Frente a la inauguración de la nueva sede de la Facultad de Veterinaria, ubicada en la intersección de las rutas 8 y 102, exalumnos de la institución académica darán el próximo fin de semana su último adiós a un sitio histórico, formador de profesionales que marcaron huella en la salud pública del país y su desarrollo productivo. En diálogo con La Mañana, los profesores Juan Pedro Dragonetti, Juan Carlos Sosa y el actual diputado Rafael Menéndez le rinden homenaje a su casa de estudios.
En su concepción, el fin último de la veterinaria es preservar la salud pública. Para ello, se basa de tres ramas fundamentales en su carrera: preservar la salud animal, producir de forma adecuada tanto para los animales como para los productos que se obtienen y, por último la higiene y calidad de los alimentos. A esta última rama dedicó su vida entera Juan Pedro Dragonetti, hoy profesor jubilado de la Facultad de Veterinaria más no de la docencia, la que dice que dejará de ejercer en el último día de su vida.
Dragonetti ingresó a la facultad en el año 1973 primero como estudiante y luego ejerció como docente en Tecnología de los Productos de la Pesca, donde se desarrolló hasta su grado 5.
En su etapa estudiantil conoció al profesor Víctor Hugo Bertullo, con quien solo llegó a compartir un par de años antes del fallecimiento de este, pero su legado fue tal que el corto tiempo compartido le marcó a Dragonetti para siempre, a tal punto que hoy trabaja para preservar la misma línea en la que trabajó el fallecido docente, y para ello le comparte a sus alumnos los audios de las clases que dictaba décadas atrás, indicó en entrevista con La Mañana.
Fue el mismo Bertullo el que impulsó la construcción del Instituto de Investigaciones Pesqueras. Ubicado en la rambla del Buceo, fue la primera planta piloto para el estudio de los productos de la pesca que existe en Uruguay y que, por mucho tiempo, existió en el Mercosur. Este instituto se muda también con la facultad a la nueva sede, y en el proceso de diseño Dragonetti trabajó junto a los arquitectos, aportando a su modo los conocimientos para desarrollar un sitio de investigación no solo acorde al 2021, sino también propicio para las próximas décadas.
Pero el viejo edificio de la Facultad, aún con su deterioro propio del paso del tiempo, es un sitio “que se lleva tatuado en el alma”, apuntó el entrevistado, quien aseguró tener fotos de cada rincón del lugar e, incluso, de sus pisos. En este cambio, la congoja que siente frente al hecho de tal vez no volver a pisarlos no se puede disimular. Aun así, alienta a los estudiantes frente a este nuevo proceso y les dice: “Chiquilines, todo lo nuevo es un desafío y las cosas evolucionan. Evolucionemos nosotros también con ellas. El nuevo instituto les dará las mejores experiencias, los va a ayudar e inspirar. Ustedes preocúpense por ser buenas personas”. Y de esta forma, entre el aliento y el acompañamiento, continúa forjando con sus alumnos el compromiso del trabajo hacia la sociedad, indicándoles que no se queden en una “burbuja académica” y que busquen siempre las respuestas que desemboquen en una mejora de la calidad de vida de la comunidad toda.
El calor de un nuevo hogar
Con la misma pasión hacia la docencia se expresó el también profesor de la facultad, Juan Carlos “Valor” Sosa. El hoy retirado docente continúa con su profesión a través de la radio en un programa que lleva adelante en Radio Carve donde, a través de sus audiciones, disemina su conocimiento y realiza un trabajo de extensión universitaria, presentado por la Academia Nacional de Veterinaria y la Sociedad de Medicina Veterinaria del Uruguay.
Al igual que Dragonetti, abrazó la profesión desde sus inicios, formándose en la facultad para luego convertirse en su referente y construyéndose como individuo con una fuerte incidencia en la amistad. Es que, oriundo de Treinta y Tres, cruzó con sentida pena el río Olimar al dejar su tierra natal en camino a la capital para formarse, pero encontró en la institución educativa una verdadera familia. Fue profesor del actual decano de la Facultad, con quien incluso salió campeón mundial en la Liga Universitaria de Fútbol en el año 1989. A través de estas instancias deportivas tuvieron la posibilidad de visitar otras universidades del mundo, de las cuales se inspiraron en su labor diaria.
