Desde hace 25 años es el presidente de una de las compañías más importantes y emblemáticas del país, que forjó su éxito en los valores del trabajo y la ayuda mutua tan arraigados en la inmigración gallega. Ligado desde siempre al ómnibus, al que se subió por primera vez para jugar, logró liderar en la empresa distintas fases de modernización que acompañaron profundos cambios en la sociedad. En entrevista con La Mañana, el presidente de Cutcsa, Juan Salgado cuenta su historia y proyecta un futuro que implicará nada menos que la transformación de la matriz energética.
Sos hijo de inmigrantes españoles, ¿en qué condiciones llegaron a Uruguay y qué encontraron?
Mis padres vinieron cada uno por su lado porque no se conocían. Vinieron a algo más grande que era ‘la América’, aunque en el caso de mi madre tenía absolutamente claro que venía a Uruguay porque la tenían que reclamar y no era tan fácil. Ella trabajó durante muchos años en una casa de una familia del campo. Mi padre como muchísimos gallegos llegó primero a Santos y se bajó allí, luego pasó a Río de Janeiro, en cada lugar trabajando porque no traían dinero sino deudas, que había que reembolsar enseguida por el estado en que estaba la familia. Era una decisión muy responsable, porque había muchos hijos y en el periodo posguerra se pasaba mal, había hambre. Y acá se podía hacer una diferencia y enviar recursos y dejar espacio para que lo poco que había se repartiera entre los que quedaban en la casa.
¿Cómo funcionaba la solidaridad en la comunidad inmigrante?
Los gallegos que llegaban a Montevideo se juntaban en determinados barrios, y venían normalmente a trabajar en un bar almacén, a Manzanares o a Cutcsa. Venían con la referencia de un gallego llamado José Añón que ayudaba a los paisanos a que pudieran entrar ‘en la Cusa’. Así mi padre entró como empleado y después de mucho tiempo pudo comprar una parte de un ómnibus, porque todo era un proceso y no había los deseos desmedidos que hay hoy de lograr cosas fáciles e inmediatas.
¿Qué ejemplos recibiste de tus padres?
Hay valores que uno los adquiere sin darse cuenta y que después cuando se empieza a actuar lo hace de acuerdo a ellos. En mi casa el primer gran valor era el trabajo. Había que trabajar, el hombre y la mujer. Afuera o en el hogar. No había en casa un centímetro que no estuviera plantado con todo tipo de cosas, teníamos gallinas, chanchos, se hacía vino casero. Otro valor además del trabajo era el mantenerse en la comunidad ayudándose, de ahí viene la ayuda mutua, bien entendida, donde todos ponen todo, no donde algunos se aprovechan del esfuerzo. Cuando llegaba la época de hacer esos litros de vino se llenaba la casa de gente porque venían todos los conocidos a trabajar ahí. O con la faena del cerdo, o hacer la salsa de tomate, lo mismo. Y también nosotros íbamos con los demás. No solo era enriquecedor en lo económico, sino que generaba un vínculo que era constante entre todos, que yo recién lo entendí a los 14 años cuando voy por primera vez a España a los pueblitos y llego a la época de cosecha del trigo, donde vi lo mismo.
¿Cuál ha sido ese aporte del mutualismo, ya con empresas consolidadas, en nuestra sociedad?
Pudieron trasladar algunas experiencias muy ricas, que están a la vista. Respecto al mutualismo propiamente dicho está la Asociación Española, creada por unos gallegos antes que Uruguay fuera Uruguay prácticamente. Un mutualismo donde no hay sobrepesos, donde hay disciplina, hay orden y se entiende que es entre todos para tener al final toda la comunidad un mejor servicio.
Lo otro, que no es mutualismo porque es una sociedad anónima, pero que tiene los valores del mutualismo es Cutcsa. Nació como cooperativa uruguaya de transporte colectiva sociedad anónima y el gobierno de la época le dio dos años para que definiera si era cooperativa o SA. Cutcsa decide ser SA y mantener claramente esos valores del mutualismo. Es creada con un valor de familia, como una gran empresa familiar. Esto ha sido fundamental para sortear crisis muy fuertes como la posguerra -no había repuestos, ni insumos y había que atar con alambres-, la crisis del ’82 que fue muy dura, la crisis del 2002 en que casi se nos va el país, y lo superamos. Y hoy tratando de superar estos dos años que fueron muy difíciles. El concepto de empresa familiar fue el principal motor para sortear las crisis.
¿Qué ventajas y límites tiene la empresa familiar?
Con todo lo bueno que tienen las empresas familiares, hay que sacar aquellas cosas que no son buenas y que en definitiva terminan destruyendo la idea. Es importante que se asuman responsabilidades, tener una administración como corresponde, con disciplina, orden y sabiendo que de Cutcsa hacia afuera hay que dar el mejor servicio y tenemos que ser los más eficientes en lo que hacemos. Ahí la empresa familiar se robustece. Y lo otro fundamental, es la confianza, en lo económico y en las relaciones. Me jacto como una de las principales fortalezas la confianza que hemos generado con el gremio de Cutcsa y que después se traslada al servicio y la gente.
