Doctor en Historia y Geografía, Fernando Aguerre es el director académico del Centro de Documentación y Estudios de Iberoamérica (CEDEI) de la Universidad de Montevideo. En entrevista con La Mañana, el profesor y especialista en historia americana subrayó algunas características del proceso indiano, la importancia de las Misiones y las luchas de la independencia.
¿Qué recuerda de sus primeros contactos con los libros de historia y luego con la disciplina?
Desde muy niño me gustaba la historia y leer libros para niños que tenían ese perfil. En mi casa estaban los textos que mis padres habían usado en secundaria de Secco Ellauri y Daniel Baridon y en el programa que yo conocí en el primer año se daba Oriente, Grecia, Egipto. Me acuerdo de ir al dentista con mi madre y hermanas y llevar el libro de los griegos.
Como sucede con las personas que tienen cierta inclinación por las humanidades, en general tenemos un espectro amplio de intereses y dedicación. Hice preparatorios y la Facultad de Derecho porque me pareció que me iba a aportar, pero un día estaba en clase de Derecho Procesal, me levanté, me fui y nunca más volví. Ahí empecé a estudiar Historia en el IPA, en aquel momento había un muy buen equipo en Historia Nacional que dirigía Pivel Devoto y también en Historia de América que eran muy sólidos. También me di cuenta que me gustaba la tarea docente. Después entré en Facultad de Humanidades de la Udelar y desde los 18 años prácticamente estoy en la universidad, primero como estudiante y luego como profesor.
¿Cuáles han sido los profesores y docentes que lo han marcado principalmente?
Tuve una relación muy cercana con el profesor Washington Reyes Abadie y creo que esa nueva mirada de la historia me marcó bastante. Además, fue él quien me hizo conocer a Methol Ferré. Aprendí que la visión acotada del Uruguay era muy restrictiva y hacía perder la perspectiva del análisis. Considero también que la historia es muy importante para la vida, no es un estar en el pasado para regodearse sino aprender para el presente y, si se puede, para el futuro.
Heródoto planteaba que el historiador debía conocer de primera mano la situación, el lugar, las circunstancias, las personas, para poder escribir sobre la historia. A veces cuesta -y no solamente a los historiadores- pensar que el mundo no termina en el Río Uruguay, el Río de la Plata y la frontera norte con Brasil. Me parece que el conocimiento de Uruguay está profundamente relacionado con lo que nos rodea, para empezar con la región, pero también con el mundo y hoy eso está más que claro.
Es doctor en Geografía e Historia por la Universidad de Sevilla, ¿cómo se relacionan estas disciplinas y cuán importante es el uso de mapas en la tarea docente?
Creo que es fundamental. Es verdad que hace algunas décadas, cuando yo estaba en secundaria, se estudiaba muy bien Geografía. Hoy día ya no se estudia así, porque hay otras visiones. Cuando estuve como decano en Humanidades de la Universidad de Montevideo, agregamos una materia que era Geografía Histórica, que no siempre se ha dado, pero que es absolutamente necesaria. Hay que pensar por ejemplo los problemas distintos que tienen las naciones mediterráneas, la importancia de los puntos de contacto en las costas, la relación entre las partes del territorio.
En el CEDEI está la colección de Rolando Laguarda Trías, que como otros tantos uruguayos es absolutamente desconocido, pero fue un hombre muy importante en los estudios de la navegación atlántica de la época de los descubrimientos y tenía una colección fantástica de mapas. Hay varios mapas del siglo XVII y XVIII, algunos fascinantes del Río de la Plata con las mediciones de la profundidad. Los mapas acompañan el desarrollo de la humanidad.
Hace algunos años se formó el Instituto Hernandarias, que usted integró, destacando a esa figura señera de la historia regional. ¿En qué contexto surgió y quiénes participaban?
Se inauguró cerca del año 1990 por la cercanía del V Centenario del Descubrimiento de América. Creo que la idea inicial y a esa figura la propuso Reyes Abadie. Participaban Florencia Fajardo Terán, Leslie Crawford, el Padre Juan Villegas, Hernán Ferreiro -hijo de Felipe-, Elisa Silva Cazet, José Claudio Williman, Alberto Methol Ferré, Enrique Mena Segarra, José de Torres Wilson, María Julia Ardao, María Emilia Pérez Santarcieri, entre otros.
El Instituto se relacionó además con las representaciones diplomáticas de los países de América y con España y Portugal, enfocando en las raíces. Recuerdo y tengo aquí un programa de un curso de historia de América del año ’92 sobre el proceso fundacional del Reino de Indias, la unidad hispano lusitana, el mestizaje, las Misiones, el derecho indiano.
¿Qué destaca del legado de Hernandarias particularmente?
