La mayoría de los envíos transatlánticos son trasladados por medios clásicos como grandes buques de carga y en menor medida en aviones de línea, aunque los submarinos son cada vez más habituales en la costa del Pacífico. Estados Unidos se abastece históricamente con cocaína colombiana y el principal destino de la cocaína producida en los países andinos va a Europa.
Bajo esa configuración regional del narcotráfico a gran escala intercontinental, los países que integran el Mercosur, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, tienen un papel protagónico en el transporte de los cargamentos de cocaína destinados principalmente al mercado europeo. En ese mapa, los puertos más grandes de la costa Atlántica sudamericana, como el de Santos en Brasil y el puerto de Montevideo en Uruguay, son una plataforma clave para filtrar la droga en contenedores de mercancías lícitas, que son trasladados en los grandes barcos cargueros que cruzan hacia Europa y en los últimos años también hacia África.
Se estima que apenas el 1% de las ganancias que genera el tráfico del alcaloide queda en manos de los países productores
Francesco Tucci, politólogo de la Universidad de L’Orientale de Nápoles radicado en Perú -ex asesor del parlamento italiano, en temas de seguridad y terrorismo-, explicó a La Mañana que “desde los años ‘90 hemos visto un cambio relevante en este negocio ilícito” y señaló que, en la actualidad, “los cárteles se han repartido las tareas, especializándose”. “Algunos se interesan de la producción, otros del transporte y otros de la distribución”, agregó. Además señaló que “el circuito del consumo nacional está separado del tráfico internacional, que se ha especializado mucho e incluye como compradores a mafias extranjeras”.
La nueva generación de narcotraficantes
Los grandes cárteles de droga, retratados una y otra vez en las series televisivas, perdieron peso en el negocio del narcotráfico, según indican los expertos. Quedaron atrás las épocas en que los cárteles colombianos -Medellín y Cali- tenían el oligopolio del tráfico de la cocaína y utilizaban métodos violentos, como secuestros extorsivos, asesinatos y atentados contra políticos, jueces, policías y periodistas para demostrar poder y dominar toda la cadena del tráfico de droga.
Algo similar sucedió en México después de la captura de Joaquín “Chapo” Guzmán, ex capo del cártel de Sinaloa. En ese país, los famosos jefes narcos son buscados con mayor prioridad por las fuerzas de seguridad mexicanas y de Estados Unidos, por su excentricidad y la ostentación de riqueza, fuerza y poder.
La transformación de ese paradigma verticalista, desarrollado entre los ‘80 y principios de los ‘90, se dio a partir de 1999 con el Plan Colombia, financiado por Estados Unidos para colaborar con la lucha contra el narcotráfico en ese país. El Plan tomó fuerza en 2006 con la desmovilización de los paramilitares de Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y se profundizó en 2016 tras los acuerdos de paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC). Sin embargo, varios guerrilleros disidentes de la AUC y las FARC retomaron la actividad del narcotráfico formando nuevas organizaciones adentro de la selva, aunque gran parte del territorio dominado por las FARC fue usurpado por el ELN.
En ese contexto es que organizaciones criminales trasnacionales, como la ´Ndrangheta italiana, plantaron bandera en Sudamérica y desplegaron “brókeres” en varios países clave de nuestro continente durante la década del 2000, con el objetivo de dominar el tráfico de la cocaína que se envía al continente europeo. Distintos informes e investigaciones aseguran que la ‘Ndrangheta controla la mayor parte de la cocaína que va hacia Europa y el 40% del narcotráfico mundial. En su mejor año facturó 53 mil millones de euros, 30 son por el negocio de la droga.
Con la cocaína ocurre algo similar que con las ventas de futbolistas sudamericanos hacia el mercado europeo. Se estima que apenas el 1% de las ganancias que genera el tráfico del alcaloide queda en manos de los países productores; y cada vez es mayor la rentabilidad de las mafias europeas que invierten en todos los eslabones de la cadena del tráfico, y obtienen la mayor ganancia con la reventa de la cocaína en el viejo continente, Asia y Oceanía.
Aprovechando el vacío que dejaron las organizaciones criminales que dominaban el mercado mayorista de la cocaína en los 90’, hacia finales de esa década, la ‘Ndrangheta, mediante su bróker, Salvatore Mancuso, concretó fuertes vínculos con las AUC. A partir de esta poderosa alianza internacional se explica el exponencial dominio del abastecimiento de cocaína en Europa por parte de la mafia calabresa, que actualmente tiene presencia en todos los continentes.
