La Dirección Nacional de Apoyo al Liberado (Dinali) tendrá como director durante los próximos cinco años a Luis Parodi. El nuevo jerarca se desempeñó como director de la cárcel de Punta de Rieles N.º 6, desde 2014 hasta 2020. “La Pastoral Penitenciaria es de las mejores experiencias que yo vi acá en cárceles”, afirmó en conversación con La Mañana.
¿Cómo aplica para trabajar con los liberados la experiencia acumulada de tantos años como director de la cárcel de Punta de Rieles?
La base que sí seguimos es el tema de las iniciativas que ellos mismos puedan tener. Vamos a hacer todo lo que podamos para que todo aquel que quiera emprender algo productivo lo pueda hacer. Y eso fue justamente lo que se hizo en Punta de Rieles, donde se desarrollaron 51 emprendimientos. Fuera del ámbito penitenciario contamos, obviamente, con más posibilidades, hay una infraestructura como para empezar a pensar en eso, pero a mí me parece que está enfocado en términos de desafío. Y eso me parece la base de lo democrático. Hay que ver qué va a hacer la democracia con estas personas. Porque esta gente está fuera de la democracia, y sino la traemos de regreso a la democracia vamos a seguir mal.
¿Nos puede aclarar ese concepto?
Esta gente tiene que estudiar, votar, trabajar para cumplir con sus verdaderos deberes democráticos. Por eso hay que armar circuitos sociales que tengan que ver con la cultura, el deporte, el trabajo, el estudio, el placer. Yo no comparto esa idea de que solamente trabajen, porque eso no lo hace nadie, no hay ningún ser humano que solamente trabaje, no sé si usted conozca alguno. Las personas trabajan, se enamoran, tienen familia, hacen otras cosas.
¿El cambio de conducta empieza desde el cumplimiento de la pena? Usted decía que se desarrollaron muchos emprendimientos mientras estuvo en la dirección de la cárcel de 2014 a 2020.
Claro, porque yo entiendo que la privación de libertad debería servir para que los reclusos hagan un ejercicio de la democracia y de la producción, con la idea de que cuando salgan puedan seguir haciéndolo. Punto. Muy simple, muy sencillo. ¿Cómo se aprende la democracia? Participando de ella.
¿La Dinali hace un seguimiento de las personas cuando salen? Algunas de ellas dicen que les falta apoyo del Estado para desarrollar los emprendimientos que aprendieron dentro de los establecimientos de detención.
Sí, es mucho más complejo que eso. Pero sí, posiblemente falte apoyo. Yo lo que no puedo comprometer es que voy a apoyar a todos. Porque lo primero que hay que hacer en la democracia es no mentir. Yo no voy a hacer promesas. Vamos a intentar apoyar y comprometer, sobre todo, generar situaciones de compromiso. El apoyo solo tampoco alcanza si el otro no se compromete. Hay como una visión doble en la sociedad uruguaya: por un lado, se los quiere matar y, por otro, son bárbaros. Bueno, no, son seres humanos en dificultad. Por lo tanto, tenemos que ver eso en su conjunto, sin mucho lío, seriamente. Es decir, ¿cuáles son los circuitos sociales posibles para que esta gente se enganche? Y probar hasta el infinito. Probar las veces que sea necesario.
La de Punta de Rieles se presentó como una cárcel modelo, pero no todas viven la misma realidad. La convivencia en algunos lugares es mucho más difícil.
¿De quién es la responsabilidad de la convivencia en un liceo? ¿Y en las cárceles? Es un problema de autoridad.
Pero no todos salen después de haber vivido la misma realidad. Eso está claro.
Sí, está claro, pero tampoco de ningún barrio salen con la misma realidad. Los que llegan al liceo, ¿a usted le parece que todos tienen la misma realidad? Esto es lo mismo, agravado por el delito, por una vida delictiva. Entonces, la otra cosa que hay que hacer es dar una discusión de cultura contra cultura, digamos. Yo tengo que convencerlos de que la cultura nuestra es mejor. Y perderé o ganaré en esa. ¿Importa? Sí. Pero insisto, el Estado tiene la responsabilidad de ir al rescate. Nos irá bien o nos irá más o menos. Pero ahí no puedo no ir, lo que no quiere decir que uno sea ingenuo. Sí uno va a tratar de que la democracia recupere a esta gente, porque la necesitamos.
¿Va a estar en contacto con las autoridades del Instituto Nacional de Rehabilitación?
Seguramente. Además, nos conocemos, pero sin eso también. Vamos a tratar de coordinar este recurso. Para mí, la seguridad de este país tiene mucho que ver con esto.
Dentro de esa regla de oro de la recuperación del privado de libertad, está la cercanía con la familia. Por ejemplo, se instaló una cárcel en Rivera y hay gente que se alejó de su familia 500 kilómetros, lo que generó una migración de familiares hacia el lugar. ¿Esto complica la tarea de la INR o no?
Complica la tarea de cualquier institución que se plantee. Pero habría que analizar por qué, con el lugar precioso que tenemos, en un momento las cárceles estaban en Punta Carreta y ahora están en Libertad. O estaban en Miguelete, o sea que estaban en el centro de la ciudad. Pero cambió la concepción, se pretende verlas más lejos, lo que significa más gastos, porque hay que ir más kilómetros, más traslados y menos posibilidad de estar con la gente. Pero el Uruguay viró, sacó todas las cárceles de Montevideo. Históricamente estaban Punta Carretas, Miguelete, Cabildo, ¿verdad? Las tres están cerradas. Una es un shopping, otra es un museo y Cabildo es un centro de formación.
Tratar de recuperar eso que usted plantea es un proyecto a muy largo plazo.
El tiempo que sea necesario para mejorar nuestra querida sociedad estará muy bien. Yo quiero ser parte de eso. El tiempo que sea. Por supuesto que la gente quisiera una respuesta ya. Yo lo entiendo. A lo que sí me comprometo es a hacer un proyecto que mejore las circunstancias sociales.
¿Esto incluye a todos los que salen del Inisa?
No, nosotros trabajamos con liberados del sistema de mayores. Por supuesto que muchos de ellos pasaron por ahí. Y por supuesto que hay un lío a resolver, que yo no sé cómo se va a resolver. Los que tienen 18 años y están hasta los 28 en el Inisa. Desde el punto de vista personal, no tengo problema. Cualquier ser humano que haya pasado por la cuestión delictiva tiene la posibilidad de ir a la ley. Ahora bien, no está planteado así desde el punto de vista de la ley. Hay un problema.
Hay jóvenes de 17 años y 350 días de edad y van al Inisa, pero cuando salen, cinco años más tarde, lo hacen como mayores. ¿La Dinali no puede actuar?
Salen con 23, claro. Pero ahí el Inisa debería hacer cosas. Yo no tengo problema con que a los 23, cuando salgan, vayan al Inisa. No tengo ningún problema. Porque en definitiva son liberados. Pero hay una división en la ley. Muchos de estos gurises, ahora gente adulta, pasó de menor por ese sistema.
Pero no siempre logran tomar el camino a la recuperación.
Lo que sí me parece que tenemos que poner arriba de la mesa es todo lo que podamos. Todas las religiones, todas las filosofías, todas las formas de ver el mundo al servicio de la causa.