El objetivo es incrementar la producción para llegar a más mercado. Caracterizado por su valor nutritivo el pistacho es requerido en todo el mundo, pero son pocas las zonas en el mundo que tienen características adecuadas para su desarrollo.
Se dice que el pistacho es el futuro de las zonas áridas del planeta, siempre y cuando cumplan con las condiciones climáticas y meteorológicas que el cultivo requiere. Apodado “oro verde”, las revistas de medicina lo destacan por sus aportes a la salud humana.
Originario de Oriente Medio, en nuestro continente el principal productor es Argentina, país que aún tiene gran potencial para seguir creciendo. El pionero es Marcelo Ighani, que aunque es arquitecto se ha dedicado a la actividad productiva siendo hoy un destacado productor e impulsor del mismo.
Consultado qué requiere el pistacho para desarrollarse productivamente, Ighaní dijo a La Mañana que el tipo de ambiente es fundamental para su desarrollo. Es un árbol que crece en el paralelo 32, “tanto en el hemisferio norte como en el sur”, pero con la característica de un clima particular que solo se da en algunas zonas, lo que hace que el producto sea muy requerido: “Aquí en Argentina la latitud 32 grados pasa por San Juan y Mendoza. También por Chile y Uruguay, pero Chile ni Uruguay reúnen el clima ni las precipitaciones adecuadas. Hay pocos lugares en el mundo que reúnen esas condiciones y eso le da otro valor”, explicó.
“Uruguay tiene demasiadas precipitaciones anuales”, muchas más que los 50 o 100 milímetros que requiere, “y no tiene el calor ni el frio” adecuados. La temperatura promedio debe ser de 27 grados, “y cuando digo que ese es el promedio quiere decir que durante el día se puede llegar a 45 grados y de noche bajar considerablemente. En Uruguay esas temperaturas no las tienes”.
Es que “cuando una producción de cualquier rubro es reducida, esa condición genera mayor valorización”. Avanzar en el desarrollo del pistacho requiere “ponerse la meta de decir ‘yo quiero ser uno de los pocos en el mundo para que el mundo me necesite’, y al no haber demasiada oferta el potencial crece”, insistió.
Más de 40 años produciendo
Ighani es socio fundador de Pisté SRL, una empresa familiar que atiende al mercado argentino y exporta a la región: Uruguay, Paraguay, Brasil, Chile, Bolivia, y también a Italia o China, entre otros, destacándose por su alta calidad de producción.
Con más de 40 años Pisté nació con las primeras semillas que se plantaron al comenzar la década del 80 de forma experimental. Actualmente, la producción en San Juan y Mendoza es de 6.000 hectáreas, “queremos llegar a 100.000 porque hay mucha demanda insatisfecha”, explicó, a pesar de las virtudes productivas y de ser un mercado creciente.
Es un árbol “de raíces pivotantes” por lo que “se abastece de la humedad a 6 o 7 metros de profundidad y eso hace que se riegue menos”, lo que suma “una gran ventaja” en cuanto baja costos y reduce inversiones de riego. “El suelo más apto es un franco arenoso, ese es el ideal, y si tiene profundidad mejor, porque las raíces se desarrollan fácilmente”.
De arquitecto a agricultor
Ighani es iraní, llegó a Argentina a los 16 años donde hizo sus estudios de secundaria y luego realizó la carrera de Arquitectura en la Universidad de San Juan. “Irán es el primer productor del mundo, pero yo no tenía ni idea de esa realidad. Acá empecé de cero”, contó.
Consultado cómo llegó a la conclusión de que el pistacho, tan poco conocido, podría resultar en la zona de San Juan y Mendoza, dijo que antes había hecho “otras cosas que no dieron el resultado esperado, lo que lo llevó a buscar alternativas, algo distinto que no fuera lo que todo el mundo hace”.
Con ese espíritu desafiante e innovador analizó su entorno y comenzó a buscar. “Me planteé que este es el lugar en el que estoy con mi familia, investigué qué era posible hacer en una latitud similar con la temperatura que hay aquí, con fríos y calores, y encontré que en la provincia de San Juan podía andar el azafrán y otras producciones, pero de todas ellas lo mejor era el pistacho, y con constancia y perseverancia logré avanzar”.
Sobre los usos que se le da al pistacho, Ighani descartó la posibilidad de ser usado como alimento animal: “Desde ya que el consumo animal no, porque es muy caro”, y en caso de tener una cosecha mala igualmente es aprovechable, se le saca la cáscara, queda la pepa interior con la cual se puede hacer harina para repostería o sacar el aceite que se paga muy bien, un litro está entre US$ 80 y US$ 90”.
Su uso más habitual es como “fruta seca, con chocolate, en repostería, también se hace aceite para cosméticos y medicinales. Sus usos son muy variados”.
Un producto ideal
El pistacho es un producto ideal en todos los sentidos. La producción promedio por hectárea es de 3.000 kilos por hectárea.
“Con una hectárea se puede obtener US$ 270.000 anuales”, y no parece “difícil adquirir una hectárea y dedicar un par de horas al día para cuidarlas. Así de rentable es. Es una oportunidad muy buena, los pequeños inversores pueden juntarse, entrar en un fideicomiso e invertir en 10 o 15 hectáreas”, comentó.
Importante valor nutritivo
Los pistachos son naturalmente libres de colesterol y grasas trans, además de ser uno de los frutos secos con menor número de calorías y menor cantidad de grasas. Se caracteriza por su alto valor nutritivo: tiamina, vitamina B6, cobre, manganeso, potasio, fibra, fósforo y magnesio; y entre los aperitivos de frutos secos es el que contiene la mayor cantidad de polifenoles antioxidantes.
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