De muy joven entraste en la parte administrativa de Cutcsa y luego fuiste chofer. ¿Qué enseñanzas quedaron del contacto diario con la gente y recorrer los barrios?
Entré a los 17 años, después de un concurso, como mandadero, no tenía todavía edad para la administración. Puedo decir que no hay rincón de la empresa donde no haya estado trabajando. Desde lo administrativo, en los talleres, en los almacenes de repuestos y en el ómnibus como guarda, conductor y conductor-cobrador. Desde niño que me subí por primera vez a un ómnibus a jugar, para mí, Cutcsa siempre fue un sentimiento. Y luego fue un sentimiento que me permitió vivir, estudiar y crecer.
¿Qué cambios, para bien y para mal, notas en la capital en las últimas décadas?
Cuando empecé a trabajar en el ómnibus lo hice en distintos recorridos y pude tener un contacto totalmente diferente del que tenía con la gente y los barrios. Siempre me gustó mucho. He visto cambiar Montevideo en algunas cosas para bien, porque conocí General Flores que era una callecita sola de dos manos, vi crecer y formarse muchos barrios. Pero lo malo también que se formaran barrios en el Montevideo rural o la periferia y detrás de eso tener que ir todos los servicios. No había un ordenamiento territorial como debe haber. A algunos lugares el transporte no podía llegar, ¿cómo no vamos a querer ir donde están nuestros clientes? Pero hoy todavía es difícil llegar a algunos lugares porque no hay cómo pasar un ómnibus.
Además, se fueron vaciando barrios enteros como La Comercial, la Aguada, que económicamente es muy malo para una ciudad porque los servicios empiezan a encarecerse. Ahora de a poco se están empezando a repoblar determinados barrios. Y algunos lugares todavía no han explotado su potencial, por ejemplo, Avenida Italia, porque desde que soy chico escucho hablar del tren de la costa y hoy las tecnologías ya permiten que pensemos en un corredor eléctrico, las condiciones están. Creo que faltó una política de estado a nivel de la ciudad respecto a este problema que se da en el mundo, que es el de los autos y cómo democratizar espacios públicos. Hoy Montevideo está en un punto tremendo en que casi no se puede circular, ni autos, ni ómnibus. No me imagino cómo se va a circular de acá a cinco años.
¿Cuáles son los números de Cutcsa y su impacto?
Tenemos 1140 unidades de las cuales el 98% tienen cuatro socios cada una. El concepto social de Cutcsa SA es casi el mismo que el concepto social de Conaprole porque políticamente su mentor fue José Añón, pero jurídicamente hubo alguien que crea ambas que fue el Dr. Luis Pedro Panizza. Por eso tenemos esa ayuda mutua.
Hoy por hoy con la estructura que tenemos hay casi 5 mil personas, donde trabajan propietarios dentro y fuera de los ómnibus, en la administración, hay médicos, ingenieros, arquitectos, abogados, mecánicos, etc. Nuestro gerente general Fernando Barcia empezó a trabajar en Cutcsa a los 15 años. Trabajan propietarios y empleados todos en igualdad de condiciones, derechos y obligaciones. También hombres y mujeres, porque las hay representantes en el directorio en la comisión fiscal, también han sido gerentas, etc. Cuando pusimos la gerenta de recursos humanos era algo rarísimo. Cutcsa nunca superó el 7% de cantidad de mujeres trabajando y en estos 25 años de mi presidencia estamos casi en el 25% del personal femenino en todas las áreas.
La empresa ha tenido que enfrentar distintos desafíos en la modernización. Uno tiene que ver con la incorporación de la tecnología, los cambios en el trabajo y la reconversión de las unidades. ¿Cómo lo encararon?
Tenemos un documento rector. En 1998, después de casi nueve meses de discusiones, de idas y venidas, firmamos con los trabajadores un acuerdo en el cual, si uno lo lee hoy, es increíble cómo están previstas consecuencias de la tecnología para justamente preservar el derecho de los trabajadores. En ese convenio el punto número uno dice que es objetivo principal asegurar la viabilidad económica de la empresa, pero también los puestos de trabajo y la estabilidad laboral de todos los trabajadores. Después de ese acuerdo y manteniendo la confianza, los cambios no venían de un día para el otro, pero no quiere decir que haya que esperar al límite para empezar después con los procesos de cambio. No, hay que empezar antes.
