Desde que era un niño, a través de los mapas y los globos terráqueos, empezó a “viajar” para conocer otros pueblos y culturas, y ese interés por el exterior sumado a la voluntad de servir a su país lo llevó a la diplomacia. Nunca había estado en Uruguay, pero lo conocía “por su reputación de país agradable, de modelo democrático”. A más de un año y medio de ser nombrado embajador de Francia, conversó con La Mañana acerca de las relaciones bilaterales y se refirió al tan mentado acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), al que calificó como “muy importante para ambas regiones”.
¿Cuáles son las expectativas que tienen con el Acuerdo de Asociación que se viene conversando desde hace muchos años entre el Mercosur y la UE?
Tiene razón en recordar que se trata de un Acuerdo de Asociación, porque muchas veces se habla solo de Tratado de Libre Comercio, de acuerdo comercial, y en realidad es un acuerdo más completo, que tiene también las dimensiones de cooperación y de diálogo político. Es un acuerdo estratégico muy importante para ambas regiones. La negociación fue recientemente redinamizada con la presentación de nuevas propuestas por parte de la Comisión Europea, que negocia en nombre de la UE.
¿Son señales positivas las declaraciones políticas que hemos escuchado de líderes de la región con respecto al interés en poder concretar ese acuerdo?
Hay esperanzas importantes expresadas por varios líderes de la región. Creo que las autoridades de Uruguay han dejado claro que tienen esperanzas con respecto al acuerdo. Ahora está en manos de los negociadores.
¿En qué medida el tema de los asuntos medioambientales y de sostenibilidad pueden condicionar este tratado? Se lo pregunto por las recientes declaraciones del presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien advirtió que un acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur “no es posible” si los latinoamericanos no respetan las normas medioambientales como los europeos.
La posición de Francia, que fue reiterada por el presidente Macron, nunca ha variado. Consideramos que los acuerdos comerciales de nueva generación tienen que respetar los compromisos del Acuerdo de París sobre el cambio climático. Es importante también que la aplicación del acuerdo no conlleve un riesgo de deforestación importada y es necesario que los productos importados en Europa respeten las normas fitosanitarias de la UE a las cuales están sometidos nuestros propios productores, porque sin eso los términos del intercambio serían desiguales.
¿Cuál es la posición del gobierno francés respecto al tema agrícola? Hace unos meses Macron visitó la Feria Agrícola de París para apoyar a los agricultores y advirtió por la escasez del agua y los problemas de la sequía para el agro, situación similar a la que atraviesa Uruguay.
Esta visita del presidente de la República en la Feria Agrícola de París es una tradición famosa en Francia, habitualmente el presidente abre el evento y es un momento muy esperado por los agricultores franceses. Francia es un gran país agrícola como Uruguay, y también se enfrenta en este momento al desafío de la escasez de los recursos hídricos, que es un problema que toca a muchos países. Es una situación que en parte puede ser coyuntural pero probablemente esté vinculada también al calentamiento global, así que nos obliga a intensificar la lucha contra el cambio climático y a adaptar nuestros modelos de producción, de riego, en ciertos casos los tipos de cultivos. Los retos son mantener nuestra capacidad de alimentar a la población y preservar el medio ambiente, la biodiversidad, nuestros paisajes, de los cuales los agricultores son los principales garantes.
Usted se formó como licenciado en Historia y en Administración Pública, y luego máster en Geografía y en Relaciones Internacionales y Acción en el Extranjero, temáticas bastante diversas. ¿Qué le despertó el interés por tales áreas?
Hice muchas cosas, como lo ha notado, pero creo que, en retrospectiva, hay una cierta coherencia. Siempre me interesó conocer otros pueblos, culturas, civilizaciones, y empecé a “viajar” desde mi habitación de niño, antes de salir en un avión, a través de los mapas, de los atlas, de los globos terrestres, que siguen siendo una pasión para mí. Y este interés por el exterior asociado a la voluntad de servir a mi país me llevó lógicamente a la diplomacia.
¿Cómo fueron sus inicios en la diplomacia?
Mi primera experiencia de expatriación en el servicio diplomático fue en un servicio de voluntariado, que en su momento sustituía al servicio militar, y lo hice en el Consulado General de Francia en Quebec (Canadá). Una primera expatriación creo que siempre es un hito en la vida de una persona porque te marca profundamente, y yo sigo teniendo un vínculo especial con ese país. Además, fue una primera experiencia profesional, me fascinaron todos los retos de la cooperación en todos los ámbitos, así que cuando volví a Francia estaba convencido de que la diplomacia era mi camino y regresé también a la universidad para preparar el examen de ingreso a nuestra Cancillería.
