El rubro de los gimnasios y afines fue de las líneas directamente más afectadas del mercado empresarial y, por sentido común, casi de inmediato que se anunció la pandemia en Uruguay, cerraron las puertas. En muchos de los casos se hizo esto a pesar de ser la única fuente de ingreso, así como también una fuente laboral de importancia para los demás. Esa situación impulsó, en mayor medida, la creación de una asociación que nucleara a las personas afectadas.
La Cámara Uruguaya de Gimnasios y Afines (CUGA) se creó a raíz del desarrollo de varias propuestas que se llevaron adelante a través de iniciativas de múltiples propietarios relacionados al entrenamiento, la actividad física y el bienestar, donde, según registros, hay más de 3.000 profesionales repartidos en la capital e interior del país.
Como se dijo anteriormente, con la llegada del COVID-19 a Uruguay, la necesidad de tener un ente representativo del sector se tornó más intensa. Vieron que era viable y urgente poseer una asociación a la cual consultar, beneficiarse de ella y que esto implique las mejoras de ciertos inconvenientes actuales que “aquejan nuestro desarrollo como empresa”, expresó a La Mañana, Gustavo Méndez, representante de la cámara.
Las empresas que han tenido el poder de reinventarse, han desarrollado sistemas de comunicación con el público en general a través de distintas plataformas.
Una afección que se mide en plural
El entrevistado fue consultado acerca de la manera en que la pandemia actual generó cambios en el modo de trabajar e, incluso, derivó en situaciones más delicadas que meramente modificar las actividades. En ese sentido, Méndez reafirmó que todos los empresarios del rubro, en menor o mayor medida, fueron afectados por la llegada del COVID-19 y ha hecho que iniciativas de reinversión tuviesen que ser tomadas para mantener las empresas del sector.
“Aún, y con la necesidad imperiosa de ejercer el derecho laboral, no hay un protocolo oficial emitido por el Ministerio de Salud Pública pero, a pesar de ello, CUGA ha aportado el suyo a los entes que corresponden”, resaltó el entrevistado acerca de la manera de trabajar de los espacios de entrenamiento que permanecen abiertos.
En el sentido de cómo ha afectado el hecho a cada trabajador del rubro, Méndez indicó que si bien existen diferencias entre, por ejemplo, un profesor de educación física, un árbitro o un funcionario de un club o gimnasio, la afección “siempre va a depender de la actividad en que se desenvolvía, si lo desarrollaba profesionalmente o de forma amateur; si lo hacía en lo público o privado o si también aportaba sus obligaciones previsionales o estaba por fuera de ello”.
Con respecto a las medidas que han debido tomar para tratar de mantener los empleados y las instalaciones que se encuentran cerradas, el representante de CUGA indicó que, en su gran mayoría, debieron enviar a los funcionarios al seguro de paro especial y en otros casos fueron “desgraciadamente despedidos”, sopesó.
Por otra parte, aseguró que las empresas que han tenido el poder de reinventarse, han desarrollado sistemas de comunicación con el público en general a través de distintas plataformas para, principalmente, intentar mantener al socio o alumno en contacto, “pero lejos está que eso haga mantener la empresa en pie”, resaltó.
El diálogo y las plataformas
De alguna manera, al crear la CUGA los integrantes esperaban tener un mayor respaldo y una llegada más organizada a las autoridades correspondientes. Por el momento, esto se ha presentado en forma de mesa de diálogo con la Secretaría de Deporte y varios directores de Deporte de distintas intendencias referentes del interior del país. En esas instancias, declaró Méndez, es que se ha venido reconociendo la labor de la reciente cámara.
Si bien, como relató anteriormente el representante de CUGA, solamente la utilización de plataformas de internet no hace mantener a las empresas en pie, son un medio de ayuda para muchos entrenadores, pero no para todos en un sentido global. “Recordemos que existen distintas disciplinas y no todas se pueden practicar a través de este modelo, ya sea porque se requiere de la presencia de un profesional o la utilización de elementos de entrenamiento que solo se consiguen en el gimnasio”, afirmó Méndez.
La meta de la CUGA es lograr que se regularicen ciertos temas en materia de seguridad, higiene, impuestos y desarrollo que, al día de hoy, no están contemplados por ningún régimen establecido.
A esto se suma, que el cierre de la mayoría de clubes y gimnasios ha dado lugar a que quienes trabajan en la informalidad aprovechen la situación para generar más ingresos, dando entrenamientos no controlados en zonas al aire libre y por conexiones en grupos cerrados por Internet.
El entrevistado afirmó que los integrantes de CUGA continúan trabajando en pos de la cámara, “llegando a cualquier rincón del país y haciendo ver que este proyecto es muy importante para nuestro rubro. Filiales departamentales y de capital con asesores muy dedicados se están fortaleciendo cada día y por tal motivo, deseamos que más colegas se adhieran al mismo”, puntualizó.
La meta de la CUGA es lograr que se regularicen ciertos temas en materia de seguridad, higiene, impuestos y desarrollo que, al día de hoy, no están contemplados por ningún régimen establecido. “Además, queremos brindar beneficios a los asociados de nuestra cámara para que progresen en sus empresas”, afirmó Méndez.
“La expectativa que tenemos es el apoyo y la adhesión de los que representaremos, para ser a futuro una organización creíble y estable en el tiempo. Queremos sembrar nuestra iniciativa a través de miembros relacionados al grupo fundador, tanto en la capital como en el interior del país, generando adeptos bajo el modelo de filiales”, concluyó.