Villa Colón no nació de a poco, alrededor de un cruce de caminos, de una capilla o de una pulpería, sino por un acto de la voluntad humana. Hacia fines de 1868 la sociedad Cornelio Guerra Hermanos y Cía., decidió erigir una villa de recreo, a orillas del arroyo Pantanoso. Adquirió entonces 423 cuadras a 11 km de la capital uruguaya. Cuando los accionistas y vecinos pensaron el futuro nombre que llevaría la villa, se había abierto camino para que sea “Nueva Chicago”, pero no satisfacía a doña Inés Botet de Romero, quien propuso “Villa Colón”, y fue aceptada, según relató a La Mañana, el padre Francisco Pose, integrante de la Comunidad Salesiana del Colegio Pío.
La sociedad de Lezica, Lanús y Fynn, fundada en 1866 con el fin de proveer de aguas corrientes a Montevideo, adquirió en 1873 las acciones de los hermanos Guerra y dotó a la villa de sistema vial. Ambrosio Lezica costeó la macadanización de la avenida Isabel 1º que hoy lleva el nombre de Av. Lezica. La congregación Salesiana inauguró el 2 de febrero de 1877 la capilla y el colegio que la Iglesia Católica del Uruguay había recibido de la Sociedad Anónima Lezica, Lanús y Fynn. Esta institución de enseñanza que fue denominada Pío IX en homenaje al Papa en ocupar el pontificado en aquella época, siendo beatificado por Juan Pablo II en 2020.
La iglesia y colegio fue dotada en 1882 de un observatorio meteorológico que fue seguido por un Observatorio Magnético y Sísmico y luego por uno Astronómico, prestó valiosos servicios al país y a los navegantes del Río de la Plata. El nombre de su primer director, Luis Lasagna, quien también fundó en 1878 un colegio para niñas en Villa Colón.
“Colón no existía en esa época, solo era el paso hacia Villa Colón y Las Piedras, pero Colón comenzó a poblarse mucho, por eso desde la Intendencia, -que no está mayormente informada- le asignaron el nombre al otro barrio y a este barrio, para comodidad y no entreverarse, le llaman Lezica, pero ese no es el nombre original, esto es Villa Colón”, comentó el Padre Pose.
El colegio Pío es el corazón del barrio Villa Colón, que desde su creación se abocó a la comunidad, priorizó ser un centro de enseñanza y de formación espiritual. En primera instancia el objetivo era albergar a las personas de la campaña, chicos que vivieran fuera de Montevideo, pero también había algunos montevideanos. No se podían tener más de 150 alumnos y a los mismos se los dividía en sectores por edad.
El centro educativo fue primero regional, abarcaba una gran serie de barrios, habían alumnos de Las Piedras, La Paz, Sayago, Colón, de toda la zona Este y personas del Norte también. Después se fue reduciendo porque hicieron centros educativos por varios lugares del país y las personas se repartieron. Luego se fue convirtiendo en local, como lo es actualmente, “pero históricamente cumplió una muy buena función”, aseguró el entrevistado.
El fin del pupilaje y la importancia de la identidad
Para el padre Pose, el pupilaje dentro del colegio Pío fue un mal menor, si bien en su momento fue de utilidad ya que cubría ciertos huecos estatales, entiende que no es la mejor manera de educar a los más jóvenes. “El mal mayor sería que se quedaran en la campaña privados de toda educación e instrucción porque todavía el Estado no funcionaba en todo contexto”, explicó. Actualmente no hay pupilos en el centro, el sistema se eliminó en 1964. Lo que existe es un externado, y lo que se puede considerar medio-pupilos, porque hay muchachos y muchachas que se quedan a comer en el lugar.
Una de las características del Colegio Pío es tener amplios lugares de recreo, “cosa que desgraciadamente no hace el Estado. No le da importancia a la expansión natural y es en donde puede conocerse a las personas, por eso fomentamos la convivencia amigable desde el primer momento, nos colocamos en un rol de animadores, no de controladores”, sostuvo.
Según el entrevistado, es importante que en la educación el individuo se sienta distinguido, que se sepan su nombre y su apellido, quienes son los padres, qué necesidades tiene, y este es un motivo por el cual la cantidad de alumnos del lugar ha mermado. Otra de las razones es el factor económico, “las familias se han empobrecido bastante, Villa Colón antes era una zona residencial pero luego que comenzó a poblarse la situación económica también se acompasó. Las personas trabajan mucho y ganan poco, entonces van a lo esencial que es poder comer más que mandar a sus hijos a tal o cual centro educativo”, indicó el Padre.
La “falsa” educación pública
“Aunque a este Estado lo presentan como gratis, no hay nada gratis en este mundo, y menos la educación”, opinó Pose al ser consultado sobre cómo afecta a la zona que el Colegio sea pago. “Lo que pasa es que la educación aparentemente gratuita que promueve el Estado, se hace también con la plata de las familias que mandan aquí a sus hijos. Las familias que ganan poco no tienen libertad de elección para la educación de sus hijos y lo primero que un padre necesita es elegir un lugar de formación conforme a sus pensamientos”.
Opinó además que los principales educadores de los niños son los padres, no el Estado. Y que si bien el mismo se reconoce muy liberal, abierto y comprensivo, “no es nada de eso, es un Estado que se profesa laico y dice que este país es laico, pero no es el país el que es laico”, aseveró el Padre. Sostuvo que Uruguay es un país plural y, ante todo, comenzó siendo cristiano.
La latente inseguridad
Uno de los factores que han modificado la realidad del antiguo barrio Villa Colón a lo que se conoce hoy, es la inseguridad. A la entrada del Colegio Pio se encuentra el primer monumento a Cristóbal Colón erigido en Uruguay, una construcción solemne realizada en los primeros años de fundación del lugar. Gran parte de su estructura está hecha con mármol y cobre, esto ha hecho que se roben o se intente robar parte de la misma.
Es en ese sentido el padre Pose tuvo que solicitar, junto a otras personas, que se encerrara el lugar y se cambie parte de la estructura del Arco del Triunfo de Colón por un material que no genere interés para quienes están dispuestos a cometer delitos. Si bien el espacio es público y posee una entrada con un amplio jardín, hoy son las rejas lo primero que se ve al llegar a Av. Lezica 6375