Ha tenido una destacada trayectoria política y diplomática. ¿Qué hechos lo marcaron en ese camino?
La especificidad de la diplomacia no es un trabajo único, hay una gran variedad de misiones y creo que eso me gustó, la diversidad, pero por supuesto que siempre hay algunas experiencias que se destacan. Podría mencionar la responsabilidad de negociar en nombre de mi país en la UE y en las Naciones Unidas; el orgullo de representar a mi país como cónsul general en el sur de Italia, en Nápoles; el descubrimiento de la vida de un gabinete ministerial desde dentro, como lo hice hace varios años con el canciller francés; y el honor de haber sido nombrado embajador en Uruguay.
¿En qué siente que lo ha enriquecido el haber estado en tantos países por su tarea como diplomático?
El simple hecho de vivir en otro país es un enriquecimiento de la persona, porque significa descubrir otra cultura, adaptarse, manejar otro idioma, y en cada posición en la embajada tienes nuevas misiones. Es un progreso en la vida tanto a nivel profesional como personal. Y cambiar de país cada tres o cuatro años es también un modo de mantenerse joven, porque nada se da por sentado, no puedes quedarte en tu zona de confort, siempre hay que empezar algo, adaptarse al nuevo contexto, y eso es bastante estimulante.
¿Cómo recuerda su llegada al Uruguay?
Yo quería ir a Uruguay, no fue casualidad, aunque no había venido al país y no conocía bien a la región, pero lo conocí por su reputación de país agradable, de modelo democrático, y que tiene vínculos fuertes históricos con Francia. Cuando llegué a Uruguay, aunque tenía expectativas bastante elevadas, no me decepcioné para nada, al contrario. Puedo destacar la calidad de los interlocutores, de las instituciones, el hecho de que haya una vida cultural muy intensa, más fuerte de lo que pensaba.
¿En qué percibe eso?
Por ejemplo, tenemos casi enfrente de la embajada el Sodre, un teatro nacional con un ballet nacional, que es de muy buen nivel y eso no se encuentra en todas las capitales y en todos los países de este tamaño. Me gusta mucho el ballet.
¿Cuáles son las principales líneas estratégicas que se marcaron en la embajada?
Cada embajada tiene que preparar y adoptar, en acuerdo con la capital, un plan de acción, y en nuestro caso tiene como objetivo desarrollar los intercambios en todos los campos. Por ejemplo, en marzo mantuvimos las consultas bilaterales para intercambiar sobre todos los temas de interés común con el vicecanciller Nicolás Albertoni. A nivel económico son muy numerosas las empresas francesas presentes en Uruguay, inclusive en algunas obras estratégicas para el país como la construcción del Ferrocarril Central o la transición energética. Hay una empresa francesa que está operando tres parques eólicos y un banco francés participó en la emisión del primer bono verde de Uruguay. Y hay una gran cooperación a nivel científico, universitario, educativo y cultural. Trabajamos mucho con el Instituto Pasteur y en el contexto de la pandemia se fortaleció la cooperación. También trabajamos con la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) para la introducción de francés en 14 escuelas en todo el país.
El embajador de la UE, Paolo Berizzi, contó a La Mañana acerca de los recorridos que hizo junto a ustedes, los distintos embajadores, por el interior del país. ¿Cómo fue la experiencia?
Esa es una muy buena iniciativa de la delegación de la UE, que tiene varios objetivos. El primero es que los embajadores puedan conocer todo el país, porque Uruguay no se resume a Montevideo, yo soy muy consciente de eso y la idea es ir a departamentos bastante lejos de la capital. Otro objetivo es explicar lo que es la UE a los uruguayos en todo el territorio, porque quizás no sea tan fácil entender lo que representa, puesto que es una entidad un poco única en el mundo, donde hay Estados y también una organización supranacional de cooperación con una integración muy fuerte. El último objetivo es fortalecer aún más el sentido de pertenencia común entre los embajadores europeos, un poco de team spirit. Recientemente estuvimos en Río Negro y Soriano. Gracias a esos viajes de la UE y también a los que hago solo, ya visité oficialmente los 19 departamentos.
Hoy hablaba de las históricas relaciones entre Uruguay y Francia. ¿Cómo las definiría?
Nuestros países tienen mucho en común, es algo que me llamó la atención y que veo en lo cotidiano a nivel cultural, institucional, social. Hay una herencia francesa bastante fuerte en Uruguay, porque es un país que nació después de la Revolución Francesa y que se inspiró mucho en sus ideales, y también hay una herencia ligada a la inmigración francesa importante. Recientemente hubo una conferencia en la Alianza Francesa sobre la inmigración francesa en Uruguay. A mediados del siglo XIX cerca del 30 o 40% de los habitantes de Montevideo eran franceses, lo que dejó una huella fuerte. Eso es muy importante para la Embajada de Francia porque implica un potencial de cooperación muy fuerte. Yo siento que los uruguayos aman a Francia y la cultura francesa, y es mi trabajo, junto con todos nuestros socios, hacer que eso se pueda mantener en el tiempo.