Hernandarias como sabemos era un criollo nacido en Asunción, hijo de españoles, que fue elegido varias veces gobernador de Paraguay, algunas veces por designación real y otras por las personas del lugar. Además vivió en Santa Fe y fue quien hizo la primera visita importante a Uruguay. Era un hombre que recorría toda esta región, que era una sola. Será luego que se dividirán las dos gobernaciones del Río de la Plata y del Paraguay. Es uno de los primeros que recorre la mitad del Uruguay, hacia el oeste, de norte a sur, llegando hasta el río Santa Lucía.
También escribe la famosa carta al rey Felipe III, hablando de las bondades de este territorio que había que poblar. Es una carta muy importante. Por supuesto también la introducción de la ganadería. Otro hecho significativo es que Hernandarias propone la llegada de los misioneros jesuitas al Paraguay. Entonces, se trata de una personalidad muy rica, de un hombre que une, y que era de la generación de los mozos de la tierra, que ya no son los conquistadores y que buscan efectivamente poblar, fundar pueblos, que la gente trabaje la tierra y defienda el territorio, etc.
Se refería antes a la fundación del Reino de Indias que marcó durante siglos a los pueblos de América. Un proceso bastante diferente al de la colonización en otras partes del mundo. ¿Qué características tuvo aquí?
Me parece importante tener presente que hay una continuidad desde la aparición del hombre -porque sabemos que no es originario de América-, en el desarrollo de las culturas indoamericanas y en la llegada de la cultura europea, básicamente de España y Portugal en Hispanoamérica. Ese encuentro ha sido muy fructífero, muy eficaz. Me parece que es el encuentro más eficaz de la historia de la humanidad.
La construcción de Europa es también muy rica, con muchos entrecruzamientos, pero no es tan así en la América anglosajona, ni en África o en el continente asiático que ha sido bastante impenetrable. Nos quedó en primer lugar la lengua y en segundo lugar la fe. Creo que son los valores más importantes. Podemos ir desde la frontera sur de Estados Unidos hasta Tierra del Fuego y todos nos entendemos -incluso en EEUU actualmente-.
¿En qué otras áreas se nota esa huella cultural?
España lo que trae son virtudes, algunas de las cuales no se conocían. Por ejemplo es muy interesante la labor de los misioneros en Paraguay cuando enseñan a trabajar la tierra, con procedimientos más modernos. Y sobre todo enseñar el valor del trabajo, que hace al hombre, lo significa y hace feliz. Ese es un valor muy importante, es una virtud.
Por otra parte, hace algunos años dirigí una tesis a una estudiante de la universidad que me planteó el tema de la violencia sobre la mujer en la etapa colonial. Tuvo que ir al Archivo General de la Nación de aquí para estudiar la sección Judicial y se encontró una enorme cantidad de querellas y demandas que entablaban las mujeres del Montevideo colonial por violencia ejercida sobre ellas. El tema de la Justicia es un tema muy importante que trae España.
Otro aspecto por supuesto es la educación y la fundación de universidades en el siglo XVII. España pierde a muchos de sus mejores hombres para enseñar en las universidades americanas. El catedrático español Luciano Pereña -que estuvo en la inauguración del Instituto Hernandarias-, un estudioso de las tesis del padre Francisco Vitoria, aseguraba que había plena conciencia de que lo que estaban haciendo era una inversión a breve plazo que suponía un gran desgaste para España y que rápidamente cuando esos pueblos del nuevo mundo estuvieran con madurez suficiente para tomar las decisiones por sí, tendrían que hacerlo. Esa conciencia sobre el privilegio o derecho a poseer ese nuevo mundo estaba gravado por la obligación o responsabilidad de dar todo a ese nuevo mundo para que se desarrolle y funcione en forma independiente.
¿Hasta dónde hay un vínculo entre la expulsión de los jesuitas y los movimientos de independencia en América?
Estoy escribiendo un artículo ahora que empecé estudiando el tema de la costumbre, que es también fuente jurídica. La costumbre llega de España a América pero también habían costumbres indígenas y locales. Cuando estudias la historia colonial se puede ver una cierta tensión entre la ley y la costumbre, hasta que en el siglo XVIII la ley comienza a desplazar a la costumbre. La monarquía borbónica es un nuevo modelo de gobierno que propone e impone la ley escrita y la uniformidad, que es algo muy distinto al modelo Habsburgo.
El obispo Manuel de la Torre comienza a luchar contra la costumbre y uno descubre que esa costumbre permitía a los criollos ciertos espacios de libertad. Por el contrario, el afán de uniformidad y de imponer un gobierno centralizado, termina con la expulsión de los jesuitas, porque era otro mundo distinto que no podían controlar. Y esto va a repercutir en el Río de la Plata y generar conmoción, especialmente en gran parte de las élites americanas, porque los años siguientes hay cartas y disposiciones en contra, por ejemplo, de las cátedras de los jesuitas o para extirpar sus enseñanzas, como el laxismo. Así se fue generando un descontento profundo, no superficial.
¿Cómo fue la tensión entre la independencia y la lealtad a la Corona?
