El “clima” en torno al acuerdo de asociación entre la UE y el Mercosur, tras más de dos décadas de negociaciones, es alentador, pues hay voluntad de las dos partes de cerrarlo “cuanto antes”, según dijo Berizzi entrevistado por La Mañana. El diplomático italiano detalló cuáles serían los beneficios del tratado para ambos bloques y se mostró optimista por la posibilidad de aumentar aún más el flujo comercial y las inversiones. Por otra parte, elogió la “confiabilidad” que ofrece Uruguay y se refirió al trabajo de la embajada para mejorar las relaciones de nuestro país con la UE.
Desde hace décadas está sobre la mesa el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre la UE y el Mercosur, pero no se ha concretado. ¿Qué perspectivas tiene y a qué atribuye las extensas demoras?
Efectivamente, se trata de 22 años de negociaciones, pero que tuvieron también pausas largas. Aquí se piensa siempre en términos de TLC, pero no es un TLC, es un acuerdo de asociación que tiene una parte de TLC, es decir, de acuerdo de liberalización comercial, y otra parte de política y de cooperación. Es muy importante porque abarca todos los sectores, no solamente el comercial, y es el tipo de acuerdo que queremos hacer ahora en el mundo. La UE insiste mucho en los aspectos medioambientales de sostenibilidad, que es un tema global y es lo que pedimos.
¿Por qué se demoró? Lo que pasó fue que terminaron las negociaciones de la parte comercial en 2019, de la parte política y de cooperación en 2020, luego en la UE surgieron dudas que queremos aclarar sobre los aspectos de sostenibilidad principalmente, y eso se tradujo en un protocolo adicional que le hemos propuesto al Mercosur y estamos aguardando la respuesta.
¿Le ve posibilidades reales de concreción en el corto plazo?
El clima alrededor del acuerdo es mucho mejor ahora que antes y me parece que hay voluntad de las dos partes de hacer todo lo que haga falta para poder cerrar. ¿Cuándo será? Yo espero que podamos aprovechar varios factores exógenos. Del lado europeo hay mucho interés de la presidencia del segundo semestre de 2023, que será España, pero también de la actual presidencia sueca. Sumado a esto, hay un empujón que está dando desde su llegada el representante de política exterior de la UE, Josep Borrell. Del lado del Mercosur vemos declaraciones muy fuertes de voluntad de cierre del acuerdo, así que no puedo no ser optimista cuando veo todas estas manifestaciones políticas, que ojalá se traduzcan en un acuerdo concreto.
¿Qué expectativas tienen con América Latina? ¿Qué beneficios cree que puede lograr la UE?
El acuerdo va a ser mutuamente beneficioso. Desde el punto de vista de la UE calculamos los beneficios en términos amplios; beneficios económicos, naturalmente, porque pensamos que habrá posibilidades de incrementar el flujo comercial y de aumentar las inversiones en los países del Mercosur. Las empresas europeas cuando invierten lo hacen no solo con tecnología de alto nivel, sino también con respeto de valores, derechos laborales. Nosotros venimos con un paquete mucho más cercano a los valores del Uruguay que otros potenciales inversores. Es suficiente mirar cuántas cosas compartimos aquí en Uruguay, no estoy hablando solo de las inversiones europeas que ustedes ven, las papeleras, los bancos, el puerto; encuentro muchos individuos en la calle que me dicen que son ciudadanos europeos, o sus padres, o sus abuelos, no me dicen que son ciudadanos africanos, asiáticos ni norteamericanos. Entonces, ya estamos unidos por la sangre y tenemos que unirnos aún más, formalizar esta unión a través de una asociación política de cooperación fuerte aprovechando las oportunidades que se van a crear.
¿Qué lo llevó a formarse en derecho internacional?
Siempre tuve interés en estas cosas, desde que era un muchacho, pero yo estudié derecho sin saber lo que iba a hacer, y en el segundo año empezó el programa Erasmus, que me permitió ir un semestre a Lovaina y profundizar todos los temas del derecho de la UE. Eso me abrió mucho la cabeza, me hizo descubrir un mundo que no conocía, el mundo de la UE, de las organizaciones internacionales. Luego, en Italia hice el concurso para ser diplomático y el concurso para ser funcionario de la UE, y gané el segundo, por lo que a los 25 años me transfirieron a Bruselas y toda mi vida trabajé al servicio del ideal europeo.
Y el interés por la diplomacia particularmente, ¿cómo nació?
Nació de la geografía, porque cuando era muy joven, que no existía la computadora, me gustaba tomar el Atlas geográfico y pasar el tiempo mirando las páginas y preparar los viajes de familia que hacíamos. Y siempre me gustó la historia, que es algo que viene de mi papá, que le gustaba mucho. La combinación de historia y geografía te proyecta en un entorno de interés para la política internacional. El resto lo aprendí con mi carrera.
¿Cómo fue su experiencia como embajador de la UE en Paraguay?
