Ante la solicitud de un espacio que integre la presencia de humanos y animales, La Mañana consultó al psicólogo social Alejandro De Barbieri para conocer cuáles son los principales rasgos de la convivencia en una sociedad pospandémica.
Un grupo de más de 130 vecinos de Montevideo se encuentra solicitando un espacio dentro del Parque Prado para concurrir con sus perros sueltos. Si bien actualmente existe un perímetro delimitado para tal fin en el parque, los vecinos señalan que el mismo no funciona correctamente, ya también lo utilizan adiestradores de perros que tienen a su vez sus propios intereses. Ante esto, fue elevada una petición a la Junta Departamental días atrás. Nataly Luna, integrante del colectivo solicitante, expresó a La Mañana que solicitan el uso de mil metros cuadrados de las casi cuatro hectáreas que componen el parque para generar un espacio. En tal sentido, señaló que se suscitaron algunos inconvenientes con vecinos que no estaban de acuerdo con la concurrencia de perros sueltos por lo que, en busca de una convivencia sana, solicitan también la colocación de un cartel. “Queremos evitar conflictos de convivencia. Nuestra solicitud no demanda de presupuesto. La idea es presentar una voluntad colectiva de que queremos un espacio para compartir con nuestras mascotas”, subrayó.
Actualmente, Montevideo cuenta con 23 espacios ubicados en distintos municipios donde las personas pueden concurrir con sus perros y mantenerlos sueltos. Sin embargo, a vistas de los hechos, los mismos parecen ser insuficientes. Mientras tanto, la Junta prevé crear 17 espacios más de estas características que engloben la presencia exclusiva de perros sin correa.
El suceso hace pensar en cómo integrar los diversos intereses de la sociedad en una misma área, a fin de generar una convivencia armoniosa donde ninguna de las partes se encuentre perjudicada. Ya sea con la integración entre mascotas y humanos, como así también entre personas de distintos sectores etarios, como jóvenes y adultos mayores.
Para conocer los factores que inciden en el compartir social, La Mañana consultó al psicólogo y autor Alejandro de Barbieri, codirector del Centro de Logoterapia y Análisis Existencial (Celae). El especialista trabajó como psicólogo educacional y ha dictado conferencias a nivel internacional.
La pandemia resaltó las problemáticas de la sociedad
En diálogo, el psicólogo hizo referencia a que actualmente la sociedad vive una época de cambios en la forma en la que nos vinculamos, hecho resaltado gracias a la pandemia. “El covid puso lupa en las problemáticas que ya teníamos antes, como las emociones, las frustraciones, las depresiones y la convivencia”, resaltó. Uno de los temas que más influyen en la vida de una persona, señaló, es la relación con los demás. En ello, figura la convivencia y el generar espacios de encuentro.
Pero, en una sociedad que parece tornarse cada vez más violenta y menos tolerante, ha disminuido la aceptación de que el otro ser humano sea distinto. “Estamos viviendo en una época violenta porque hay mucha inmadurez. La gente confunde las ideas con las personas. Las ideas pueden ser compartidas o no, ahora o en el futuro, pero eso no quita que no se pueda convivir. Hay también un hecho relacionado a la fragilidad, al adulto que genera vínculos tóxicos y este hecho afecta directamente la salud mental, pues al final del día quiero terminar relacionándome solo con las personas que piensan igual a mí”, mantuvo De Barbieri.
Son los actos los que reflejan nuestros valores, agregó. Ante ello, se puede apreciar cómo distintos movimientos impulsan la generación de una nueva cultura de la no violencia, como puede ser las estrategias de la Asociación Uruguaya de Fútbol, Nacional y Peñarol en repudio a los cánticos de las barras que hacen apología al asesinato entre hinchas rivales.
El individualismo frente al aprendizaje a través del otro
Pero además de ponerle luz a las problemáticas, la pandemia también colaboró en incrementarlas. En este sentido, el psicólogo subrayó cómo el aislamiento derivó en una actitud más individualista de la sociedad. Estuvimos más tiempo solos y nos acostumbramos. “Hay jóvenes que no quieren volver a la oficina después de la temporada de home-office vivida, pero es necesario, porque el compartir nos brinda otras habilidades emocionales que tiene que ver con el conversar con el que piensa distinto, escuchar incluso música distinta. Esto es preocupante porque altera la salud mental y la convivencia”, apuntó.
El neurobiólogo italiano, Giacomo Rizzolatti, descubrió en el último tiempo la existencia de las “neuronas espejo” que ponen de manifiesto que el proceso de aprendizaje del ser humano se da a través de la imitación, y que las personas resuenan naturalmente con otros pares. Necesitamos del otro para crecer. Observarlo, escucharlo, intentar hacer lo que realiza. Tener empatía. “Sin embargo, vivimos en una cultura que sanciona el imitar. Que te dice que no copies a nadie, cuando uno debe tener grandes referentes. Necesitamos que haya una pausa en el día para dialogar con los demás, intercambiar información y sentirnos valorados”, explicó el especialista.
Por otro lado, hizo referencia a la tolerancia. “La palabra tolerancia tiene una etimología con hospedar, significa hacer huésped en mí al otro. Es ir hacia la cultura del encuentro. Forma parte de mi vida que me puedo encontrar con gente que no piensa lo mismo que yo, pero la clave es que esto no me distancie efectivamente”, clarificó.
“Existe mucha gente desmotivada lo que genera problemas de suicido y depresión”
Aunque asimismo hay un factor que está relacionado con una convivencia en paz y de apertura hacia el otro. Se trata de la motivación. De Barbieri cuenta con una amplia experiencia de estudio respecto a cómo incide la motivación en los seres humanos, ya que pertenece a la corriente fundada por Viktor Frankl, neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco, dedicado al estudio del sentido de la vida. Frankl descubrió, desde los más duros episodios de vida que le tocó vivir –sobrevivió a varios campos nazis de concentración– que la principal motivación del hombre es encontrar un sentido a su vida. De Barbieri llegó a conocer personalmente a Frankl y a charlar con él, desarrollando luego su corriente terapéutica en Uruguay (la logoterapia), en los campos educacional, clínico y laboral.
Desde este punto, el entrevistado expresó a La Mañana: “Existe mucha gente desmotivada, por lo que tenemos problemas graves en el país de intentos de suicidio y depresión. Es por esto que necesitamos encontrar lo que nos motiva y, una vez que lo hayamos encontrado, motivarnos. Motivarnos a motivarnos, porque la vida nos va a desmotivar. Debemos encontrar que siempre lo que hagamos sea con un propósito. Saber que sos bueno y reflejarlo en el trabajo”, explicó.
A la vez, mencionó la importancia de que los jóvenes estén motivados. “Es necesario que vayan a estudiar por sí solos y no porque los padres los obligan. La motivación de los chicos no puede depender de si una clase es divertida. Tenemos que buscar que estén a las siete de la mañana en clase, les guste el profesor o no, porque eso nos ayuda a encontrar rutinas y disciplinas. Particularmente, a los docentes les digo que no tenemos que seducir todo el tiempo a los chicos, porque ese es el riesgo del mundo actual, porque motivar todo el tiempo al desmotivado, también desmotiva al motivado”, sostuvo.
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