Era un proceso ineludible. Vitoria ya lo había dicho en el siglo XVI. En ese entonces, cuando se aplican las leyes nuevas, protectoras del indígena, que detenía la conquista violenta, hay una rebelión feroz en Perú que acaudilla Gonzalo Pizarro, que casi se erige en rey de Perú. Le llegaron a cortar la cabeza al representante de la Corona.
Entonces, este tema era conocido. Recuerdo haber leído algo que escribió José Batlle y Carrió, el abuelo de Batlle y Ordóñez y padre del Gral. Lorenzo Batlle, que era un rico comerciante del Montevideo colonial, español, catalán, que sufre la embestida de la revolución y la independencia, quien dice que la situación era “esperable” aunque quizás la situación había llegado “demasiado pronto”. Pero no fue tan sorprendente. Habrá muchos españoles que se van a retirar a su quinta en la zona de Manga o Piedras Blancas sin intervenir ni a favor de unos ni de otros.
En la primera etapa de la llamada Guerra de Independencia hay una guerra civil, un enfrentamiento entre los partidarios de una situación y de la otra, ante la disolución del poder en la metrópolis, que debe tenerse presente. Pero el tema de los leales no es tan monolítico. El proceso de la Constitución de 1812 de Cádiz es importante e influye en las Constituciones de América y hay quienes apuestan a eso. Era una posibilidad. Montevideo quería la autonomía, no quería seguir dependiendo de Buenos Aires y el Rey era una figura muy lejana. De hecho, en mi opinión personal, ese modelo autonómico es el que termina triunfando en la constituyente de 1830. Hay que recordar que el nombre original y primero para el país es “Estado de Montevideo”. Había otro modelo que era el de Artigas.
¿Cómo surge y a qué apunta el CEDEI de la Universidad de Montevideo?
La Universidad de Montevideo fue recibiendo a lo largo de los años algunas colecciones de libros y archivos que estaban un poco dispersos. Finalmente se consiguió una sede definitiva para ellos y a partir de allí surge el CEDEI, que fue erigido como una unidad académica de la universidad y es un centro de investigación y documentación que hace especial hincapié en la realidad hispanoamericana, en la historia, en la cultura, en el derecho, en el pensamiento. Sobre todo para potenciar el trabajo de los archivos personales, que quizás tienen tanto o más valor que los libros. El CEDEI tiene las colecciones de Pivel Devoto, Methol Ferré, Laguarda Trías y Arturo Xalambrí.
La de Xalambrí precisamente es una de las principales colecciones cervantinas en el mundo.
Durante toda su larga vida Xalambrí se dedicó a Cervantes y a todo lo relacionado con el mundo cervantino. Es muy importante la colección por la calidad, la cantidad, la antigüedad y el valor de los libros. Hay primeras ediciones de la segunda parte del Quijote de 1613 y hay libros de los siglos XVII, XVIII, como también Quijotes en varias lenguas, toda la sección de literatura española del Siglo de Oro y sobre teología y pensamiento cristiano, con lo que funda la biblioteca Mariano Soler. Hay una correspondencia muy importante con cervantistas de la época, quizás con los más grande de ese momento, uno de ellos Juan Sedó.
Pero Xalambrí es bastante más. Hemos descubierto en el archivo que los padres de Xalambrí eran amigos de los padres de Rodó, que también eran catalanes. El padre de Rodó murió cuando su hijo era joven. El tío lo llevaba a pasear y en algunas ocasiones lo dejaba a cuidado del párroco de la Matriz en Ciudad Vieja, que era Rafael Yéregui. Rodó formó parte de la Congregación de San Estanislao de Kostka que era lo más parecido a un centro juvenil, de orientación cristiana, que había en la época. Y llegó a ser secretario de esa congregación. En ese mismo centro estaba Xalambrí, que era unos años más joven. Todo esto está mencionado en una especie de diario que en realidad escribió otra persona con su testimonio.
¿Qué importancia o valor tienen las humanidades en esta época de cambio tecnológico acelerado?
En la Revista Humanidades de la UM que cumplió veinte años hay una frase que dice “Humanidades es lo que da razón y sentido a todo lo demás”. A todos los quehaceres, tareas y trabajos porque es lo que remite al hombre en definitiva. Todo cobra sentido cuando se hace por el hombre, sobre todo cuando es a un hombre que trasciende. Entonces el estudio de cómo habla, de su pensamiento, es el fundamento de todos los demás saberes, también a las técnicas y lo utilitario, que son necesarios por supuesto en el desarrollo de la vida. En muchos países adelantados del mundo suele haber un humanista del campo de la filosofía, la historia o la literatura en los equipos directivos.
Siguiendo en esta línea me surge una reflexión porque cuando los países tratan de resolver los problemas urgentes de la población sería de desear que no se apunte solo a lo material y lo técnico. Es un camino que no tiene salida si no se pone la dimensión humana.
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