El director nacional de Educación del Ministerio de Educación y Cultura, Gonzalo Baroni, dialogó con La Mañana sobre su visión de lo que está ocurriendo en materia educativa, a la vez que dio detalles sobre el bono propuesto para alumnos de educación media.
¿Cuál es la base de la iniciativa de dar un incentivo económico para los alumnos de educación media?
Esta es una propuesta que elaboramos con el equipo de educación del programa único del Partido Nacional, en el que se está haciendo un aterrizaje de muchas de las propuestas e ideas que ya estaban. Esto lo que hace, concretamente, es mostrar con detalles, cómo pretendemos llevar adelante este tipo de iniciativas. Se trata de una iniciativa innovadora para buena parte de los uruguayos, pero es algo que en realidad existe. En Paysandú se otorgan becas a alumnos de educación media, de entre 15 y 18 años, provenientes de hogares de bajos ingresos. También existe en otras partes del mundo. Es una política de shock que busca aumentar rápidamente los egresos, sobre todo en los jóvenes que muy probablemente no terminen la enseñanza media de secundaria y UTU, ya que Uruguay a este ritmo viene muy lento.
¿Cómo son los detalles de esta iniciativa que plantea el Partido Nacional?
La idea es que haya dos pagos. El primero de 80 mil pesos (aproximadamente) para lo que sería quinto año (o segundo de bachillerato) y un segundo pago de unos 160 mil pesos al culminar el segundo año de bachillerato, o sea cuando se termina el liceo o la UTU. Lo que está previsto es que estas condiciones de egreso se cumplan antes de los 20 años. Además, va dirigido a alumnos de los quintiles uno y dos. O sea, se trata de adolescentes y jóvenes con menores recursos del país. Por lo tanto, los beneficiados tienen que cumplir tres condiciones: la edad, el perfil socioeconómico y estar cursando el bachillerato en los últimos dos años.
¿Cómo observan la situación de liceos y UTU de contexto crítico?
Cuando se analizan los liceos y UTU de quintiles uno y dos, se observa que cerca del 75%, o sea tres de cada cuatro, llegan a tercero (o noveno año actual) y, sin embargo, entre cuarto y sexto solamente termina uno de cada tres. Estamos hablando de que, en este contexto socioeconómico, solo termina secundaria o UTU el 32% de los estudiantes. Eso se debe a que existen varias situaciones. Hay abandono por violencia dentro de los liceos, por falta de seguimiento y también porque muchos de esos estudiantes están mirando más el mercado de trabajo o atendiendo aspectos familiares. Se debe tener en cuenta que en algunos casos ya son padres o madres. Por lo tanto, dar un incentivo muy grande a nivel económico es lo que se llama “costo-oportunidad”. O sea, la gente va a motivarse más a culminar porque va a recibir una partida de dinero bastante grande.
¿Existe algún cálculo sobre qué porcentaje de abandono se puede reducir con esta medida?
Partimos de que en los últimos 20 años hemos aumentado un punto porcentual en la tasa de egreso. Uruguay en el 2005 tenía 32% de los jóvenes que terminaba el sexto año, hoy es un 52%. En 20 años, 20 puntos. Un punto por año. El principal empuje fue los últimos cuatro años en que este gobierno logró 9% de aumento, cuando el Frente Amplio en 15 años alcanzó 11%. Entendemos que a uno por ciento por año o menos de uno por ciento, como era con el Frente Amplio, nos tomaría 50 años en llegar al 100% de que la totalidad de los alumnos culminen educación media. Si nos ponemos algunos objetivos un poco más cercanos, por ejemplo, llegar a lo que tiene Chile (cerca de un 80% de egresos) o Argentina que está por encima del 70%, aspiramos que en cinco años más, con la reforma educativa más esta política de shock, podríamos estar llegando a un 66% de jóvenes que terminen la enseñanza media.
¿Cuáles son los principales cambios que se deberían hacer en los liceos de contexto crítico?
