Se trata de un emprendimiento familiar que nació a partir del trabajo de tesis de grado de uno de sus integrantes, Juan Echartea, y el impulso de emprender de su padre, Guillermo Echartea. A través de su visión y los contactos en Italia, se embarcaron en la idea de generar la primera casa construida en madera totalmente uruguaya con tecnología europea certificada.
La construcción de casas en madera tiene milenios y permitió el desarrollo de las primeras civilizaciones. Con el correr de los siglos su empleo fue cambiando, así como las técnicas utilizadas. Hoy existe un método que se basa en aquellas primeras casas conocidas, pero que incorpora detalles técnicos que permiten la adaptación a los requerimientos humanos y ambientales actuales. GoodHouse, empresa ubicada en Maldonado, es pionera en aplicar este tipo de montaje en Uruguay y con madera nacional.
Guillermo es el director comercial de la empresa y su hijo Juan es el ingeniero de producción. Juntos aunaron la tecnología italiana con la mano de obra y madera nacional para generar este emprendimiento innovador que permitió la llegada al país de maquinaria nunca vista en estas tierras, la que permite obtener un producto que sigue las normas europeas en materia de construcción.
“Estamos peleando contra la cultura de que la madera es para personas pobres. Queremos cambiar ese concepto”, aseguró el director comercial. Explicó que el proyecto puede dar grandes frutos si se aprovecha el marco político propicio y la maduración de la industria nacional de madera que está más desarrollada. A su vez, apuntó que “hay otro viento a favor” y es que en Punta del Este, que es donde está instalada la empresa, la madera hoy es un signo de lujo.
La idea del proyecto nació hace dos años con base en una tesis que hizo Juan, quien es ingeniero industrial y realizó una investigación sobre la instalación de una planta que procesara madera. “Yo soy el emprendedor y él el técnico, unimos nuestros esfuerzos más los contactos en Italia para llevar adelante este proyecto, y nos favorecimos porque tenemos la materia prima disponible en Uruguay”, recordó Guillermo.
A raíz de una fábrica que se instaló en el país con capitales estadounidenses, GoodHouse obtiene madera de pino de alta calidad y secada a horno, algo que no existía en Uruguay. “Fue un proceso largo mientras elegíamos las máquinas y la importábamos. Ahora estamos terminando la instalación de la planta y produciendo las primeras casas. Trajimos a Uruguay tres modelos de construcción desde Italia para probar el mercado, aprender el concepto y mejorarlo”, aseguró el emprendedor.
Juan, por su parte, aseguró que cuando se piensa en casas de madera se suele imaginar el sistema más tradicional, el americano. Pero la técnica de GoodHouse conlleva más volumen de madera, y es la evolución del sistema más antiguo de construcción, que eran las cabañas de tronco: “Se aplica el mismo concepto de base de maderas horizontales, pero se cambia cómo llegar a eso. Cada tabla tiene una dimensión específica con una precisión muy alta que asegura un encastre perfecto para crear una barrera completamente hermética”, señaló.
Estas características se aprovechan para hacer construcciones con cámara de aire, lo que eleva la calidad de la construcción final. Se generan beneficios térmicos, incluso mejores que una construcción de ladrillos, según informó. “Una cámara de aire en el medio, incluso sin poner nada de aislación, supera a una casa de pared doble con espacio en el medio”, aseguró Juan, y agregó que si se le coloca lana de vidrio, por ejemplo, sería una casa apta para estar en una montaña.
Velocidad y precisión
“No hay ningún sistema constructivo que se pueda armar tan rápido y con tan pocas herramientas, y que sea socialmente tan integrador, incluso en materia de género”, indicó el director comercial. Detalló que las maderas son bloques de encastre que forman la pared sólida y que pesan unos veinte kilos como máximo. “Por ejemplo, dos mujeres pueden trabajar haciendo la casa de forma limpia y rápida con un manual de instrucciones y un par de herramientas”, sostuvo.
Apuntó que no se precisan grandes grúas, ni camiones, ni máquinas especiales, porque todas las partes ya vienen pasadas por las máquinas industrializadas. “Es como armar un mueble, la llamamos ‘la casa Ikea’, que es líder mundial en muebles para armar”, expuso. Cada casa trae un manual de instrucciones y las piezas cuentan con una etiqueta que permite encastrarla correctamente. “La puede armar una familia sin problemas. Una casa de 48 metros cuadrados se levanta en unos ocho o diez días y sin ninguna experiencia en construcción”, añadió Guillermo.
