Ante los recientes incendios ocurridos en hogares para ancianos, que resultaron en numerosas víctimas fatales y expusieron, una vez más, las precarias condiciones de muchos de estos establecimientos, La Mañana dialogó con José María Puppo, director de la Fundación Astur, quien subrayó la necesidad de abordar desde un enfoque integral la pobreza que afecta a los adultos mayores. Además, mencionó los esfuerzos de la institución para combatir la soledad no deseada en este grupo vulnerable.
El mes de julio de este año estuvo marcado por trágicos hechos sucedidos en residenciales que albergan a adultos mayores. El 7 de julio ocurrió el que sería el más grave siniestro en una vivienda de este tipo en la historia del país. En la madrugada de ese domingo, producto de una estufa a leña que prendió fuego distintas prendas de ropa que estaban cerca, fallecieron 10 ancianos en un centro situado en el departamento de Treinta y Tres.
Pocos días después, el viernes 12, murió una anciana por no haber recibido asistencia médica en otro hogar de adultos mayores, también ubicado en Treinta y Tres, pero clandestino: allí se constató que había muy malas condiciones de higiene y un precario cuidado general de los residentes. A menos de dos semanas del primer episodio, el jueves 18 se desató otro incendio, esta vez, en un establecimiento para ancianos ubicado en Salinas, Canelones. El hecho dejó tres víctimas fatales y otra se encuentra internada en el Centro Nacional de Atención al Quemado (Cenaque).
Las tragedias sucedidas derivaron en la citación por parte del Frente Amplio a la ministra de Salud Pública, Karina Rando, y al ministro de Desarrollo Social, Alejandro Sciarra, a la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados.
En la oportunidad, Rando comunicó que actualmente residen 18.679 personas en establecimientos de larga estadía para personas mayores y que al momento hay 1260 residenciales registrados, de los cuales solamente 221 están habilitados, es decir, apenas un 17%.
En este contexto, La Mañana se entrevistó con José María Puppo, director general de la Fundación Astur, dedicada a trabajar por el bienestar de la vejez.
¿Qué opinión tiene de los recientes incendios sucedidos en residenciales de ancianos que dejaron varios fallecidos?
Primero, una sensación de tristeza, pero no de sorpresa. Muchos de los residenciales se organizan en viejas casas que tienen habitaciones sobrantes con instalaciones eléctricas obsoletas. La autorización de Bomberos es costosa, se dilata años y que pase un accidente es muy probable y seguirá pasando. Me parece un poco falso asombrarse.
Ante situaciones como estas, ¿las organizaciones civiles como la Fundación Astur podrían dar asesoramiento? ¿De qué manera?
Hace más o menos un año terminamos un estudio que incluye propuestas de mejoras en los registros, administración y cuidados de los establecimientos de larga estadía. Fue financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) e incluyó a Uruguay, Costa Rica y Colombia. Y fue ejecutado por Astur. Lo hicimos con alta participación de las entidades de larga estadía y está enfocado en el cuidado centrado en la persona, una derivación del viejo principio de humanización del cuidado. Sus resultados son públicos. Se sabe qué y cómo hacer las cosas.
En realidad, se ha mejorado muchísimo, pero, como en todo, hay carencias lamentables y resta mucho por hacer. Como es algo de difícil solución, va quedando para después. Lo lamentable es que hay personas que lucran con la extrema pobreza y tienen internadas a personas mayores en situaciones inaceptables, aunque me parece que no fue este el caso. La solución fácil sería cerrarlos, pero, si se cierran, ¿a dónde van los internados? En todo caso, esas personas estaban mal en su entorno, siguen mal en donde las llevaron y vivirán mal sus últimos tiempos.
Estamos hablando de pobreza extrema. ¿Qué podemos hacer al respecto? Organizaciones como la nuestra tratan de hacer visible el problema y ayudar. Siempre se puede hacer más, pero el problema es demasiado grande. Tratamos de apoyar los esfuerzos que se hacen tanto desde el sector público como desde el privado.
¿Qué tipo de apoyo ofrece la Fundación Astur a los adultos mayores que viven con ingresos mínimos y sin una red familiar de contención?
Como dije, estamos en el tema de la pobreza. Hay muchos técnicos más preparados que yo para contestar la pregunta. En lo personal, difiero de los que analizan la pobreza por sectores etarios, pobreza infantil, pobreza de adultos. Creo que la pobreza es una y es la del entorno, ya sea familiar o no, y así debe tratarse. Los adultos mayores que tienen una jubilación o pensión miserable quizás no parezcan pobres estadísticamente, pero de su jubilación vive toda su familia o entorno.
La reacción natural será que es el Estado quien debe ocuparse y es lógica. Pero sucede que el Estado cada vez se ocupa de más temas y no deja de hacer ninguna tarea. Hay dos maneras de que esta situación pueda revertirse: asumir nuevas responsabilidades, dejando otras que no sean tan prioritarias, o transformarse en un Estado más eficiente. Ninguna de las dos parece viable. La otra es crecer y tener más recursos, pero hace décadas que crecemos insuficientemente. Si no aumentamos nuestro ritmo de crecimiento, tampoco podremos aumentar la ayuda social del Estado.
¿Qué papel juega la educación y la sensibilización en la sociedad sobre el cuidado y el respeto hacia los adultos mayores? ¿La fundación ha desarrollado iniciativas en esta línea?
Podría ser trascendente. Fijate que, de los tres grupos vulnerables más reconocidos, niñez, vejez y discapacidad, la niñez sufre su vulnerabilidad sin saber o tener conciencia de la razón de ello. Las personas con discapacidad nacen o adquieren su discapacidad por acontecimientos fortuitos y luego, si pueden, deben luchar potenciando sus capacidades restantes. Las únicas personas que saben que si tienen suerte van a llegar a viejos somos los restantes, y sin embargo no nos preparamos para ver cómo pasamos, no los últimos años, sino muchos, quizás más de 20, para vivir mejor y ser útiles a la sociedad. La escuela es la manera. Algo podemos hacer.
¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrenta actualmente la Fundación Astur en su misión de apoyar a los adultos mayores?
Los mismos de otras organizaciones similares: escasos recursos para ampliar lo que creemos que podemos hacer. No es una queja.
¿Qué otros problemas padecen mayormente los adultos mayores?
Nuestro presidente, Enrique Iglesias, tiene como prioridad abordar el tema de la soledad no deseada, tema central en varios países desarrollados como Inglaterra, España, Japón, entre otros, y actualmente está en la búsqueda de armar un proyecto regional importante. Algo estamos haciendo para paliar ese aspecto. Ejecutamos una experiencia piloto con el apoyo del Banco de Previsión Social (BPS), Santander y Alcance, que hemos tratado sin éxito de ampliar, que apoya actividades grupales en barrios populares donde la oferta para actividades de mayores es reducida.
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