Una de las mayores aspiraciones del sindicato de Canillas es que los denominados escaparates (quioscos que venden diarios y revistas) puedan comercializar otros productos. Esto es para sostener la Caja de Auxilio del Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas, cuya obra social está en riesgo por la falta de ingresos. La Mañana dialogó con el presidente de dicha Caja, Guillermo Gálvez, sobre este problema.
¿Cuál es la situación hoy en día de los canillas?
La situación en este momento es crítica. La estamos peleando solos y no hay quien nos acompañe. Hemos golpeado puertas a casi todos los políticos y como sabemos, el sindicato de vendedores de diarios y revistas no tiene bandera política. Pero debo hacer una referencia a quienes están buscando la manera de apoyarnos y es la Intendencia Municipal de Montevideo. Lo que buscamos es cómo podemos pasar de ser “Escaparates”, como se denomina a nuestros locales, para pasar a ser quioscos, como hay en otros países. En agosto estuvimos en el segundo Congreso de Latinoamérica del Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas y los quioscos de diarios y revistas en el resto del continente venden de todo. Esto es para poder sobrevivir, estando todo el día abiertos. Porque acá el comentario es que se ven quioscos de diarios y revistas cerrados. El mío está cerrado y el de muchos de mis compañeros también. ¿Pero qué vendemos cuando termina la venta de la mañana? Se debe pensar que, de 350 a 400 títulos de revistas, están quedando 20. Donde había 6 o 7 diarios, queda uno solo (El País).
¿En la actualidad cuántos escaparates quedan?
Antes de la pandemia había unos 380. En 18 de julio llegamos a tener 94 escaparates, y en el día de hoy tenemos 44. De los 380 que había estamos en unos 230. Tuvimos con la pandemia un gran golpe, porque se decía que el papel trasmitía el coronavirus. Ahí perdimos un montón de suscriptores de las publicaciones que quedan. Nosotros planteamos entonces que si contaminábamos, los más de 400 vendedores que hay, estábamos todos contaminados. Entonces se sacó un comunicado aclarando que el diario no contaminaba. En las sucursales de distribución tomamos medidas y se trabajaba con guantes. Esa situación de la pandemia agravó más lo que venía de antes, por ejemplo, con la instalación masiva de fibra óptica, que incrementó también las suscripciones de los medios por Internet. Se había mencionado en un momento que de las suscripciones por Internet se podía destinar el 1% para la Caja de Auxilio para la salud de los vendedores de diarios y revistas. Pero quedó en solo palabras de las campañas políticas, porque los políticos parece que se olvidaran de lo que hablamos antes.
¿Cómo es el funcionamiento de la Caja de Auxilios?
La Caja de Auxilios se financia por intermedio de todos los vendedores de diarios y revistas, con un 5% de las ganancias de ventas. Es para financiar parte de los medicamentos que necesitan los afiliados y para la Casa de Salud que tenemos, donde cobijamos hasta el último día a aquel vendedor que no tiene ningún familiar. Nosotros teníamos un sanatorio propio, pero cerró. En aquel entonces y hasta hoy tenemos un convenio con la Asociación Española, por la cual nuestros asociados se atienden en esa mutualista. Cuando sucedió el cierre de nuestro sanatorio, Oscar Magurno llamó a los Espert y les dijo: “Muchachos estén tranquilos. Los vendedores están seguros. Vienen para La Española y van a tener lo mejor”. Esas mismas palabras nos dijo Julio Martínez, el actual gerente general. Si el vendedor no tiene dinero para pagar los medicamentos, se les da igual y la Caja de Auxilio después los paga. Para nosotros La Española forma parte de nuestra familia.
¿Cuál fue el impacto para el gremio de la retirada del impuesto al papel y por qué no se pudo nunca retomar?
En el año 1975 retiraron un impuesto que tenía el papel que se importaba, el cual se destinaba a la Caja de Auxilio. Después nos pusimos a averiguar si ese impuesto existía y descubrimos que sí, pero el destino era Rentas Generales. Esto lo pudimos comprobar hace unos años, no sabemos si la situación cambió.
¿Hoy día cuál sería para ustedes la solución más rápida a la crisis que atraviesan?
