El último informe de la Institución Nacional de Derechos Humanos (Inddhh) sobre el Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (Inisa) confirma su transformación. Tras años de ser fuente de malas noticias, el instituto a cargo de los menores infractores es por fin una buena noticia, “una luz en el camino” de estos adolescentes que atraviesan una situación tan sensible como delicada. Para conocer más sobre sus cambios y nuevos desafíos, La Mañana se entrevistó con la nueva presidenta del Inisa, la doctora Lucía Curbelo Solari.
¿Cómo llegó su vocación por el derecho?
Siempre pensé en la abogacía. La mía es una familia de abogados, con un referente importantísimo como mi padre. No quedaba otra opción. Somos cuatro hijos y los cuatro somos abogados. Entré a facultad en 1985, me recibí en 1991 y siempre ejercí la profesión, desde el estudio jurídico, en las áreas de derecho familiar y civil, básicamente. Después fui abogada en la dirección jurídica de una mutualista durante años.
Esa experiencia en el derecho familiar parece de utilidad en el Inisa.
Todo te va preparando, incluso las herramientas de la vida diaria, de tu propia familia, como la empatía y tratar de educar y formar con dos criterios: la ternura y la firmeza, ese equilibrio es clave. En el Inisa, yo no estoy en el trato directo con los internos, pero quiero que se transmita eso.
En cuanto al derecho, además del ejercicio libre, he tenido un cargo de dirección en una estructura empresarial público-privada, una mutualista, que es como una pequeña ciudad y desde ahí se maneja todo. Es parecido a lo que sucede en el Inisa, porque también hay cocina, economato, todo. Son como miniciudades. Tiene que haber alguien que vea desde arriba y distribuya con una visión más global de la situación.
Ese conjunto de experiencias me permite, sobre todo, una aproximación empática. Aunque no sigo en concreto el caso de cada uno –salvo cuando hay un problema puntual–, parto de que cada historia de vida de los jóvenes que están en el Inisa es un drama, fuera de algunas excepciones. ¿Cómo no hacerte cargo de esas situaciones y tratar de que tengan otra oportunidad? Estos jóvenes suelen ser muy estigmatizados y no ignoro que hay un reproche social, pero para poder brindar algo bueno, tenés que olvidar lo que hicieron y hacer todo lo que esté a tu alcance por su rehabilitación, que es un montón, porque hay una cantidad de funcionarios, hay recursos económicos, hay una estructura importante para brindarles, que de hecho se les brinda. El Inisa es una gran madre, un lugar de contención.
Es una concepción muy humana, que recuerda al pasaje bíblico del hijo pródigo, del padre misericordioso que, aunque su hijo haya cometido errores, sale a su encuentro, lo busca.
Uno tiene que olvidar lo que sucedió. Más allá de que los operadores lo tengan en cuenta por los temas de convivencia y su complejidad, desde estos lugares uno no puede tomar en cuenta lo que hicieron. Es más: trato de no interesarme. Eso es algo que aprendí de la profesión. Por eso uno va conjugando las vivencias que tuvo, como madre, como profesional, como hija, hermana o amiga, y como ser social, porque uno está en esta sociedad tratando de brindar lo mejor.
En ese sentido, ¿piensa que hay una presión social extra hacia las mujeres, que se espera que puedan con todo?
Sí, pero en realidad no nos corresponde poderlo todo. Además, creo que eso nos saca de nuestra esencia de mujer. Si hay algo bueno con lo que podemos contribuir al mundo es desde ella. Me gusta que no se desdibuje esa esencia, porque el hombre tiene lo suyo para aportar y nosotras también. Si desde ese lado de súper control tendemos a pensar que todo lo podemos, ¿dónde está esa parte de ternura, de femineidad que tenemos para aportar? Dicho esto, la autoridad debe ejercerse con claridad.
¿Cómo es el día a día de en el ejercicio de sus funciones?
Mi rutina nunca fue igual en mi vida profesional. Nunca fui una mujer de horas-silla, prefiero ir adonde se me necesita, donde está el problema. Las reuniones del directorio son las únicas horas-silla porque tengo que estar, son largas, de muchas horas, se generan muchos puntos de discusión por semana, cincuenta o más expedientes vienen al directorio, cada uno con su problemática para discutir.
Tratamos de llegar a consensos. En general se ha votado prácticamente todo de acuerdo, por más que sea un directorio integrado por distintos partidos políticos. Trato de que la política no se inmiscuya en la institución. Empecé como asesora y tengo ese perfil más técnico. No me muevo por razones políticas. Si bien no desconozco que es un cargo político y agradezco la confianza que se ha depositado en mí, que me honra, también destaco la independencia con que puedo moverme, que es como me gusta actuar con los demás y como me gusta que otros actúen conmigo. Una vez que se ha depositado la confianza en alguien hay que dejarlo hacer.
¿Cómo es la relación con el líder de su espacio, el senador Guido Manini Ríos, desde que asumió su cargo en el Inisa?
Él me parece una persona muy íntegra, muy amigable –a pesar de esa imagen de general, de comandante– es muy amable. Lo siento cercano, que cuento con él si se necesita algo. Por razones de agenda no tenemos intercambios muy frecuentes, pero puedo consultarlo si me parece que una temática lo amerita. Me gusta esa sana distancia que mantiene y al mismo tiempo saber que puedo contar con su criterio, más experto, superior, con grandes directivas.
El último informe de la Inddhh fue muy favorable al Inisa, salvo mínimas observaciones. Se trata de una evaluación rígida, que incluyó visitas sin aviso.
El mecanismo de la Inddhh y de todas las organizaciones que controlan es sorpresivo, precisamente, para que no estén preparados los lugares y no se disimule lo que no está bien. Siempre son así. Lo importante es que la Inddhh siempre, o por lo menos mientras yo he estado, había sido muy crítica con el Inisa, pero este último informe fue muy positivo. Se destaca cómo se cumplen todos derechos humanos, afortunadamente, porque uno está velando permanente para que así sea.
Hay problemas, claro, como las condiciones edilicias, que no son las deseables, son edificaciones antiguas. Me encantaría tener a los internos en lugares mejores. Hay mucha necesidad de mantenimiento, y más cuando hablamos de menores en condiciones de encierro, que, aunque tengan actividades recreativas, no están en libertad y el desgaste es otro.
Un punto que el informe destaca como favorable son las pocas horas de encierro.
Esa es una de las premisas. Siempre se tiene como cometido bajar las horas de encierro. A veces la complejidad de la convivencia en algunos centros no permite tanta soltura, porque los menores salen al mismo espacio y a veces los propios conflictos de afuera se trasladan al interior de la institución. Las enemistades entre las bandas, por ejemplo, hay que preverlas siempre y evitar que estén en los mismos centros.
Se trata de fomentar las actividades recreativas, aunque no siempre se pueda reducir las horas de encierro tanto como se querría. Soy partidaria de tenerlos entretenidos y formándose todo el tiempo, a través de la educación formal o con talleres, con actividades deportivas, por ejemplo con el rugby, como ya había apostado fuertemente la anterior presidenta, Rosanna de Olivera. La idea es que los internos tengan espacio al aire libre, talleres y actividades de todo tipo.
Otro punto muy valorado en el informe es que en cada centro hay profesionales del área de psicología, al menos uno.
Sí, el Inisa tiene un equipo psicotécnico muy importante, muy fuerte y profesional, que brinda una contención desde el punto de vista psicológico muy importante y necesaria. Lo hace a través de terapias individuales y, sobre todo –lo que ha tenido mucho éxito–, con grupos terapéuticos, una dinámica a la que se adhieren muchos jóvenes. La salud mental es básica y hay una cantidad importante de psicólogos para apoyarlos, dirigidos por un equipo fuerte y muy profesional.
También se destacó la calidad y variedad de la alimentación.
