En este 2019 cumple 32 años de vida diplomática. ¿Cómo fueron sus comienzos?
Fueron comienzos interesantes. Empecé a trabajar en el Servicio de Información y Prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores. Después pasé para el Departamento de África, donde tuve la posibilidad de tener mi primera experiencia como diplomático extranjero. Mi primer puesto fue en Cabo Verde, y fue muy interesante porque es un país muy cercano a Portugal (fue una antigua colonia portuguesa). Luego volví a Lisboa, donde estuve cuatro años trabajando en el gabinete del secretario de Estado de las Comunidades Portuguesas. Seguidamente fui nominado para nuestra delegación de la OTAN en Bruselas, donde estuve cuatro años. Más tarde estuve cuatro años como cónsul general en Montreal. Después fui para Lisboa otra vez, dos años como director de América del Norte en el Departamento Político del Ministerio de Relaciones Exteriores, y otros dos años y medio como director de África. Al culminar fui nombrado consejero para la Embajada de Roma, luego cónsul general en Río de Janeiro por casi cinco años, y en setiembre de 2016, tras los Juegos Olímpicos de Río, llegué a Montevideo como embajador.
¿Con qué se encontró al llegar acá?
Me encontré con un país que no conocía, que me sorprendió. La primera sensación que tuve fue que era la sociedad más igualitaria que yo jamás había experimentado. Me impresionaba la forma en la que los uruguayos afirmaban: “todos somos hijos o nietos de alguien que llegó de afuera”. Eso fue una primera experiencia impactante. Después, estudiando, fui percibiendo que eso era una realidad histórica y cultural de Uruguay. Otro aspecto que también me impactó rápidamente fue que los uruguayos y los portugueses en términos de mentalidad somos muy próximos; hay una forma de ver el mundo, una humildad que nos acerca. Incluso muchos uruguayos me han dicho que cuando van a Portugal se sienten como en casa. Este es un país muy agradable. La Embajada de Montevideo es chica y por eso mismo uno puede cubrir todos los asuntos de la relación bilateral entre Portugal y Uruguay.
¿Cuál es la importancia de esa relación bilateral?
Es una relación histórica. Portugal y Uruguay siempre tuvieron embajadas y tenemos un relacionamiento muy próximo. En el plano multilateral colaboramos mucho tanto en las Naciones Unidas como en el Grupo Internacional de Contacto para Venezuela. Hay muchas coincidencias de puntos de vista de nuestro nexo bilateral. Además, tenemos múltiples vínculos con las Fuerzas Armadas; el Ejército y la Marina tienen relaciones históricas y muy ricas. En el plano cultural también tenemos un enlace bastante importante. Por otra parte, Portugal y Uruguay tienen todos los acuerdos necesariamente útiles para que cada vez más haya contactos económicos y comerciales entre los dos países.
“Los uruguayos y los portugueses en términos de mentalidad somos muy próximos; hay una forma de ver el mundo, una humildad que nos acerca. Incluso muchos uruguayos me han dicho que cuando van a Portugal se sienten como en casa”
¿Cuáles son las oportunidades comerciales y de inversión que hay actualmente?
Ahí siento alguna dificultad. Tanto Portugal como Uruguay son economías relativamente pequeñas, muy centradas en pequeñas y medianas empresas. Tenemos algunas grandes empresas portuguesas en América Latina. Naturalmente, Brasil ocupa el primer lugar en las prioridades de una empresa portuguesa que espera internacionalizarse, pero eso no impide que haya otras en el área de supermercados, de construcción civil, que ya estén en otros países del continente como Colombia o Perú. Aquí tenemos que hacer un esfuerzo más importante. Con las obras de UPM, como algunas empresas trabajan para los grandes grupos de construcción que ganaron los concursos internacionales, quizás podamos tener alguna presencia de técnicos o de empresas portuguesas. Tenemos que hacer un esfuerzo para que la embajada apoye siempre nuestras empresas y las empresas uruguayas que quieran ir para Portugal. Estamos siempre en contacto y eso es lo que intentamos fomentar. Uruguay, estando en el Mercosur, puede servir de puerta de entrada para productos portugueses. A su vez, tengo muchas esperanzas de que dentro de algún tiempo, la entrada en vigor del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea provoque mayor interés y que, con base en ese acuerdo comercial, que también es político, se puedan incrementar los intercambios comerciales entre Portugal y Uruguay.
¿Cómo analiza ese acuerdo?
