Guillermina García Álvarez es una docente que ha viajado mucho y observado distintas prácticas educativas en diferentes contextos. Estos insumos sumados a su propia experiencia como educadora “en el terreno” le permiten hacer atinadas observaciones sobre la educación en nuestro país y sus procesos que comparte en esta charla con La Mañana.
Tuviste diversas experiencias fuera del país y conociste sistemas educativos de distintas partes del mundo ¿Cuáles son los beneficios de ver cómo funcionan diferentes sistemas educativos en otros países?
La posibilidad de compararse globalmente es muy enriquecedora, en un mundo de cambios rápidos, donde cada vez más se mira no sólo qué aprenden los estudiantes, sino cómo pueden poner en práctica lo aprendido ante situaciones nuevas.
Estoy muy agradecida de haber tenido la posibilidad de viajar por diferentes partes del mundo y conocer de primera mano diferentes sistemas educativos y, por ende, el valor que las diferentes sociedades le dan a la educación. Por ejemplo, el sistema educativo alemán se basa en una educación de exigencia y calidad. Realizan inversiones importantes en infraestructura y tecnología. Gracias a la importancia que se le otorga a la educación para impulsar el desarrollo en el país, la población está enfocada en desarrollar ideas innovadoras con una visión amplia, abierta y con mirada global. Por otro lado, en Holanda fue muy interesante descubrir la existencia de muchísimas escuelas con proyectos basados en pedagogías no tradicionales como Waldorf, Montessori o Freinet, la gran mayoría públicas. En Países Bajos, casi todas las escuelas son públicas y cada una de ellas define su proyecto educativo, el cual es aceptado y financiado sin demasiada burocracia por el gobierno. Para tener una idea, solo en Ámsterdam hay veinte escuelas Montessori públicas.
¿Cómo ves actualmente la educación en Uruguay?
Claramente estamos en una época de cambios impulsados por la Transformación Educativa, con foco en un nuevo paradigma de un currículo basado en competencias: más allá del saber, el sistema se encamina hacia el saber hacer y saber ser. No me atrevería a evaluar si esta nueva mirada educativa es buen o mala, eso se lo dejo a técnicos con especialización en la materia, lo que sí me animo a afirmar es que cualquier cambio estructural (en este caso un cambio educativo que busca cambiar la matriz curricular) necesita, sí o sí, el apoyo del cuerpo docente. Los educadores son los verdaderos catalizadores e impulsores de los cambios. Al mismo tiempo, creo que la administración actual entiende que por sí misma va a realizar una transformación, pero me parece que no es suficiente, ya que se necesita un consenso político y social para poder impulsar los cambios de la envergadura que la ANEP plantea.
Si se sigue por el camino de esta reforma, ¿cómo podría mejorar el sistema de educación en el futuro?
En mi opinión, considero que hay algunos elementos que propone la Transformación Educativa que son positivos, como el enfoque por competencias, integrar los ciclos educativos y la búsqueda de una mayor unidad en el sistema. Ahora, para que esto se pueda llevar a cabo de forma real y efectiva, insisto con que es necesario que los partidos políticos se pongan de acuerdo en un modelo de gestión único de cambio, con una mirada a largo plazo. Para que eso suceda es necesario que los cambios educativos sean impulsados como políticas de Estado y no de gobierno.
Recientemente se publicaron los resultados de las pruebas PISA.Por ejemplo, se indicó que Uruguay es el segundo país sudamericano con mejores desempeños, pero existe un gran debe en matemáticas. ¿Cuál podría ser el causal?
Según los expertos, en sesenta por ciento de los países evaluados hubo un marcado descenso en los resultados obtenidos en matemáticas y Uruguay está entre ellos: bajó en matemáticas, mejoró en ciencias y se mantuvo estable en lectura. En casi todo el mundo, la explicación de este resultado está vinculada directamente a la pandemia. Hubo países en donde el cierre de cursos duró dos años, basta recordar lo que sucedió en Argentina. Las medidas tomadas en Uruguay, sin duda incidieron en el impacto, era imposible evitar que no lo hicieran. Entonces, que las mediciones se hayan mantenido estables en un mundo donde todo decayó no es una mala señal, sin embargo, el problema sigue estando ahí y no nace en Secundaria. A los liceos llegan alumnos con enormes baches en su formación escolar básica: sumar, restar, leer y escribir. Por lo tanto, claro está que esta problemática se identifica en la trayectoria educativa con base en la primera infancia, etapa clave para el desarrollo cognitivo.
Por último, otro problema que se arrastra de años anteriores es la política llevada a cabo por anteriores autoridades educativas. Con tal de incluir dejaban que los alumnos pasarán de año más allá de si sus notas lo permitían. Algunos lo llamaban pase social y fue una verdadera aberración porque los beneficiados eran los niños y adolescentes de barrios carenciados que más necesitaban de una mejor educación. La tesis de incluir terminó profundizando la exclusión. En este sentido, considero que es necesaria una visión unitaria de la formación del alumno con una unidad de desarrollo y evaluación curricular pedagógica para poder enseñar mejor matemáticas en contextos más vulnerables y a los alumnos con determinadas características . Para ello es clave contar con laboratorios pedagógicos de experimentación y contraste que reúna a los principales referentes en psicología cognitiva, neurociencia, ciencias de la educación, sociología y las diferentes áreas educativas para que trabajen en conjunto con los inspectores de Primaria, Secundaria y UTU. Falta la evidencia de lo que funciona, de las prácticas que son necesarias para mejorar los aprendizajes y eso tiene que ver con el sistema educativo uruguayo que está fragmentado. Se necesita generar un nuevo diálogo entre los hacedores de políticas, los que están en el terreno y los expertos.
Si se piensa en un sistema educativo ideal, ¿cómo debería ser, según las experiencias que viste en ese sentido? ¿Es posible desarrollarlo en Uruguay? ¿Qué nos hace falta?
Está comprobado que los países con mejor educación en el mundo están convencidos de que sus sistemas de aprendizaje son una de las principales herramientas de crecimiento. Teniendo en cuenta que un sistema educativo es un conjunto de procesos estructurados por instituciones, vuelvo a traer la necesidad de unidad en los actores e instituciones que forman al sistema con una visión a largo plazo para que los cambios puedan llevarse a cabo de forma profunda en la sociedad. Pero para que esto sea posible, trabajar con la primera infancia y la educación inicial es prioritario. Al mismo tiempo, insisto en la necesidad de generar puentes de diálogo entre los hacedores de la política, los que están en el terreno y los especialistas, evitando de esta manera la fragmentación que tanto daño hace. Por último hay que destacar la formación docente como fundamental. Si no se forman buenos docentes, una educación de calidad es inviable. Pero todo esto depende no solo del valor y la voluntad que tengan las autoridades de turno encargadas de impulsar cambios en la educación, sino también de la sociedad uruguaya en su conjunto como la verdadera soberana en la toma de decisiones que determinará, ni más ni menos, la formación educativa de las futuras generaciones de uruguayos.
TE PUEDE INTERESAR: