Luego del derrame de soda cáustica de la planta de UPM que terminó en un afluente del río Negro, La Mañana entrevistó al investigador y docente grado 5, Daniel Panario, quien dirige el Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias. El experto calificó la situación como “una catástrofe” y criticó que no haya ningún control sobre la operativa de la empresa. En otro orden, advirtió por los peligros del hidrógeno verde y lamentó que los proyectos actuales estén destinados a los “malla oro”.
¿Cómo evalúa la situación desatada por el derrame de UPM?
Es una catástrofe. Después dijeron que llovió mucho y que el agua corrió. No me consta, porque ahí hay un embalse al que le cayó un millón de litros de soda cáustica y yo no puedo creer que no haya tenido impacto en el río también. Puede ser que el efecto no haya llegado demasiado lejos porque, si llovió mucho y abrieron la compuerta aguas arriba, la cantidad de agua que viene es mucha porque viene de Rincón del Bonete. Por lo tanto, si dieron pase a un caudal muy grande, pueden haber generado una dilución importante, pero eso es una casualidad, en el fondo podría no haber ocurrido y sería catastrófico. Quiere decir que no hay el mínimo control de lo que hace la empresa. “La empresa más controlada del mundo”, decía el ministro, cuando en realidad les pasa un elefante por delante de las narices y no se dan cuenta, es impactante.
¿Qué efectos tuvo este suceso a nivel medioambiental?
Básicamente, lo que hace la soda cáustica es elevar violentamente el pH y por supuesto que los seres vivos no lo toleran, pero después, el río, aunque es un embalse, finalmente corre porque llueve, entonces, esa es la diferencia entre un lago y un embalse, en el embalse el agua termina yendo al mar. Es un volumen monstruoso, aparentemente afectó y mató todo en esa cañada pequeña que está en el predio de la empresa. Significa que hay un descontrol. Y le pusieron una multita de US$ 40.000, cuando por día factura millones de dólares. El empresario paga la multa y sigue haciendo cualquier cosa, es más barato pagar la multa que contratar prevencionistas.
Entonces, ¿las multas no tienen sentido en cuanto al daño hecho? ¿No son efectivas?
No, por supuesto. Puede volver a suceder esto y puede pasar cualquier otra cosa, porque no es el único químico que utilizan, usan de todo, entonces pueden pasar cosas peores. La empresa ya ha tenido tres multas y no sabemos bien por qué, el manejo es un desastre y les conviene más pagar multas que contratar prevencionistas.
¿Se está ocultando información?
Al menos no divulgan demasiado. Yo me he enterado por la prensa, pero no hay datos.
¿Qué fue lo que falló específicamente para que sucediera esto?
Hubo falta de control de la propia empresa, porque el Ministerio no tiene por qué pagarle un prevencionista, UPM tiene que tenerlo y tiene que ser especialista en cuestiones ambientales.
¿Hace falta un cambio en la normativa que obligue a que la empresa tenga estos especialistas?
Por supuesto, tienen que ser químicos, gente muy especializada. Ahora está por salir una ley de delito ambiental. Ojalá salga. Si los directivos pueden ir presos, ahí sí se van a preocupar por el tema.
¿Cómo ha visto el trabajo de regulación y control por parte del Ministerio de Ambiente?
También es un desastre. Al principio iban a pedir 65 metros cúbicos por segundo, y en aquel tiempo, en el período del Frente Amplio, yo hice unos cálculos y le dije al encargado del Frente que con ese caudal no iban a diluir de acuerdo a lo que se supondría que deberían ser los valores en el río, entonces lo subieron a 85 metros cúbicos, pero tampoco les da porque efectivamente es un embalse. Ellos calculan como si fuera un río y le echan esa cantidad de agua, y puede correr en sentido contrario si el viento viene en sentido contrario, porque choca en agua quieta. Además, como el agua sale a alta temperatura –cerca de 30 grados–, tiene diferente densidad, y corrientes con mucha diferencia de densidad cuesta que se mezclen. Les dieron la autorización antes de tener una propuesta que pudiera cumplir las normas, y por lo tanto no las están cumpliendo. Cada vez que inspeccionan la situación de la represa les tienen que poner una multa, y si estuvieran todos los días muestreando, les tendrían que poner una multa por día.