El bróker es un agente comercial que se encarga de comprar grandes cargamentos de droga y vincularlos con un exportador de mercaderías lícitas. También supervisa toda la logística de los grandes envíos al viejo continente. Son líderes de bajo perfil, con fuertes vínculos empresariales y financieros que resultan confiables para concretar conexiones y garantizar el tráfico de la droga. Desde Interpol señalan que estos tienen un perfil más empresarial que criminal.
Los brókeres de la ‘Ndrangheta en Sudamérica
Según las investigaciones del fiscal italiano, Nicola Gratteri, que cita el analista, “la ‘Ndrangheta mantiene enlaces poderosos tanto dentro como fuera de la familia”. También consigna que desde principios de siglo “muchos de estos mafiosos se han mudado a Perú, Colombia, Bolivia, Brasil y Uruguay para gestionar el tráfico de droga desde cerca”. Para el politólogo, “estos criminales echan raíces en esos países, donde se casan y viven de manera estable”; y de a poco, estos operadores de la mafia calabresa se ganan la “confianza de los narcos locales”.
Tucci señala que, sin el titubeo de las autoridades uruguayas, Rocco Morabito, oriundo de Áfrico, Calabria, “ha sido el bróker más importante de la ‘Ndrangheta en América del Sur” y que “coordinó con los narcos locales la compraventa y el envío de toneladas de cocaína hacia Lombardía (Milán)”.
Tras escapar de la justicia italiana y la Interpol que lo requerían desde 1994, Morabito vivió varios años en territorio brasileño antes de mudarse en 2002 junto a su familia a una mansión del barrio Beverly Hills de Punta del Este, ciudad donde vivió tranquilamente como un empresario jubilado brasileño, hasta la noche del 4 de setiembre de 2017 que fue capturado en un hotel de Montevideo.
Los puertos más grandes de la costa Atlántica sudamericana, como el de Santos en Brasil y el puerto de Montevideo en Uruguay, son una plataforma clave para filtrar la droga en contenedores de mercancías lícitas
Es indicado por los italianos como el heredero de la ‘Ndrina Morabito, el ala narcotraficante de la ‘Ndrangheta, que hasta finales de los 90’ tenía como jefe a Giuseppe Morabito pero cayó en prisión en 2004, justamente el año en que Rocco se mudó al este uruguayo. Al igual que su predecesor, Rocco estaba acusado por tráfico de cocaína a gran escala entre Sudamérica y el norte italiano en los 90’. La DEA lo tenía como entre los 10 criminales más buscados y Europol entre los 5.
En Uruguay, Morabito fue procesado por la jueza de Crimen Organizado, María Elena Mainard, por tres delitos de falsificación de cédula de identidad y de pasaportes en reiteración real, en concurrencia fuera de la reiteración con un delito continuado de falsificación ideológica por un particular. Junto a los documentos falsos, también fueron encontrados 50 mil dólares en efectivo, varias chequeras del Bandes, decenas de tarjetas de crédito, 13 celulares y armas. Para la prensa italiana, eso que se había allanado comprobaba que Morabito -o Francisco Capeletto como decían sus documentos- nunca dejó de operar para el narcotráfico calabrés. Sus abogados Della Valle y Balbi lo negaron rotundamente.
Con un aviso previo el año anterior, Rocco finalmente pudo escapar de Cárcel Central la medianoche del 24 de junio del año pasado, donde esperaba su inminente extradición a Italia que por esos días estaba a punto de materializarse.
El plan era el mismo que fue descubierto por INR en 2018, huir por la azotea. Para eso Morabito sobornó a unos de los guardias para acceder a una banderola, donde cortó una rejilla con una pinza de otro recluso que también fue compensado económicamente por el mafioso italiano. A su vez, recibieron una suma en efectivo por parte de Morabito los tres presos que escaparon junto a él. Tras viajar a Minas y refugiarse en una pizzería de un amigo ruso en Punta Carretas, nada se sabe del prófugo más buscado en Italia y ahora en Uruguay.
Para el analista “es muy difícil que la policía pueda capturarlo otra vez, porque el calabrés de 54 años “tiene una red de contacto muy bien desarrollada con narcos y criminalidad organizada latinoamericana y la capacidad de concentrar y mover recursos económicos y también armas”. Tucci dice que Morabito “probablemente salió de Uruguay rumbo a un país sin extradición”, como Brasil.
Investigaciones señalan vínculos de la ‘Ndrangheta con los narcos locales
Una red de periodistas de 34 países, denominada Proyecto de Crimen Organizado y Corrupción (OCCRP) revelaron que Morabito era “el agente principal” de la mafia calabresa en los países que integraban el “Narcosur”, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. La investigación menciona que tras su arribo al continente sudamericano, “Morabito jugó un papel clave en el éxito de la expansión del negocio del mercado latinoamericano, especialmente con dos socios del mismo clan: Antonio Vadalá y Mario Palamara. Durante los primeros años de expedición de los calabreses en Sudamérica, la ‘Ndrina Morabito-Vadalá-Palamara se encargó de organizar varios cargamentos legales como bananas, camarones, carne o soja; las que fueron utilizadas como fachadas para los alijos de cocaína que viajaron de América del Sur a Europa; especialmente hacia el puerto holandés de Rotterdam.
