Octubre es el mes de las Misiones en la Iglesia católica, en ese marco, La Mañana dialogó con una mamá misionera que hace 23 años recibió el llamado para colaborar con los salesianos en Angola y brindar apoyo a los niños, niñas y adolescentes que viven en las calles del país africano.
La Iglesia católica vive el mes de octubre dedicado a despertar el Espíritu Misionero en los fieles, con gestos de solidaridad hacia los 200.000 misioneros que entregan sus vidas por el anuncio del Evangelio en el mundo. Durante el Mes de las Misiones se intensifica la animación misionera, uniéndonos todos en oración, el sacrificio y el aporte económico a favor de las misiones, a fin de que el Evangelio se proclame a todos los hombres.
De cara a esa celebración, el papa Francisco dio un mensaje en el VI Congreso Misionera Nacional realizado en San Luis, Argentina. Aseguró que la misionalidad es una dimensión del corazón cristiano: “El bautismo te incorpora a la Iglesia, que es misionera y recibió el mandato de Jesús: ‘vayan evangelicen, prediquen, den a conocer la buena noticia’”. Agregó que la misionalidad es esa dimensión que se debe llevar adelante. “No tengan miedo, juéguense y dejen misionar al propio corazón, que Jesús misione en ustedes”, expresó.
Una de los miles de misioneros del mundo es Virginia Larrosa, salesiana cooperadora que desde agosto de este año y hasta noviembre se encuentra de misión en Angola, específicamente pertenece a la escuela Don Bosco ubicada en Luanda-Lixeira. Larrosa recibió el mensaje de Dios para ser misionera a los siete años en un salón de clase, cuando alguien llegó a contar su experiencia en Angola. Pasaron 23 años desde aquel momento y hoy está cumpliendo con su llamado.
“Recuerdo que vino al colegio un voluntario que estaba haciendo una misión en Angola y contó su experiencia tan convencido, con tanto amor, con tanta alegría de lo que estaba haciendo que su relato no solo me atrapó, sino que también me convenció. Yo quería ser como él. Ese día llegué a casa y le dije a mi madre que quería ser misionera y que me iría a Angola”, relató.
La entrevistada sostuvo en diálogo con La Mañana que tiene la certeza de que cada persona debe descubrir su misión, hacerla con amor, pasión, alegría y entrega, y que quienes lo vean quieran hacer lo mismo. “Nunca sabemos cuándo Dios, de pronto, pone la semilla en nosotros a través de los demás, como fue en mi caso”, aseguró.
Indicó que, tal vez, para Andrés Algorta –el salesiano que la motivó a misionar en Angola– fue solo dar su testimonio en una escuela como cualquier otra, sin embargo, él no supo hasta dos meses que su testimonio transformó la vida de una niña de siete años como Larrosa. “Eso trato de vivirlo en todo lo que estoy haciendo en Angola, en cada encuentro con los niños, jóvenes y demás personas”, añadió.
Llevar a los niños a sus hogares
Puntualmente, la misionera integra tres proyectos en Angola: uno es Meninos da Rua, en el que salen por las noches a trabajar por los niños en situación de calle a través de una especie de oratorio. Hacen una actividad rompehielo y los chicos relatan cómo estuvo su día, qué hicieron, qué les pasó, y en base a eso tratan diversas temáticas.
“El objetivo es trabajar a través de la sensibilización, y que ellos puedan darse cuenta que la calle no es su lugar, que están expuestos a un montón de situaciones de vulnerabilidad. Hacemos esto porque los niños de aquí, a diferencia de Uruguay, entran a los hogares en forma voluntaria, y para conseguir eso hay que hacer un camino primero”, explicó.
También acompaña a dos hogares de los salesianos: la casa de mininos Mamá Margarita y la de mininas que es la Casa Anuarite. Allí realizan talleres de música, apoyo pedagógico y ahora se encuentran trabajando los derechos del niño y la niña. El tercer proyecto que integra se llama localización familiar: se busca a los familiares de los niños que dejaron la calle y entraron a los hogares. “Tratamos de indagar por qué terminaron en la calle, por qué se fueron de los hogares, y que sanen el vínculo para fomentar la revinculación de las familias, apostando a la vuelta a sus hogares de forma distinta”.
Conexión entre familia y vida misionera
Para que la entrevistada pueda cumplir con el llamado de irse a misionar debió tomar la decisión de no estar algunos meses con su familia. En ese sentido, comentó que ser salesiana cooperadora comprende un gran desafío de hacer equilibrio entre las dos cosas. “Al venirme a Angola no voy a negar que el principal miedo era cómo lo iban a experimentar mis hijos, entonces tuve que preparar el terreno”, comentó.
La entrevistada dejó una serie de cartas con el fin de que su esposo se las dé a sus hijos cuando la extrañen mucho, así como regalos de acuerdo a los intereses de los niños. “Fue muy importante dejarle detalles como videos de recetas de cosas que cocinamos siempre juntos, por ejemplo. La comunicación diaria como las llamadas, los videos, las fotos, tener siempre todos los días un tiempo para saber cómo estamos, cómo estuvo el día, qué estoy haciendo, es fundamental”, dijo.
La importancia de rezar
Larrosa reflexionó acerca de lo importante que es comprender la misión como un estilo de vida y poder vivir acorde al Evangelio a través de la forma de ser y de estar con los otros. “Muchas veces, cuando pensamos en los misioneros pensamos en los que salen de su tierra, pero también misionamos en los espacios comunes que habitamos, en la facultad, con los amigos, la familia”, expuso.
Dijo que al ir de misión a otro lugar hay una realidad que interpela cuando uno está lejos de casa. “Ves vulnerabilidades y fortalezas, otras culturas, y se trata de encontrar a Dios en eso, en la pobreza, en la falta de recursos. Es necesario volver la mirada a Dios, abrazar la cruz en la misión”, sostuvo.
Comentó que en misiones aparece la sensibilidad a flor de piel, y salen a la luz todas las certezas y debilidades. “Por lo que es un desafío muy grande que lo que te queda es abrazarte al rosario y rezar”, expresó. Agregó que es fundamental visibilizar este Mes de las Misiones, pero también que es el Mes del Rosario “y lo importante que es rezar por las misiones y misioneros”.
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