Al no contar en la actualidad con un buque oceanográfico de bandera propia, los investigadores uruguayos quedan dependientes de las expediciones que realizan los extranjeros y, por lo tanto, a su propia agenda. Científicos advierten sobre las pérdidas que supone por las riquezas y aportes que podrían generarse en los ámbitos de la ciencia, la medicina, la economía y la educación.
Hace seis años, Uruguay celebró la noticia de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adjudicó la extensión de su plataforma continental hasta casi 350 millas. Nuestro país posee más territorio marítimo que terrestre, sin embargo, se desconoce en gran medida qué riquezas habitan en él y se hace más presente la necesidad de contar con políticas públicas que pongan de manifiesto la importancia de los recursos oceanográficos.
Una de esas necesidades pasa por contar con un buque científico oceanográfico de bandera propia. Hoy en día los investigadores uruguayos deben viajar en barcos extranjeros que a su vez llevan adelante sus propios programas. Sobre ello, tanto la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara), perteneciente al Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, como la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República expresan públicamente, desde hace una década, la necesidad de que Uruguay cuente con su propia nave.
En expresiones al semanario Búsqueda, el exdirector de Dinara, Andrés Domingo, consideró ya en el año 2019 que con lo que recauda el organismo que dirige, a través de los permisos de pesca, se podría financiar la adquisición de un buque de estas características. El jerarca señaló entonces que conoció mediante la prensa que el Ministerio de Defensa, el Ministerio de Educación y Cultura, el Instituto Antártico, la Armada y la Universidad de la República, junto con el apoyo de China, tienen la intención de montar laboratorios de oceanografía en un buque de la Armada y poder tomar muestras de profundidades de hasta 4000 metros.
Vale recordar además que algunos expertos durante la campaña electoral incluso propusieron la creación de una secretaría de asuntos marítimos, que tenga el fin de unificar, coordinar y supervisar políticas y acciones relacionadas al ámbito marítimo de acuerdo a la orientación del Poder Ejecutivo.
El impacto científico del buque oceanográfico
Si bien se tiene alguna información de cuando Ancap licitó a empresas que realizaron la búsqueda de petróleo, está en el debe conocer científicamente lo que hay en nuestro territorio que va más allá de la columna de agua y que abarca las especies (corales que no son los mismos que en los mares tropicales), la geología del subsuelo y su biosfera. A la vez, la proyección del océano lleva a Uruguay hasta la Antártida, donde nuestro país es miembro consultivo del Tratado Antártico junto a otros veinte países, incluidos Estados Unidos, Rusia y China.
En muchos países del mundo, las armadas nacionales se encargan de la logística de un barco de estas características, mientras que las universidades llevan adelante los programas científicos. En entrevista con La Mañana, Juan Cristina, exdecano de la Facultad de Ciencias, resaltó la necesidad de incrementar las cooperaciones con otros países que sí tienen buques. “Algunos estudiantes y colegas se han podido embarcar en barcos oceanográficos como los de España o Alemania, pero es totalmente insuficiente”, expresó.
Además, Cristina indicó que es menester que nuestro país se plantee los aspectos de una política científica tecnológica que lleve a invertir. “Hay que invertir en infraestructura y en proyectos de educación y, sobre todo, en los recursos humanos”, calificó. De igual forma, aseveró que, por razones de mantenimiento “si no interviene la Armada Nacional, los costos son absolutamente inabordables”.
Cristina detalló que un buque científico permite realizar el estudio de la geología del suelo y de la biosfera. A raíz de una anomalía térmica, relacionada con el cambio climático, se ha detectado que ha aumentado significativamente la temperatura en los últimos veinte años, lo que ha afectado la distribución de las especies submarinas. Un buque de estas características permitiría analizar una columna de agua y conocer todo lo que se encuentra en ella. Además, precisaría tener capacidades para poder operar en aguas antárticas.
Por otro lado, el académico indicó que el 90% del clima de la zona de América del Sur donde se encuentra Uruguay está determinada por lo que sucede en el Océano Atlántico, por lo que conocer lo que ocurre permite la prevención de sucesos climatológicos. “Cuanto más conozcas qué es lo que está pasando, mayor predicción de los eventos severos, que cada vez son más frecuentes, se podrán realizar. Si no conocemos el océano, los modelos que tenemos de clima no van a ser lo más aceptados, y luego vemos casos como personas que pierden toda la cosecha por una granizada que no pudo ser pronosticada”, ejemplificó.
También permite realizar nuevos desarrollos en la química y la medicina. “A raíz de un estudio de su genética de las plantas y de los animales que viven en el mar se pueden llegar a desarrollar antibióticos”, mencionó.