La casa que utilizan como showroom en Maldonado, desde la platea hasta la parte del techo, sin incluirlo, llevó tres días de construcción. Luego se demoraron cinco días más en la colocación del techo, aberturas y conexiones eléctricas. “Y éramos tres personas”, subrayó Juan.
“Es muy notoria la parte integradora de armar estas viviendas, porque personas sin experiencia o que sí la tuvieron, pero por la edad ya no pueden construir algo más tradicional, lo pueden hacer. Los pesos son menores, el armado está indicado, solo se precisa sentido común y seguir los pasos. Se debe tener un taladro, destornillador, un martillo de goma y una escalera”, sumó.
Beneficios en el costo
En ese sentido, Guillermo expuso que el método constructivo redunda en menores aportes, ya que la mayoría de los trabajos los hace la fábrica. “Todos estos beneficios no sacrifican la calidad porque son muy resistentes. En Italia se están usando en zonas de terremotos, a su vez, al ser madera sólida y libre de CCA [cobre, cromo y arsénico], la casa respira de por sí y naturalmente controla la humedad interior. Eso la hace un espacio natural, ecológico y amigable con el medioambiente y con las personas. Además, es una casa linda”, puntualizó.
Las paredes son de veinte centímetros: cinco centímetros de madera, diez centímetros de cámara de aire y otros cinco de madera, “esto protege y da un confort único”, explicaron los entrevistados.
¿Cómo se controla los insectos y la humedad?
Los empresarios se asociaron con un productor italiano que brinda productos al agua que protegen la madera según las normas europeas, con cinco años de garantía. El producto elimina los problemas de humedad, de insectos e, incluso, problemas de fuego, ya que importaron una pintura que protege a la madera de incendios.
Juan comentó que la pintura llega a los cuatro o cinco años sin requerir repintado, cuando, en general, las casas de madera se deben pintar todos los años. “El antifuego cambia la preocupación sobre el tema de incendios. El ochenta por ciento de los incendios en hogares ocurren por descuidos de la parte eléctrica o en la cocina, pero como el diseño lo hacemos nosotros, calculamos los cables y conexiones para garantizar que esté bien hecho y con la seguridad adecuada. Al mismo tiempo, son casas que por tener pared doble aguantan dos horas bajo fuego, sin perder integridad estructural”, informó.
Actualmente GoodHouse ha recibido solicitudes de clientes de diferentes niveles económicos, desde casas muy grandes que aún no pueden construir porque están en la curva de aprendizaje, hasta viviendas en las sierras, zona para la que son ideales. “También llegaron personas que están comparando esto con las casas de contenedores, pero tenemos todo para ganar en precio y calidad, somos competitivos, porque los contenedores no fueron pensados para ser viviendas”, subrayó Guillermo.
Impacto ambiental y desarrollo industrial
“Cuanto más informado está el cliente, más ganas tiene de comprar”, sumó Juan, y aseguró que también entra en juego el tema del impacto ambiental: “En Uruguay entre el treinta y 35 por ciento de las emisiones son por cemento y uso de hierro, es decir del sector constructivo. Entonces hay que invertir en dióxido de carbono y aprovechar para capturarlo, como sucede con la madera”.
Guillermo aseguró que esto va de la mano de lo que decía Ricardo Pascale sobre la necesidad de incorporar el conocimiento a Uruguay: “Él se interesó en este proyecto porque vio que va en el sentido de incorporar las mejores prácticas y tecnología para elevar el nivel de la industria nacional y darle un valor agregado”.
Padre e hijo comentaron que la diferencia de valor se genera en todo el circuito, y que la gran parte de las maderas que utilizan para las casas son pinos que se cortan en rolos y se exporta así, “y aquí lo que hacemos es darle más valor a ese rolo y sacarle diez o quince veces más para exportarlo”.
A su vez, buscan fomentar la generación de puestos de trabajo, ya que desde el proyecto no pueden encargarse de construir todas las casas. “Necesitamos especializar la mano de obra, por eso, una empresa especializada capacitará personas para que se encarguen y así generar empleos directos, dando espacio a la reconversión en un rubro que se desarrollará en todo Uruguay, incluso en los lugares más recónditos del interior”, señaló Guillermo.
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