Es un acuerdo que fue negociado durante varios años y al cual fue difícil de llegar. Es mucho más que un acuerdo comercial, claro que las cuestiones comerciales fueron complejas y fueron las últimas en ser resueltas. Lo natural en negociaciones tan complejas es que no todas las partes quedan completamente satisfechas, pero ese tratado es mucho más que un acuerdo comercial. En mi opinión, es una asociación estratégica entre dos continentes que se pueden ayudar. También es una señal para la comunidad internacional de que tanto Europa como el Mercosur entienden que el futuro está en la negociación multilateral y en los intercambios comerciales con cada vez menos barreras. Eso es una señal importante en momentos en que vemos grandes países con dificultades comerciales.
¿Cuáles son los retos que enfrenta la Unión Europea?
La Unión Europea enfrenta varios retos. Uno importante tiene que ver con la profundización de la moneda única, que ya tiene varios años de experiencia. A su vez, tiene el reto de completar la salida del Reino Unido, que fue un episodio infeliz en su historia, y también el de la inmigración, que ha sido un proceso muy complejo.
Atraviesa una crisis migratoria.
Exactamente. Europa no ha sido capaz de conseguir resolver esa crisis. Por lo tanto son retos internos, globales, naturales para una organización de 28 estados, aunque no quiere decir que se ponga en riesgo la unidad y el proyecto europeo.
¿Qué papel considera que juega Portugal en el mundo?
Históricamente Portugal tuvo responsabilidades en el mundo mucho mayores que su dimensión geográfica, por nuestra historia. Es decir, fuimos de los primeros países en emprender viajes oceánicos y en generar relaciones con el resto del mundo. Por lo tanto, hay un legado histórico y una presencia de Portugal y especialmente de la lengua portuguesa, muy grandes. Portugal siempre fue un país que miró para afuera y eso justifica que la mitad de nuestra población hoy viva en el exterior, en países con fuertísimas comunidades, tanto en Europa como en América del Norte, en Brasil, en África del Sur, en Australia. Eso hace que nuestro país tenga que mantener una relación muy próxima con importantísimas comunidades extranjeras.
Dijo que los uruguayos se sienten “como en casa” al ir a Portugal. ¿Y qué imagen tienen los portugueses con respecto a Uruguay?
Yo creo que Uruguay tiene una buena imagen internacional. Ahora como soy embajador aquí, cuando los portugueses hablan conmigo me dicen que Uruguay es el secreto escondido de América Latina. Es un país un poco diferente, que contrasta con algunas realidades del continente.
“Portugal y Uruguay tienen todos los acuerdos necesariamente útiles para que cada vez más haya contactos económicos y comerciales entre los dos países”
¿Cuáles son los principales desafíos de la embajada?
Intentamos continuar en esta línea de trabajo de estar siempre presentes si podemos ayudar a los empresarios y a las empresas que quieran venir a Uruguay o ir desde acá para Portugal. A esto se le suma el desafío de mantener el programa cultural siempre activo. Tenemos también una gran comunidad portuguesa aquí, de cerca de 2.000 personas, y contamos con una sección consular que resuelve los problemas del día a día de los portugueses que viven en Uruguay. Mi trabajo como embajador es tender puentes.
¿Cómo es la relación de la embajada con la Cámara de Comercio Uruguayo-Portuguesa?
Es una cámara bastante antigua pero con muy poca actividad porque, como decía, no hay un gran empresariado portugués aquí. Existe esencialmente un pequeño comercio, por lo cual es natural que una cámara portuguesa en Uruguay no tenga una presencia y una fuerza como tienen cámaras como la alemana o la española. Hay dos o tres pequeñas empresas portuguesas aquí en el momento, y después el empresariado portugués es muy disperso. Con gran esfuerzo de una generación más nueva, la cámara fue reactivada muy recientemente. Para inaugurar esa reactivación tuvimos un evento muy interesante promovido por el propio ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa, al inicio de octubre. Fue una buena plataforma para comenzar a trabajar. Nuestra relación con la cámara es de cooperación. Las cámaras de comercio son entidades independientes de las embajadas, pero hay una colaboración en las iniciativas que cada una pueda tener, para trabajar en el mismo objetivo que es incrementar las relaciones comerciales.
¿De qué forma se gestó la cooperación portuguesa-uruguaya para combatir el cáncer en Mozambique?