Linda. Fue el cuarto país donde trabajé fuera de la sede, que es en Bruselas, pero fue el primer país donde trabajé como embajador, con la responsabilidad del personal y de representar a la UE. Es un país que tiene un nivel de desarrollo económico claramente inferior a Uruguay, pero donde dejé una parte de mi corazón porque tiene gente muy calurosa y muy amable. Caluroso también es el clima, pero nos encontramos muy bien allí, a pesar de todas las dificultades que puede tener, y a pesar de que vivimos ahí más de un año de pandemia, que no fue fácil. Siempre cuando en casa hablamos de los años en Paraguay, lo hacemos con una sonrisa y buenos recuerdos.
¿Cómo fue la llegada a Uruguay?
Para nosotros fue como llegar al final de la pandemia. Llegamos el 1º de setiembre de 2021, veníamos de un encierro todavía muy fuerte, y mi hijo de inmediato tuvo que ir al colegio de forma presencial. La cosa claramente mejoró al llegar acá. Es un país donde desde un principio vimos que a pesar de los precios, que son mucho más altos, los servicios funcionan, los derechos se respetan, y eso es una ventaja que quizás uno viviendo aquí siempre no se da cuenta. Nosotros, los diplomáticos, que vivimos en seis o siete países en nuestra vida, podemos comparar y vemos que aquí se pueden hacer cosas, se puede vivir con tranquilidad. Este es un país con muy buena calidad de vida. En Europa yo veo colegas que quieren quedarse aquí. Veo gente que tiene la expectativa de volver luego de jubilarse, o de quedarse un año más. Esas son señales positivas.
¿Cuáles son las principales líneas estratégicas de la embajada?
Primero, tenemos un eje político que abarca el relacionamiento con el gobierno, principalmente con Cancillería, y hacemos informes políticos semanales para la sede. Segundo, la parte económico-comercial tiene que ver con mejorar el flujo comercial entre la UE y Uruguay, que ya es bastante bueno: somos el tercer socio, con el 10%. Y cuando digo flujo me refiero a importaciones y exportaciones, porque las dos cosas van de la mano y son mutuamente beneficiosas. También buscamos mejorar el acceso al mercado uruguayo para nuestras empresas, y en Uruguay se busca maquinaria europea e insumos con tecnología más avanzada. En cuanto a las inversiones, el 40% del total son europeas, pero hay espacio para hacer aún más. Uruguay sigue siendo un país atractivo para los inversores europeos por su estabilidad, confiabilidad, Estado de derecho, que es su activo principal. El país se destaca por respetar los valores, por respetar quién gana las elecciones, por tener en muchos ámbitos una política de Estado y no una política de gobierno limitada al plazo de cinco años. Esto es muy valorado desde una empresa que es un potencial inversor.
¿Cómo es el trabajo en materia de cooperación?
La cooperación es otra de las líneas estratégicas. Siendo un país de renta media-alta, Uruguay tiene menos cooperación con la UE que otros países de la región, pero hay programas de cooperación regionales que abarcan varios países y Uruguay está involucrado en ellos y los aprovecha mucho. Ahora estamos con nuevos proyectos grandes, por ejemplo, para apoyar el desarrollo de la sostenibilidad del sector ganadero a mediano y largo plazo. Además, en la gestión de residuos, a través del Congreso de Intendentes apoyamos a las intendencias en mostrar cómo se hizo en Europa. Tenemos otros programas para la sociedad civil, tenemos el “Inspyrame UE” que es un programa de desarrollo de las pequeñas y medianas empresas y ayudamos a aumentar su productividad. Lo que Uruguay nos pide, más que dinero, es conocimiento, o sea, que mostremos cómo logramos mejorar las cosas en determinados sectores.
¿Cómo ha sido la coordinación de las acciones de los Estados miembros de la UE en Uruguay?
Con los embajadores de los países que están aquí en Montevideo, Alemania, Francia, Italia, España, Rumania, Portugal, Grecia y el encargado de negocios de Hungría, nos reunimos todos los meses. También se reúnen los expertos comerciales, consulares, políticos y de cooperación. Hay una integración a nivel europeo enorme que se ve, por ejemplo, cuando hacemos visitas conjuntas en el país. Ya visitamos con todos los embajadores europeos los departamentos más lejanos, para llevar este mensaje: Europa está aquí, unida, no estamos solo en Montevideo, sino en todo el Uruguay, y queremos ser vistos como un equipo.
¿Cuáles fueron los objetivos de esas recorridas por el interior?
El objetivo principal es conocer el interior, los intendentes nos presentan todo lo que pasa en cada departamento, la industria, proyectos llevados adelante por la cooperación europea, las empresas europeas presentes en el territorio o empresas no europeas pero que trabajan con Europa, y luego toda la parte cultural. De las visitas que hicimos hasta ahora a Artigas, Rivera, Tacuarembó, Cerro Largo, Salto, Paysandú, Soriano, Río Negro y Treinta y Tres, hemos aprendido mucho. Visitamos UPM 2, vimos qué significa la forestación, la ganadería, las arroceras. Son cosas que nos dan un panorama del Uruguay y permiten a las empresas europeas que vienen a preguntarnos dónde se podría invertir, conocer qué hay en cada lugar y qué intereses tienen los intendentes; se genera una serie de vínculos y actividades que son muy útiles.
