Los casos de depresión y ansiedad en el mundo aumentaron un 25% en 2020 a causa de la pandemia, según un informe de la revista científica The Lancet. ¿Qué mitos hay en torno a estos trastornos? ¿Tienen cura? ¿Cómo abordarlos? Las respuestas están a cargo del doctor Luis Villalba, presidente de la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay, quien explicó a La Mañana las principales características de estas enfermedades en Uruguay.
Un temor obsesivo, desmedido y con una reacción exagerada son algunas de las características de la ansiedad. La tristeza, desgano, angustia e irritabilidad, por su parte, forman parte de la depresión, aunque hay ciertos síntomas que se comparten en estos dos trastornos.
Un punto de encuentro entre depresión y ansiedad es que son trastornos frecuentes, es decir que tienen una alta probabilidad de aparecer en la población general. Una de las cosas más difíciles a la hora de comenzar a abordarlos es diferenciar los temores y la tristeza como sentimientos normales de lo que sería una patología, por lo que los diagnósticos son complicados de dar en los niños.
Puede dificultar el quehacer de tareas comunes de las personas, como el trabajo, las relaciones, la alimentación o la higiene, de manera que se denominan psiquiátricos e implican la atención de profesionales para darles un abordaje acorde, que puede ser con fármacos, atención psicológica o ambos.
Partiendo de esta base es que La Mañana dialogó con el psiquiatra y presidente de la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay, Luis Villalba, quien fue consultado acerca de estos trastornos en el país, el abordaje que se les da y las etapas y medios por los que pasan las personas.
En ese sentido, el entrevistado aseguró que el abordaje depende de la gravedad. En general existen guías clínicas para esto, pero en Uruguay no hay muchas, por lo que Villalba y el doctor Ricardo Bernardi, junto a otros colegas, prepararon una en la que plantearon el tratamiento psicoterapéutico de la depresión y ansiedad.
“Generalmente a las depresiones leves y los trastornos de ansiedad leves se los puede abordar tanto con psicoterapia como con psicofármacos, ya que la eficacia es parecida”, señaló el psiquiatra.
El problema, argumentó Villalba, es cómo se continúa, porque si la persona, por ejemplo, inicia la psicoterapia y a los seis meses sigue con los mismos síntomas, sería adecuado introducir los fármacos. Al revés sucede lo mismo; si la persona está en tratamiento con fármacos y no mejora, se debe introducir un abordaje terapéutico. Pero en casos graves siempre se inicia con medicación.
“Los psiquiatras están bastante preparados para recomendar el uso de los psicofármacos. La psicoterapia todavía no tiene una formación en psicofarmacología, pero es algo que sucede comúnmente”.
Pandemia y consumo de sustancias
Se consultó al entrevistado si se percibe que durante la pandemia haya aumentado las consultas respecto a los dos trastornos nombrados. Reconoció que no existe un estudio profundo sobre el tema, pero que sí es real que en la línea telefónica de covid-19 hubo un número muy importante de personas que manifestaron síntomas depresivos. “Aunque es difícil compararlo con otros momentos, las cifras de suicidio de 2020 no aumentaron en relación con años anteriores”, indicó.
Según Villalba, muchas veces, los trastornos ansiosos y depresivos no aparecieron en el momento más crudo de la pandemia sino después y, fundamentalmente, relacionados a las pérdidas laborales, económicas y familiares. “Lo que ha crecido, aunque sin reportes oficiales, es el consumo de sustancias y alcohol. Eso también está relacionado con la depresión y ansiedad, porque mucha gente recurre a ellas para manejar síntomas que no logra sobrellevar”, expuso.
Ahora bien, ¿las personas consumen sustancias debido a la depresión o ansiedad, o consumirlas puede desencadenar en estos trastornos? Ese fue otro de los cuestionamientos a Villalba, y aseguró que, en este caso, el aumento del consumo se debió al estrés que generó la pandemia, avanzando hacia los trastornos. “Por ese lado, uno pensaría que la causa viene de los síntomas depresivos o ansiosos”, dijo.
