El 20 de setiembre se cumplieron 15 años de la creación del Departamento de Registro y Búsqueda de Personas Ausentes. El decreto firmado por el entonces ministro del Interior Dr. Daniel Borrelli subrayaba que su cometido era el de “efectuar un registro de personas ausentes, analizar e investigar las situaciones denunciadas o planteadas por cualquier otro medio, que permitan verificar el paradero de las personas no habidas a nivel nacional”.
El licenciado en seguridad pública, psicólogo y perito judicial Robert Parrado fue parte protagonista en la formación de ese Departamento. En conversación con La Mañana expresó que en 2004 el ministro Borrelli le pidió que se traslade a Maldonado donde se habían dados algunos casos de personas cuyo paradero no era ubicado. De esta forma se instaló hasta la zona fernandina “con la experiencia del trabajo que habitualmente hace la Policía” iniciando como ubicación de paradero, fuga del hogar o ubicación de NN, pero hasta que “uno no aterriza con otra cabeza en el fenómeno no se ven las debilidades que habían” en el sistema.
“Al regreso le hago un informe a Borrelli y le digo que hay que crear un Departamento de Registro y Búsqueda de Personas porque teníamos un vacío” en ese aspecto “y eso nos daría un único registro a nivel nacional”. Al ministro le pareció bien y “el 20 de setiembre de 2004 hicimos una conferencia de prensa en Presidencia”.
¿Quiénes son los ausentes?
Existe un debate abierto en torno si los desaparecidos son ausentes. “Yo pienso que sí”, dijo Parrado. En Uruguay hay una diferencia entre desaparecidos y ausentes “porque acá el término desaparecido está vinculado a cuestiones políticas y se relaciona directamente con la dictadura”, pero en Latinoamérica y el Caribe se le llama desaparecidos, “acá en Uruguay acuñamos el término ausente”, explicó.
El concepto de ausente involucra a “las personas que no se ubican en sus lugares habituales y se desenvuelven sin dar noticia, y luego de haber estudiado el caso se presume que en la génesis hay violencia o delito”, dijo.
Dentro de los ausentes “hay todo tipo de casos: aquel que se fue del país, el que se juró que cuando cumpliera 18 años se iba, gente que estaba vinculada al juego, personas que se suicidaron, que mataron, gente enterrada como NN, gente que eligió cambiar de vida, problemas de adicciones, hay de todo. Puede haber tratas, tráfico de órganos. La única forma de saber qué pasó es que esa persona se encuentre y cuente”, señaló Parrado.
“Hay particularidades y puede haber mil historias y muchas de ellas complicadas en ese núcleo familiar” pero para los investigadores debe “ser irrelevante que se sepa públicamente porque la tarea es la de ubicar a esa persona, no para que otros se enteren o juzguen. Puede haber la peor historia en esa familia pero uno no está para juzgar”, precisó.
Recordó el caso de una joven que “vivía con una familia impecable”, y que decidió irse con su pareja “sin avisar a nadie”. Cuando la ubicamos vivía “en medio de la nada y en la pobreza, era insólito con quien vivía, pero bueno, eso se judicializó, los padres supieron dónde estaba viviendo, la joven decidió vivir de esa manera y uno no está para juzgar nada”, contó.
El profesional señaló que los casos de ausentes se dan con mucha paridad en cuanto al sexo, y que los casos son diferentes respectos a las edades. “Si es un adulto mayor existe el riesgo de una captación de voluntad y que lo estén embromando, le hacen pagar todo y esa persona mayor lo acepta por estar acompañado y no quedar sola”; en otros casos “se termina encontrándolos fallecidos”.
“En el caso de los jóvenes que se van muchas veces los papás no saben el por qué”, además de que hay cosas que los padres “no sabemos de nuestros hijos”. “La familia nos dice ‘fulanito siempre hacía tal recorrido para ir al liceo’, pero resulta que no era así porque los adolescentes tienen sus piques, sus cosas que solo él y uno o dos amigos saben, y esas son cosas que se deben integrar” al protocolo de investigación.