Son varios puntos. Uno de ellos es que el BPS, desde el año 1975 hasta 1994, nos reconoce los años trabajados, porque desde ese momento tenemos que aportar como unipersonal. Lo que estamos pidiendo es que como estamos trabajamos los 365 días al año a la intemperie, cuando nos vayamos a jubilar se nos considere como “trabajo insalubre”. Nosotros aportamos como unipersonal y la jubilación de un canilla no llega a los $ 17.000 con 40 años de trabajo. Por otro lado, pedimos que se nos dejen vender más artículos, de manera zafral, pero no tener la calidad de quiosco, ya que significarían más costos y es imposible sostenerlos.
¿De quién depende esa autorización para que los escaparates puedan vender otros productos?
Yo creo que depende del Gobierno central. En el Gobierno de Tabaré Vázquez ya se había planteado que los escaparates fueran los únicos que pudieran vender diarios y revistas, pero eso no prosperó. Si va a un supermercado, a una red de cobranzas, hasta a una farmacia, hay para la venta revistas. Entonces nosotros, ¿por qué no podemos tener algún artículo más para vender? No vamos a perjudicar a nadie. Además, vamos a estar abiertos porque también somos centro de consulta para los turistas y para la población en general, ya que tenemos la obligación de saber, por ejemplo, dónde queda la comisaría más cercana al escaparate o un hospital.
¿Qué costos están teniendo hoy día los escaparates?
Nosotros pagamos el uso de piso a la Intendencia (que es una UR por mes). Solicitamos la exoneración y nos la dieron en la pandemia, por unos meses. La Intendencia fue la única que se acordó de nosotros. Pero en esa época, durante la pandemia entregamos más de 700 canastas de comestibles a los integrantes de nuestro gremio. Nadie vino a preguntarle a la Caja de Auxilio de los canillas si necesitaba algo. Se le dio a todo el mundo que trabajaba en la calle. Entonces, nosotros, ¿no trabajamos en la calle o somos de otro mundo?
¿Cómo se maneja la publicidad en los escaparates, que es fuente de ingresos para la Caja de Auxilio?
Tenemos 380 de los puntos más visuales en toda la ciudad y estamos en todos los barrios. Durante diez años tuvimos un contrato con Antel, pero cuando asumió el nuevo Gobierno se nos retiró. Y fuimos a hablar con el presidente de Antel, Gabriel Gurméndez, y le pedimos solamente el 10% de lo que teníamos de publicidad. Pero dijo que publicidad para los escaparates no había. Que nos daría otras cosas que sacaría Antel y que éramos los únicos que lo venderíamos. Aún estamos esperando.
¿Qué me puede comentar sobre la situación financiera de la Caja de Auxilio?
Nos estamos financiando con la publicidad de los escaparates. Pero la situación se convierte en crítica por el tema de los costos que tienen los estudios en materia de la salud. A cada afiliado le reintegramos el dinero que pagan al Fonasa y un 50% de lo que gasta en medicamentos y órdenes. Todo eso sale del 5% que aportan por las ventas, de la publicidad y del fondo de reserva que tiene la Caja.
Usted concurrió al Congreso Latinoamericano de Vendedores de Diarios y Revistas que se realizó en México. ¿Cuál es la situación de sus colegas en el continente?
Fuimos junto a Luis Enrique Espert (presidente del sindicato de canillas), Mauro Espert y Jorge Genta. Nuestros colegas quedaron muy sorprendidos de nuestro sindicato, que al final, es un sindicato escuela para los demás países, por todos los servicios que damos. En Reyes damos regalos a los niños, útiles escolares, mantenemos la Casa de Salud, colaboramos con el costo de medicamentos y estudios clínicos. Pero en toda Latinoamérica, los escaparates venden además de diarios y revistas, otros productos, que serán unos siete u ocho rubros, por ejemplo, refrescos, helados, galletitas. Uruguay es el único país donde el escaparate solo puede vender diarios o revistas. Estamos adelantados en lo que es bienestar para el vendedor, pero limitados en las ventas.
Y con este panorama actual, ¿cómo ve el futuro de los canillas en Uruguay?
Creo que la lectura en papel no se va a terminar nunca, que fue lo que se trató en el Congreso al que concurrimos. Si bien estimamos que baja más grande en las ventas que esta no hay, tenemos otro problema. Fallece un cliente y no se repone con otro. Sí hay nuevos clientes en otro tipo de productos, como ser en algunas revistas, pero en ese caso afecta el flete de los productos que llegan desde el exterior. Por esa razón es que a Uruguay no llegan muchas publicaciones, ya que los precios serían prohibitivos, no por su costo sino por los costos agregados como ser los fletes.
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