En diálogo con La Mañana, el asesor en temas de seguridad, Edward Holfman, se refirió a la incautación de grandes cargamentos de pasta base, que atribuye a un aumento de su consumo en el país. Asimismo, explicó las razones que hacen “muy difícil” la existencia de laboratorios de cocaína en Uruguay.
El pasado 28 de setiembre, una avioneta lanzó desde el aire un cargamento de pasta base en un campo ubicado en la localidad de Baltasar Brum, departamento Artigas. A los pocos minutos llegó la policía al lugar, y aunque no lograron capturar la avioneta, sí pudieron detener a los tres autos en los que se pretendía transportar la droga por el interior del país.
El ministro del Interior, Luis Alberto Heber, dijo que esta operación fue “uno de los golpes más duros que ha existido” contra el narcotráfico en el país, ya que se incautaron 409 kilos de pasta base con un valor estimado en US$ 7 millones, una incautación récord que superó los 407 kilos decomisados en julio de 2021, tras un operativo policial en Nuevo Berlín (Río Negro). En conferencia de prensa, Heber informó que el cargamento fue incautado en un operativo que se inició con datos proporcionados por la Administración de Control de Drogas (DEA) del gobierno estadounidense.
La investigación empezó cuando el Ministerio del Interior recibió en marzo información de la DEA respecto a una organización delictiva que estaba instalada en Uruguay que se dedicaba a ingresar cocaína para acopiarla y después enviarla hacia Europa. Según expresó Holfman, la DEA había hecho un seguimiento conocido como “carga vigilada” en tres episodios ocurridos en los meses previos, mientras dejaron que las autoridades uruguayas –que lideraban tareas de inteligencia junto a la Fiscalía de Estupefacientes, encabezada por la fiscal Mónica Ferrero, en los departamentos de Montevideo y Canelones, Soriano y Artigas– se encarguen de desbaratar la organización local que recibió el cuarto cargamento en el norte de nuestro territorio.
Pero la avioneta, que días después fue encontrada en un hangar ubicado en la ciudad de Concordia, Entre Ríos (junto a otras que formaban parte de la organización del lado argentino que operaba también con miembros paraguayos), esta vez no descargó un cargamento de cocaína, sino que dentro de los bolsos lanzados había pasta base; un dato que llamó la atención de la policía local por la inusual cantidad de esta droga. Por este motivo, la policía en un principio manejó la hipótesis de que la pasta base se iba a procesar para convertirse en cocaína, antes de enviarse a Europa.
¿Laboratorios de cocaína en Uruguay?
Consultado sobre la posibilidad de que en nuestro territorio existan laboratorios en donde se procese la pasta base para transformarla en clorhidrato de cocaína, Holfman lo negó rotundamente por varios motivos. En primer lugar, aseguró que los laboratorios o cocinas de este alcaloide estimulante se instalan en Colombia, Perú y Bolivia, a poca distancia de donde se produce la pasta de coca (que después se transforma en pasta base y luego en cocaína). Aunque también se han detectado laboratorios en algunos países limítrofes de los productores como Ecuador, Venezuela y Argentina, donde en los últimos años se han instalado cárteles mexicanos, colombianos, peruanos y bolivianos, aseveró el especialista en seguridad.
En segundo lugar, señaló que en Uruguay sería difícil montar un laboratorio de estas características porque este generaría “residuos químicos, gases y olores que la gente detectaría”, motivo por el cual la mayoría de estos se instalan en el medio de la selva o en lugares que son de difícil acceso, y cada vez más son itinerantes para su difícil detección.
Por otra parte, Holfman explicó que se requiere de una cantidad importante de distintos precursores químicos necesarios para producir cocaína, por lo que en un mercado tan chico como el uruguayo, “llamaría mucho la atención” que se registre la comercialización de importantes cargamentos de estos precursores.
Por ejemplo, en un allanamiento realizado en setiembre en un laboratorio ubicado en el estado venezolano de Zulia, cerca de la frontera con Colombia, se encontraron 12.510 litros de químicos líquidos y 3.927 kilogramos de químicos sólidos que iban a utilizarse para la fabricación de cocaína. Según los informes de varios años de análisis de estos laboratorios y según la disponibilidad y las restricciones que existen sobre la comercialización de algunos elementos, se han detectado más de 35 variedades de precursores químicos que se utilizan para la elaboración del clorhidrato de cocaína.