Hay una preocupación constante de nutricionistas, del equipo de salud, por tener bien abastecidos los centros, tener bien cuidada la dieta, con buena calidad alimentaria. En un momento se reprochó la comida, pero hoy es muy buena, no solamente para los jóvenes sino también para los funcionarios. Se considera que es un punto que debe estar cubierto de la mejor manera posible.
¿Qué cosas señaló el informe de la Inddhh que debían mejorarse?
Por más que se reduzcan las horas de encierro tanto como sea posible, siempre se va a procurar reducirlas aún más. Esa es una recomendación constante de cada informe de la Inddhh. Fuera de eso, la evaluación fue positiva. La salud, por ejemplo, es otro tema que está totalmente cubierto.
El Inisa tiene un antes y un después. Se terminó ese estigma de una institución oscura que trataba mal a los jóvenes y en la que había violencia. Se hicieron esfuerzos muy importantes para transmitir el menaje de que no se iba a permitir violencia. Nada de violencia. No digo que no haya violencia, pero si nos enteramos, si yo me entero, eso tiene sus consecuencias. No se tolera. Y no sé si eso fue siempre así.
A partir de esto, se desencadena un clima totalmente distinto. Para que una medida socioeducativa funcione se debe tener un ambiente seguro, no un lugar en el que tenés miedo. Es muy importante un ambiente positivo para que todo lo demás se pueda dar. Ahora el Inisa tiene otra cara.
Es un cambio que sucedió con esta administración, porque el Inisa siempre fue noticia por cosas negativas. La mejor noticia es que el Inisa ha dejado de ser noticia.
Ahora debemos ir por las noticias positivas. Este informe de la Inddhh es muy riguroso e imparcial, con un resultado muy positivo. Hay dos partes que me parecen emblemáticas y me quedaron marcadas. Una, que muestra lo que es el adentro, es cuando la salida es una mala noticia para el joven. Algo que debería ser alentador y bueno, ellos lo sienten como la pérdida de una protección. Aquí tienen techo, comida, educadores que se preocupan por ellos de forma casi maternal, tienen juegos, actividades recreativas. Aquí tienen esas necesidades cubiertas como muchas veces, lamentablemente, no las tienen afuera.
La otra parte del informe que me pareció muy significativa es la que menciona casos de menores que cometen un delito para entrar al Inisa y dejar de consumir drogas. Es como un pedido de ayuda, saben que pueden lograrlo aquí adentro.
Es un tema que preocupa mucho: la falta de campañas masivas y centros para combatir el consumo de drogas, además de su vinculación con el delito.
La incidencia del consumo es enorme, entre el ochenta y el noventa por ciento de los adolescentes ingresa con problemas de consumo, con distintos grados de adicción. Hay un trabajo fuerte desde el Inisa para ayudarlos. En Montevideo trabajamos con una organización social que hace el tratamiento contra el consumo de drogas, y en Colonia Berro con una unidad propia del Inisa.
Siendo que muchos entran para dejar de consumir, una de mis ideas es fortalecer el tratamiento en adicciones desde todo punto de vista. Voy a apuntar a fortalecer los equipos que están en ese tema, hacer seguimientos estrechos junto con el Departamento Psicotécnico. Que el pasaje por acá les sirva para dejar atrás esas adicciones. Ellos entran por haber infringido la norma penal, con consumo, con condiciones de vida vulnerables; acá están un tiempo con las necesidades cubiertas, asistidos terapéuticamente y si a eso se le agrega una herramienta para salir al mercado laboral, por lo menos se les abre una luz en el camino. Esa es la idea, y todos los funcionarios y el equipo del Inisa tienen que estar compenetrados en alcanzar ese objetivo.
¿Se hace un seguimiento de los egresados?
Sí, aunque no por mucho tiempo, porque la función del Inisa es hasta que termina la medida socioeducativa. Entonces, un tiempo antes de que los menores salgan se busca brindales las mejores condiciones para que lo hagan, pero hay un límite legal después del cual no podemos actuar. De todos modos, se trata de dejar tendidas redes con el Ministerio de Desarrollo Social, que no siempre son suficientes, pero se intenta sostenerlas. Hay un departamento que está para apoyar el egreso. Tratamos de brindarles herramientas para cuando salgan y los empezamos a preparar un tiempo antes, pero después, muchas veces, se les pierde el rastro.
