El cardenal Daniel Sturla comentó uno de los instantes más impresionantes del Nuevo Testamento, que duró unos segundos, pero que está cargado de simbolismos y mensajes que se reafirman a pesar de los siglos transcurridos.
Este domingo se celebró el Domingo de Ramos, una jornada especial para la Iglesia Católica y la comunidad católica del mundo entero, en la que se recuerda la entrada triunfal de Jesús de en Jerusalén rodeado por una multitud que lo aclamó como Mesías.
Además, es el comienzo de la Semana Santa, la semana más importante del catolicismo porque refiere a la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. De las ceremonias de este día se destacan la bendición de los ramos de olivo y laurel, la misa y en el desarrollo de la misa el relato de la Pasión.
El día comienza con la procesión, una tradición que los fieles cumplen desde el sigo IV y que se ha extendido a todo el mundo y hasta el presente.
Este año, en Montevideo, el cardenal Daniel Sturla presidió las ceremonias del Domingo de Ramos. Comenzó en la Plaza Zabala, en la Ciudad Vieja, en Montevideo, con la bendición de los ramos que portaban los fieles mientras se entonaban cantos acordes a la fecha.
Desde allí, la procesión se dirigió a la Catedral Metropolitana, donde se celebró la misa, y la lectura de la Pasión correspondió al Evangelio de San Lucas.
Acto seguido tuvo lugar la homilía, que son las explicaciones, comentarios o reflexiones que los religiosos realizan sobre la Biblia, trasladando los relatos y hechos de entonces a la realidad de nuestros días.
En la homilía, el cardenal Sturla puso énfasis en una de las escenas más impactantes en la vida de Jesús y Pedro, que fue el cruce de miradas después de que éste lo negara.
“Después de la negación de Pedro, cosa que Jesús le había anunciado, y cuando canta el gallo, dice San Lucas: ‘Jesús se volvió y miró a Pedro’”, contó el cardenal que agregó: “Uno podría pensar que esa mirada es para decirle ‘viste que yo tenía razón’-, pero conociendo el corazón de Jesús podemos decir que una mirada llena de misericordia, de amor, de esa ternura propia de Jesús”.
Esa mirada “hizo que Pedro, arrepentido, no se colgarla como hizo Judas, sino que llorara amargamente sus pecados, y después de la Resurrección recibiera el perdón y la confirmación de su misión”, agregó.
“Hoy, si Jesús nos mira, no es para reprocharnos, sino para que reconozcamos con humildad nuestros pecados y pidamos perdón. Esta semana es propicia para que nos acerquemos al sacramento de la confesión” para recibir “el perdón”.
TE PUEDE INTERESAR