Sin embargo, aclaró que es cierto que algunos consumidores utilizan este tipo de sustancias para calmarse, y a veces tiene el efecto contrario, desencadenando situaciones más graves.
Hablar, pero con la información adecuada
Villalba considera que uno de los mayores problemas para tratar la salud mental es el estigma. “Las personas le temen a la locura y es algo natural tener miedo a la pérdida de control sobre la vida. Pero se generan grandes fantasías que no corresponde con la realidad, ya que la mayoría de los trastornos psiquiátricos son tratables”, explicó.
Los de mayor prevalencia son la depresión y ansiedad, los cuales mejoran con psicoterapia y fármacos. Los trastornos más graves también se tratan y permiten tener a las personas estabilizadas e insertadas socialmente. Añadió: “Me parece que es necesario dar la información adecuada y que las personas no les teman a los tratamientos psiquiátricos. Al tiempo que la población no estigmatice, que haya más tolerancia y más cercanía”.
En este punto es donde entra en juego, además, el temor a no lograr recuperarse, pero el psiquiatra aseguró que finalizan. Lo que hacen los tratamientos es priorizar una menor duración de la enfermedad.
También es real que hay personas con trastornos depresivos recurrentes, es decir que aparecen vinculados a ciertas situaciones. “Cuando aparecieron repetidamente en la vida de las personas, posiblemente tendrá un tratamiento por periodos prolongados, pero eso no quiere decir que viva deprimido, puede vivir bien, pero tomando un antidepresivo”, aseguró Villalba.
Los trastornos de ansiedad son parecidos, y la persona reacciona frente a situaciones de miedo o estrés, pero los tratamientos farmacológicos y psicoterapéuticos son muy efectivos, explicó el entrevistado.
Uruguay: líder de la región en psiquiatras per cápita
Dentro de Latinoamérica, el porcentaje de psiquiatras por habitante es de los mayores. Además, hay muchos profesionales en psicología. “Desde ese punto de vista no estamos tan mal, quizás lo que sí está siendo dificultoso es la parte institucional, cómo funciona el acceso a los cuidados en salud mental y los tratamientos”, sostuvo Villalba.
En ese aspecto entran en juego los costos, que muchas veces pueden ser altos, aunque en el país la psicoterapia también se brinda a nivel mutual, reduciendo los costos. Villalba considera que hay mucho para seguir haciendo.
Otro dato alentador brindado por el psiquiatra es que los trastornos graves y persistentes no tienen una prevalencia tan grande en el país, como la esquizofrenia o bipolaridad. Recordó que la forma de tratamiento está en revisión en función de la nueva ley de Salud Mental (n°19.529), que plantea que los pacientes graves no prevalezcan por periodos prolongados en los sanatorios psiquiátricos.
“Esto nos pone a pensar en una psiquiatría más comunitaria, mejor. Que las personas no vivan aisladas en una clínica, sino que se integren en sociedad. Es un desafío que va a llevar un tiempo. Creo que de a poco se mejorará, ya que los tratamientos farmacológicos lo han hecho y permiten que una persona con una enfermedad grave conviva en familia”, reconoció.
“La psiquiatría no se opone a la espiritualidad”
Basta con entrar a las redes sociales para encontrarse con posteos de movimientos naturistas o espirituales que no fomentan el uso de psicofármacos para salir de dificultades vinculadas a la depresión y la ansiedad. Son partícipes de rituales que se alinean al uso único de hierbas naturales o meditaciones, por ejemplo.
En esa línea, Villalba opinó que si se genera una visión excesivamente crítica de la psiquiatría puede hacer mucho daño cuando no es racional. “La psiquiatría es de las pocas ramas médicas que tiene una antipsiquiatría. Hay pensadores que creen que los trastornos psiquiátricos son una creación de los propios médicos y que no existen en la realidad”.
Sin embargo, aseguró, “la psiquiatría no se opone a la espiritualidad, al contrario, entendemos que esta puede formar parte de la salud de algunas personas, y hay a quienes las ayuda a salir de problemas psicológicos, no hay que verlos como opuestos. Al menos yo no lo veo así”.
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