El informe del Ministerio de Salud Pública Natalidad y mortalidad infantil 2023 confirma que la natalidad en Uruguay ha disminuido de manera constante en la última década. En 2023, las muertes (34,677) superaron por primera vez a los nacimientos (31,381). La Mañana consultó a Gabriela Pedetti, magister en Demografía y Estudios de Población y docente de la Facultad de Ciencias Sociales, para conocer más sobre las causas del fenómeno y sus posibles efectos.
Desde 2015, la natalidad cayó significativamente, con 920 nacimientos menos en 2023 en comparación con 2022 y un promedio de 1,699 nacimientos menos por año desde 2016. En 2015, hubo 48.926 nacimientos, mientras que en 2023 se registraron 17.545 nacimientos menos. Desde 2005, cuando la tasa global de fecundidad descendió por debajo del umbral de reemplazo de 2,1 hijos por mujer, la disminución ha continuado, situándose en menos de 1,5 hijos por mujer en el último quinquenio, una cifra comparable a la de países como Chile y Costa Rica.
Un estudio titulado La gran caída. El descenso de la fecundidad uruguaya a niveles ultra-bajos (2016-2021), realizado por investigadores de la Facultad de Ciencias y publicado en la revista Demographic Research, resalta una drástica reducción en la fecundidad en Uruguay, que alcanzó niveles históricamente bajos. La disminución se observa en mujeres de casi todas las edades, con mayor prevalencia en las mujeres de 25 a 29 años y adolescentes. Como conclusión del estudio, la baja de nacimientos está relacionada “en primer lugar, por el protagonismo de la fecundidad adolescente y temprana, que en conjunto explican más de la mitad del descenso total de los nacimientos”.
Gabriela Pedetti, magister en Demografía y Estudios de Población y coautora del trabajo académico, explicó a La Mañana que, aunque el fenómeno es multifactorial, coincide temporalmente con las políticas públicas que introdujeron métodos anticonceptivos como el implante subdérmico, algo clave para la reducción de la fecundidad adolescente no intencional. Este método “resultó efectivo” porque no exige recordar tomar una pastilla todos los días a determinada hora. “Sin duda que este porcentaje en la caída de la fecundidad, que se debe básicamente a la elección de las mujeres de tener sus hijos en otro momento, es una buena noticia para el país”, valoró la experta.
Otro factor que observar es la postergación del embarazo en grupos que previamente no lo hacían. “Estaba estudiado que las mujeres de nivel educativo más bajo tienen a los hijos a edades más tempranas y más cantidad, pero eso está frenando. Quizá mujeres que antes frenaban en cuatro hijos ahora lo hacen en tres”, razonó. El fenómeno denominado stopping, que es la decisión de dejar de tener hijos cuando se llega al primero o al segundo debido a las exigencias del mercado laboral y el alto costo de vida uruguayo, gana terreno. “No tendríamos que esperar un aumento de la cantidad de nacimientos, porque las personas mayoritariamente apostaban a ir hacia los dos hijos, y ahora tienden a apostar a uno. Eso es un cambio cultural a nivel país, que lo hemos estudiado por niveles educativos y ya no es algo que solo suceda en los niveles medios y altos”, añadió. Por lo tanto, se podría deducir que esta expansión a otros estratos habla de una tendencia general como sociedad.
El estudio añadió que, debido a la postergación del embarazo, es esperable que parte de los nacimientos “evitados” se registren luego, por lo que la fecundidad podría tener un rebote. “No es que estas chicas que no tuvieron hijos a los 17 años piensan no tener nunca hijos, sino que pueden estar aplazando el comienzo de su vida reproductiva”. Aun así, los niveles continuarían siendo por debajo del umbral de reemplazo. Pedetti habló sobre la dificultad de prever esto, ya que se trata del estudio de sujetos vivos, lo que deja a la incertidumbre factores dinámicos como la mejora económica de las parejas o el cambio de decisiones. No obstante, es posible aventurarse. Si la caída de fecundidad está sucediendo fuertemente desde el 2016 por una postergación, y el primer hijo suele tenerse en promedio a los 24 años, “estas chicas ya están llegando a esa edad o les faltan uno o dos años”. Dicho rebote podría estar ocurriendo ahora mismo, pero apenas se manifestaría en una desaceleración del fenómeno de la baja natalidad. En 2022 hubieron 2302 menos nacimientos que en 2021, y en 2023 hubieron 920 menos que en 2022, por lo que el ritmo de caída es visiblemente menor. “Parecería ser, por lo menos, más estable”, analizó Pedetti.
Los inmigrantes no nos salvarán
Una de las consecuencias más temidas de la baja natalidad es que afectará a la seguridad social, aumentando la presión sobre el sistema de pensiones y jubilaciones. A partir de los datos preliminares del Censo 2023 del Instituto Nacional de Estadística, se difundió la idea de que la ola inmigratoria de venezolanos, cubanos y dominicanos –entre otros– había contrarrestado la baja natalidad. Esto es un análisis parcial. Tal como expuso Pedetti, la inmigración aporta al número de población, pero “es muy menor” en términos de la composición total. “Hay que tener en cuenta también a los uruguayos que emigraron. Siempre se habla de los ingresos de los últimos años, mirando la cantidad de personas que pidieron residencia. Son en el entorno de 20.000 personas en una población de 3 millones y medio. Es un movimiento muy montevideano, de verlos en los lugares más céntricos. Pareciera que son mucho más de lo que representan en el total poblacional”, aseguró.
Pedetti también refirió a estudios realizados a nivel mundial, que probarían que las personas migrantes toman las pautas reproductivas del lugar al que llegan. “No es que si viene una persona de un país que tiene una tasa de fecundidad muchísimo más alta que la nuestra va a tener la misma cantidad de hijos”, esclareció. A su vez, mirando los datos de Uruguay en cuanto a comportamientos reproductivos, la cantidad de hijos de mujeres extranjeras no cambian la tendencia. “Estamos hablando de que menos del 2% de los niños son de madres nacidas en el extranjero. También hay que pensar que los migrantes no tienen las mismas redes de cuidado que tenemos nosotros. Ni en términos de los valores poblacionales, ni en términos de fecundidad, ni de mortalidad, los inmigrantes nos salvan”, puntualizó.
Un desafío es una oportunidad
Para contrarrestar los efectos negativos que significa una población en constante descenso, existen alternativas que podrían ser mejores al fomento de la natalidad o la inmigración. Pedetti opinó que mayores flexibilidades laborales para los padres, así como mejoras en los salarios y en los sistemas de cuidado para que se minimice la situación de no tener a quién dejar a un hijo al salir a trabajar, son estrategias que podrían mejorar la calidad de vida de las personas, y por lo tanto, favorecer la fecundidad. “Es bastante incompatible pensar que la gente va a querer seguir teniendo hijos en Uruguay si los costos de vida son los que son”, agregó. Por otra parte, el Instituto Nacional de Evaluación Educativa estima que en 2030 habrá 70,000 estudiantes menos en primaria, lo que representa un 25% menos en comparación con 2022. Para Pedetti, esto es una oportunidad para mejorar las condiciones del sistema educativo –mientras se mantenga el presupuesto actual– gracias a que se perderían las situaciones de hacinamiento en las aulas.“Hay espacio para la oportunidad. Tiene que haber un cambio en ese paradigma de pensar que dejar de crecer poblacionalmente es malo, desde mi punto de vista no sería el enfoque correcto”, culminó.
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