El presidente de Cambadu, Antonio Ameijenda, aseguró que quienes trabajan con turismo están en un funcionamiento del 10 % de su capacidad de trabajo, en tanto el resto se ubica en un 30 %. A pesar de las dificultades, los minoristas trabajan en estrategias para enfrentar este escenario, la competencia con las grandes superficies y los desequilibrios de precios en la frontera.
La aparición del covid-19 en el mundo no solo hizo que se modificaran las relaciones humanas, sino que además se ha visto un gran cambio en las maneras de consumir de las poblaciones. Uruguay no queda por fuera de esa realidad innegable y, probablemente, esas transformaciones se mantendrán a lo largo del proceso que dure la pandemia y, posteriormente, es posible que también.
Antonio Ameijenda es el presidente del Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y Afines del Uruguay (Cambadu), un sector que ha sido golpeado, de manera brutal, por la pandemia, y no solo por ella, sino que históricamente lucha para competir con grandes negocios que, cada vez más, se instalan en diferentes puntos y hacen la competencia más pujante. La Mañana dialogó con él, y le consultó sobre el estado de situación actual del sector, las expectativas que se tienen y en qué se está trabajando en este momento.
La mitad de los asociados que nuclea Cambadu están vinculados al área gastronómica, en tanto, la otra mitad son almacenes, autoservicios y supermercados de cercanía. En lo que respecta al sector gastronómico, el entrevistado dijo que “no hay manera de levantar la venta, está en un parámetro muy bajo, entre un 10 % los que trabajan con turismo y un 30 % el resto, aunque puede ser que, puntualmente, algún negocio esté mejorando, pero en general no es así”.
Una de las principales razones por la que se da esta situación es que hay menos personas en la ciudad ya que falta el turismo permanente de Montevideo, y había sitios que prácticamente solo recibían visitantes extranjeros. A esto se suma, también, que las propias personas de la localidad están con ciertos reparos a la hora de salir, ya que muchas buscan lugares en donde no se produzcan aglomeraciones o, directamente, prefieren no salir.
“Nosotros estamos esperanzados que el movimiento del turismo interno pueda amortiguar, aunque sea en parte, a quienes están más complicados. En el este del Uruguay también hay comercios que han sufrido mucho, y esperamos que se revierta con el turismo del propio país, estamos buscando todas las formas posibles para incentivarlo”, expresó Ameijenda.
En esa misma línea, es que el Banco República lanzó recientemente su tarjeta de crédito Recompensa, la que incluye beneficios para la promoción del turismo interno, como 30 % de descuento en restaurantes y hoteles, 10 % en supermercados, 10 % en farmacias y 5 % en combustible. La tarjeta permite además que todas las compras y débitos automáticos sumen puntos que equivalen a dinero para canjear por futuras compras realizadas. “Con esta tarjeta se busca que las personas del interior lleguen para visitar Montevideo también”, aseguró el entrevistado.
“Lo cierto es que el panorama no cierra bien, no vemos a la brevedad una solución, ya que la pandemia está en crecimiento cada día, en este momento. Algo positivo es que no han cerrado muchos negocios porque aún se siguen sosteniendo los seguros de paro extendidos, pero en cuanto eso se termine podemos tener problemas en los comercios, porque tendrán que despedir personal, e incluso cerrar por no poder funcionar”.
La competencia con las grandes superficies
Ameijenda fue consultado acerca de la competencia de los comercios más pequeños con los de grandes superficies. El entrevistado afirmó que desde 2010 existen estudios en los que se indicaba que, territorialmente en Montevideo, la cantidad de comercios de grandes superficies eran suficientes para la cantidad de población. Desde ese tiempo a esta parte no se han producido muchas inauguraciones de este tipo de negocios, pero “sí se vienen dando aperturas de locales con un tamaño entre 500 y 600 metros cuadrados, que no deja de ser una gran superficie, pero que se hace de otra forma”.
Desde la agremiación se trata de destacar las bondades que ofrecen los comercios de cercanía, como, por ejemplo, precios más económicos en gran cantidad de artículos, así como la eficiencia en su funcionamiento, pero a veces no es suficiente. “Frente a las aperturas de más comercios de gran tamaño, sentimos que se nos atacan las ventas desde varios frentes”, indicó.
Agregó que una de las medidas que se está ejecutando es tomar locales de cercanía e ir generando mayoristas, entrando en ese nicho de mercado y apostando a aperturas de nuevos locales en forma exponencial en zonas que están sobresaturados de oferta para, de esa manera, tratar de desplazar la competencia. “En ese sentido, advertimos que el equilibrio que tiene Uruguay es muy bueno, por las fuentes de trabajo que se generan y todo el canal de distribución que tienen detrás los negocios de cercanía”.
Precios que preocupan
Existen luchas de la agremiación que van más allá del momento actual en medio de la emergencia sanitaria. Uno de estos puntos, según contó el entrevistado y lo catalogó como el más grave, es el precio final con el que los productos son ofrecidos al público. “Tenemos fronteras con países que son potenciales grandes industrias, por lo que para Uruguay es muy difícil seguirle el ritmo de fabricación porque somos un mercado chico”, explicó Ameijenda.
Indicó que el desafío más grande es lograr un equilibrio de precios, y que es histórico el hecho de que el costo de los productos ingrese al país con un valor muy inferior y al consumidor de Uruguay se ofrezca mucho más caro a través de importadores de los propios fabricantes, como son las multinacionales. “Todo el negocio de venta de alimentos es tomador de precios, y existe un desfasaje que tiene que ser revisado para saber por qué llega con tanta diferencia. Estamos en el Mercosur y si bien puede haber algún arancel, no creo que esa sea la razón suficiente para tanta diferencia”, sostuvo.
En ese sentido, Cambadu se encuentra trabajando en conjunto con las autoridades nacionales en pos de una estrategia que permita repuntar el mercado y, específicamente, la situación de locales gastronómicos y los pequeños y medianos negocios.
Ameijenda prefirió no adelantar cuáles son las medidas en las que se está trabajando hasta que no se puedan comenzar a implementar. Sí afirmó que se está organizando una forma de trabajo de unión de todo el sector, principalmente de alimento, para poder contrarrestar y tener una fuerza distinta a la que se está teniendo. “Esto está en proceso y hasta no ponerlo en marcha preferimos reservar de qué se trata”.
Algo que sí adelantó Ameijenda es que se ha hablado con el gobierno para que los comerciantes que nuclea el Centro puedan tener acceso a préstamos blandos, y se continúen solicitando extensiones de seguro de paro para que las personas puedan continuar trabajando -ya que hay muchos que están 50 % trabajando y 50 % en seguro de paro- “y eso está funcionando muy bien”, explicó. “Estamos manejando varias estrategias en varios sectores que nos competen”.
Fiestas atípicas
El presidente de Cambadu dijo reconocer que esta pandemia ha traído consigo tiempos atípicos y de las primeras medidas fundamentales para que no se continúe propagando el virus es evitar cualquier tipo de aglomeración.
“Si bien en estas fiestas podrán realizarse reuniones familiares, posiblemente no habrán las previas que se daban cada año, como despedidas empresariales, o alquiler de lugares de festejos de barras de compañeros, entre otras. Como este tipo de encuentros disminuirá drásticamente, sabemos que provocará un menor consumo en nuestro rubro, desde los locales gastronómicos, hasta los almacenes o supermercados”, reflexionó.
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