Según surge de la investigación “Fortaleza” realizada por la oficina del fiscal de Milán, ya desde principios de la década de 1990 Rocco Morabito organizaba cargas de cientos de kilos de cocaína desde Brasil hacia Europa; con la ayuda del narcotraficante jordano Waleed Issa Khamays, hombre que lo conectó con el principal grupo criminal de Brasil, el Primer Comando de la Capital (PCC).
Una red de periodistas de 34 países denominada Proyecto de Crimen Organizado y Corrupción (OCCRP) revelaron que Morabito era “el agente principal” de la mafia calabresa
En conversaciones telefónicas que filtró la policía italiana en 2015, Vadalá presumía de su capacidad de mover droga en los puertos sudamericanos mediante el transporte de mercancías legales, ya que cuanta más mercadería lícita se moviera era menos probable que los cargamentos de droga fueran encontrados por los controles aleatorios de las aduanas portuarias. “Tengo actividades comerciales, tengo empresas. Una vez compré 20 millones de euros de carne (en América Latina) a través de contratos reales. Suministré a Ankara, al Estado turco, durante un año. Y ahora estoy firmando un contrato con Uruguay, Paraguay y Brasil” decía en la conversación telefónica Vadalá que fue detenido en marzo de 2018 en Eslovaquia. Palamara sigue prófugo de la justicia.
En julio del año pasado fue capturado en San Pablo, Nicola Assisi, otro de los brókeres más importantes de la mafia calabresa que vivía en la región desde 2004. Se movía por Argentina, Brasil y Paraguay con el pasaporte argentino de un taxista oriundo de Banfield (sur de Buenos Aires) llamado Javier Varela. Al igual que Morabito, Assisi escapó de Italia tras haber sido condenado por tráfico de drogas y asociación ilícita. En Sudamérica, Assisi oficiaba de intermediario entre grupos de narcotraficantes brasileños, colombianos y paraguayos; y subió de escala en la organización después de la desaparición de su mentor Pasquale Marando, el primer bróker de la ‘Ndrangueta en hacer negocios directamente con los principales cárteles colombianos a finales del siglo 20. Assisi utilizó los contactos de Marando y generó un vínculo estrecho con el PCC. Fue capturado en su apartamento de Praia Grande, cercano al puerto de Santos.
Según Tucci, “existen evidencias” de que la ‘Ndrangheta actualmente compra la cocaína en Bolivia, ya que en ese país es más barata que en los otros productores, porque se encuentra en un período de “sobreproducción” de cocaína. También destacó el rol que tiene Bolivia como “productor y también como país de tránsito”; que resulta una situación “bien compleja” para ese país sudamericano.
En la última parte de la cadena, el analista hace hincapié en la figura del montenegrino Mario Vucinic, capo de una mafia, que se encarga de distribuir en Europa y Asia la droga que envía la ‘Ndrangheta. Los montenegrinos son el eslabón clave para hacer llegar la droga hacia los distintos puntos del planeta.
Sobre las continuas detenciones de capos de la ‘Ndrangheta y en especial la gran redada de fines de diciembre pasado, donde detuvieron entre Brasil y varios países de Europa a 334 ‘Ndranghetistas (entre ellos varios políticos calabreses), Tucci mencionó que “esta mafia es muy poderosa y no van a renunciar”.
Según el Fiscal Gratteri, responsable del operativo, “en Sudamérica hay decenas de hombres de la organización que viven allí de manera estable. Tienen familias en Colombia, Bolivia y Perú, y desde ahí hacen llegar a Europa toneladas de cocaína. El cartel del Golfo y los Zetas han hecho grandes negocios con los calabreses, lo que da una visión de su expansión y del nivel de compenetración”.
El fiscal que investiga desde hace décadas a esta mafia asegura que la ‘Ndrangheta es la organización más competitiva y la que goza de mayor confianza entre los cárteles. Es la única que saca la droga fiada de los tres países productores (Bolivia, Colombia y Perú). Mientras las bandas criminales normales compran la cocaína a 1.800 euros el kilo, la ‘Ndrangheta lo hace a 1.000 euros. Tiene una relación privilegiada, de confianza total, porque nunca fallan. De hecho, las demás organizaciones de Europa acuden a ellos cuando necesitan un pedido. La Cosa Nostra les compra desde hace tres décadas la cocaína”, señala el fiscal calabrés.
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