¿Hay estadísticas de reincidencia en esa franja etaria?
En cuanto a la reincidencia, se pierde un poco la línea porque no existe un cruzamiento de datos con el Ministerio del Interior. Cuando salen y se hacen mayores de edad, si reinciden van a la cárcel de adultos, entonces, no tenemos registros. Durante esta última administración, ha disminuido la tasa de reincidencia dentro de la propia institución, es decir, que salgan y vuelvan al Inisa.
¿Qué tan importante es el papel del personal y los funcionarios?
Es fundamental. Debo destacar el trabajo de los funcionarios, porque es una tarea de todos, pero quien está en el trato directo con el adolescente es el funcionario y muchas veces es una tarea compleja, delicada. Hay muchos funcionarios que son muy vocacionales, y en gran medida que el Inisa esté bien no es solo por una dirección o una gestión, sino por el eco que ha encontrado en los funcionarios la propuesta con la que se han alineado.
Creo mucho también en la capacitación de los funcionarios, en brindar más herramientas para su formación. En general se trata de capacitar a los equipos aquí mismo. El año pasado se inauguró la Academia de Formación del Inisa, el primer centro de formación especializado. Este año la idea es fomentarla y fortalecerla. Es una academia de primer nivel, construida de cero. El hecho de que haya un centro de formación de la institución da una señal, eleva el nivel.
¿Cómo funciona el centro de formación, con docentes propios?
Funciona de varias maneras. Por ejemplo, ahora estamos por hacer un evento que se titula El incremento del uso de los adolescentes en el crimen organizado y el narcotráfico. Ese es todo un tema, para el que vamos a convocar a operadores, directores de centro. Las actividades son permanentes. Hay cursos sobre cuidar a los que cuidan, proteger emocionalmente a los que están poniendo el cuerpo día a día, porque es un desgaste importante.
El centro académico es muy importante porque la materia del Inisa es muy específica, no hay dónde formarse como educador. El Inisa es la única institución que trabaja en el tratamiento de adolescentes privados de libertad, entonces nadie forma en esa área.
¿Tienen convenios con facultades de la Universidad de la República?
Tenemos convenios, sí. Pero somos nosotros quienes damos la formación a los educadores. Es brindar el plus que da la experiencia. Ahora, por ejemplo, también vamos a hacer un convenio con el Poder Judicial para trasladar la experiencia a los jueces del interior, acercarles la problemática, ya que están distantes de Montevideo, donde hay especialización de jueces de adolescentes, pero en el interior no. Son jueces plurimateria, por lo que no están tan empapados de la problemática. Es una temática muy específica, la más específica en el derecho y en la Justicia también.
Hay solo dos juzgados específicos de materia adolescente, en Montevideo; en el resto del país no hay. Los juzgados abarcan temas de familia, penales, hacen todo, por tanto, es imposible que cubran cabalmente esta temática por la especialidad que requiere.
Una mujer de fe
Lucía Curbelo Solari practica regularmente deportes y tiene un cultivado interés por el arte, que incluye un pasaje por Bellas Artes. Ambas actividades le resultan valiosas y, tanto como su labor profesional se lo permite, procura no dejarlas de lado.
También se reconoce como una mujer de fe: “Siempre creí en Dios”, afirma. Aunque tiene claro el principio de laicidad que rige las instituciones estatales y que supone no involucrar nada religioso en ellas –lo que no implica privar de la libertad de culto a nadie–, confiesa que en el plano personal sus creencias la reconfortan con la idea de que hay un padre superior que la ayuda y que no todo está en sus manos. Por la misma razón, señala: “A veces, cuando se alcanzan logros o se tiene éxito, hay que bajar el ego también. Me costó mucho tiempo aprender que una no puede controlar todo”.
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