¿Qué opinión tiene sobre los proyectos de hidrógeno verde en Paysandú y otros lugares del río Uruguay, sobre todo en Tambores, donde las aguas son subterráneas? ¿Qué impactos pueden tener estos emprendimientos?
Primero, quiero aclarar que yo no soy especialista en hidrógeno verde, no he tenido más remedio que estudiar algunas cosas porque hay mucha curiosidad natural. Lo que está claro es que no tienen interés en el hidrógeno, sino en un hidrocarburo que se hace con restos vegetales e hidrógeno, entonces, lo que sacan es el hidrocarburo. El tema del hidrógeno es muy complicado porque es difícil de almacenar, es difícil de transportar y es inconveniente. Además, es altamente peligroso, es muy explosivo, entra en combustión con muchísima facilidad. Entonces, van a poner una planta y seguramente van a producir después con restos vegetales, y van a obligarnos a vender, aparte del agua –o regalarla–, los restos vegetales que reponen la fertilidad del suelo. Yo me imagino que UPM se refriega las manos, porque todo lo que sobra de lo que descascaran los palos, los licores que salen del proceso, que no saben qué hacer con ellos porque son complicados, todo eso seguramente en parte lo van a usar para vendernos energía cara, porque el compromiso que tenemos es comprarle energía a UPM por arriba del precio spot, con lo cual nos va a salir carísimo. A su vez, ahí tienen una segunda posibilidad de utilizar restos vegetales para la producción de hidrocarburos a partir del hidrógeno.
Por otro lado, el proceso no es demasiado eficiente, es una electrólisis, se hace con electricidad, entonces tenemos que regalar la energía también, porque si les cobramos la energía cara no pueden venir, o ellos podrán molinos, pero finalmente es energía que no usamos nosotros, que usan ellos. Seguramente se la regalemos, como le regalamos a UPM la madera, porque una vez que entra el rollizo a la zona franca ya no paga más impuestos, o sea, nosotros exportamos troncos, no exportamos celulosa, y ahora le van a agregar un poco de ganancia con el hidrógeno supuestamente verde.
Además, lo que se rescata es un 10% del agua que se usa, es decir que el consumo es mucho mayor de lo que dicen, y es agua de muy buena calidad. Los acuíferos ya sabemos que los precisamos, porque si hubiéramos tenido capacidad para traer del Acuífero Guaraní el agua a Montevideo, no habríamos tenido problema. Es un agua de primerísima calidad. Los vecinos de la zona están temblando por la posibilidad de quedarse sin agua, que puede pasar. Si lo instalaran al borde del río Uruguay sería otra cosa, aunque no tenemos por qué regalarla, pero así son las cosas.
En términos generales, ¿generan cierta preocupación estos proyectos?
Sí, por supuesto. En realidad, no sé si los van a hacer, porque no solucionan el problema de la energía. Lo que solucionaría el problema de la energía sería un cambio total del estilo de vida y de desarrollo de la gente, si no, vamos a seguir derecho al precipicio.
En conclusión, ¿se van a ver afectados los recursos hídricos en el país con estos emprendimientos?
Hay un riesgo de que eso ocurra. Si yo fuera vecino de Tambores, me les pondría de punta. Si fuera contra el río Uruguay, me quedo sin argumentos, pero de todas maneras está claro que vamos a estar regalando fertilidad, agua, y no tenemos por qué. Pero a los “malla oro” hay que cuidarlos, dijo el presidente. Vamos rumbo al abismo.
TE PUEDE INTERESAR