La gran brecha de precios que existe con Argentina preocupa fuertemente a la Asociación de Supermercados porque hace que aumente el nivel de contrabando. Esto tiene efectos sobre el empleo, pero también impacta negativamente en la recaudación del gobierno, dijo a La Mañana el gerente general de la institución, Daniel Menéndez. “Es como que hay una libre importación de productos que no pagan nada”, lamentó, y llamó a las autoridades a implementar los controles que están estipulados legalmente.
¿Cómo evalúan desde la asociación la diferencia cambiaria con Argentina? ¿Qué efectos se están viendo en el sector?
El tema es dramático, pero no por un problema de Uruguay, sino de Argentina, donde el tipo de cambio está muy distorsionado y eso hace que se genere una brecha de precios muy grande, más que nada por el dólar blue –porque si fuera por el cambio oficial, si bien habría variaciones de precios, no serían tan grandes–. Eso nos preocupa mucho porque aumenta el nivel de contrabando.
Justamente, en el comunicado que emitieron la semana pasada afirman que el ingreso masivo de mercaderías de contrabando perjudica al comercio formal en todo el territorio nacional.
Exacto, porque el que la pasa peor es el comerciante de la frontera, fundamentalmente en el litoral, cuyos clientes cruzan a diario para abastecerse, pero la mercadería es tan barata en Argentina que ingresa al territorio nacional y llega a Tacuarembó, a Durazno, a Florida y hasta a Montevideo y la zona metropolitana. Ahí ya no es solo gente que cruza para ir a comprar, sino contrabando, o sea, gente que está trayendo mercadería y la revende.
¿Cuáles son las consecuencias de este fenómeno?
A nivel comercial, que las empresas la están pasando mal. En el caso del litoral, eso repercute directamente en el empleo porque hay que mandar personas al seguro de paro, porque no se pueden sostener las empresas con los gastos normales con las ventas un 40% más abajo. Y a nivel nacional, el gobierno está perdiendo muchísimo dinero de recaudación de impuestos directos e indirectos, porque hay cadenas de distribución en el medio y eso está todo en cero. Es como que hay una libre importación de productos que no pagan nada.
¿Cuáles son las soluciones que se plantean desde la ASU?
A corto plazo solicitamos que ya mismo se empiecen a aplicar las medidas que las leyes permiten, como controlar las fronteras. No planteamos el cero kilo, pero sí controlar los productos que pueden ingresar, que no sean todos iguales, porque sabemos que eso se va a revender, y que no se puedan ingresar productos de origen animal o vegetal porque eso está prohibido por el Ministerio de Ganadería. El contrabando grande es el que se tiene que trancar porque es el que trae la mercadería al resto de los departamentos del país. Y a mediano plazo habrá que estudiar medidas más de fondo para disminuir la alta diferencia de precios.
¿Están en contra del cero kilo?
Sí, porque nosotros no podemos pedirle a la gente que si algo vale 10 allá y acá 50, lo compre a 50, eso es irracional, pero también hay reglamentaciones que hay que cumplir. Si la persona ingresa las cosas en regla, bienvenido sea, abarató sus costos, pero lo que estamos buscando es que lo que sea ilegal o no esté permitido, se controle. Y que también haya controles de los equipos inspectivos municipales y nacionales, porque no es solo el tema aduanero, hay que recorrer las ferias, los comercios informales, para ver qué productos están vendiendo y su origen.
¿Por qué cree que esos controles no se hacen?
Habría que preguntarles a las instituciones municipales y nacionales por qué no se hacen, pero si hay denuncias de socios que ven productos en la calle que son de origen dudoso, es porque alguien lo ve, alcanza con salir a la calle y caminar.
¿Qué opinión le merece la propuesta de generar una canasta de productos con descuento de IVA en las fronteras?
Todos los ciudadanos tenemos derecho a comprar más barato, entonces, si yo soy de Tacuarembó, de Durazno, de Montevideo o Canelones, también tengo derecho a acceder a ese producto al mismo precio. Esa es una posición tradicional de las cadenas de supermercados en la asociación. ¿Por qué tengo que pagarlo más caro? Para los comercios uruguayos los precios tienen que ser iguales y las condiciones también. Si la persona lo consigue más barato del lado brasilero o argentino, que vaya, pero si nosotros bajamos los precios del lado uruguayo, lo que estamos haciendo es correr la frontera para adentro. Lo mismo pasa con el combustible, hacer una reducción en los departamentos limítrofes es bajarle el precio promedio de combustible a la persona que va a ir igualmente a comprarlo del lado argentino, porque vale muy barato, entonces, los 10 litros que tenía que utilizar para poder llegar a Gualeguaychú, ahora le salen 40% menos, porque los tiene que cargar para llegar, pero igual va a ir a cargar allá. No tiene sentido.
¿Cómo ha sido el diálogo con el gobierno con respecto a esta preocupación?
En realidad, no hay un diálogo formal establecido a nivel de la agremiación, pero me consta que algunos asociados se han reunido en varias oportunidades con integrantes del equipo de gobierno y los planteos se hacen. Esto no es nuevo, lo que es nuevo es el dólar blue, que ha pegado mucho, pero que haya productos brasileros en la feria, por ejemplo, es algo de siempre, que ahora está exacerbado por el tema del tipo de cambio.
¿El gobierno les ha dado algún tipo de respuesta a esos planteos?
No, no hemos tenido ninguna todavía.
¿Cuáles son las mayores preocupaciones para la asociación hoy además del tema del contrabando?
Venimos con ventas casi por debajo del nivel prepandémico, esto no se ha arreglado. Hubo un fenómeno desde marzo hasta junio del 2020 que fue cuando empezó la pandemia y toda la ciudadanía se dedicó a comprar mercadería por temor a lo que podía pasar, por desconocimiento, y ahí las ventas aumentaron mucho. Pero después, al ver que se podía salir, que se podía ir a comprar, que los supermercados estaban abiertos, que había mercadería, ya dejaron de comprar porque empezaron a consumir el stock y la compra volvió a ser normal. Otra cosa que sucedió con la pandemia fue que la frontera descubrió cuál era su real nivel de venta, dado que con las fronteras cerradas las ventas mejoraron, pero al estar abiertas nuevamente, cayeron un 40%. Ese fue un golpe muy duro. Hoy es complicado tener un local abierto con un 40% menos de venta.
¿Cómo ha afectado el déficit hídrico a los supermercados?
Básicamente, se triplicó el consumo de agua mineral envasada. Eso fue inmediato y de golpe, y tensionó mucho la cadena de distribución porque nadie estaba preparado ni en los inventarios ni en la producción para ese tipo de demanda de forma tan rápida. Fue por eso que se limitó la compra de unidades por parte de algunos comercios, para no cortar la cadena de abastecimiento. De lo contrario, no daba el tiempo para reponer y para que el proveedor pudiera tener los pedidos en tiempo y forma.
¿Cuáles son las perspectivas que manejan para el resto del año?
No esperamos grandes cambios en la medida en que los países limítrofes están como están, con esos precios, excepto que se puedan tomar medidas que controlen y mitiguen un poco el contrabando.
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