En 1997 estábamos anunciando que la boletera que se colgaba del brazo del guarda iba a desaparecer en algún momento, porque en el mundo surgía la boletera electrónica, el control por GPS, el control online en algún momento y toda la información y la facilidad que podía dar. Pensar eso en ese tiempo era como pensar en la ciudad de los Supersónicos. Pero yo diría que ese fue el escalón y el primer gran cambio cultural, que era para todos los guardas, para todo el personal masivamente, pero además lo era para la gente que se subía. Veíamos que en otros países donde se empezaba a implementar prácticamente caían gobiernos, como en Chile donde cayeron varios ministros de transporte. Entonces, a partir de ese cambio, los demás cambios fueron más terrenales. Hoy un ómnibus tiene mucho más de tecnología que de fierros. Tiene destinos electrónicos, varias cámaras, puertos USB, wifi gratuito y que funciona. Y con la aplicación de GPS pudimos derribar el secreto más guardado de los uruguayos que era a qué hora pasa el ómnibus, también incorporando el logo de accesibilidad.
Otro de los desafíos fue el ambiental. ¿De qué manera abordan esta cuestión?
En el largo plazo tenemos el proyecto de cambio de la matriz energética que hacemos porque sentimos que somos responsables dentro de la ciudad de Montevideo de tener que hacer cosas en este sentido. Los kilómetros que hace Cutcsa en la ciudad por día equivalen a seis veces y media la vuelta al mundo. Se consumen 30 millones de litros de gasoil anuales. Nosotros venimos trabajando en esto hace tiempo, tenemos nuestro gasoil con determinados productos especiales que mejoran el tema del carbono y está auditado que es totalmente efectivo. También venimos cambiando la flota por Euro5 pero quisimos dar un paso más y plantear cómo sería nuestro plan de renovación a futuro. Porque en edad tenemos la flota más nueva de toda la historia de Cutcsa y del transporte, con un promedio de 7 años de antiguedad, mientras que lo razonable en Montevideo estaría en 18 años. Pensar que en el año 2000 cambié unidades que eran de 1960. Entonces, ¿cómo hacer que la flota actual no envejezca toda junta en el futuro? Lo ideal es hacer una renovación quinquenal y gradual.
Vemos además que el gobierno está interesado y se compromete en los acuerdos de cambio climático. Por eso queremos participar y decidimos no renovar más por coches a gasoil. El pasado 8 de marzo hicimos la presentación al gobierno en general con un cronograma por el cual una cuarta parte de la flota en 2025 ya tiene que ser eléctrica, otra en el ’30, en el ’35 y completar el 100% en 2040. Si puede hacerse en menor tiempo, bienvenido. Lo claro es que nosotros no somos un palo en la rueda y por el contrario vamos en ese camino.
El más reciente de los desafíos es el sanitario, producto de la pandemia del coronavirus. ¿Qué impacto ha tenido y cuál su incidencia en nuevas adaptaciones?
Nos impactó como lo hizo en general a toda la actividad y a la gente en el país y en el mundo. En el transporte hubo actividades que no pudieron salir a trabajar como turismo o escolar, y hubo otros como el colectivo que sí tuvieron que hacerlo para mantener una mínima conectividad. Pero la pérdida de mercado fue tremenda, en un determinado momento viajaba apenas el 20% de lo normal. Hubo algunas grandes definiciones que se tuvieron que tomar en un momento en que no sabíamos qué pasaba al otro día. La incertidumbre generaba una angustia tremenda, más cuando uno tiene responsabilidades de dar servicio y de su gente.
Decidimos que en cualquier caso la conectividad había que mantenerla a pesar de que tuve que hacer algo impensable como pedirle a la gente que no saliera, que dejara las unidades pura y exclusivamente para los trabajadores de la salud, policías y bomberos. Después hablaríamos con las autoridades cómo arreglar esa situación. Y segundo, que no fue menor, la postura ante lo sanitario, con el tapabocas, el amonio cuaternario, etc. Resolvimos encolumnarnos absolutamente atrás de la autoridad sanitaria y no ponernos a discutir cada una de las cosas. Hoy con el diario del lunes, fue lo mejor que pudimos hacer.
¿Qué nos queda? El ser obsesionados por el tema sanitario arriba de las unidades, las cuadrillas -que no con la misma intensidad pero que se mantienen en las terminales para limpiar todo-, en definitiva, que el transporte genere confianza. Y vale decir que el transporte no provocó ninguna propagación del virus siendo uno de los lugares de mayor concentración de personas. Estamos trabajando con técnicos de alto nivel para darle la seguridad necesaria a la gente, monitoreando continuamente online y en ningún momento caímos al mínimo aceptable en calidad del aire. Tenemos avalado por el propio MSP que la renovación del aire es superior o excelente en las unidades, se calcula de sesenta veces por hora. También hay que pensar que se eliminaron las cortinas, lo que generó un costo altísimo, porque a los vidrios hay que ponerle una lámina que permite controlar los rayos y brinda más protección, por eso buscamos lo mejor y realizamos una inversión muy importante. Todo esto es muy bueno para el futuro.
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