El mejor resultado que hemos tenido son los centros María Espínola, que es un modelo educativo que lleva adelante la ANEP. Para el año próximo tendremos 60 centros de este tipo. Se trata de una forma distinta de abordar los aprendizajes, con equipos multidisciplinarios que acompañan. Son centros de enseñanza media de tiempo completo, que suman tres comidas para los adolescentes y jóvenes que concurren. Los docentes están en esos centros por tres años y no por uno, por lo tanto, la rotación es más baja y hay una mayor comunidad educativa y se trabaja de manera más coherente. Eso es lo que va a ayudar a mejorar las situaciones de violencia, de soledad, de salud mental, o sea problemas que tiene más que otras este tipo de población. Estos centros, además, cuentan con docentes que permanecen con los años en la institución, compartiendo más tiempo con los alumnos.
¿Qué cantidad de centros podrían pasar a esta condición de tiempo completo?
Para el próximo período calculamos duplicarlos, o sea entre 120 y 130 centros de este tipo. Esa cifra es la ideal para cubrir los quintiles uno y dos. Después aspiraríamos a abordar a toda la población en general, o sea la totalidad de los liceos y UTU. Ahora se está apuntando a los estratos más bajos, que son los que tienen la urgencia inmediata de resolver muchas situaciones de aprendizaje, de alimentación y de otro tipo de apoyos.
Uruguay se caracteriza por buenos indicadores en algunos aspectos, pero ¿a qué se debe que en la educación los números sean tan malos?
En todos los índices de desarrollo Uruguay está primero a nivel de Latinoamérica y el Caribe y muy cerca de los países desarrollados que están más abajo de la tabla. Pero cuando se ve la parte educativa, en las poblaciones más beneficiadas, o sea los quintiles cuatro y cinco, tiene niveles muy parecidos a lo que es la Europa mediterránea. Sin embargo, en los jóvenes de los quintiles uno y dos, los resultados son más parecidos a los de África subsahariana. Esta diferencia, marcada por la tasa de abandono de la educación en los sectores más vulnerables, hace que se exista un combo complejo. La educación uruguaya para la región no es mala; sin embargo, a nivel interno, se observa una diferencia muy grande entre los más ricos y los más pobres.
En materia educativa, ¿cuáles son las prioridades en caso de un triunfo del candidato del Partido Nacional en las elecciones?
Hicimos varias propuestas en el programa del Partido Nacional. Hay dos que ahora las profundizamos. La primera es la del bono educativo y la segunda es ampliar las escuelas de tiempo completo y tiempo extendido. El objetivo es que la mayoría o la totalidad de la población con ese perfil socioeconómico, quintiles uno y dos, este en los centros de enseñanza de ocho horas con alimentación y acompañamiento del maestro todo el día. Eso para escuelas y jardines de infantes, ya que la idea es realizar un cambio estructural desde el comienzo de la educación. Si los niños desde un comienzo tienen asegurada tres comidas y ocho horas en la escuela, en el largo plazo van a tener un mejor aprendizaje. Eso lo complementamos con algo de inmediato, y está dirigido a jóvenes que tienen entre 17 y 20 años y están pensando más en irse que quedarse en el centro educativo, por más que ahora se les pongan mejores profesores y más tiempo en el centro de estudios. Para ellos es este bono educativo. Por lo tanto, primero está la reforma estructural que es la universalización del tiempo completo y tiempo extendido para los sectores más bajos en jardines y las escuelas, y lo segundo es esta política de shock, que es puntual y apunta a una población muy específica.
¿Qué comentarios le merecen los planteos en materia de educación por parte del Frente Amplio?
Nosotros partimos de paradigmas distintos con el Frente Amplio, que tiene una visión muy cercana a algunas corporaciones educativas y algunas cúpulas de algunos sindicatos que no colaboran con los cambios en la educación. Además, la gran mayoría de sus bases programáticas en temas educativos hablan de volver a muchos aspectos que el Frente Amplio planteaba antes y quieren desarmar o desarticular algunas cosas de la transformación educativa que llevó adelante este gobierno. Sobre la idea de los bonos para estudiantes, la candidata a la vicepresidencia, Carolina Cosse, salió a decir que era demagógico y populista. En realidad, el Frente Amplio es demagógico al señalar que antes de 2020 estamos muy bien en la educación, cuando en verdad estábamos cayendo en picada.
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