El investigador y periodista Atilio Garrido profundiza en su libro El final de la polémica en las historias políticas detrás del proceso que llevó al fútbol uruguayo a los más altos lugares a nivel sudamericano y mundial en las primeras décadas del siglo XX.
Apenas trece días después de la coronación de Nacional como campeón de la copa uruguaya, en Masoller hieren de muerte a Aparicio Saravia. El presidente Batlle y Ordóñez encomendó entonces a un joven Pedro Manini Ríos, de apenas 25 años, la tarea de negociador del acuerdo que pondría fin a la revolución, en lo que finalmente se conoció como la Paz de Aceguá de 1904, describe el investigador Atilio Garrido en su libro El final de la polémica.
Posteriormente, en 1907, Don Pepe y Manini Ríos participaron de la Segunda Conferencia de Paz de La Haya, donde las potencias aspiraban a adoptar ciertos convenios internacionales sobre la guerra, la prohibición del uso de la fuerza para el cobro de deudas y el establecimiento de arbitrajes obligatorios.
Durante la ausencia de Manini, director del diario El Día, “el cargo en el periódico pasará a ser desempeñado en ese lapso por su íntimo amigo Héctor R. Gómez, que en setiembre de ese año y también con 27 años de edad, asumirá la presidencia de la entonces denominada Liga Uruguaya de Football”, iniciando, según destaca Garrido, “la magnífica transformación que pondrá al fútbol de nuestro país en camino de dominar, primero América del Sur y luego del mundo”.
En 1913 se produce el distanciamiento político entre Manini y Batlle. De esa manera el primero dejó de pertenecer al diario El Día y renunció a su cargo de ministro. En la decisión lo acompañó Héctor R. Gómez y juntos en 1917 fundaron el diario La Mañana y el Partido Colorado Riverista.
En las elecciones para integrar la Asamblea Constituyente encargada de modificar la Carta Magna, “por primera vez en la historia votaron juntos todos los blancos y los colorados anticolegialistas liderados por Manini Ríos”, explica Garrido. “Por primera vez Batlle y Ordóñez no logró su propósito. Jamás lo olvidaría. El líder no era hombre de perdonar y cobraba cuentas. Atento e interesado en el desarrollo de los deportes y principalmente del fútbol, a partir de ese momento promovió al Dr. Atilio Narancio como su hombre de confianza en Nacional” y “paralelamente, al haber desaparecido el CURCC y, por lo tanto, caducar el poder de los ingleses en el ahora denominado Club Atlético Peñarol, don Pepe promovió a su hijo mayor, César Batlle Pacheco como dirigente de la nueva institución”, agrega el investigador.
“Don Pepe controlaba de esa forma a los dos clubes más importantes por el multitudinario caudal de hinchas que lograron unir”, concluye Garrido.
Héctor R. Gómez y la Confederación Sudamericana de Fútbol
En abril de este año 2021, en un comunicado oficial varios de los grandes clubes de fútbol del mundo como Real Madrid, Barcelona, Juventus y Manchester United, anunciaban la creación de una Superliga que desafiaba tanto a la UEFA como a la FIFA. Precisamente, estos dos organismos advirtieron que de continuar con esa iniciativa serían expulsados de sus ligas nacionales y competencias internacionales. La Superliga por el momento fracasó y no pasó desapercibido el descontento que generó en muchos aficionados alrededor del mundo. Además, la federación inglesa de fútbol impuso significativas multas a los clubes implicados.
Haciendo un poco de historia, Garrido recuerda que en Inglaterra en 1907 se dio una fuerte disputa política y económica en la interna de la organización del fútbol. El motivo principal era que “los clubes entendían que correspondía a ellos decidir sus destinos, recibir las recaudaciones de local y remunerar a los jugadores sin control de una entidad superior” mientras que “los otros eran partidarios de que el poder debía ejercerlo la asociación, controlando los jugadores registrados fijando los montos de salario que podían pagar a los futbolistas”. El autor indica que a la Football Association (FA) de Inglaterra estaban afiliadas Argentina, Uruguay y Chile, mientras que la FIFA fundada en 1904 “en los hechos y en la realidad no existía”.
En 1912 el conflicto surgido en Inglaterra se traslada a Argentina y Uruguay. La solución se comenzó a gestionar principalmente de la mano de Héctor Rivadavia Gómez, que estaba vinculado familiarmente a argentina por su segundo nombre. Propuso entonces “la creación de una confederación inicialmente rioplatense y luego transformada en sudamericana de football”. Sin embargo, la propuesta no era de recibo de los ingleses de la Football Association y quedó en un proyecto, que años después se concretaría.
