En 1976 el Ec. Milton Friedman recibía el Premio Nobel de Economía, Friedman era profesor en la Universidad de Chicago en ese momento. Al llegar al aula, había un grupo de estudiantes para saludarlo, entre ellos había un economista uruguayo. Egresado de la UDELAR en 1971 y que había recibido una beca para estudiar en esa universidad de los EE. UU. Ese economista se llamaba Carlos Steneri. Un joven alto, rubio, de ojos claros que años más tarde se convertiría en uno de los economistas mas importantes de este país y uno de los principales protagonistas en la “salida uruguaya” de la crisis del 2002.
En Uruguay Steneri trabajó en el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) y luego en la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP). En 1989 fue designado Agente Financiero de Uruguay en Estados Unidos y Canadá, cargo que ocupó en Washington DC hasta 2010. De filiación colorada trabajó para gobiernos de todos los partidos políticos, leal a su país independientemente del gobierno de turno. Alcanza con leer los homenajes en vida que ha recibido por ejemplo de Ignacio de Posadas, Luis Mosca y Danilo Astori, ministros de Economía del PN, PC y FA respectivamente y que contaron con su talento y con su visión única, un ojo en el Uruguay y otro en los Estados Unidos.
Fue director ejecutivo del Banco Mundial, consultor del BID, el FMI y la UNCTAD entre otros organismos internacionales. Monetarista, fiel a la Escuela de Chicago. De perfil bajo, muy trabajador, de pocas palabras, pero cálido y sólido. Logró crear en los Estados Unidos una red de contactos muy importantes, tanto en el gobierno como en Wall Street.
El 13 de enero de 1999 Brasil devalúa su moneda, en Argentina se cae la paridad peso – dólar y el 20 de diciembre de 2001 renunciaría el presidente de la Rúa. Los argentinos en lugar de depositar su dinero en los bancos empezaron una corrida bancaria que fue frenada con el famoso “corralito”. En los bancos uruguayos había U$S 6.500 millones de depósitos argentinos (tres veces las reservas del BCU de la época). El “contagio” no demoró mucho, primero cayó el Banco Galicia, luego el Banco Comercial, el Banco de Montevideo, hasta terminar el 31 de julio de 2002 con un feriado bancario para detener el retiro de depósitos durante la peor crisis económica y social de la historia del país.
El FMI veía que Uruguay no era capaz de cumplir con las metas acordadas y aconsejó seguir el camino argentino, el default. De haberlo hecho, las consecuencias hubiesen sido terribles para nuestro país.
El presidente Jorge Batlle designa un ministro de economía político, el Dr. Alejandro Atchugarry y un nuevo presidente del BCU, el Ec Julio de Brum. El equipo económico que también contaba con Isaac Alfie, Max Sapolinski y Ariel Davrieux entendía que Uruguay sufría un problema de liquidez que podía resolverse con un préstamo puente. Los organismos internacionales se negaron. Aquí es cuando Carlos Steneri toma un protagonismo principal, negociando junto al embajador Hugo Fernández Faingol el préstamo puente con el subsecretario del Tesoro de los EE. UU. Steneri pidió U$S 2.600 millones, John Taylor respondió a los pocos días que los EE. UU. “con los mayores esfuerzos podría prestar U$S 1.500 millones”. Con ese préstamo, Uruguay mostró credibilidad, frenó la corrida bancaria y salió de su peor crisis financiera de la historia sin dar default.
Como anécdota, Fernández Faingold llama a Davrieux y a Alfie y les dice “Taylor es de Peñarol”, ambos estaban saliendo para el aeropuerto desahuciados. La alegría era enorme tanto en Washington como en Montevideo. Uruguay desafiando al FMI le mostraba al mundo que era un país serio, de instituciones sólidas y que cumpliría una vez más con sus compromisos.
Luego Steneri negociaría la deuda uruguaya con tenedores extranjeros en 2003, una de sus especialidades y por las que ha dado conferencias y ha asesorado a varios países.
Sin Carlos Steneri no habría existido la “salida uruguaya”, sin esa salida Uruguay seguramente hubiera dado default por primera vez en su historia. Para un país de 3,5 millones de habitantes, en desarrollo, hubiese sido un golpe mortal.
“Uno hace las cosas lo mejor que puede en el ámbito donde le toca. Era mi profesión y se trató de hacer las cosas lo mejor posible y salió bien. Que a uno lo reconozcan está bien, pero no esa cosa de gesta. Hay tantas gestas que a veces son menos visibles, pero tan importantes para el resto de la sociedad, que me pongo nervioso cuando se enfocan en mí por lo que pasó en 2002, por el resto de los colegas que participaron y pusieron su granito y porque fue un trabajo de equipo. No lo digo por falsa modestia, sé lo que hice, salió bien, fuimos por todo el mundo invitados a hablar del tema, todo bárbaro, pero hasta ahí llegó, hay un límite”, había declarado Steneri en referencia a la crisis del 2002, y a su evidente protagonismo en la búsqueda de una salida sustentable para Uruguay.
La última vez que lo vi fue en Punta del Este, estaba con su esposa Mercedes, hijos y nietos. Sabía que tenía cáncer, nos dimos un abrazo y me agradeció que lo hubiese invitado a hablar en una charla en 2014. Yo le agradecí todas las veces que me atendió el teléfono, estuviera en México, Washington o donde sea. Así de sencillo era.
Hoy temprano me entero por un amigo en común que falleció por su enfermedad, tenía 79 años. El país le debe mucho, un reconocimiento que vaya más allá de la academia, que el tiempo le dé su lugar. Ese lugar que tanto lo incomodaba en vida.
Su velorio será hoy viernes 15 de noviembre en Forestier Pose de 08:00 a 13:00 y el sepelio en Parque Martinellli a las 14:00.
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