Sosa se desarrolló como profesor de clínica bovina. Entiende la carrera de veterinaria como una de las más “polifacéticas” en cuanto al derrame que tiene en la sociedad y recordó que más del 60% de las enfermedades que tiene el ser humano provienen de los animales. De ella dependen, explicó, muchas áreas productivas del país y en este sentido, mencionó: “El veterinario tiene un conocimiento muy grande, a punto tal que el prestigio que tiene Uruguay en su mercado de carne se debe a la gran sanidad del país y a su capacidad cualitativa y cuantitativa que trata el veterinario”, señaló.
Además, resaltó que la labor veterinaria incide en la venta genética de los animales “tenemos un potencial genético muy grande y eso se lo debemos a la tecnología que tiene el propio profesional”.
Respecto a la nueva sede, Sosa se expresó de esta forma: “sentimos la tristeza de no ver más ese edificio maravilloso donde se daban clases magistrales, pero mirando hacia adelante hay que darles otras comodidades a las nuevas generaciones que en el viejo edificio no podíamos”, y por último agregó: “no me olvidaré nunca de las largas jornadas donde en invierno pasábamos frío estudiando, pero encontrando calor en lo humano. Hoy las nuevas generaciones van a tener calor material y espero que también lleven con ellos el calor humano que nosotros tuvimos al estar lejos de nuestro hogar y ver en nuestros compañeros a nuestros hermanos”.
Aprendizajes que quedan en lo más profundo
Pero la Facultad de Veterinaria ha dado también profesionales que extendieron su labor hacia otras áreas, como es el caso del hoy diputado por Cabildo Abierto, Rafael Menéndez. El legislador ingresó al instituto académico en el año 1987 ganando posteriormente una beca otorgada por el gobierno francés, país al que viajó para especializarse en preproducción animal.
De su paso por la facultad, destacó –en entrevista con La Mañana– el contacto permanente con otros estudiantes que, al igual que él, habían llegado desde el interior profundo del país. “Mi vivencia fue muy enriquecedora y me hizo adquirir amigos que hasta el día de hoy los conservo, con quienes estamos en contacto incluso para resolver nuevos problemas de la profesión en conjunto”, señaló.
Pero, además, el legislador indicó que quien se vuelca a la carrera veterinaria “tiene un amor especial por la naturaleza y la preservación de la misma”, al tiempo que señaló “que la profesión está implícita en cualquiera de las otras actividades que tiene una sociedad”.
Pero, ¿cómo se vincula la labor de diputado con la de un veterinario? Para Menéndez, su profesión le brindó un gran sentido de observación. “Lo que cualquier veterinario aprende, antes que nada, es a observar y escuchar, para después emitir una opinión. Nosotros agudizamos nuestros sentidos para tratar de interpretar aquella cosa que no se puede decir. Uno siempre aprende escuchando a otras personas, y esta profesión te da mucha empatía con los demás, saber que las cosas son cambiantes, que evolucionan. Ese tipo de aprendizajes te los da la facultad y luego lo aplicas para siempre en la vida”, concluyó.
Luego, con una mirada de nostalgia, señaló que uno de los sitios que más extrañará del predio de la facultad es la cancha de futbol, lugar donde, entre clase y clase, se reunía con sus compañeros para compartir un mate y discutir lo que se había dado en clase, aunque también señaló: “de cada uno de los espacios de la facultad llevaremos todos el recuerdo más profundo”.
Más de 100 años de historia
El ahora antiguo edificio de la sede central de la Facultad de Veterinaria se adquirió en el año 1909 y se emplazó en la quinta propiedad de la familia Taranco. Su proyecto de edificación se inspiró en la Escuela Veterinaria de Alfort, Francia, desde donde se importaron los materiales para su construcción.
La Comisión de Eventos y Homenajes de la Facultad de Veterinaria convoca a una jornada de despedida de la las instalaciones de la sede de Lasplaces los días sábado 30 y domingo 31 desde las 14 horas. El sábado expondrán las generaciones comprendidas entre 1960 y 1985, y el domingo las comprendidas entre 1986 y 2015.
TE PUEDE INTERESAR