¿Hay margen para fortalecer las relaciones?
Siempre hay margen, es lo que intentamos hacer en todos los campos, a nivel cultural es muy importante, con el idioma también, por eso el proyecto que tenemos con la ANEP y con las otras embajadas de los países francófonos.
¿Qué lectura hace de los efectos de la guerra en Ucrania? ¿Le ve una salida en el corto plazo?
Es muy importante recordar que la agresión rusa contra Ucrania es un tema que atañe a todo el planeta, y a pesar de la distancia que se puede tener, por ejemplo, desde Uruguay, es algo que si fuera tolerado se podría repetir en cualquier región del mundo. Un país como Uruguay, que es muy apegado a la soberanía de un Estado, a su integridad territorial, al respeto del derecho internacional y de la Carta de las Naciones Unidas, lo ha entendido, porque al igual que Francia y sus socios europeos siempre ha condenado la agresión de Rusia y le agradecemos mucho al país por eso.
Y en cuanto a la paz, todos deseamos que pueda volver cuanto antes, pero temo que para Ucrania en este momento las condiciones no están dadas porque todavía tiene una parte significativa de su territorio ilegalmente ocupada por otro país.
Con respecto a la actualidad de Francia, uno de los temas que ha generado en el último tiempo fuertes protestas sociales ha sido la reforma jubilatoria de Macron. Uruguay recientemente debatió sobre el mismo asunto. ¿Qué opinión le merece lo que ha sucedido en su país en torno a esto?
Le decía antes que cada día veía algunas cosas parecidas también a nivel social, sí, es algo que tenemos en común entre Francia y Uruguay. Por supuesto, puede entender que no voy a expresarme acerca de la situación en Uruguay. En Francia sobre este tema hay desacuerdos que se expresan y eso es bien normal en una democracia, pero creo que, con la situación demográfica, con la esperanza de vida que se prolonga, con la preocupación de mantener con el tiempo nuestro modelo social y también su sostenibilidad financiera, las reformas son inevitables. En este caso, en Francia se trata de postergar la edad de jubilación dos años, es decir, de 62 a 64 años de edad, y esa edad seguirá siendo más baja que en la gran parte de los países europeos.
En la entrevista con el embajador de la UE a la que le hacía referencia, dijo que el optimismo que tiene hoy con respecto al acuerdo UE-Mercosur no lo tenía hace un año, y que actualmente ve con mayor fuerza la voluntad de ambas partes de cerrarlo. ¿Coincide con esa apreciación?
Es claro que hubo evoluciones a nivel político en la región, por ejemplo, en el caso de Brasil, y también en la situación geopolítica, y creo que el embajador de la UE se refiere a eso. Es decir, con la guerra en Ucrania, es importante fortalecer la asociación con los países que comparten los mismos valores en esta región, eso crea un contexto nuevo y es dentro de este escenario que se tienen las negociaciones actuales.
Su vida en Uruguay y el sabor que más extraña de Francia
En 2021 Seytre llegó a Uruguay con su esposo, Philippe, y su gato “viajero”, Mimo, que ya es el tercer país en el que vive y “se aclimató muy bien”.
En su tiempo libre intenta dedicarse al deporte, pasear en la playa de Carrasco, leer y viajar para descubrir todas las facetas del territorio uruguayo.
Lo que más le gusta del Uruguay es la naturaleza, la sencillez y la amabilidad de la gente, y lo definió como “un país agradable, fácil para vivir, con una naturaleza bien protegida”.
Sin embargo, admitió que hay algo menos positivo, que es la distancia con Francia y la ausencia de una conexión aérea directa para ir más fácilmente a París para ver a sus padres, que son muy mayores.
Consultado sobre qué extraña de su lugar de origen, afirmó que cuando uno vive en el extranjero, a pesar de que pueda sentirse muy bien, siempre hay “un sabor” que hace falta, característico del país que ha dejado atrás. “Hay varias cosas de la cocina francesa que se pueden encontrar o hacer aquí, pero hay algo que me hace falta, que son las chouquettes; son pequeñas bombas con granos grandes de azúcar por arriba, es un postre que se come en el desayuno, cuando uno no come croissant, y para mí representa el sabor de un domingo de mañana en una terraza de París. Como tenemos la suerte de tener panaderías francesas aquí en Montevideo, quizás puedo proponerle a alguna que las haga, lo voy a intentar”, contó entre risas el embajador.
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