A través de un convenio de cooperación, el Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente formará, a través de Don Bosco, a diez jóvenes en el oficio de mecánica de motores. La presidenta de la institución, Rosanna de Olivera, destacó a La Mañana la importancia de impartir conocimientos con formación en valores en el proceso de reinsertar a los jóvenes en la sociedad.
La adolescencia es una de las etapas cruciales del ser humano. Es en ella donde el individuo comienza su búsqueda de identidad, incluso la formación de una vocación, y también es donde la interacción con los pares se vuelve en un factor clave. El adolescente que cuenta con el apoyo adecuado y las herramientas para su crecimiento en un ambiente ideal potencia sus oportunidades de vida.
Pero cuando estas no existen, el futuro se vuelve incierto, sobre todo en el caso de los jóvenes que cumplen medidas socioeducativas dispuestas por la justicia penal. Con el fin de brindarles herramientas a los jóvenes que se encuentran bajo su órbita, el pasado viernes 23 de julio el Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (Inisa), firmó un convenio de cooperación con el instituto de educación técnica Talleres Don Bosco y Unión Capital Afap.
De esta forma, un grupo de diez jóvenes de la institución seleccionados de acuerdo a sus perfiles, se formarán en el curso de mecánica de motores a gasolina. Se trata de adolescentes próximos a egresar del Inisa, que volverán al sistema con un oficio que les permitirá defenderse en la vida. Pero además, lo harán con el sello “Don Bosco”, una institución reconocida por la calidad de la enseñanza que ofrece, tanto en oficios como en valores.
Con respecto a la firma del convenio, Rossana de Olivera, presidenta de Inisa, expresó a La Mañana: “Tenemos que preparar a los jóvenes para que egresen y puedan sostenerse en la comunidad al salir del sistema. La formación y capacitación en cuanto a lo laboral es fundamental”. Es que a pesar de su corta edad, algunos de los jóvenes ya son padres. “Cuando uno habla con ellos, una de las principales preocupaciones que expresan es el hecho de que quieren prepararse para salir a trabajar porque tienen una familia afuera”, señaló da Olivera.
Formación laboral, en valores y disciplina
Se trata de la primera experiencia conjunta de Inisa y Don Bosco. “Estamos innovando”, reconoció de Olivera y en este sentido valoró el prestigio de la institución con la que comenzarán a trabajar. “Talleres Don Bosco prepara en valores y disciplina. Es una herramienta más para que los jóvenes incorporen el hábito de cumplir horarios y comportamientos que son necesarios para el trabajo. Es muy importante prepararlos para ser ciudadanos de bien”, indicó.
Dentro de las medidas socioeducativas de la institución, los adolescentes pueden realizar primaria, secundaria y cursos de UTU –también con una importante salida laboral–. Además, se encuentran trabajando para iniciar en este segundo semestre un plan piloto a llevarse a cabo en el tambo que tiene el Inisa en Colonia Berro, donde los adolescentes podrán formarse en tareas de campo que incluyen colocación de alambrados, inseminación artificial, manejo de ganado y ordeñe. Es, también, una innovación para el Inisa, que nunca había trabajado de esta forma con la UTU. Según De Olivera, si la experiencia resulta positiva, se extendería también al resto del instituto.
El Inisa cuenta con trece centros: cinco en Montevideo, siete en Canelones y uno en Lavalleja. En ellos se encuentran 280 jóvenes en situación de privación de libertad. Por su parte, engloban a 260 adolescentes con medidas no privativas. De estos últimos, la mitad están vinculados a través de organizaciones sociales. A la vez, 130 jóvenes de todo el país se encuentran bajo la órbita del Instituto Nacional del Adolescente del Uruguay (INAU).
El proceso de egreso del sistema comienza ocho meses antes de que el adolescente tenga su salida. La presidenta de Inisa contó que es en este momento en el que se prepara al joven para que continúe manteniendo su atención en salud y se realiza un acompañamiento en caso de que esté recibiendo atención por consumo problemático de drogas o si está recibiendo atención psicológica o poseen alguna patología.