Así fue que en 1916 “el fútbol rioplatense ingresó a nivel dirigente en un estadio de pacificación y normalidad que se transmitió a Chile, generándose el ambiente para consagrar en realidad la idea lanzada en 1912 por Héctor R. Gómez”. La fundación de la Confederación Sudamericana de Football se concretó en diciembre en Montevideo y se estableció la realización anual de una Copa América. Así se abría el camino para que el fútbol uruguayo comenzara a escribir sus páginas de gloria.
La gestión Manini-Buero que permitió la afiliación a la FIFA
“A un holandés llamado Hirschmann y a un francés Robert Guerin se les ocurre crear una federación internacional de fútbol, al estilo de las que ya empezaban a haber con los JJOO modernos. Van a hablar con los ingleses, pero los rechazan. Entonces sin los ingleses en 1904 fundan la FIFA”, mencionó Garrido durante una entrevista con La Mañana.
El investigador destacó que en 1914 en un Congreso en Oslo, Hirschmann propuso que mientras la FIFA no tenga su mundial propio, se reconocería como campeonato del mundo el que se dispute en los JJOO. “Se arma una discusión. Los ingleses dicen que no, pero al final aceptan aunque agregan que será reconocido como campeonato mundial de fútbol “amateur”. Se iba a aplicar en 1916 en Berlín pero viene la guerra”, señaló Garrido.
Posteriormente, en 1920 se hacen los JJOO en Amberes y el ganador es Bélgica. “En la reunión de ese año los ingleses plantean echar de la FIFA a los países que perdieron la guerra, como pasó en el Comité Olímpico antes. Pero acá apareció Jules Rimet, que había sido héroe de guerra, y dice que no hay que meterse en política. Se vota y pierden los ingleses, que se van de la FIFA. No vuelven hasta el año 50, después que Rimet los va a buscar”, relató.
Es entonces cuando Argentina promueve la asociación a la FIFA de Uruguay en 1923, que hasta entonces estaba asociado a la FA inglesa. “En el año 1922 el fútbol se divide, igual que en Argentina. Queda Nacional con la Asociación Uruguaya de Futbol y Peñarol funda una Federación Uruguaya de Fútbol”, advirtió Garrido. La afinidad del presidente argentino Marcelo T. de Alvear, que había sido embajador en Francia, con Pierre de Coubertain, hizo que se enterara que en Parías se realizarían las Olimpíadas Mundiales.
“Acá en Uruguay había burlas porque se iba a participar en medio de la división y se decía que se iban a recibir goleadas, había bromas en los diarios”, dijo Garrido. Para participar en esa competición que organizaba la FIFA había que participar previamente de un congreso en mayo de 1923 en Ginebra para conseguir rápidamente la afiliación.
“Le piden a Manini Ríos, que en ese momento era canciller, que interceda para que el ministro plenipotenciario -embajador- que estaba allá vaya en representación de la Asociación. Enrique Buero recibe el telegrama de Manini Rios”, subrayó Garrido.
Sobre el embajador Buero, el investigador lo describió como “una lumbrera, habiendo firmado el Tratado de Versalles y dado un discurso donde dijo que la solución de la Sociedad de las Naciones era momentánea, que no era definitiva. No sabía nada de fútbol, pero ve que ahí estaban los grandes magnates de Europa. Se lo escribe en una carta a Manini. Y consigue la afiliación”, señaló Garrido.
Buero explica entonces que con la plata de los amistosos podría financiarse la participación en las olimpiadas mundiales. “Manini le manda la carta a Narancio, que se la guarda, pero cuando se hace la Copa América del 23 –que gana Uruguay- tejieron una fantasía que si eran campeones los llevaba a los Juegos Olimpicos”, aclara Garrido.
La historia posterior ya es más conocida. Se hace la gira previa y Uruguay gana los nueve partidos consecutivos contra los mejores de España. Y en Paris se consagra tras ganar los cinco de corrido, incluso 5 a 1 contra el local Francia. “Uruguay se convierte así, cosa que muy pocos dicen, en el primer país latinoamericano en jugar al fútbol en Europa”, indica Garrido, aunque puntualiza que sí habían jugado Canadá y EEUU, en los juegos interaliados después de la Primera Guerra Mundial.
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