En tanto se profundice en la investigación de cada caso, todas las posibilidades deben estar abiertas y ser manejadas, porque se han dado episodios insólitos como el de una persona denunciada como ausente que había ingresado como militar y no había dicho nada a su familia.
Las tres hipótesis
Parrado dijo que cuando se da un caso de persona ausente “debe ser denunciado de inmediato” porque “la doctrina indica que los hechos criminales pasan en las primeras cuatro horas, y si un niño desaparece se aleja una milla (1,6 Kms) por minuto porque se presume que viaja en auto”.
En cuanto se inicia la investigación se debería generar “una conclusión de tres hipótesis: alta, media y baja posibilidad” sobre lo que pudo haber sucedido, dijo. Por ejemplo “la hipótesis alta podría ser que estamos ante un tema de trata porque tenía una vida que hace pensar que pudo darse esa situación; la media que la persona no haya podido solucionar sus conflictos y se haya suicidado; y la hipótesis baja que se haya ido del país. Esas serían las tres líneas de investigación formadas por un equipo técnico conformado por sicólogos, sociólogos, policías, semiólogos, antropólogos y asistentes sociales”.
Las familias por su parte atraviesan por diversas etapas. “Primero hay una gran cercanía” con el equipo investigador, “después se enojan, después se frustran, te odian, después se dan cuenta que cada vez que el sistema cambia de jerarca le dicen que van a volver a comenzar, le piden el material porque parece que el jerarca ni siquiera tiene el material de investigación, y así el tiempo pasa”.
Investigar con una mirada amplia
Para atender las denuncias por personas ausentes “se necesita una cabeza que investigue con mirada amplia” porque se van a ver “involucrados temas variados” y de “diferente naturaleza”, dijo el psicólogo. Hay que atender “un abanico muy amplio” de situaciones para los cuales “tenemos que tener equipos que vayan mucho más allá de la lógica policial clásica”.
Por la complejidad de los casos “tuvimos que incorporar lo que llamamos la retroproyección biográfica preabsentis que es un símil a la autopsia psicosocial en la que ante la duda se valora si fue homicidio o suicidio, pero con la persona ausente no tenemos cuerpo, y tenemos que recomponer su existencia” sin que esté presente.
Consideró necesario que Uruguay cuente con “un organismo descentralizado estrictamente técnico que trabaje con temas sensibles como homicidios sin aclarar, los ausentes con la incorporación de los desaparecidos”; un organismo conformado por “los mejores del país y sin mirada política, de trabajo permanente”, subrayó.
Si bien hay más de medio millar de casos de personas ausentes sin resolver, la página web del Ministerio del Interior sólo tiene publicados 176 registros fotográficos. Parrado entiende que “si los casos son más de 500 debería haber el mismo número de imágenes. Tal vez haya algún caso en que la familia no quiere que se publique la imagen”, pero a su juicio “la diferencia es mucha” entre ambas cantidades. “Quiero creer que a esa familia que no quiere publicar la imagen de la persona que busca, se le explica la importancia de la difusión pública para poder lograr un reconocimiento”.
Por otra parte, este mes se informó que la Policía creó un banco genético con familiares de personas ausentes, lo que fue confirmado por las autoridades. Parrado dijo que eso ya se hacía a través de la justicia.
Al parecer “se descubrió la pólvora” porque “le van a pedir a la gente que vaya” a dejar muestras, pero “quien debe ordenar que se haga ADN y se comparen las muestras es quien está investigando a través de la justicia. No es un pedido de favor a las personas”, sino “¿a quién estuviste buscando todo este tiempo?” Pero como la noticia sale en los medios genera “aplausos porque es una noticia positiva, y se razona ‘al fin lo van a hacer’, pero resulta que eso se hacía”.
A la prueba de ADN también se debería incorporar la pregunta en reserva si esa persona que se está buscando en realidad es hijo de quienes se presentan como sus padres, porque hay muchos secretos en las familias, y si no fuera hijo el ADN nunca va a dar.