¿Qué metas se marcaron para este año?
Mayo es el Mes de Europa y habrá muchas actividades, el 9 de mayo es el Día de Europa. Viene el Festival de Cine Europeo, un concurso de dibujo que organizamos para los niños de primaria de todo el país, charlas, eventos con empresas. Luego, en el resto del año vamos a tener visitas importantes y vamos a tener el día de la limpieza de playas, reuniones empresariales, lanzamientos de contratos de cooperación en varios sectores. Desde el punto de vista político, lo más importante será poder avanzar en el acuerdo UE-Mercosur y aprovechar la cumbre entre la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) y la UE que será en Bruselas en julio.
Por otro lado, quiero destacar que en la embajada tenemos un equipo de 20 personas que tiene larga experiencia y eso facilita mucho las relaciones con el gobierno, que son muy buenas.
¿Cómo definiría la relación entre Uruguay y la UE?
Es una relación muy profunda, tenemos los mismos genes y nuestra mirada al mundo es bastante parecida, por eso no es difícil hablar en Uruguay de ciertas cosas como podría serlo en muchos otros países del mundo.
¿Y la relación con el Mercosur?
En los últimos meses hubo un acercamiento entre la UE y el Mercosur que no había habido en los dos o tres años anteriores. Yo estuve cuando se cerraron las negociaciones comerciales en 2019, estaba en Paraguay, y ahí se vio mucho acercamiento. Luego hubo tres años de estancamiento, pero en los últimos meses hubo una reactivación impresionante, un calendario de reuniones que antes no había. Veo de las dos partes la voluntad de intentar cerrarlo cuanto antes. El optimismo que tengo ahora no lo tenía tan fuerte el año pasado.
¿Qué rol ha tenido la UE en la guerra en Ucrania y cómo ha visto sus efectos?
Cuando empezó esta invasión ilegal e injustificada de Rusia a Ucrania, la UE decidió adoptar una línea dura de sanciones, de apoyo a los refugiados ucranianos y de apoyo a los países menos desarrollados que sufrían por la guerra, como países africanos que tenían problemas de seguridad alimentaria. Luego tuvimos que adoptar medidas para nuestro mercado energético porque había países que dependían un 40% del gas ruso, y decidimos parar de importar, porque estas sanciones se impusieron con la idea de parar el flujo económico que termina financiando el armamento, las operaciones militares. Esto tiene un costo para los ciudadanos europeos que asumimos como UE, pensando que dejar que esta situación pasara sin hacer nada habría tenido un costo mayor, el costo de la libertad, de la democracia.
Lo que no puede pasar es que se rompan los tratados internacionales, hay fronteras internacionalmente reconocidas, respeto de la soberanía nacional. Yo quiero decirlo claro: la UE no quiere que pare la guerra, quiere que empiece la paz; serán dos caras de la misma moneda, pero quiere que empiece la paz. Y ha proveído municiones a Ucrania, sí, pero con el objetivo de que no se utilice ninguna de las balas. Nosotros queremos la paz, pero no a cualquier costo. Hay que lograr una paz que se mantenga en el tiempo y que sea aceptable para toda la comunidad internacional. Apostamos a que el gobierno de Rusia decida renunciar a sus objetivos, pero no vemos una salida de inmediato.
La vida en Uruguay: entre el buen clima y los altos precios
Berizzi está casado y tiene un hijo de 14 años que juega al básquetbol en las formativas del Club Malvín, razón por la cual el matrimonio dedica los fines de semana a acompañarlo a los partidos. De hecho, el embajador contó que dentro de Montevideo se ubica por saber dónde están los gimnasios de Aguada, Goes, Trouville, Sayago, Biguá, entre otros. Al mismo tiempo, en el grupo de padres del equipo de Malvín encuentra gente “totalmente distinta” al mundo diplomático internacional, lo que le permite ver la realidad y ser parte de la sociedad de este país.
El Uruguay le gustó desde el primer día. Lo que más disfruta es el clima, que lo considera “agradable” durante muchos meses al año. “De los países en los que he vivido, es el que tiene mejor clima. También tiene una luz muy buena, si hubiesen vivido en Bruselas la apreciarían más”, contó entre risas.
Lo que no le gusta, confesó, son los “altos” precios y la “impactante” diferencia de precios con los países vecinos.
Consultado sobre qué extraña de Italia, su país de origen, mencionó la comida, el amor por el arte, la moda y el diseño. “Como vivo en Sudamérica hace casi seis años, extraño las cosas antiguas, porque nací en una ciudad que tiene dos mil años, donde los monumentos, como mínimo, tienen quinientos años, y eso me falta un poco”, sostuvo.
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