Tanto en Río Negro como en Lavalleja, vendedores de diarios nos contaron cómo les afectó la baja en las ventas y qué significa el resurgimiento de uno de los medios de información tradicionales del país.
En Young, departamento de Río Negro, el cruce de la ruta 3 con la 25 conforma el punto neurálgico de la ciudad. Por ambas vías transitan personas y vehículos. Es en esta esquina que desde hace más de medio siglo se encuentra ubicado el kiosco El Grillo. Daniel Sosa, su dueño desde hace más de veinte años, estuvo relacionado a la prensa desde el principio de su actividad laboral. Es que comenzó trabajando como periodista y durante muchos años realizó el ciclo completo: escribía las notas y luego vendía los diarios.
Consultado sobre el cambio que vivió el rubro, respondió: “Se me cae un lagrimón, porque he sido siempre hombre de prensa y he asistido a este gran cambio que se ha dado en la cultura y la lectura en general. Pero se sigue el sacrificio todos los días”.
Frente a la caída de las ventas, el resurgimiento de los medios que tradicionalmente han marcado historia en el país, como es el caso de La Mañana, es visto con muy buenos ojos por parte de los vendedores de diarios. “Cuando supe que íbamos a tener La Mañana en el kiosco encargué una publicidad especial en la radio local para anunciarlo. Una de las palabras que recuerdo que utilicé fue nostalgia. Con solo el nombre del diario la gente ya se acordaba de una época. Por suerte aparecieron muchos lectores de La Mañana que hoy continúan comprándolo todos los miércoles”, dijo.
Con la pandemia la forma de distribución ha cambiado por las recomendaciones sanitarias. “Se lo dejamos en algún lugarcito, al costado del auto o la casilla del perro para evitar el contacto”.
Diarios de las sierras
Algo similar ocurre en Minas, donde Renée Osta recibe La Mañana cada miércoles a las cuatro de la mañana. Así inicia su jornada laboral. Renée también proviene de familia canillita: este oficio fue desarrollado por su esposo y su cuñado. Su esposo comenzó a trabajar vendiendo diarios en la niñez, llevando “fardos y fardos por día, porque antes la venta era infernal”.
Cuando Renée se enteró del regreso de La Mañana, la alegría fue instantánea. “Es un diario muy leído acá. Me quedé muy contenta cuando supe que volvía, porque se vendía precioso”.
Pero, al igual que en Montevideo y el resto del país, las ventas bajaron en la calle y la falta de ayudas se hace sentir. “Todos han mirado por la gente que se queda sin trabajo o están en stand-by, pero el canillita desarrolla un trabajo tan sacrificado y nadie se ha percatado que la está pasando tan mal. De cada 15 periódicos que se vendían en la calle, hoy un canillita vende cuatro o cinco”, explicó.
Un homenaje al canilla
José Rodríguez Osta, hijo de Renée, creció en torno al diario y, hasta el día de hoy, lo ve desde otra perspectiva, dijo a La Mañana. “Los tiempos han cambiado, los canillitas siempre llevaron una vida muy sacrificada, donde tal vez lo compensaban con los vínculos que tenían con los clientes. Pero siempre fueron muy fieles, desde la mañana, bien temprano, están para armar el diario y repartirlo”, contó desde su experiencia.
A propósito de este día y como un homenaje a todos los trabajadores de la venta de diarios y revistas, escribió: “Canillita, más que un oficio, un estilo de vida, de unos años que van quedando cada vez más lejos en el tiempo. Casi un recuerdo de épocas pasadas. Forjando un tiempo de personas dedicadas, trabajadoras por demás, con mucho sentido de pertenencia de su entorno, un sacrificio continuo, tolerancia a todo tipo de clima y todos los días del año. Alegrando la mañana con su tradicional canto, el aviso de que las noticias están para que el lector de cada mañana las tenga, al alcance de las manos”.
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