto Rico. Pero Rodríguez Mann advierte que el equipo es más grande y que en conjunto trabajan “en pos de eliminar este virus de la sociedad”.
Consultada sobre cómo incide esto, la científica mencionó: “Es un orgullo, algo maravilloso. Fue una sucesión de oportunidades y de puertas que se me abrieron con muchísimo estudio y esfuerzo, horas sin dormir y mucho esfuerzo, pero valió la pena toda esa tenacidad”. Asimismo, expresó que el ser uruguaya la impulsó en ese camino. Fue así que dijo: “El ser uruguaya me ayudó mucho por la forma en la que nosotros somos criados, por cómo es la educación y cuáles son nuestras bases. Esos fueron mis cimientos fundamentales para mi desarrollo profesional en este país”, expuso.
Consultada sobre qué mensaje daría a las jóvenes que quieren ser científicas, Rodríguez Mann expresó que “nunca acepten un no como respuesta”. “Cualquier persona de cualquier raza o descendencia puede estudiar lo que quiera y cumplir sus sueños. Simplemente hay que trabajar duro y quemarse las pestañas. La gente valora y reconoce el trabajo y el sacrificio que uno hace. También les diría que hablen con todas las personas que puedan, porque el mundo está conectado y no estamos aislados”, subrayó.
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