El proceso empieza mezclando hojas de coca con queroseno (gasolina o benceno), ácido sulfúrico, carbonato de sodio (o hidróxido sódico) para producir la pasta de coca, que luego se transforma en pasta base de cocaína al mezclarla –entre otros químicos– con permanganato potásico (o dicromato de potasio), para finalmente transformarla en cocaína, a partir de elementos como el éter etílico (o cloroformo), acetona y ácido clorhídrico (o gas cloruro de hidrógeno).
Aumentó la demanda de pasta base en el mercado local
Si bien no se puede descartar que algunos narcotraficantes sudamericanos estén llevando pasta base a Europa donde es más fácil conseguir los precursores químicos, explicó Holfman, (de hecho, en setiembre se detectó en Madrid un laboratorio de cocaína manejado por un colombiano que luego hacía llegar el producto a Navarra para su venta), la principal teoría que maneja el especialista sobre el cargamento de 409 kilos de pasta base es que la droga incautada “era para pagar los honorarios de los operadores locales” que habían facilitado la logística de narcotráfico. “Es muy raro que se utilicen avionetas para bajar pasta base”, droga que habitualmente ingresa desde Argentina y por vía terrestre. Por lo que aseguró que este hecho fue un “tema puntual”.
Por otra parte, Holfman advirtió que la demanda de pasta base en el mercado local se ha incrementado por varios motivos. La duplicación de allanamientos y cierres de bocas a partir de la nueva gestión ministerial, sumado a un aumento de la cantidad de consumidores (entre ellos el 75% de los 14.000 privados de libertad en nuestras cárceles) han propiciado el surgimiento de nuevas bandas de narcotraficantes, en su mayoría jóvenes menores de 25 años que “no siguen los códigos” de los anteriores (en su mayoría presos o muertos), que establecieron como método de conseguir la droga, la rapiña a bocas de pasta base de agrupaciones rivales. Estos episodios, que obviamente nunca son denunciados, no solo producen una cadena de violencia extrema, sino que repercuten en una demanda constante de la droga.
Más producción de cocaína y nuevas técnicas de envío
A pesar de que los controles fronterizos se intensificaron y muchas vías alternativas de transporte como la aérea disminuyeron drásticamente durante los meses más complejos de la pandemia de covid-19, la producción nunca paró, aseguró Holfman.
Esto hizo que el precio de esta droga aumente considerablemente en lugares donde no estaba llegando, y a su vez permitió a las grandes organizaciones de narcotráfico asumir mayores riesgos, dado que tenían mucha droga acopiada sin despachar. Desde 2013 hasta 2018, la producción de cocaína en Colombia, Perú y Bolivia aumentó significativamente, pasando de 800 toneladas a más de 1.600 en el lapso de cinco años.
En ese cambio operativo “la hidrovía -Paraná-Paraguay- empezó a tener un gran movimiento” y también se detectaron nuevas tácticas para esconder la droga. Por ejemplo, las organizaciones, que son cada vez más sofisticadas, no siempre necesitan de un cómplice dentro de la embarcación para enviar droga al destino final, o la utilización de la técnica de “gancho ciego”, empleada para enviar cocaína al otro lado del Atlántico, intentando ocultar la droga en los contenedores que ya pasaron las inspecciones efectuadas por los agentes aduaneros.
Ahora también utilizan el expertise de buzos que esconden los cargamentos de cocaína en compartimentos externos de los buques en el puerto de origen y luego en Europa, otros buzos sacan la droga del barco.
El Ministerio del Interior recibió en marzo información de la DEA respecto a una organización delictiva que se dedicaba a ingresar cocaína para acopiarla y enviarla hacia Europa
Elaboración de drogas sintéticas en Sudamérica
Históricamente fabricadas en los Países Bajos, los cárteles mexicanos desde la década pasada empezaron a competir en la elaboración de drogas sintéticas o de diseño. Tanto la metanfetamina como el fentanilo son de las drogas más demandadas por los consumidores estadounidenses. En el caso de la última, que es un opioide sintético, produjo unas 70.000 muertes por sobredosis en Estados Unidos durante el año 2020.
Pero en países de Sudamérica, que durante las últimas dos décadas fueron habituales importadores de drogas de diseño como el MDMA (éxtasis) para su posterior estiramiento, también se empezó a detectar la elaboración de este tipo de drogas. En particular en Brasil se han descubierto laboratorios de estas sustancias en los últimos tres años. Especialmente en el estado de Santa Catarina, donde el 22 de septiembre la policía militar decomisó más de 230.000 pastillas de éxtasis y 48 kilos de MDMA. Según Holfman, Argentina también está fabricando a instancias de cárteles mexicanos.
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