El martes falleció, a los 81 años, el Dr. Gonzalo Aguirre Ramírez. Deja atrás una vida cargada de batallas, todas ellas planteadas en el plano del derecho y la política, con su inteligencia y la palabra como únicas pero afiladas armas.
El nombre de Gonzalo Aguirre se vincula al Derecho, la política y el periodismo. Bisnieto y nieto de destacados juristas ingresó a la política por su oposición a la dictadura cívico-militar que gobernó el país desde 1973.
Fue corredactor de la proclama leída en el acto del Obelisco en noviembre de 1983 y participó en representación del Partido Nacional de las negociaciones que concluyeron en la recuperación de la democracia.
En las elecciones de 1984 apoyó a Alberto Zumarán en la fórmula a la presidencia por el wilsonismo, resultando electo senador, cargo que ocupó hasta 1990 con destacada participación, siendo reconocido por partidarios y adversarios por el tenor y la profundidad de sus planteos y argumentaciones.
De ideas claras, cada vez que hacía uso de la palabra su oratoria era fluida y rápida, al punto de que cuentan que era un desafío para los funcionarios taquígrafos del Senado transcribir exposiciones.
En 1986 votó y fue un firme defensor de la ley de Caducidad. Al respecto dijo a este semanario que dicha norma “no solo fue refrendada por el plebiscito de abril de 1989, sino que fue confirmada o mejor dicho rechazada la inclusión de su derogación en la Constitución en el plebiscito realizado simultáneamente con las elecciones de 2009”.
En 1987 fundó Renovación y Victoria contando con el apoyo de figuras como Sergio Abreu y Álvaro Ramos.
En los comicios de 1989 acompañó a Luis Alberto Lacalle Herrera en la fórmula presidencial, accediendo a la vicepresidencia de la República, cargo que desempeñó dese entre 1990 y 1995. A partir de entonces no volvió a ocupar cargo electivo.
En abril de 2020, hace un año exactamente, concedió una entrevista a La Mañana en la sala de la Asociación Española donde vivía y permanecía internado desde 2019. Sus problemas de salud no le impedían mantenerse informado sobre los temas de actualidad, sobre los que asumía posición con total lucidez. Nunca perdió su profundidad intelectual, su claridad política y su agudeza profesional.
Además, como si los años se hubieran frenado, mantenía su prodigiosa memoria que en el pasado le diera tan buena y justificada fama.
Wilsonista de todas las horas se hizo acompañar en la sala de la Española por una fotografía en la que aparece con Wilson Ferreira Aldunate, en una de las últimas imágenes del caudillo blanco antes de su fallecimiento.
La sala en que estaba internado se había convertido en su lugar de estudio y trabajo, con abundantes carpetas, papeles y la Constitución de la República como eterna guía de todo hombre de Derecho.
Desde allí seguía el acontecer nacional y recibía consultas sobre los temas de su especialidad. Fue un docente generoso con su conocimiento, abierto a escuchar y dar su perecer cada vez que se le requería.
Como periodista se desempeñó en El Plata, La Democracia y más tarde en El País.
Pero limitar su vida al Derecho, la política y el periodismo no sería justo para quien, además, supo canalizar sus pasiones deportivas a través del basketball y el turf.
En él se aplica aquella frase de Publio Terencio: “Hombre soy, y nada de lo humano me es ajeno”.
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