La AUCI (Agencia Uruguaya de Cooperación Internacional) mostró mucho interés en desarrollar esa iniciativa y lo encontró también en Portugal. Muy recientemente partió la primera misión a Mozambique. Yo no sé todavía los resultados de la misma, pero estoy convencido de que mientras que Uruguay quiera desarrollar cualquier tipo de cooperación, Portugal estará siempre abierto. Me parece que hay un interés cada vez mayor de Uruguay en África, que es un continente muy grande donde este país no tiene históricamente gran presencia, pero sí representaciones diplomáticas en países importantes.
Portugal, que tiene su impronta cultural en África, ¿puede llegar a ser un socio para ayudar a Uruguay a exportar servicios a ese continente?
Sí. De la misma forma que muchas veces Uruguay se presenta como una puerta de entrada para Sudamérica, nosotros sentimos que países con menos experiencia en África utilizan a Portugal también como puerta de entrada física o como plataforma, porque es un país que conoce al continente y que tiene muchos proyectos de cooperación donde otros países pueden comenzar a participar. Creo que en ese sentido es que Uruguay mostró interés en colaborar con Portugal en esta primera experiencia de cooperación triangular.
Portugal es uno de los países de la Unión Europea más cercano a China, incluso han firmado varios acuerdos, como el Belt and Road Initiative. ¿Cuál es su estrategia, siendo un país pequeño en Europa? ¿Cómo la relación con China lo ha ayudado a salir de la crisis?
Portugal es un país con una historia muy larga, tenemos 900 años de historia y 500 años de convivencia con China. Nosotros tenemos un relacionamiento muy próximo y estratégico con China, que es un actor global cada vez más presente en el mundo y que no puede ser ignorado. Además, fue un país que invirtió mucho en Portugal durante la crisis, es decir, cuando nadie quería invertir allí. Tenemos conciencia de que esa relación no puede ser desequilibrada; tenemos nuestras prioridades europeas y una relación estratégica también con el continente americano. Igualmente, el vínculo con China es una realidad cada vez más presente en todos los países y en el caso de Portugal tiene que ver con las razones históricas y económicas. China actualmente tiene empresas en sectores estratégicos de Portugal, en la electricidad, en las aguas, entre otros.
El valor de la responsabilidad y un deporte que se convirtió en hobby
Nacido en Lisboa, Nuno de Mello Bello recuerda haber tenido una infancia muy feliz. Proviene de una familia tradicional portuguesa y católica. A él y a sus dos hermanas, sus padres siempre les inculcaron el valor de la responsabilidad y, por lo tanto, la importancia del estudio y el trabajo.
Su papá es ingeniero y tenía una empresa de ese rubro, de construcción civil, donde durante mucho tiempo trabajó también su mamá.
El embajador rememora que no era muy habitual estar en la noche con sus padres, porque además de las tareas laborales, tenían actividades que les insumían mucho tiempo. Aunque destaca que ellos siempre fueron muy unidos, cuenta que tenían intereses muy diferentes. Por un lado, su mamá cantaba de modo profesional en un coro, por lo cual tenía ensayos casi todos los días de la semana. Por su parte, su papá era un gran deportista en el área de vela, tenía una relevante participación en la Federación de Vela, en el Comité Olímpico Portugués, del cual fue presidente, y en el Comité Olímpico Internacional, del que fue miembro.
De su padre heredó el gusto por ese deporte y lo realizaba junto a él y a sus tíos. “Mi familia por los dos lados era muy ligada a la vela”, explica. Lo practicó durante toda su juventud, cuando vivía en Portugal, pero luego tuvo que ir abandonándolo como deporte y pasó a ser un hobby, a causa de su carrera profesional.
Hoy está casado con Ana, con quien tiene tres hijos, aunque ya no viven con ellos.
El diplomático se define como una persona razonable y racional, poseedor de muy buen sentido común, que “es esencial para la vida en el día a día y a su vez es una característica muy importante para nuestra carrera”.
Además, comenta que hace gimnasia para “mantenimiento”, pero no le queda mucho tiempo para hobbies. Pasa los fines de semana con su esposa. Juntos van al cine, pasean en la playa de Carrasco y van al Solís y al Sodre, dos instituciones culturales que él encuentra “fantásticas”. “El ballet del Sodre y la orquesta del Solís son cosas que me impresionan, por la variedad, por la riqueza”, agrega. Por último, dice que en Uruguay conoció el cine argentino, que le parece muy bueno. “Me gustan más las películas argentinas y europeas, no tanto las superproducciones de Hollywood. Algunas son buenas y espectaculares, pero prefiero un cine más humano”, opina.