La necesidad de contar con un buque científico se ve incrementada por los cambios que se experimentan en la biosfera, como, por ejemplo, el aumento de la temperatura marina que se viene registrando desde hace dos décadas y que tiene consecuencias directas en la distribución de las especies biomarinas.
Hace algunas décadas atrás, los uruguayos podían nadar en compañía de toninas a pocos metros de la costa. Hoy, esta realidad ya no existe. “Sin conocer en detalle qué es lo que está pasando, no podés tener una buena política de pesca”, ejemplificó Cristina. Aun así, mencionó que “esto no es algo que lo puede hacer un estamento del Estado, sino que debe ser una política donde cada área confluyen con lo suyo”.
A la vez, hizo referencia en la importancia de contar con una infraestructura de investigación oceanográfica: “Está claro que el conocimiento tiene que ser nacional. Nadie va a venir a hacer las cosas por nosotros. Si no tenemos buenos modelos de predicción del clima en nuestro océano no podemos anticiparnos a las causas que luego vemos, como la erosión de la costa, el aumento del nivel del Río de la Plata o los tornados”, especificó.
“Luego a los vecinos hay que explicarles que se caen las casas que están en la costa porque no conocemos el océano y que tampoco sabemos las riquezas que viven en él”, indicó el exdecano. “No tenemos ni idea de la abundancia de las distintas especies que figuran en el océano uruguayo, entonces ¿cómo vas a hacer una política de pesca sustentable?”, se preguntó. Por último, resumió que como primera política se debe “incentivar a muerte” la cooperación con países vecinos que tienen este tipo de embarcaciones, así como también contar con una política oceanográfica. “No comprendo por qué se reclamaron las millas marinas si no se van a usar”, remarcó.
La Armada estudia la compra de un nuevo buque
En una columna publicada por el diario El País, el experto Juan Oribe Stemmer comentó la información de que “el buque de investigación Aldebarán, comprado nuevo para el Instituto Nacional de Pesca (Inape), la actual Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara) ‘hace más de dos años que está fuera de servicio a la espera de que se tome alguna decisión’, y que el Oyarvide, un buque más antiguo (es de 1966) perteneciente a la Armada, ‘cumplió su ciclo'”. “En poco tiempo pasamos de dos naves de investigación a cero -todo un récord. Esto es un problema serio. Por ejemplo, nuestro país necesita contar con un buque de investigación pesquera para respaldar sus intereses en CARP y CTMFM. El conocimiento es poder”, agregó Oribe.
El buque Aldebarán pertenecía a la órbita del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, mientras que el Oyarbide depende del Ministerio de Defensa. Este último buque fue comprado a Alemania e incorporado a la Armada Nacional en el año 1998. En el año 2019, debido a averías en su maquinaria, dejó de funcionar y hoy se encuentra en el muelle de la base de la Armada, en Montevideo.
Fue el Oyarbide el buque utilizado para la presentación ante Naciones Unidas del Estudio del talud y la plataforma continental, a través del cual se reconoció la extensión de las millas marinas de Uruguay. Actualmente, todo lo que se encuentre debajo del subsuelo o sobre el suelo marino entre las 200 y las casi 350 millas pertenece a nuestro país, salvo el agua. Fue esto lo que impulsó las búsquedas de petróleo.
El Contralmirante Mario Diego Vizcay, ex comandante y ex jefe de división de este buque dialogó con La Mañana y explicó que se trata de una nave de diésel eléctrico, que posee cuatro motores y cuatro generadores, por lo que reparar los motores asumiría realizar todo el cableado a nuevo. “Se realizó un estudio que determinó que el monto de dinero no nos alcanzaría en principio para esto”, señaló. No obstante, indicó que el Estado les ha otorgado un determinado monto de dinero hasta el año 2025 con lo que se encuentran buscando en el mercado algún buque con capacidades oceanográficas que cuente con los equipos y las capacidades del Oyarbide. “Ya tenemos en carpeta dos o tres y en este momento se están realizando los contactos”, aseguró Vizcay.
De igual forma, manifestó que los componentes del Oyarbide serán recuperados para trabajo en tierra. “El buque tiene una cámara hiperbárica que no se está usando y que el día que se desactive la nave, la extraeremos para trabajar y solo quedará el casco. El buque está muy bien, tiene un muy buen casco. Lo que sirve se seguirán usando, como las grúas, los botes neumáticos y los equipos de navegación. Los buques que estamos observando tienen estos equipos, o sea que ahora estamos mirando más bajo lupa”, concluyó.
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