También mencionó que en el Inisa reciben una “muy buena contención terapéutica” y que se trata de que una vez fuera el joven continúe con todas las estrategias y redes que brindan los organismos públicos. Es en este momento en el que el Inisa se retira y el INJU para a ser el que realiza el monitoreo cercano del joven en la red tendida que se le dispone. En este marco, el programa Inju Avanza realiza el seguimiento del adolescente una vez que este egresa del cumplimiento de las medidas, sin embargo, no siempre los futuros son prósperos. “Sabemos que a veces los jóvenes vuelven a su mismo entorno, a su barrio y con sus amigos. Por eso tenemos el desafío de la concientización de que entiendan que el delito no es un camino válido”, expresó la entrevistada.
Academia de formación para funcionarios del Inisa
El Inisa se encuentra consolidando una academia penitenciaria a través de Cooperación Internacional (Programa Paccto) que le permitirá formar a quienes tienen trato directo permanente con los internos. Y si bien aún no comenzó formalmente –se aguarda el fin de los trabajos en la conectividad de los centros, ya que será dictado a través de la plataforma CREA– los 40 nuevos funcionarios ingresados recientemente ya realizaron este curso. “Entendemos que los funcionarios de trato directo son la llave del éxito para que podamos llevar a cabo las medidas socioeducativas como corresponde. La academia penitenciaria va a ser un antes y un después en cuanto a la profesionalización de los funcionarios”, expresó la presidenta.
Nuevos desafíos en la pandemia
Al comenzar su administración, las autoridades de Inisa se encontraron con centros que se inundaban, cables que filtraban agua y una pandemia que los diezmó en funcionarios.
El Inisa es una institución reciente. Comenzó su proceso de separación del INAU en diciembre de 2015 y es la primera vez que maneja un propio presupuesto. Si bien ya no dependen de su organismo predecesor, la presidenta del Inisa, Rossana de Olivera, comentó que aún se encuentran en el proceso de separación y que el aspecto económico pesa. En este sentido, dijo que es “una realidad totalmente distinta” a la de años anteriores. “Terminaron los años de bonanza y estamos en medio de una pandemia. Estamos gestionando de la mejor manera, de forma responsable, comprometida y haciendo lo mejor con lo que tenemos”, ilustró. Valoró, asimismo, el apoyo de los organismos públicos y de las empresas privadas a través de sus programas de Responsabilidad Social Empresarial –como es el caso de Don Bosco y Unión Capital– que colaboran con los jóvenes. “Por nuestra parte, cumplimos a rajatabla las medidas para darle las garantías a los jóvenes de que egresen del Inisa descubriendo su nuevo camino”, confirmó.
Pero, además, a esta situación se le sumó un panorama que ya se venía arrastrando y que tiene que ver con la infraestructura de los centros. De Olivera comentó que al asumir el cargo se encontraron con una institución “muy complicada, donde los centros se inundaban cuando llovían y las luminarias filtraban agua”. Agregó que esto ya no es una realidad gracias a que se realizaron “importantes obras” a través de un convenio con el Ministerio de Transporte y Obras Públicas.
Además, la pandemia impuso su propio desafío. La presidenta del Inisa contó que desde la llegada del covid-19 vivieron “momentos complicados”. Y si bien durante el primer año no hubo ni un solo caso de coronavirus en los jóvenes, los protocolos sanitarios que se activaban cada vez que un funcionario había tenido contacto con un caso positivo los obligó a tener que trabajar con el personal diezmado. “El centro tenía que seguir funcionando y ateniendo a los jóvenes con muy poca gente, tuvimos momentos muy complejos”, relató. De todas formas, mencionó que recientemente ingresaron 40 nuevos funcionarios eventuales, por lo que la situación fue resuelta.
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